lunes, 24 de enero de 2011

Apple conquista las nuevas fronteras de innovación tecnológica. Por Jorge Castro


Un día después de que Steve Jobs, máximo ejecutivo de Apple -la empresa creadora de iPads, iPhones y Macs- pidiera una licencia indeterminada por motivos de salud , las acciones de la mayor compañía de alta tecnología del mundo cayeron entre 4% y 6,5% en Wall Street, Londres y Frankfurt.
Veinticuatro horas después del anuncio de Jobs, Apple dio a conocer sus resultados del último trimestre de 2010, con un auge de 78% en las ganancias y récord de ventas , que el año pasado alcanzaron U$S 89 mil millones, en tanto sus ingresos netos ascendieron a U$S 14 mil millones (aumentaron 600% en 5 años).

Por eso su valor de mercado alcanzó en diciembre a U$S 311,6 mil millones y la ha convertido en la empresa de alta tecnología más valiosa del mundo.
También dispone de U$S 51 mil millones en capital líquido, lo que implica que su capacidad de compra e inversión es la más elevada de EE.UU.
El valor de Apple en 1997, cuando Steve Jobs asumió la conducción ejecutiva, era de U$S 2.000 millones y ahora está valuada en U$S 311,6 mil millones, un crecimiento de 150 veces del valor accionario . Apple no es sólo la empresa de alta tecnología más valiosa del mundo; también, en los próximos dos meses, sería la firma de mayor valor del sistema mundial, al sobrepasar la cotización de Exxon Mobile , la principal empresa petrolera, cuya capitalización asciende a U$S 331 mil millones.
La trayectoria de Apple es la siguiente: el valor de sus acciones ha aumentado 56% anual en los últimos 5 años, un nivel sin precedentes en la historia de EE.UU. Si mantiene ese ritmo, sus activos valdrían U$S 1,25 trillones en 2014. Si, en cambio, crece sólo la tercera parte (20%), en dos meses valdría más que Exxon Mobile y el doble que la siguiente empresa en orden de importancia. Pero en enero, su cotización ha aumentado 67% anual, 10 puntos más que su logro de los últimos 5 años.
Todas las empresas de alta tecnología tienen niveles récord de ganancias en EE.UU.
(IBM, HP, Microsoft, Dell, Intel, Cisco y las otras). Es la contrapartida del hecho de que en el último trimestre de 2010, el nivel de inversión en alta tecnología de las compañías estadounidenses fue el más elevado de los últimos 5 años (+ 34%).
EE.UU. es sinónimo de innovación y emprendimiento y hay una constante y drástica renovación de su estructura económica: 95% de la riqueza estadounidense ha sido creada por empresas surgidas a partir de 1980.
Prácticamente todos los empresarios de alta tecnología lanzaron sus empresas cuando tenían 20 años o poco más (Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Michael Dell, entre otros). Y las pequeñas empresas, en sus primeros 5 años, son responsables de la mitad de la innovación, y de 95% de los cambios tecnológicos de carácter revolucionario.
Hay raíces estructurales de la innovación norteamericana. EE.UU.
invierte 2,7% del PBI en I&D (Inversión y Desarrollo: U$S 395.800 millones en 2010) . Es cuatro veces más de lo que gastan los cuatro países que lo siguen sumados (China, Japón, Alemania, Corea del Sur) y es 34,4% del total mundial. En este rubro crítico, EE.UU. es el primero, en términos relativos y absolutos .
La fuerza de la innovación en EE.UU. va más allá de los datos sobre gasto en conocimiento y concentración de la I&D. Hay raíces culturales que hacen que la sociedad norteamericana celebre las conductas innovadoras y emprendedoras , con consumidores ávidos de lo nuevo y más avanzado.
“La frontera les dio a los estadounidenses el gusto de los descubrimientos, la valerosa decisión de abrir nuevos caminos y la indiferencia a los dogmas (…) esto es lo que ha originado su extraordinario espíritu de innovación”, dice Frederick Jackson Turner.


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Gilito de Barrio Norte. Por María Elena Walsh


Gilito del Barrio Norte que la vas de guerrillero
y andás todo empapelado con el Che,
anunciándole a Magoya
que salió la nueva ley.
Hablás mucho del obrero pero el único que viste
es un peón de una cuadrilla por la calle Santa Fe.
Vos la única guerrilla que peleás de coronel
es la que te dan las minas en las whiskerías finas
donde sentaste cuartel.
Si cambiar el mundo
vos también querés
laburá, cachá los libros,
o rajá para el Caribe donde está Papá Noel.
Que mientras te sigas rifando
como un Balbín de zurda en los cafés
el cuento de la rebeldía
contáselo a tu tía
que te lo va a creer.
Gilito del Barrio Norte que la vas de inconformista
y te conformás con ser flor de burgués,
sacristán de la violencia
mientras vos no la ligués.
Lo pasás haciendo escombro con cambiar las estructuras
y no arrimás un ladrillo si se cae la pared.
Por los piolas que prometen como vos, ya me avivé
que con redentores rojos nos comerían los piojos
mañana peor que ayer.
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Delito y política. Por Jorge Raventos


