lunes, 30 de noviembre de 2009

Documento Impresionante


Composición escolar de un alumno de EGB2, publicada por el Diario Norte, de Resistencia (Chaco) en su edición de 7 de noviembre de 06, enviada al diario por Belén Álvarez, directora de escuela de la localidad de Quitilipi (Chaco).


QUE ES LA JUSTICIA SOCIAL?
La maestra nos dio como tarea hacer una redacción con este título. Yo descubrí que la Justicia Social es la mejor ayuda para los pobres y permite a las personas vivir sin trabajar. No me resultó muy difícil por que es el caso de mi familia y otros vecinos.En casa estamos todos muy contentos, el único que está enojado es mi abuelo que protesta por que cree que así no se levantará el país.
El sale a cortar pasto en los otros barrios, limpia jardines y arregla bicicletas. Dice que eso es ganarse la vida, pero mis padres se ríen y piensan que él está fuera de onda. Antes vivíamos en la casa de mi abuelo, que es grande pero algo vieja. Papá se ocupaba de mecánico y mi mamá vivía quejándose, porque además de trabajar para su patrona, también tenía que lavar las ropas y las camisas engrasadas de papá. Mi hermana cocinaba, mi hermano era cadete y yo hacía los mandados. Siempre íbamos a la escuela porque mi abuelo le dijo a mi papá que si no nos mandaba, teníamos que irnos de su casa. Ocurrió que una tarde llegaron unas señoras que parecían maestras, pero no eran. Mi papá no quiso atenderlas y hablaron con mi mamá. Le dejaron unos papeles. Durante la cena mi mamá dijo que el tema era la Justicia Social y contó lo lindo que sería porque nos darían una vivienda nueva y gratis. Mi papá se rió y mi abuelo se quedó muy pensativo. Al final papá fue a firmar los papeles. Y era cierto!!!. Cuando inauguraron el barrio nos fueron a buscar en un colectivo. Conocimos al gobernador y otros altos funcionarios. La casita es increíble: tiene baño, cocina, canillas con agua y focos por todas partes.
Aplaudimos tanto porque también dijeron que no tendríamos que pagar impuestos ni agua ni luz.
Otro día volvieron las mujeres con más papeles. Mi mamá se ocupó de sacar fotocopias de todos los documentos de la familia. Al tiempo las señoras le vinieron a mostrar la lista y le dijeron que tenía que ir a cobrar como Jefa de Hogar.
También llegaron unos muchachos y le mostraron otra lista para ir a retirar las mercaderías de los galpones. Despues mi papa se fue a una reuníon del barrio y consiguieron un comedor donde vamos todos los chicos y tambien traemos una ollita a nombre de mi abuelo, pero el no saba nada, que si no arma un lío bárbaro.
Ayer inauguraron una sala para tener remedios gratis.
Mi mamá esta muy contenta, ya no tiene que ir a lavar la ropa y mi papá ya no le trae camisas engrasadas porque aceptó ser el referente del barrio y cobra un plan.
Le prometieron que si ganamos la intendencia lo pasaran a contrato seguro.Tiene que repartir los papeles, hacer las listas y ayudar en los actos.Mi hermano mayor se hizo piquetero, le dan ropa y le pagan doble cuando hace turno noche.
Cuando sea mayor de edad le darán un plan.
Mi hermana y yo cobramos la beca escolar, aunque este año fuimos poco a la escuela por los paros y porque faltamos por las manifestaciones.
Sólo mi abuelo no aceptó el beneficio de la Justicia Social y sigue viviendo solo en la casa vieja. Mi papá dice que es porque esta fuera de onda y es un viejo amargado.Cuando sea mayor, voy a ser piquetero, despues me gustaria ser referente del barrio y ayudar a los pobres para que todos gocen de la Justicia Social y no tengan que andar trabajando por unas miserables monedas, como dice mi papá.


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"Ha llegado la hora de pensar en grande". Reportaje a Eduardo Duhalde

(Publicado en lanacion.com el 30/11/2009)
Dos obsesiones dominan por estos días a Eduardo Duhalde: ver derrotado a su peor enemigo, Néstor Kirchner, y realizar un acuerdo de políticas de Estado estratégicas que incluya al radicalismo, la Iglesia, el campo, los trabajadores y los medios de comunicación para formar un gobierno patriótico de unidad nacional.
En su búnker, las oficinas del Movimiento Productivo Argentino (MPA), situadas a 100 metros del Congreso, el ex presidente recibe a lanacion.com -en la serie de reportajes de cara al Bicentenario- en uno de los amplios despachos que posee. Desde ese enclave de poder vernáculo, donde lo visita gran parte de la dirigencia política y empresarial, Duhalde ataca con dureza al Gobierno al que califica de "incapaz" y advierte que "ha llegado la hora de pensar en grande".