El debate sobre la imputabilidad criminal de los menores que ha florecido en el seno del arco oficialista es, probablemente, una manifestación de diferencias que ya agrietaban el llamado “proyecto” o “modelo” K en vida de Néstor Kirchner, pero que empiezan a adquirir una envergadura mayor a partir de su desaparición.
Aunque no es el único terreno de divergencias, el de la seguridad es seguramente el más importante, por al menos dos motivos. El primero, casi obvio, es que la inseguridad ciudadana es la principal preocupación de la sociedad, según lo que registran unánimemente los estudios demoscópicos. El segundo, igualmente significativo, está relacionado con los rasgos de identidad que el kirchnerismo describe como propios y que se vinculan a los derechos humanos o, dicho con más precisión (ya que no es lo mismo) a la ideología de los derechos humanos.
Para esta ideología son sospechosos los conceptos ligados al orden, al ejercicio de la legítima autoridad y a la preservación de la disciplina social (así como muchos de los instrumentos del Estado destinados a garantizarlos en última instancia, desde las instituciones y agencias con las que el Estado debe ejercer el monopolio de la fuerza hasta el rigor de las leyes, el dictado judicial de penas y su cumplimiento en establecimientos adecuados).
La sospecha sobre estos conceptos, normas e instituciones, si bien se mira, está a menudo restringida a los límites de la Argentina o se aplica extensivamente sólo a sociedades cuyos gobiernos esta corriente ideológica condena, pero no a otros que este sector juzga con benevolencia porque les asigna carácter “progresista”. Una cosa es, digamos, la intención de aplicar penas más severas en Argentina y otra, por caso, su aplicación efectiva en Cuba, Nicaragua o la Venezuela de Chávez. Para no hablar del pasado y recordar la justificación (y hasta la apología) de los métodos represivos que se empleaban en la ya disuelta Unión Soviética.
Se establece, pues una tensión fuerte entre las pulsiones de la opinión pública, que ante la inseguridad ciudadana aspiran a la acción firme y eficaz del Estado, y estas corrientes que las resisten y que, desde la presidencia de Néstor Kirchner (por una combinación de realismo pragmático y de inseguridad y flojedad de papeles para explicar su propio pasado en los años de plomo, de parte del ex presidente) fueron entronizadas como jueces de la ética política y proveedores de culpas y absoluciones.
Mientras Néstor Kirchner ejerció el manejo del arco oficialista, él pudo arreglárselas para que esos sectores –que en su gran mayoría no provienen del peronismo- fueran admitidos y considerados (así fuera con resignación) en su sistema de fuerzas por las estructuras y corrientes de origen y pertenencia justicialista. Pero con la muerte de Kirchner el sistema de autoridad del oficialismo quedó fatalmente resentido y las tensiones preexistentes y las recíprocas suspicacias empezaron a expresarse más abiertamente.
De un lado, los sedicentes sectores progresistas, temerosos de que el vacío generado por la ausencia de Kirchner fuera cubierto desde el peronismo territorial, personificaron en el gobernador de la provincia de Buenos Aires (y en su política de seguridad, incluido el ministro bonaerense Ricardo Casal) su propio eje del mal: allí golpearon desde Luis D’Elía hasta Horacio Verbitsky, pasando por el diputado Martín Sabatella, postulante a reemplazar a Scioli en alianza con el kirchnerismo progre. Del otro, al comprender los sectores del poder territorial de origen peronista que la terquedad ideológica tiende a enfrentar al conjunto con el talante sobre el tema seguridad que predomina en la sociedad (lo que, en especial para los que ejercen el gobierno o aspiran a ejercerlo en los distritos, puede ser especialmente riesgoso en un año electoral), empezó a presionarse por una postura realista: ya había hecho bastante mal la actitud que en su momento encarnara Aníbal Fernández al tratar de minimizar los problemas hablando de “sensación de inseguridad”.
Es en ese contexto en el que debe interpretarse la frase con la que Daniel Scioli insistió esta semana en la necesidad de una ley que encuadre y penalice el delito de menores, bajando la edad de imputabilidad. “"Yo no puedo quedar bien con todo el mundo, quedo bien con la gente que quiere cuidar la vida y que quiere proteger la integridad física, que quiere vivir más segura", dijo el gobernador. Ese llamado a tomar en cuenta el reclamo ciudadano estaba dando expresión a los sectores con responsabilidades de gobierno frente a las corrientes atadas al ideologismo, porque, parece obvio, no se puede “quedar bien” con ambas.
Por cierto, la tensión que se expresa en el arco oficialista en relación con el tema seguridad encubre otros recelos, en particular los que surgen de la falta de definiciones sobre la candidatura presidencial oficialista. Muchos ‘claman’ por la postulación de Cristina Kirchner, pero ella todavía calla. Y esa ambigüedad es vivida por las corrientes ideológistas del arco K como un peligro, ya que el único candidato alternativo posible con que cuenta ese arco es Daniel Scioli, para ellos “una calamidad”.
Pero el tema de la inseguridad y de la actitud a adoptar frente al delito y frente a los crímenes cometidos por menores no es una cuestión exclusiva del gobierno, sino un debate alimentado desde la base de la sociedad. Eso queda clarísimo al observarse cómo recalentó también las relaciones en el espacio del llamado peronismo federal. Eduardo Duhalde, precandidato a presidente, se había identificado con la idea de restablecer el orden social (“Seré el presidente del orden”, declaró). Uno de sus competidores internos, Felipe Solá, calificó ese planteo como “una muletilla derechosa”. Duhalde le respondió de sobrepique, con un shot vigoroso : “Hay imbéciles que creen que el orden es de derecha”.