Mientras juega al misterio sobre su futuro político, un objetivo mayor lo desvela: disputar el poder de sus principales adversarios, el matrimonio presidencial. El ex presidente fustiga a los Kirchner y asegura que "la degradación es el signo de la época".
"Los grandes liderazgos no existen"
Pero sus críticas no sólo apuntan al kirchnerismo, sino que también dispara contra el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri: "Las instituciones son degradadas permanentemente. Aparecen los diputados y senadores que víctimas del Gobierno por el manejo de la caja venden sus posiciones y un estado policíaco que desgraciadamente no sólo se extiende al gobierno nacional sino al gobierno de la Ciudad".
Para solucionar los problemas del país tiene una fórmula que considera elemental: "Hay que copiar lo que hizo Brasil ", dice Duhalde que hoy siente casi el mismo fanatismo por su querido Banfield que por el país vecino y, en especial, por su mandatario Luiz Inácio Lula Da Silva.
- ¿En qué piensa cuando escucha la palabra Bicentenario?
- La idea de degradación. No puede ser que un país que fue el primero en el continente en establecer un Estado de bienestar, aún antes que Estados Unidos, haya retrocedido tanto. Sobre todo a partir del golpe de 1976, la escena la domina la criminalidad de ese tiempo. Hasta ese entonces los trabajadores tenían una renta laboral. Poco a poco empezó a haber trabajadores pobres y una nueva categoría se impuso: la de nuevos pobres. Lo sucedieron los gobiernos de la democracia con enormes problemas. Los primeros con una fuerza militar todavía muy fuerte y no hemos podido salir de eso y cada vez nos enredamos más. Brasil, Chile y, en su dimensión, Uruguay nos han pasado. La degradación, que no sólo tiene que ver con lo económico sino también con lo institucional, es el signo de la época.
- Tiene que ver con una crisis de la dirigencia?
- Tiene que ver con una profundísima crisis de valores y de no haberse dado cuenta el Gobierno, los gobiernos, que ya en 1984 había que tomar enérgicas medidas de recuperación ética de la sociedad y del Estado. La Argentina vive una profundísima crisis de valores como telón de fondo de su degradación.
- ¿Cómo están las instituciones?
- Degradadas permanentemente. Aparecen los diputados y senadores que víctimas del Gobierno por el manejo de la caja venden sus posiciones y un estado policíaco que desgraciadamente no sólo se extiende al gobierno nacional sino al gobierno de la Ciudad.
- ¿Es posible reeditar en la Argentina un pacto entre distintas fuerzas políticas como sucedió en España?
- Es un desafío para la dirigencia. He hablado con dirigentes de todas las fuerzas políticas que ven la necesidad de hacerlo, pero tenemos como inconveniente al Gobierno que le huye a todo lo que tiene que ver con consenso y con diálogo. La Argentina sale de la crisis más profunda de su historia en 2001 precisamente por el diálogo y los consensos. Necesitamos un gobierno patriótico de salvación nacional, de unidad nacional, lo que no significa un gobierno donde se mezclen dirigentes de distintos partidos políticos. El país no entiende, nadie puede entender sensatamente por qué ante esta ola de criminalidad de chicos de 12, 13, 14 o 15 años matando o siendo muertos por cometer delitos no se hace inmediatamente un censo o se crean los establecimientos que hagan falta para reeducarlos. Acá todos hablan y la situación se pone cada vez peor.
- Faltan estadísticas para tomar medidas de fondo?
- Uno de los daños más grandes que se le ha hecho al país es que ya nadie cree en las estadísticas. Por lo que uno ve permanentemente en los medios, porque lo escucha de los dirigentes o de los intendentes, la situación se complica cada vez más. Esto se produce por una enorme incapacidad de este Gobierno. Como se manejaban en Río Gallegos se pretenden manejar en el país y lo que se sale de la esfera de control lo quieren aplastar porque es una política de incapaces.
- ¿Cree que la Presidenta puede liderar la consolidación de estos acuerdos?
- Es imposible. No habla ni siquiera con la gente de su partido. No se puede hablar en la Argentina; es un régimen policíaco. No es que no haya reuniones de gabinete, lo que es gravísimo, no hay ningún país del mundo que suceda eso, pero tampoco hay reuniones de gobernadores. Es un régimen muy pernicioso para el país. Si no mejoramos la calidad institucional en la Argentina, difícilmente nuestro país adquiera la competencia que debe tener un país que quiere incorporarse a una economía globalizada.
- ¿Cómo evalúa la gestión de Cristina Kirchner?
- Cada vez peor. No alcanzan a entender lo que pasó. El problema es que no están concientes de lo que pasa en la Argentina. Una palabra para designar el momento actual es degradación. Un gobernador de un partido que se pasa al otro, es tremendo. Es una falsificación del funcionamiento del sistema institucional democrático.
- ¿Qué evaluación hace de la dirigencia actual?
- Los grandes liderazgos no existen. Tal vez sea una ventaja, como en esos equipos de fútbol donde no existe la gran estrella entonces todos tienen que pelear juntos. Este liderazgo en base a la extorsión de Kirchner, ya cae; el de Menem, que fue un liderazgo carismático, pero muy fuerte, o el liderazgo democrático de Alfonsín, también con rasgos hegemónicos, eran muy fuertes y los que se sienten fuertes no sienten necesidad de convocar al conjunto. Ahora, al no existir ese tipo de liderazgo, yo creo que el campo está más fértil para lograr esos acuerdos. Pero desde ya no hay que perder tiempo con este Gobierno, porque algunos amigos de otros partidos piensan que el Gobierno puede entrar en un proceso de acuerdo de políticas de Estado, pero es imposible.
- ¿El 10 de diciembre, con el recambio parlamentario, no será el momento para que el Gobierno se decida a acordar con otras fuerzas?
- Es imposible. Hay que trabajar para la elección de 2011. Yo digo que los dirigentes responsables, los medios de comunicación, los empresarios, los trabajadores, las iglesias, las ONGs, tenemos que estar alumbrando esas políticas de Estado con prescindencia de este Gobierno, que pasará a la historia como un Gobierno que desaprovechó una posibilidad histórica extraordinaria.
-¿Qué le dicen los empresarios y dirigentes políticos que lo visitan?
- Me piden ayuda en relación a las políticas de Estado. Vienen empresarios, viene todos, el campo, Alfredito [por De Angeli] con los autoconvocados y dirigentes de otras fuerzas políticas. A todos les digo lo mismo: trabajemos para demostrar la capacidad para retomar el camino de las políticas de Estado, como lo ha hecho Brasil. Lula siguió y mejoró en camino de [Fernando Henrique] Cardoso; lo mismo pasa en Chile y en Uruguay. En el único lugar que no pasa es acá.
- ¿El Gobierno crispa?
- Claro, porque no hay criterio lógico. Cuando una sociedad vivió dificultades tan dramáticas como las que vivió la Argentina lo que necesita es apaciguar los ánimos, escuchar a todos, generar un clima de convivencia democrática, todo lo contrario a lo que hace el Gobierno. Cada vez que se va a iniciar una acción denuncian un complot, todo es desestabilizante, una estupidez total de gente incapaz absoluta. Hoy el mundo no permite aventuras golpistas.
- ¿Cómo imagina a la Argentina en el Bicentenario?
- Dando vueltas todos los días con cosas estúpidas. Sin claridad de a dónde vamos, tratando de sacar conejos de la galera, cuando en verdad lo que hay que hacer es ocuparnos de los problemas reales que afligen a la gente y eso no es difícil. Ha llegado la hora de pensar en grande.
- Usted cree que la dirigencia, con prescindencia del Gobierno, puede juntarse y acordar algunos ejes comunes, ¿cuáles serían?
- Un plan de desarrollo estratégico a 20 años que le dé garantías a quien quiera producir en la Argentina es fundamental, tener política social seria y responsable. Tenemos que ir a ver lo que hizo Brasil y copiarlo. Eso es elemental. El sistema educativo y de salud no funcionan, ahí tienen mucho que ver los sectores gremiales. Hay que poner todo en revisión. La Argentina necesita un gran cambio y eso lo tiene que hacer la clase política unida. No podemos seguir sosteniendo un estado de malestar permanente donde los sectores más vulnerables no tengan salud, educación y seguridad.
- ¿Alguna vez se cansó de la política y pensó en alejarse de todo esto?
- Sí, muchas veces, pero no me quiero ir de este mundo viendo que el país que tiene más posibilidades del continente de resurgir, esté como estamos. Somos el país más fácil de gobernar de América del Sur. Voy a hacer todos los esfuerzos para constituir un gobierno patriótico de unidad nacional.
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domingo, 29 de noviembre de 2009

El ruido de un poder que se desploma. Por Jorge Raventos


Hace tiempo que Nestor Kirchner y su esposa están enemistados con las encuestas. Los estudios de opinión no sólo revelan que se han derrumbado aquellas expectativas que durante meses acompañaron la gestión presidencial de Néstor (y hasta aquellas que respaldaron con el voto a su candidata dos años atrás), sino que la opinión ha dado una vuelta de campana y hoy muestra índices de rechazo a la familia presidencial que parecen ilevantables.