En rigor, la idea de que el orden social es “de derecha” pertenece a la misma familia de juicios que aquél que expuso el ministro de Economía, Amado Boudou, cuando aseveró que “la inflación sólo perjudica a los ricos”.
Y no está mal mentar a esta altura a la inflación, porque ese es el segundo fantasma que recorre la Argentina. El incremento de los precios es el producto de una tenaza que manipula el gobierno: con uno de sus dientes, enciende y calienta el consumo y la demanda, incrementando el circulante (aunque esto coexista, por ineficiencia, con la escasez de billetes), por el otro, paraliza la oferta e inhibe la inversión, en virtud de la arbitrariedad de sus decisiones, de falta de transparencia y controles institucionales y la inseguridad jurídica. En esas condiciones empieza a acentuarse como un mecanismo perverso la puja distributiva –que a su vez realimenta la inflación- y tiende a elevarse la conflictividad.
Esto no ocurre en un momento de caída económica, sino (aunque se esté desacelerando) en un momento de ascenso determinado por la oportunidad que el mundo ofrece a todo un batallón de países emergentes. No debería sorprender que, habiendo motivos, la conflictividad crezca en instantes de relativa holgura: la estrechez determina obediencia y sometimiento o explota en desesperación; el desahogo relativo permite la lucha por reformas y mejoras, más allá del cortísimo plazo.
El renacido conflicto del campo es una expresión de esto: hay muy buenos precios, por fortuna llegaron las lluvias y las cosechas serán buenas y los silos-bolsa permiten retener el producto y tener espaldas cubiertas mientras sigue la pelea por el precio pleno y por la libertad y transparencia de los mercados, sin la intervención deformante que sigue corporizando Guillermo Moreno.
Entretanto, los sindicatos, que expresan al contingente de los asalariados en blanco (sólo 6 de cada 10, el resto sufre la precariedad), navegan hoy en la excitación social del consumismo y en las tranquilas aguas de un virtual pleno empleo: se sienten fuertes y deben responder a unas bases que hoy tienen más altos sueldos nominales pero que sienten cómo la inflación los erosiona velozmente. Los reclamos de aumento no tienen nada que ver, por cierto, con las fantasiosamente minimalistas cifras de inflación que proporciona el INDEC y atemorizan a aquellas empresas que sufren por la virtual inmovilidad del tipo de cambio, que golpea su competitividad. Así, la ilusión del pacto social alentada desde el gobierno, por el momento se está ahogando en la sopa. El 11 de este mes se iban a reunir este mes para empezar a hablar del tema formalmente: la reunión fracasó, prometieron hacerla la semana siguiente pero desde aquel día reina sobre este tema, como diría Alfio Basile, silenzio stampa.
Donde hubo más ruido que silencio en el gobierno fue en el asunto de la cocaína descubierta en Barcelona, trasladada por argentinos y –ahora no hay dudas- desde la Argentina. El ruido derivó de la persistente insistencia de influyentes voces oficiales en afirmar que los casi mil kilos de droga en panes, multicolormente empacados, no habían salido del país, sino de la Isla de Sal, en Cabo Verde. La garganta más alta, en ese sentido, fue la del ministro de Interior, Florencio Randazzo, quien declaró eso ya avanzada la semana que concluye. ¿Cuáles eran las fuentes (si es que había alguna) en las que se basaba el funcionario. ¿O se trataba más bien de una operación de defensa preventiva? Probablemente las mismas fuentes (o la misma jefatura operativa) alimentó a los medios oficiales y oficialistas que también sostuvieron esa postura.
La Justicia argentina, con los elementos con que cuenta (que son sensiblemente incompletos aún, porque los Tribunales españoles todavía no han provisto información relevante, por ejemplo el contenido de la computadora del avión Challenger que trasladó la cocaína a Cataluña) ya no duda de que la droga fue cargada acá, seguramente no en Ezeiza, quizás en Mar del Plata, donde los hermanos Juliá pasaron un día antes de su travesía a España pero más que probablemente en Morón, en un aeródromo en el que coexisten jurisdicciones civiles y militares.
La poco fundada declaración de Randazzo tiene el defecto de su inconsistencia, pero poseía para el gobierno la virtud de sacar la pelota afuera de todas las jurisdicciones oficiales. La culpa la tenían los hermanos Juliá y el copiloto Miret, hijos de jefes castrenses de otras épocas. Nadie más. Una teoría ingeniosa, pero de vida más breve que un lirio.
Ante la caída de ese argumento, el reflejo oficial parece ser ahora descargar las responsabilidades sobre la Fuerza Aérea y hacer rodar varias cabezas militares. Una especialidad de la casa. En verdad, hasta el momento ninguna autoridad con responsabilidades sobre estos asuntos (Aduana, Aviación Civil, Seguridad Aeronáutica, etc.) ha sido suspendida ni afectada. El único que fue golpeado por el comodoro Guillermo Juliá, un oficial de Aeronáutica altamente calificado, quien fue pasado a disponibilidad por ser hermano de dos de los argentinos presos en Barcelona por este tema. Cayó por portación de apellido, un delito por el que ya han sido castigados decenas de oficiales de las tres armas bajo este gobierno, durante la gestión de Nilda Garré en el ministerio de Defensa. Esta semana, la doctora Garré, hablando del tema inseguridad, con el que se inició esta nota, enunció un principio que probablemente no aplicó, sin embargo, a los portadores de apellido: "Si garantismo es respetar a rajatabla los derechos y garantías de la Constitución Nacional, deberíamos ser todos garantistas y lo grave sería no serlo". Es que, parafraseando a Orwell, seremos todos iguales, pero algunos son menos iguales que otros.
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jueves, 20 de enero de 2011