Kirchner a veces confunde opinión pública con opinión publicada y culpa al periodismo por ese divorcio. Su ofensiva sobre los medios y sobre los periodistas no cesa. Después de ocuparse con su controvertida le de los medios electrónicos, puso a Guillermo Moreno a conducir las presiones destinadas intervenir la empresa Papel Prensa y a manejar el mercado de papel para diarios. Se agregan a esas operaciones los disparos contra los hombres de prensa. Esta semana Néstor Kirchner los acusó de "mostrarse como intelectuales para defender los intereses de las empresas". Y soltó: "Da pena ver que se digan periodistas independientes. Tienen que decir que son muy buenos empleados". Lo dijo rodeado por empleados y funcionarios oficiales, incluyendo en ese grupo a varios que –como él opina- se “muestran como intelectuales”.
Pero en el fondo, detrás de ese ruido y esa furia, la confusión no existe: Kirchner es muy conciente del alto grado de impugnación de la opinión pública y tal vez por ello el gobierno parece empeñado en eludir sus reclamos más insistentes para, en cambio, concentrarse en una agenda propia, cuyo eje reside en evitar que, como consecuencia de los resultados electorales del 28 de junio, se le escapen de las manos instrumentos decisivos de poder (en primer término, el manejo de la caja).
En vano se rebuscará entre las iniciativas del gobierno nacional durante las últimas semanas alguna que tenga vínculo con la cuestión de la inseguridad, que es la principal preocupación de la sociedad. Nada. En todo caso, el gesto tardío de citar a la Casa Rosada al familiar de alguna víctima, como si una foto en el despacho presidencial representara alguna solución o algún consuelo para aquellos a quienes el crimen les arrasó la vida.
Toda la decisión, el empeño y los recursos movilizados para, por ejemplo, estatizar las transmisiones de fútbol, brillan por ausencia en el tema de la inseguridad. Peor aún: se chocan con él cuando trasciende que el oficialismo (o el paraoficialismo) recluta y ampara en función de sus intereses políticos a los violentos del fútbol y los guía para que las barras bravas se consoliden en un ente superior, bajo una marca corporativa (Hinchadas Argentinas Unidas) y con un pingüino en su heráldica.
En suma, aquel kirchnerismo que en sus primeros años construía poder cultivando el favor de la opinión pública es historia: la sociedad le dio la espalda y él, despechado, ha resuelto ignorarla en la misma medida. Ahora se ocupa de agenciarse al costo que pueda poderes menos simbólicos: los que le permitan manotear fondos que mantengan la sujeción de jefaturas territoriales, los que le ayuden a recuperar el dominio político de la calle, los que eventualmente le faciliten sortear las amenazas que acechan tras las puertas de los tribunales, las que puedan detener el deslizamiento que ya empieza a observar en el escenario del Congreso.
Los celulares de los operadores del gobierno están incandescentes de tanto llamar a diputados peronistas que el 10 de diciembre se incorporarán a la Cámara Baja. Felipe Solá, que presidirá desde ese día el bloque del justicialismo disidente, denunció que varios de sus legisladores, entre ellos la rionegrina Cipriana Lorena Rossi, fueron conectados para "dar vuelta su consciencia por medio del poder de la caja del oficialismo".
En función de aquellos objetivos, el gobierno afirma su alianza con Hugo Moyano: la presidente dijo que quiere “gremios fuertes” y se lo llevó al jefe cegetista a Roma, a celebrar aquel acuerdo por el Canal de Beagle contra el que ella y su esposo se manifestaron en los años 80. Moyano había participado a principios de la semana de una demostración frente a los Tribunales y caracterizado como “patrones reaccionarios” a los miembros de la Corte Suprema. El Alto Tribunal dio un año atrás un fallo que abre puertas al pluralismo sindical y que la CGT considera dañino para su “modelo” de organización. Varios magistrados del alto tribunal interpretaron la demostración de Moyano como una amenaza. Uno de ellos, el decano del cuerpo, Carlos Fayt, advirtió a la sociedad: “Preocúpense por Moyano”.
Esta semana el gobierno “se prestó” más de 9.000 millones de pesos que debió haber repartido en las provincias y antes de eso se aseguró otros 10.000 de financiamiento para el ejercicio del 2010, cuando el presupuesto será analizado por un Congreso en el que estará en minoría. El gobierno hace caja, pero su estilo de gobierno se ha vuelto un barril sin fondo.
Lo cierto es que, pese a sus esfuerzos y a las ofensivas que Néstor Kirchner ordena sin cesar, y aun pese a que los bloques les han dado satisfacciones y les aprobaron todas sus ocurrencias en estas últimas semanas, es evidente que el paquete que Kirchner querría “atado y bien atado”, ha comenzado a soltarse en vísperas del 10 de diciembre. La Justicia se vuelve más curiosa y la oposición parece, finalmente, apta para pelear la semana próxima, si no por el manejo de las Cámaras, al menos sí por el control de las comisiones decisivas del Congreso. La comezón del oficialismo se observa inclusive en la chapucería de algunos de sus actos: cuando decretó la prolongación de las sesiones ordinarias del Legislativo, Cristina Kirchner firmó que esa prórroga corría “hasta el 10 de diciembre”. Error fatal: le entregó así a la oposición la oportunidad de sesionar al menos 24 horas con la nueva integración de las Cámaras y, así, de incorporar algunos asuntos que perturban a la cúpula del gobierno. Por ejemplo: la interpelación del jefe de Gabinete por el tema de Guido Antonini Wilson, su valija repleta de dólares y su (primero negada y al fin admitida) presencia en la Casa Rosada. Otro ejemplo: la posibilidad de que, ya en sesiones, el Congreso decida prorrogar su funcionamiento para tratar algunos otros asuntos emblemáticos, como aspectos de la ley de medios.
En fin, aunque probablemente el Congreso no sea más que uno de los escenarios donde se desplegará la nueva etapa política, el 10 de diciembre se produce un viraje significativo. Ese día la opinión pública está convocada a saludar al nuevo Congreso por la Mesa de Enlace del campo y por una serie de organizaciones cívicas. Y un poco antes y un poco después empezarán a verse cambios en los partidos. Ernesto Sanz asume la presidencia del radicalismo. El peronismo disidente avanza en una estructuración federal. Eduardo Duhalde ya convocó esta semana, desde el Movimiento Productivo Argentino, a “un gobierno patriótico de unidad nacional", constituido no en una alianza de gobierno sino en acuerdos básicos de Estado, que sirvan de guía a todas las fuerzas involucradas de modo que “no importe quien gane. Sugestivo: Duhalde elogió los liderazgos de Raúl Alfonsín y de Carlos Menem y aclaró que está hablando de esa visión de los acuerdos básicos con el radicalismo y con el Pro. “Es el mejor momento para el acuerdo –sostuvo- porque se desploma este liderazgo extorsivo”.Quiso decir: el de los Kirchner.
De un lado del paisaje, el oficialismo sigue pensando en términos de guerra, confrontación y ofensivas. Del otro, paulatinamente, va creciendo la idea de la convergencia y los acuerdos.
Son dos modos de enfrentar los riesgos que afronta la gobernabilidad.
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martes, 10 de noviembre de 2009

El verdadero nacimiento del mundo global. Por Daniel V. González


La existencia de un muro que cortaba en dos la ciudad de Berlín hoy puede parecernos una fantasía propia de una novela de ficción. Sin embargo, hace tan sólo 20 años que los alemanes del Este decidieron poner fin al espanto asfixiante de una valla kilométrica que partía en dos la ciudad, a Europa y al mundo.

Al decir del historiador británico Eric Hobsbawn, el episodio marcó el final del siglo XX. Pero, además, también constituyó el final de la Unión Soviética y, con ella, de la Guerra Fría y del socialismo como modelo de organización social superador del capitalismo. Las presuntas ventajas de una planificación centralizada de la economía desde el estado no fueron evidentes durante los setenta años que duró el experimento en la Unión Soviética: finalmente el denostado, injusto y arcaico sistema capitalista, fundado en la libertad individual y la iniciativa privada, con todos sus defectos e iniquidades, resultó el claro vencedor de la disputa: el socialismo se derrumbó víctima de su impotencia y acosado desde adentro de sus sólidas murallas.
Tan sólo un mes antes del comienzo del fin, el 7 de octubre de 1989, Mikhail Gorbachov concurrió a la celebración de los 40 años de la creación de la República Democrática de Alemania. Relata el ex secretario general de Partido Comunista de la URSS: “el primer ministro polaco, Mieczyslaw Rakowski, que estaba en la tribuna con el general Jaruzelski, justo detrás de mí, se inclinó hacia delante y me dijo:
-‘Mikhail Serguelevitch, ¿usted entiende alemán?’
- Lo suficiente como para comprender lo que gritan los manifestantes, respondí.
- ¿Comprende entonces que es el fin?, agregó Rakowski.
La conversación se refería a los miles de manifestantes alemanes del este que clamaban por libertad de opinión, elecciones libres y la posibilidad de viajar al exterior libremente.
La democratización era ya una demanda generalizada en el mundo socialista. En junio, Polonia había tenido elecciones libres y Lech Walesa había logrado una victoria aplastante. Un par de años antes, Gorbachov había percibido con claridad que la Unión Soviética demandaba cambios urgentes y los intentó para evitar el derrumbe que todos veían llegar. Así nació la Perestroika (Reestructuración), propuesta sintetizada en un libro y que procuraba corregir la paulatina desintegración de la otrora sólida estructura socialista que el paso de los años había ido carcomiendo de un modo imperceptible pero certero.
Ya desde 1985, al ser elegido secretario general del Partido Comunista, Gorbachov comenzó a diseñar las reformas económicas y políticas que consideraba imprescindibles.
La disolución del rígido orden social imperante se expresaba en el alcoholismo, el ausentismo laboral, el retraso tecnológico y productivo. Las medidas correctivas incluían una mayor cuota de libertad económica, mayor autonomía para que las decisiones empresarias, venta de algunas empresas públicas, reformas al sistema bancario, mayor libertad en los mercados.
Tras poco más de setenta años desde la Revolución Rusa, el socialismo había comenzado a evidenciar signos claros de agotamiento y su derrumbe era ya evidente. Fue eso lo que impulsó las reformas que, de todos modos, no lograron salvarlo.
Es en ese contexto, con esos antecedentes, es que miles y miles de alemanes del este comienzan a manifestar su disconformidad y sus deseos de una mayor cuota de libertad, especialmente la posibilidad de libre tránsito hacia occidente, hasta entonces prohibido estrictamente por las rígidas normas del socialismo.
Pocos días después de los fastos del 40º aniversario de la RDA, el presidente Erich Honecker, es obligado a renunciar y poco días más tarde, tras un plenario del Partido Socialista Unificado, se anuncia la promulgación de una norma que permitía a todo ciudadano de la RDA abandonar el país por cualquier puesto fronterizo. Era el 9 de noviembre de 1989. Miles y miles de berlineses se reunieron a ambos lados del muro y a las 22.30 se levantó la primera barrera fronteriza. El muro había sucumbido.