Abal Medina, tu nombre es negocio en la Argentina. Por Guillermo Cherashny

Así gritaba en el 73 la Juventud Universitaria Peronista con su líder el “Tala” Ventura a la cabeza acompañado por su novia la hermosa “Nana” Landaburu, hija de un brigadier antiperonista. El motivo de ese estribillo era que Juan Manuel Abal Medina, entonces Secretario General del Justicialismo, había tomado distancia de Montoneros para acercarse a la fórmula Perón-Perón y los cuadros izquierdistas del peronismo no le perdonaban que acompañara el giro a la derecha del líder supremo.
De ese modo daba por superada su etapa anterior cuando, por ejemplo, habló en el sepelio de su hermano Fernando, el asesino del Teniente General Pedro Eugenio Aramburu muerto a su vez en William Morris. En ese entierro, Abal Medina dijo “no hablo como hermano sino como camarada”. Perón lo promovió a la primera línea y así fue cómo apareció junto a él a su llegada al país en noviembre del 72. Pero luego Abal Medina cometió errores graves: impulsó como candidato a senador por la capital a Marcelo Sánchez Sorondo, quien fue derrotado por Fernando de la Rúa, lo que hizo que el General le fuera retirando su confianza. Juan Manuel, en realidad, nunca integró Montoneros, pues era secretario de redacción de la revista Azul y Blanco, dirigida justamente por Marcelo Sánchez Sorondo, que era muy crítica de la llamada revolución argentina del general Juan Carlos Onganía, acusando a éste por su supuesta entrega del patrimonio nacional al capital extranjero. Si bien la revista tiraba muy poco, tenía prestigio en la mayoría de los partidos políticos disueltos por la dictadura. Fue en esa momento -1966- cuando Perón ordenó “desensillar hasta que aclare” y la mayoría de la dirigencia sindical celebró la caída de Arturo Illia y la asunción del supuesto nacionalista Onganía.

Nilda en acción
En 1968/9, la joven abogada Nilda Garré era amiga íntima de María Borda, hija de Guillermo Borda, el prestigioso jurista que se desempeñaba como Ministro del Interior. Garré ingresó como asesora con la categoría más alta, la 24, y ahí permaneció durante los gobiernos de Roberto Levingston y Alejandro Lanusse. Sobre el final del gobierno militar, se casó con Roberto Copello, sobrino del cardenal del mismo apellido. A comienzos del gobierno de Onganía, Abal Medina se casó con Cristina Moldes, con la cual tuvo cinco hijos. El mayor de ellos es Juan Manuel, actual Secretario de Medios de Comunicación del kirchnerato. En los últimos meses de la “sangrienta dictadura” de Lanusse, Juan Manuel y Nilda, asesora del Ministerio del Interior y conocida como “Chichita", formaron una pareja. Uno de los primeros resultados fue que, un año más tarde, Abal Medina impuso a su mujer como diputada nacional con sólo 25 años de edad, ubicándola en los primeros lugares en una lista que encabezaba Santiago Díaz Ortiz. Luego, los nombrados, el locuaz Carlos Kunkel y otros, formarían el grupo de los 8, a los cuales Perón los echó por la televisión.

Siempre cerca de los cuarteles
Repudiada por Perón y luego por Isabel, Garré formó otra especie de grupo de los 8 para hacer anti-isabelismo. Hasta que empezó a trabajar para el golpe del 24 de marzo de 1976 moviéndose en dos frentes simultáneamente: su relación con el almirante Emilio Eduardo Massera, por un lado, y con el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, por el otro. Gracias a sus aceitadas relaciones castrenses fue cómo consiguió, una vez producido el golpe, que Juan Manuel se asilase en la elegante residencia de Belgrano que era la sede de la embajada mexicana en Buenos Aires. Nilda, protegida desde el poder, pudo volver a su casa, donde pasó tranquilamente los siete años del proceso y hasta se dio el lujo de hacer política en primera línea.
Así fue cómo se transformó en una de las asesoras principales de don Vicente Saadi, por entonces poderoso presidente de la Comisión de Acuerdos del Senado y gracias a él obtuvo dos licencias de registros de la propiedad automotor en una negociación con los radicales. Ya en épocas menemistas, no la fue fácil a Nilda acercase al poder, aunque disfrutó de los beneficios de la “cadena de la felicidad” que coordinaba la SIDE.
A todo esto, Juan Manuel no perdió el tiempo y se vinculó estrechamente con los dirigentes del PRI mexicano y se hizo millonario en dólares con los negociados del “ogro filantrópico”, como llamaba Octavio Paz al régimen mexicano, calificación que bien podría aplicarse hoy al kirchnerato. Esto no quita que Juan Manuel no siguiera colaborando desde el exterior con la SIDE a través de informes periódicos, impresos en papel amarillo, que eran tenidos muy en cuenta por algunos asesores de Carlos Menem.