El socialismo deberá esperar
Como bien observa Carlos Escudé, el muro no se derrumbó sino que fue demolido voluntariamente. Y fue volteado desde el este. Y no es esta una acotación menor para quien quiera sacar conclusiones de ese formidable hecho histórico.
Una década antes, los chinos ya habían llegado a la conclusión de que su economía necesitaba cambios urgentes. Percibieron que los males económicos que los acechaban demandaban reformas fundadas en el estímulo de la actividad privada, el lucro individual y la libertad comercial y de empresa. No se les escapaba, claro está, que tales modificaciones iban en la dirección opuesta a la del sistema que habían fundado treinta años antes, en 1949. Por eso es que justificaron estas reformas con el lema de Deng Xiao Ping, en clave pueril: “No importa que el gato sea blanco o negro. Lo importante es que cace ratones”.
Carlos Marx, hacia mediados del siglo XIX, había previsto que el socialismo era inevitable en Europa y que el nuevo sistema llegaría como una necesidad ineluctable tras la saturación del capitalismo. Sostenía que un modo de producción cedía su lugar a otro cuando, según su sintética fórmula, las relaciones sociales de producción entorpecían el desarrollo de las fuerzas productivas. La Historia, entonces, se abría paso buscando nuevas formas de organización social.
Sus previsiones, sin embargo, no fueron exactas. El socialismo surgió no en la Europa civilizada y avanzada sino en la periférica Rusia de los zares y luego se extendió, con las armas del Ejército Rojo, sobre el este de Europa como consecuencia de la Segunda Guerra mundial. La muerte de Lenin y la expulsión de León Trotsky, consolidaron el estilo de José Stalin y su coexistencia pacífica: el mundo constataría la superioridad del socialismo y se volcaría masivamente hacia el sistema pensado por Marx.
La puesta en órbita del primer satélite, ya bajo el régimen de Nikita Jruchev, parecía indicar que la superioridad tecnológica del socialismo era algo irrefutable. Sin embargo, fue una ilusión que duró poco tiempo. Año tras año el sistema mostraba sus debilidades. La población era sometida a largas privaciones en nombre de una acumulación de capital cuyo final no estaba claro. La pérdida de las libertades individuales, políticas y económicas, se justificaban por la necesidad de preservar al sistema del acoso, el espionaje y los atentados de los grandes poderes mundiales.
Quienes buscaban, en occidente, una organización social más justa que la que ofrecía el capitalismo, se ilusionaban con el progreso económico y el florecimiento cultural del socialismo: veían un horizonte de fraternidad e igualdad solidaria que eliminaría la vigencia de la ley de la selva que suponía la propiedad privada y el capitalismo.
Eran los tiempos en que los viajeros hacia la URSS volvían maravillados porque los estudiantes rusos leían literatura clásica durante sus viajes en subterráneo. Un nuevo hombre, se decía, estaba naciendo. ¿El muro de Berlín? Era necesario para evitar que el occidente capitalista horadara el maravilloso mundo que se estaba construyendo silenciosamente con las ideas de Marx y a partir de la osadía de un puñado de intelectuales rusos que en 1917 habían tomado el poder en esa extensa y lejana región.
A lo largo de los años, las sucesivas sublevaciones habían sido sofocadas: Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968). Pero ya no pudieron con Lech Walesa y el sindicato Solidaridad. Los cambios comenzaban a anunciarse. Un sector de la dirigencia soviética encabezada por Gorbachov, tomó conciencia de que las transformaciones eran inevitables. Y decidieron hacer algo al respecto. Así nació la Perestroika, un intento de reformas que procuraban salvar lo esencial del sistema, quizá a la manera china, pero que no hizo más que abrir la puerta a un vendaval sin retorno.

Los muros de la Argentina
Los chinos han sido quienes mejor lo han dicho: el socialismo había sido previsto para países con un gran desarrollo capitalista; no es un sistema que pueda prosperar en el atraso. Habrá que esperar entonces para más adelante.
La visión inicial de Francis Fukuyama sobre los acontecimientos de 1989, corregida en trabajos posteriores, no ha resultado desacertada en sus líneas generales: se abrió paso a una época en la que la democracia republicana como sistema político y el capitalismo como sistema económico serían los modos de organización social indiscutibles en todo el planeta.
Estos cambios en el funcionamiento y la organización del sistema económico mundial, impactaron en la Argentina no tanto como una simple irradiación de efectos inevitables sino como una justificación adicional para un proceso local que tenía vida propia.
Mientras esto ocurría desde la mitad de Europa hacia el Este, aquí asumía la presidencia Carlos Menem. Se encontraba con un país devastado pero, lo más importante, con rumbo incierto. Aquí también habíamos llegado a un pantano aunque de distintas características. En nuestro caso era la matriz ideológica que había dado lugar al peronismo de la posguerra la que ya mostraba claros signos de agotamiento: carecía de respuesta para los nuevos desafíos.
El Estado, que a partir de su actividad empresaria y su intervención orientada había intentado fundar un nuevo país industrial a partir de mediados de los cuarenta, se encontraba ya impotente y anquilosado, incapaz ya de llevar a cabo los emprendimientos que la necesidad histórica y política había puesto en sus manos. Eran necesarios algunos cambios que revitalizaran el aparato productivo nacional. Antes que Menem, ya Rodolfo Terragno –durante el gobierno de Raún Alfonsín- había vislumbrado la necesidad de nuevos enfoques en la estructura y gestión estatal. Cuando intentó dar algunos pasos, el propio peronismo se lo había impedido.
Los nuevos vientos mundiales indicaban claramente que el estado había fracasado en la gestión económica de largo plazo. El socialismo había perdido su batalla. Y este hecho constituyó un catalizador adicional para los cambios en la dirección que la propia realidad argentina, por sus propios motivos, reclamaba.
Pero esto ya es otra historia.



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domingo, 1 de noviembre de 2009

La cuestión social y un decreto tapón. Por Jorge Raventos


Antes de desplazarse a Chile para cerrar acuerdos con su colega Michelle Bachelet, la señora de Kirchner disparó el jueves 29 de octubre un certero decreto de necesidad y urgencia. El objetivo explícito del DNU residió en disponer una asignación mensual por hijo, que llegará a desocupados, trabajadores en negro y monotributistas sociales con hijos menores de 18 años. Bajo ese piadoso pabellón, el oficialismo apuntó a otros blancos, a los que asigna mayor importancia.
En primer lugar, con ese decreto el gobierno madrugó al conjunto de la oposición, que venía argumentando la urgencia de debatir la cuestión social como uno de los motivos para postergar la propuesta de reforma electoral que Olivos quiere dejar al menos con media sanción antes de perder la mayoría en el Congreso. Ahora, con el decreto de la asignación por niño firmado y publicado, la familia Kirchner cree haberle quitado excusas a los opositores, además de haberles “arrebatado la iniciativa” en el terreno social.

Dedicar un DNU a una causa tan unánimemente enarbolada como la lucha por la pobreza funciona, de paso, como una reivindicación indirecta del decreto como instrumento, a cuyo uso (de la mano con el veto) el gobierno se adivina impulsado por el destino a partir del 10 de diciembre, cuando se cierre la escribanía oficialista del Legislativo.
Más allá de ese detalle, el úkase del jueves 29 pretendió operar como un verdadero decreto-tapón: cerró la puerta al debate legislativo sobre la asignación universal (con acento en universal) por hijo que los partidos no kirchneristas y la propia Iglesia, como varias oenegés promovían. Si hay un tema en el que –al menos en las invocaciones- puede verse una importante cuota de consenso político es en la necesidad de dar respuestas al tema de la pobreza (sobre todo, a la pobreza extrema). Si el gobierno hubiera querido (y hubiese estado a invertir al menos la mitad del esfuerzo que dedicó a la ley de medios) el Congreso podría haber aprobado en dos o tres semanas el subsidio por niño.
Sucede que el gobierno no deseaba ese debate ni quería que la asignación por hijo quedara en manos del Legislativo, y ello por varios motivos.
Antes que nada porque en tal caso la asignación aprobada habría tenido carácter “universal” (no “especial”, como se decretó), habría alcanzado parejamente no sólo a dos millones de menores de 18, sino a todos (sin discriminaciones hacia arriba o hacia abajo), como un verdadero bien público garantizado. Y habría evitado de movida las intermediaciones y los clientelismos que el diseño decretado deja abiertos.
Otro motivo crucial para que los Kirchner prefirieran el decreto se centra en que el Congreso difícilmente hubiera admitido que el financiamiento del subsidio a la niñez estuviera a cargo de la Caja de los Jubilados. El gobierno, que hace apenas unas semanas se hizo aprobar en el Congreso un presupuesto de 300.000 millones para el 2010 no quiso invertir ni un vintén de los recursos que maneja la caja central para este subsidio, y por el decreto dispuso que los fondos salgan de la ANSES y del fondo destinado a compensar eventuales problemas financieros que en algún momento obstaculicen el pago de las prestaciones jubilatorias. El régimen previsional deberá dedicar casi 10.000 millones de pesos para asumir estas obligaciones que le han derivado.
Así, en lugar de promover medidas de redistribución de la riqueza para afrontar seriamente el tema de la pobreza extrema, el decreto oficial –para salvar y aun acrecentar los fondos que administra el gobierno - dispone que unos pobres (los jubilados) financien a otros.
Debe recordarse que los fondos de la ANSES, antes que a otros objetivos, deberían dedicarse a cumplir con su destino específico; el oficialismo viene gambeteando la obediencia de las disposiciones sobre actualización de ingresos de los jubilados que reclamó la Corte Suprema, tanto como condenando a miles de ancianos a atravesar años de litigio judicial para cobrar prestaciones mal liquidadas.
En rigor, el decreto no hace más que reincidir en un comportamiento largamente registrado por el gobierno. Una investigación del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) lo puso en cifras hace pocas semanas: menos del 1% de las transferencias directas de la Nación llegó a los sectores más empobrecidos en el primer semestre, pese a que la recaudación se expandió. Según cifras de la Secretaría de Hacienda del Ministerio de Economía, mientras el gasto de la Administración Pública Nacional aumentó en $25 mil millones, sólo $220 millones fueron directamente a intentar paliar el flagelo de la pobreza.

En fin, ventilar estos temas en el Congreso representaba una incomodidad para el gobierno. En un debate de esa naturaleza hubieran aparecido las cifras reales de la pobreza y la indigencia, que refutan clamorosamente las del INDEC. Con cerca de 35 por ciento de pobres, el país está desandando el camino que durante dos o tres años lo alejó de las catastróficas cifras del año 2002, cuando la mitad de la población estaba bajo la línea de la pobreza.
Hoy, por otra parte, la intensidad de la indigencia (el sector más vulnerable, más golpeado) es mayor. La desigualdad tiene perfiles territoriales; en el noroeste y el noreste (Chaco, Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy, Misiones) los índices son de 10 a 15 puntos más altos que la media. También tiene perfiles que se relacionan con la edad: en la Argentina, la mayoría de los pobres son niños (en rigor, menores, poniendo como límite del segmento los 18 años) y la mayoría de los pobres son niños. Cada año nacen 200.000 nuevos pobres: los niños que se suman a las familias que viven por debajo de la línea de pobreza. Datos de IDESA apuntan que “en la población hasta 18 años de edad la pobreza asciende al 41%; en la población entre 19 y 60 años, la incidencia de la pobreza es del 22%; y entre los mayores de 60 años, la pobreza llega al 12%.” Es evidente que la pobreza ataca a los más jóvenes con una crudeza mayor. Hasta el punto de triplicar su incidencia con respecto a la población mayor de 60 años”.
Así, el decreto de necesidad y urgencia de la señora de Kirchner tuvo eficacia política de corto plazo al desconcertar a la oposición y al eludir –con aires resolutivos- un debate a fondo sobre la pobreza. Lamentablemente, el paso dado, aun considerando sus réditos laterales para el oficialismo, apenas roza una cuestión que reclama acción vigorosa sobre el corto y sobre el largo plazo.
Sólo en la provincia de Buenos Aires hay un millón de jóvenes de entre 14 y 21 años ubicados por debajo de la línea de pobreza, casi 700.000 en la indigencia, medio millón que no trabajan ni estudian. La mayoría, sumidos en situaciones familiares ya incapaces de ofrecer contención u orientación. En esas condiciones de anomia, descomposición y desesperanza operan las organizaciones del crimen, las redes del narcotráfico.
En situaciones sociales análogas –agravadas incluso por guerras y posguerras civiles- aparecen y proliferan fenómenos como el de las maras, esos extensos agrupamientos de la marginalidad juvenil -delictivos, violentos, ligados a la droga: legiones, más que bandas, por las dimensiones que alcanzan- que proliferan hoy en Centroamérica y más allá, en otros países de Latinoamérica, un fenómeno comparable al de los "bezprizornye”, ejércitos de niños huérfanos o abandonados de los primeros lustros de la Rusia Soviética, empujados a sobrevivir en una atmósfera de precariedad y brutalismo. Escribe Orlando Figes (La Revolución Rusa):
“Solían agruparse en bandas o grupos, durmiendo en edificios abandonados, estaciones o alcantarillas, y comiendo gracias al robo, al hurto, la mendicidad o protituyéndose. La actitud social hacia ellos era, en la mayoría de los casos, de abierta hostilidad. Más de uno fue linchado o golpeado hasta la muerte al ser sorprendido robando algo de comida. Tanto niño hambriento en las calles hizo proliferar la pedofilia, siendo frecuente encontrar niños y niñas prostituyéndose en muchas esquinas” .
Aunque ha soportado largos períodos de violencia y descomposición política, Argentina no atravesó extensas conmociones internas o guerras civiles explícitas. Presenta, sin embargo, cuando se mira a los bordes (unos bordes que cada vez están más próximos al centro) procesos y situaciones que evocan pavorosamente aquellos escenarios que tanto tiempo los argentinos estimaron muy lejanos.
Así, la cuestión social no puede ser considerada un argumento para el oportunismo, el simplismo o los escarceos de la pequeña política, sino una problemática que afecta en primer lugar a quienes sufren directamente la marginación y la indigencia, pero de inmediato, un asunto sin cuya resolución el destino mismo de la sociedad, como tal, se pone en juego.
Y esa resolución no se alcanza con un DNU.

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El fin de la oligarquía. Por Carlos Falcone

En el año 146 AC los romanos consiguieron un preciado objetivo: destruir Cartago, lo que significaba la desaparición del Estado Cartaginés, rival del Imperio Romano. Fue entonces que uno de sus senadores pronuncio una frase que parecía alejada totalmente de la alegría de los vencedores. Dijo: “pobre Roma, que se ha quedado sin enemigos”. Es que el enemigo, de alguna manera, afirma la identidad de su opositor. Si no hubiera sombras, que conocimiento tendríamos de la luz?