Final feliz, por supuesto
Cuando Octavio Bordón rompió con Menem, Nilda estaba junto a él. Pero a principios del 96, Bordón abandonó la política y ella se sumó primero al FREPASO y luego a la Alianza. Durante el gobierno de ésta, estuvo a cargo de la unidad investigadora del atentado a la AMIA, hasta que fue echada, porque la colectividad judía sencillamente no la soportaba. Siguió revistando en el FREPASO y, con el advenimiento de Néstor Kirchner al poder, de la mano de su mentor Horacio Verbitsky se fue acercando al poder. Cuando José Pampuro dejó el Ministerio de Defensa para pasar el Senado, ahí Verbitsky tiró su nombre. Así fue cómo se inició un ciclo de cinco años de destrucción y humillación de las Fuerzas Armadas.
Ahora Nilda se muestra dispuesta a hacer lo mismo con la fuerzas de seguridad, especialmente con la Policía Federal, cuyo flamante jefe, el Comisario Enrique Capdevila, presentó su renuncia. En su reemplazo, hasta es posible que se nombre un civil y se habla de Marcelo Saín, que tuvo una experiencia similar como titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
Pero volviendo al título de esta nota, la flamante ministro manejó a piacere el presupuesto y el reequipamiento de las Fuerzas Armadas con el general César del Corazón de Jesús Milani, Director General de Inteligencia y ahora también Subjefe del Estado Mayor del Ejército. De esta saga quedan graves sospechas de corrupción. Hoy Nilda vive enrejada en su petit hotel de Barrio Parque, en tanto que Juan Manuel disfruta de sus millones de dólares representando al magnate mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. También festeja que su hijo Juan Manuel sea ministro de propaganda del régimen kirchnerista manejando un presupuesto de publicidad de 1.800 millones de pesos anuales. De ahí la premonición del “Tala” Ventura: “ABAL MEDINA, TU SANGRE ES NEGOCIO EN LA ARGENTINA”. Evidentemente, la Argentina es un país muy generoso.
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martes, 18 de enero de 2011

Un país normal. Por Jorge Raventos


A juzgar por las contadas horas de este enero que la Presidente pasó en la Casa Rosada ha de ser cierta esa conjetura que presume que “en verano en la Argentina no pasa nada”.
Hay que admitir que puede haber excepciones (en el verano de 2001/2002, por caso, hubo una crisis de superproducción de presidentes; el de 2008 hospedó el incidente del bien forrado maletín chavista de Antonini Wilison y el de 2010 estuvo signado por el culebrón del Banco Central), pero parece obvio que la señora de Kirchner no se dejó intimidar por esos antecedentes ni por los ominosos choques de la estación Constitución que inauguraron el verano actual y apostó al reinado de la normalidad estival.
En ese sentido, el robo que sufrió Rodolfo Stefanon –un empleado de Presidencia que se llevó a su casa unos 85.000 dólares, fondos oficiales destinados a gastos de la tripulación del avión Tango 01 que trasladaría a la señora de Kirchner, y que fue asaltado por motochorros – confirma la idea de un paisaje normal. No es la primera vez que Stefanon – probablemente también otros- se lleva dinero del Estado a su domicilio, ni es una sorpresa que legiones de ladrones que cabalgan motos de diferentes cilindradas atracan a viandantes. Se sospecha que no se trató de un robo al voleo, que los ladrones sabían que Stefanon llevaba una pequeña fortuna en su mochila, que había sido “marcado”. Nada fuera de lo común: es la técnica de las “salideras” de la que han sido víctimas miles de clientes de bancos y escribanías. Algunos medios – Clarín, por ejemplo- infieren que la vigilancia y organización que esta modalidad habría demandado para emboscar a un funcionario de Presidencia implicaría “que una organización delictual se creó en la Casa de Gobierno”. Chocolate por la noticia.


También parece estar dentro de lo corriente que lleguen a España, procedentes de la Argentina, cargamentos de cocaína y otras drogas (principalmente, drogas “de diseño”.
Tan habitual parece ser el hecho, que el gobierno español advirtió a Buenos Aires que éste era uno de los principales orígenes sudamericanos de la introducción de droga en su territorio; también lo mantuvo informado de algunos operativos del narcotráfico que se realizaban acá y que eran investigados por organismos especializados españoles (o de países amigos). Gracias a esa ayuda se incrementó en la Argentina el secuestro de droga.
Sin embargo, las autoridades españolas que –como admitió el propio vicepresidente del gobierno y ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba- estaban anticipadamente enteradas de que desde Ezeiza iba a salir, rumbo a Barcelona, un avión tripulado por argentinos con una fortuna en panes de cocaína, decidieron no comunicar al gobierno de la Argentina lo que sabían. El diario Perfil consigna la opinión de “un importante ex oficial de la División de Unidad Antiterrorista de la Policía Federal (DUIA), con importante llegada a la DEA y al FBI”. Según él , “si ellos hicieron el operativo y no avisaron al sistema de seguridad local, es porque no confiaban. Era más fácil asegurar el operativo en Barcelona que Buenos Aires”. Que los organismos internacionales que investigan la acción del crimen organizado y el lavado de dinero confían poco en el Estado argentino no es un descubrimiento de este verano. También eso forma parte de la normalidad.
Aunque algunos medios oficialistas insistieron al principio en que, si bien el poderoso Challenger 604 tripulado por “los hijos de los brigadieres” (Juliá y Miret) había partido de Ezeiza, la droga recién se había cargado en un punto intermedio, la Isla de la Sal, en Cabo Verde, donde el aparato se detuvo para cargar combustible. Los investigadores españoles (y algunos argentinos) han concluido ya que no se carga y camufla una tonelada de cocaína en los escasos 50 minutos de detención logística que el avión permaneció en aquel aeropuerto africano. Ergo: la droga salió de Ezeiza. Incógnita: ¿se cargó en el Aeropuerto de Ezeiza o en la Base Aérea (militar) de Morón, donde estuvo estacionada varios días? Cualquier sea la respuesta, hay un listado de autoridades políticas y técnicas que deberán asumir responsabilidades. Hay otra incógnita, tan relevante como aquella: ¿Por qué vía ingresan a la Argentina semejantes magnitudes de droga? A juzgar por lo que revelan los españoles, este cargamento es apenas uno de los que terminan aterrizando en España (que no es, por cierto, el único destino europeo de los envíos narcos), habrá que colegir que la Argentina es colador por donde penetra droga sólo limitada por el interés de quienes la trafican. Los investigadores más dedicados al tema consideran que tampoco esta es una rareza, sino una verdad que no sale de lo común. Lo que sí, en cierto sentido, ha cambiado el cuadro es que ya la Argentina no es meramente “un país de tránsito” como predica el resistente jefe de Gabinete, Aníbal Fernández (“La Argentina sigue siendo un país de tránsito, como dice Naciones Unidas, porque es un mercado chico y barato, pasan de largo por acá para llegar a mercados como el español”); hoy en día es también un país de pequeña y mediana producción y un mercado de consumo en expansión. Un dato revelador: los exámenes de inspección vehicular que detectan intoxicaciones registran cinco intoxicaciones por drogas por cada una de alcohol.
Antes de partir por casi dos semanas, la señora de Kirchner quiso saber qué había pasado en Ezeiza para que el Challenger de Juliá pudiera haber llegado, cargado y decolado sin controles. Seguramente la tranquilizaron. Las doce han dado y sereno.
En materia de normalidad, ¿qué mejor botón de muestra que una pelea con el campo? No hay economista razonable –sin descontar, por cierto, a muchos de los que se enrolan en el oficialismo- que no destaque que las dos vigorosas columnas que sostienen la performance de la economía argentina son la cadena de valor agropecuaria (que se traduce en caudalosas exportaciones cobradas a buen precio, en fuentes de trabajo y en crecimiento indirecto) y las fábricas de automóviles (que colocan una parte sustancial de su producción en el mercado brasilero). Guillermo Moreno, el persistente secretario de Comercio, es la señal que el gobierno ofrece de que algo de ese aporte del campo le resulta molesto.
Contra las promesas (y seguramente los deseos) del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, el gobierno decidió seguir la línea Moreno y mantener la virtual intervención del Estado en la comercialización del trigo, estableciendo condiciones de venta del cereal que perjudican al productor y no benefician a los consumidores, aunque le facilitan el negocio a los grandes monopolios compradores y a la gran industria molinera. La del trigo no es la única desdicha de que se queja el campo, hay una lista larga donde las retenciones siguen estando, y van acompañadas de otros aspectos de la política fiscal, del sistema de amortización de los bienes productivos, de la falta de crédito. En rigor: lo que hay es un reclamo de cambio de política que la falta de cumplimiento de compromisos con el trigo ha reactivado. Así, el campo lanza un paro y se prepara para un período de resistencia. El gobierno, para que todo sea normal, también subraya la confrontación. La política de búsqueda de limar asperezas que se insinuó con la designación de Julián Domínguez en la cartera parecería diluirse, con lo cual el peso de Domínguez se relativiza. La reaparición protagónica de Moreno en el tema triguero parece una prueba de ese curso. El curso habitual.
Cuando regrese la Presidente, quizás llegue la hora de que los cambios en el gabinete, de los que se ofrecieron breves degustaciones en las últimas semanas con los nombramientos de Nilda Garré, Juan José Mussi y Juan Manuel Abal Medina (h), se desplieguen con mayor amplitud. Pero hay que ver. Ya se sabe que en verano no pasa nada.
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Cómo administrar la abundancia. Por Juan Alemann