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Hay sectas que proclaman que Dios es lo único existente y que el Demonio es tan solo una creación literaria para que se pueda tener, por contraposición, idea y elección del Bien.
En un caso similar, nuestro país está viviendo una crisis de identidad surgida de la desaparición de uno de los términos del antagonismo que dividió su historia. Casi desde su mismo origen la particular conformación de nuestro territorio, con una pampa húmeda cuyas características permitían producir ganado y granos en condiciones ventajosas a las de otros países del mundo, promovió la formación de lo que fue denominada como “oligarquía terrateniente”. Esta oligarquía estaba compuesta principalmente por un grupo de familias poseedoras de grandes extensiones de la pampa húmeda y conformaba una clase social que tenía como centro de acción el Jockey Club, se manifestaba en los diarios “La Prensa” y “La Nación” y expresaba sus intereses políticos principalmente en el Partido Conservador, aunque en el marco de los partidos de izquierda y derecha que ejercían la “oposición de Su majestad”. Se trataba de una clase social capitalista, pero no burguesa. Sus ganancias se obtenían a partir de la propiedad de las únicas tierras de la pampa húmeda (sin posibilidades de competencia) y del apropiamiento de la renta diferencial que estas generaban, sin necesidad de reinversión ni de aplicación de tecnología. Sus ganancias provenían no de producir en mayor cantidad y en menor precio, sino de ser los únicos capaces de producir. Ese poder económico tuvo su correlato en el poder político, que detentó con la sola interrupción del Yrigoyenismo y del Peronismo, los que la desalojaron del mismo, pero que no modificaron las causas económicas de este poder. Tanto el Yrigoyenismo como el Peronismo se modelaron en el marco de la lucha antiimperialista y anti oligárquica. Podíamos decir que la sociedad argentina y sus instituciones son, de alguna manera, producto de esta antinomia. Hoy podemos asegurar que esto pertenece al campo de la historia.
Esta oligarquía, tantas veces amenazada con la expropiación, ha muerto por causas mucho mas naturales. La división de la tierra por herencia, las condiciones de los mercados internacionales y las leyes de arrendamiento del último gobierno de Perón han provocado que desapareciera casi inadvertidamente su poder económico y su correlato político. Tal como sostenía el escritor uruguayo Methol Ferre refiriéndose al imperio Británico, podríamos decir que los argentinos nos despertamos un día y nos encontramos con que la oligarquía nos había abandonado. En su reemplazo ha nacido una burguesía rural que parece surgida en los proyectos de Arturo Jauretche de crear en la pampa húmeda una “fabrica de vacas y granos”, aprovechando lo que denominaba la “cibernética pampeana” y poner fin de esta manera al parasitismo y a la improductividad oligárquica que impedían el desarrollo del país. En la actualidad esta burguesía se ha constituido prácticamente como el sector económico mas competitivo y dinámico de la economía nacional. Su influencia en la vida política está en pañales porque, si bien se ha conformado como una clase “en sí”, no ha tomado aún la conciencia total sobre sí misma para constituirse como una clase “para sí”, de acuerdo a la definición teórica que diera Carlos Marx. En realidad, solo el gobierno Kirchnerista y algunos dirigentes rurales son los que aún creen en la existencia de la oligarquía y se comportan de acuerdo a estos preconceptos.
Pero la real desaparición de la centenaria oligarquía ha caído como una bomba en la organización política e institucional del país. Las organizaciones políticas populares, modeladas en la antinomia contra la oligarquía, se encuentran de golpe, como en la antigua Roma, privadas de su enemigo y con una profunda crisis de identidad. En realidad, la sociedad argentina parece debatirse en esta incertidumbre. Y como el peronismo es el campo de batalla político donde se dirimen los conflictos de nuestra sociedad, es ahí donde con mayor claridad se vislumbra esta etapa. El Justicialismo deberá formular un nuevo proyecto donde se tengan en cuenta las nuevas condiciones internacionales en que se desenvuelven los actuales procesos (Mercosur, globalización) y el nuevo actor interno que ha surgido (burguesía agraria) que debe ser contenido y limitado dentro de la organización popular y policlasista que nos legara el general Perón. Si repite (como el gobierno K propone) el error que cometiera el radicalismo anti personalista al ignorar la aparición de la clase obrera en el 45, sufrirá las consecuencias de transformarse en un partido de minorías (por importantes que estas sean) y de perder el apoyo de los sectores populares. La nueva argentina buscará entonces como expresarse; porque la política, como la física, aborrece el vacio.

Carlos Falcone 30/10/09
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Nos conviene apostar por la energía nuclear. Por Felipe de la Balze