En los últimos veinte años, la economía argentina experimentó una profunda transformación. En el Gobierno siempre se habla del crecimiento y de los cambios operados durante el período kirchnerista, pero esto induce a error, ya que el cambio se inició en 1989 y el alto crecimiento sólo se explica a partir de las reformas estructurales de la década del 90 y de la revolución tecnológica.
Entre 1990 y 1998, el producto bruto interno creció un 60%. Luego bajó un 20% hasta 2002, y a partir de allí aumentó un 70%. La cuenta total arroja un plus del 126%, y por habitante, algo más del 100%. Aun ajustando algunas cifras del PBI (cuyo cálculo nunca es exacto), el crecimiento ha sido fenomenal, muy superior al histórico (que en el siglo pasado fue, en promedio, del orden del 3,5% anual, con un mucho mayor crecimiento poblacional que en las últimas dos décadas). Pero, además, el crecimiento de 1990 a 2010 estuvo acompañado de transformaciones cualitativas profundas, entre las que se destaca la telefonía móvil y la computadora personal con Internet.

Las causas básicas de este alto crecimiento son tres:
1. Las privatizaciones de la década del 90, mediante las cuales se logró una sensible mejora en los servicios públicos, se dio un fuerte impulso al crecimiento económico, se eliminó una carga insoportable para las finanzas públicas y se obtuvieron importantes ingresos fiscales adicionales. YPF pasó a ser el mayor contribuyente, tanto globalmente como en relación con el impuesto a las ganancias, que antes no pagaba. En materia de telefonía, pasamos de 2,7 millones de líneas en 1990 -que funcionaban defectuosamente- a 8 millones de conexiones fijas y más de 50 millones inalámbricas, por celular. En materia de electricidad, las usinas privatizadas que antes constituían la estatal Segba operan a plena capacidad (que ha sido fuertemente aumentada, sobre todo por introducción del ciclo combinado), con mínimos inconvenientes -a pesar de los palos en la rueda que pone el Gobierno-, cuando en la crisis de enero de 1989 Segba trabajaba a un tercio de su capacidad. En materia portuaria, la mejora es sideral; aquí se suma a la privatización la desregulación. La siderúrgica Somisa sólo podía operar con alta protección y precios elevados, mientras que su sucesora Siderar opera con alta eficiencia, exportando acero, y obtiene ganancias y paga altos importes por el correspondiente impuesto. Y suma y sigue. Sin las privatizaciones, el crecimiento de la primera década del nuevo siglo simplemente no hubiera sido posible. A pesar de que el Gobierno se ocupó, a partir de 2002, de poner trabas a las empresas privatizadas, éstas siguieron operando en forma eficiente. Este es el meollo de la cuestión: el Estado es intrínsecamente ineficiente, en especial cuando maneja empresas.
2. La revolución tecnológica, que tuvo su pico en la década del 90 y que fue la mayor de toda la historia de la humanidad, tuvo un formidable efecto sobre el crecimiento económico. Se concentró en tres aspectos: telefonía (en especial teléfonos móviles); computación y sistemas informáticos (en especial, Internet), y biotecnología (en especial, la elaboración de semillas genéticamente modificadas). Aparte de esto, hubo muchos otros avances; por ejemplo, la introducción generalizada de la siembra directa en nuestra agricultura y la fenomenal expansión de feedlots . Además, la computación también transformó las máquinas, con mayor automaticidad y mucha más productividad por operario. Hubo una verdadera explosión tecnológica.
3. La aparición de China y luego de India y otros países, como grandes compradores de commodities que la Argentina exporta. Gracias a ello, el precio internacional de la soja aumentó a más del doble. Pero el fenómeno no sólo afectó a cereales y oleaginosas, sino a toda suerte de metales y minerales que la Argentina produce y exporta en creciente cantidad, e incentivó inversiones en minería. Esto permitió también que la recesión mundial de 2009 tuviera poco impacto en la Argentina, ya que, a diferencia de la crisis del 30, cuando los precios de nuestras commodities se derrumbaron, esta vez se mantuvieron relativamente altos. Los términos de intercambio se modificaron dramáticamente a favor de nuestro país por la suba del precio de las commodities que exportamos y por la baja en el precio de computadoras y productos conexos, que importamos. Si medimos el precio de las maquinarias importadas, no por su peso, sino por su productividad, también hay bajas.
En este contexto, y conforme al "modelo" de los Kirchner, el Estado creció mucho. En sus tres niveles (nacional, provincial y municipal) requería menos del 30% del producto bruto interno en 1990, mientras que ahora está cerca del 40%. Teniendo en cuenta el crecimiento del período, esto significa que en términos absolutos y reales (sin tener en cuenta la inflación), el sector público gasta el triple que hace 20 años, cubriendo la casi totalidad con ingresos genuinos. Además, por el drástico corte de la deuda pública y la reducción compulsiva de intereses, se redujo la carga de los mismos a una fracción de lo que era antes.
Esto permitió implementar políticas sociales que en otras épocas hubieran sido financieramente imposibles: el otorgamiento masivo de subsidios a familias muy pobres; el aumento de las jubilaciones mínimas (muy por encima de la inflación); la incorporación al régimen jubilatorio de unos 2,3 millones de personas que habían cumplido con la edad requerida, pero no con los aportes; el subsidio a 3,5 millones de menores; el regalo de 500 pesos a los que perciben la jubilación mínima y el creciente subsidio a las tarifas de servicios públicos esenciales (electricidad, gas, agua, transporte público), que beneficia fundamentalmente a personas de menores ingresos.
Frente a la abundancia de recursos del Estado, se plantea inevitablemente el interrogante de si en materia social no se podría haber hecho más o haber hecho las cosas mejor. Sin duda, si el Estado no hubiera dilapidado tantos recursos en los últimos años se podrían haber destinado más recursos a programas sociales, especialmente a la vivienda, un problema crítico. El aumento del número de empleados públicos en cerca de un millón en la última década era innecesario. Además, la reestatización de empresas privatizadas y la creación de nuevas empresas estatales tuvo un alto e innecesario costo para el Estado. También hubo dilapidación en la ejecución de inversiones públicas, por proyectos deficientes y mala ejecución, y por haber asumido inversiones que podrían haber hecho (mejor y más barato) empresas privadas. Además, hubo importaciones caras e innecesarias de gasoil, mientras se exportaba el mismo combustible a menor precio. Finalmente, hubo mucho subsidio injustificado, directo e indirecto, a personas pudientes.
Pero, aparte de esto, en materia de vivienda se podría haber hecho más, con métodos constructivos más racionales, con traslado de tareas de terminación a los propios beneficiarios y con apoyo a programas de autoconstrucción y de cofinanciación. Pero, además, el problema no tiene solución si mantenemos una alta inmigración de personas paupérrimas, que pasan a constituir la mayor parte de los pobladores de las villas de emergencia. Nuestro fuerte crecimiento crea un mayor desnivel con países pobres del subcontinente y atrae más inmigrantes.
Un último punto: la ocupación ha crecido mucho menos que el PBI, con una elasticidad-empleo cada vez más baja, de que modo que la desocupación y la subocupación se mantienen más altas de lo que debería ser, con la agravante de una altísima proporción de trabajadores en negro. Los coeficientes serían muy superiores aún si el Estado no hubiera empleado tanta gente que no necesitaba. Este tema requiere ser pensado en profundidad: en especial, es imprescindible repensar la política laboral dando prioridad a los incentivos para emplear más personal por sobre las mejoras a los privilegiados que ya trabajan en blanco.
© La Nacion
El autor, economista, fue ?secretario de Hacienda de la Nación
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lunes, 10 de enero de 2011