(Publicado en Clarín - 01/11/2009)
La Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, que se reúne en Copenhague el mes próximo, pondrá en la palestra la necesidad de promover energías limpias en sustitución de aquellas contaminantes que contribuyen al calentamiento global como el petróleo, el gas y el carbón. El consumo de electricidad en la economía mundial se duplicará durante los próximos treinta años. Satisfacer dicha demanda emitiendo menores cantidades de gases contaminantes costará tiempo y plata.
Las llamadas energías renovables están incrementando su participación en la matriz energética global. Es tentador pensar que el sol y el viento (que son gratis) y los biocombustibles puedan ser una fuente infinita de energía no contaminante. Desafortunadamente, las energías renovables sufren algunas limitaciones. Los costos aún son altos en comparación con el carbón y el petróleo, y su difusión requerirá subsidios gubernamentales por bastantes años. La luz solar y el viento son intermitentes y no pueden proveer la electricidad masiva que necesitamos hasta tanto no se desarrollen formas económicas de almacenamiento. Los biocombustibles requieren el uso de grandes extensiones de tierra, lo que incrementa sensiblemente sus costos y el precio de los productos sustitutos.
Sin duda, futuras innovaciones tecnológicas facilitarán una mayor participación de estas energías renovables en la matriz energética. Pero, en el mediano plazo, es poco realista asumir una rápida sustitución de la generación eléctrica de origen fósil (que provee más del 70% de las necesidades mundiales) por energías renovables. No existen, por ahora, fuentes de energía limpias, masivas y competitivas que no sean la nuclear y la hidroeléctrica.
Después de dos largas décadas de letargo, la energía nuclear retornará al centro del escenario energético mundial. El nuevo interés tiene fundamentos sólidos en la realidad. Los costos de la energía nuclear son mucho más bajos que los de una usina eléctrica convencional. Las usinas nucleares casi no emiten gases de efecto invernadero. Además, los nuevos reactores son más seguros, tienen mayor vida útil y menores costos de mantenimiento.
El tema de los desechos nucleares tóxicos generados por las plantas no está resuelto, aunque los reactores más nuevos producen menores cantidades. Por el momento, los desechos son reprocesados y reutilizados como combustible en la propia planta (como en Francia) o depositados en lugares seguros en las propias plantas a la espera de una solución más permanente (esto ocurre en la mayoría de los países, inclusive en la Argentina).
Los costos de construcción de las usinas nucleares son muy altos, lo que dificulta su financiamiento en los mercados de capitales. Usualmente, los nuevos proyectos dependen de la obtención de garantías gubernamentales. Por esta razón, algunos piensan que el futuro estará en reactores más pequeños que serían más seguros, menos costosos y más rápidos para construir. La Argentina, Sudáfrica y Corea están realizando investigaciones sobre este tema.
En la actualidad, 439 usinas nucleares, dispersas en 31 países, proveen el 15% de la electricidad mundial. La amenaza del calentamiento global, así como la buena experiencia acumulada en la operación de dichas plantas, está modificando la imagen de la energía nuclear en la opinión pública. Treinta y cinco reactores están en construcción. La mayoría de ellos en países en vías de desarrollo que decidieron incrementar la participación de la energía nuclear en su matriz energética. En los Estados Unidos, después de casi 25 años, una agencia gubernamental (la Tennesee Valley Authority) está construyendo una usina atómica y en Washington se está discutiendo la posibilidad de un relanzamiento de la energía nuclear.
En Europa, después del accidente de Chernobyl (Ucrania, 1986), la mayoría de los países, presionados por su opinión pública, congelaron sus programas nucleares. A pesar de ello, aproximadamente el 30% de la energía consumida en Europa en la actualidad es generada por 150 plantas nucleares, en su mayoría construidas antes de 1986.
Francia y Finlandia están construyendo nuevas usinas atómicas y el gobierno británico anunció el relanzamiento del programa de energía nuclear. Varios países europeos, que habían decidido gradualmente cerrar sus usinas nucleares, optaron por mantenerlas en funcionamiento. El gobierno alemán de Angela Merkel está considerando postergar la decisión de clausurar sus 18 plantas atómicas para el año 2022. España también resolvió postergar el cierre de su planta más antigua.
En Italia, en 1987, un referéndum popular cerró las plantas nucleares en funcionamiento. Sin embargo, recientemente una ley del Parlamento reabrió la puerta y Electricite de France y Enel (la principal compañía eléctrica italiana) están realizando un estudio de factibilidad para construir cuatro usinas atómicas en suelo italiano.
En la Argentina, el gobierno nacional ha propuesto, con buen tino, reactivar el sector nuclear. Se decidió completar y poner en marcha (2011) la usina de Atucha II y extender la vida útil de la Central Embalse por otros 25 años. La Comisión Nacional de Energía Atómica ha sabido realizar una labor inteligente de absorción de tecnología, resolver problemas tecnológicos complejos (como el enriquecimiento de uranio por difusión gaseosa) y fortalecer la infraestructura científico-tecnológica nacional.
El próximo desafío es producir conceptos tecnológicos propios que puedan transformarse en proyectos viables e internacionalmente competitivos.
La construcción de un reactor para usinas eléctricas pequeñas y medianas, a partir de un prototipo concebido, diseñado y construido en el país (el proyecto CAREM) es un paso lógico para avanzar en la concreción de dicha ambición.


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La UE se encamina hacia un estancamiento en el largo plazo. Por Jorge Castro

(Publicado en Clarín - 01/11/2009)
Finalizada la crisis mundial, Europa (UE/27) emerge retrasada frente a la rápida recuperación de Asia (China) y Estados Unidos. El continente europeo ha tomado una posición esencialmente defensiva frente a la crisis, procurando ante todo salvaguardar puestos de trabajo y evitar drásticas opciones políticas, con una fuerte tendencia a la parálisis en el sistema de decisiones. Atrás quedó la preocupación prioritaria por aumentar el nivel de productividad (Agenda de Lisboa/marzo de 2000) y desapareció la decisión de provocar "rupturas" en la rígida estructura social y económica europea, como señaló el presidente Nicolás Sarkozy en 2005.
El sector automotor, principal actividad industrial de la UE, experimenta este año una caída del 10% y tendrá otra de 5%/6% en 2010. El PBI europeo se contrajo 0.2% entre abril y junio, a pesar de que Alemania y Francia se expandieron 0.3% en el mismo periodo. También cayó la participación de la Eurozona (16 países) en el comercio internacional, que pasó de 31% en 2004 a 24% este año. El FMI prevé que la RFA crecerá 0.3% en 2010, en tanto España, Irlanda y Grecia experimentarán una contracción de -3% o más. La población de Europa Occidental ascenderá a 189.5 millones de habitantes en 25 años (+0.7% en relación a los 188.5 millones actuales). EE. UU. alcanzará entonces 360 millones (+20%); e India llegará a 1.500 millones (+40%). Más de 30% de la población europea tendrá 65 años o más en 2035.A partir de 1995, la productividad europea prácticamente se estancó (0.9% anual promedio); y en el transcurso de la crisis se tornó negativa. La Comisión Europea (Informe 2009) señaló que la tasa de crecimiento potencial de largo plazo de la UE (2% anual) caería a 1% desde 2020 en adelante, por el impacto de la crisis y el envejecimiento poblacional. Pero la Eurozona disminuyó este año esa capacidad a 1% anual y mantendría ese nivel en la próxima década. En síntesis, la UE se encamina hacia una situación de estancamiento de largo plazo. La devaluación del dólar se ha transformado en eje de la preocupación financiera internacional en los últimos dos meses. Igualmente notable es que el euro no aparece como alternativa. Ocurre que es esencialmente una moneda regional (UE y adyacencias), no global. Lo que restringe su carácter global son las limitaciones de la productividad de la región.Asia (China) ha salido de la crisis a través del aumento de la demanda interna y del consumo individual. Esto fija una nueva tendencia histórica, en que la mitad de la población mundial (3.350 millones de habitantes), que han sido hasta hoy productores y exportadores de bienes industriales trabajo-intensivos, se transforman en consumidores -con un creciente nivel de ingresos- incluso de bienes y servicios de alta tecnología. El resultado de este nuevo mecanismo de acumulación es que la economía mundial se duplica en 20 años (64 trillones de dólares x 2) y emerge una sociedad global, con eje en Asia, guiada por una plataforma permanente de gobernabilidad: G-2 (EE.UU./China), G-20.
El proyecto europeo colocó la prioridad en los últimos 50 años en la construcción institucional; ahora, el carácter global y sincronizado de la crisis y de su recuperación lo obliga a mirar hacia afuera, a un mundo dominado por los "grandes espacios" de EE. UU. y China, junto con India y Brasil. Hacia adentro, la necesidad obliga a Europa a aumentar rápidamente su bajísimo nivel de productividad y su escasa capacidad de crecimiento de largo plazo. Sin esta ineludible transformación, la influencia europea se desvanecerá, y la UE se convertirá en un espectador pasivo del funcionamiento del G-2, nuevo eje de la gobernabilidad mundial.


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