Desinversión y subsidios sostienen a grandes empresas. Por IDESA

Información referida a las 500 empresas más grandes de la Argentina, producida por el INDEC, señala que entre los años 2003 y 2009 los salarios, las utilidades y el pago de impuestos crecieron muy por encima de lo que aumentó el valor agregado de esas empresas. El desbalance se compensó con disminución de la inversión y fuerte crecimiento de los subsidios. Esto testimonia la creciente dependencia que tienen las grandes empresas de los subsidios que distribuye el Estado y sugiere que la exuberancia del consumo no está siendo acompañada por inversiones que le den sustento para el futuro.

Recientemente el INDEC actualizó, con datos del año 2009, la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE). En este documento se publica información económica referida a las 500 empresas no financieras más grandes del país. Se trata de un segmento de alta importancia dentro del aparato productivo, al punto que son las empresas que generan aproximadamente el 20% del valor agregado total (o PBI) de la economía argentina. Esto implica que, más allá de las particularidades derivadas de su tamaño y concentración, las tendencias en este reducido grupo de empresas tienen un peso importante en el comportamiento general de la economía.
Desde el punto de vista de la registración contable macroeconómica, el valor agregado generado en un período tiene como contrapartida la retribución al trabajo (salarios), a las empresas (utilidades), a los servicios del Estado (impuestos), a los ahorristas (intereses) y a la reposición del capital consumido (amortizaciones). Según el informe del INDEC, entre los años 2003 y 2009 el valor agregado de las 500 empresas más grandes aumentó en términos reales (es decir, corregido por inflación) un 56%. Este alto crecimiento se explica por la profundidad de la crisis del 2002, pero lo más significativo es que en la distribución de este crecimiento del valor agregado se destacan las siguientes tendencias:
• La retribución al factor trabajo –es decir, el pago de salarios e indemnizaciones– aumentó, en el mismo período, un 130%.
• La retribución a las empresas –es decir, las utilidades– aumentó un 118%.
• La retribución a los servicios del Estado –es decir, el pago de impuestos– creció un 80%.
Los datos señalan que entre las grandes empresas la retribución al trabajo, las utilidades de las empresas y el pago de impuestos crecen muy por encima de lo que aumenta el valor agregado generado por esas empresas. En otras palabras, la generación de riqueza creció menos que los ingresos distribuidos a favor de los trabajadores, los capitalistas y el Estado. El desbalance se compensa con menores inversiones y con el incremento de los subsidios del Estado a favor de las empresas.
La menor disposición a invertir se refleja en que las amortizaciones caen un 17% entre los años 2003 y el 2009. Si bien el fenómeno puede estar reflejando una subestimación contable, no deja de ser muy sugerente que entre las grandes empresas disminuya el monto del capital consumido. También es muy sugerente que el pago de intereses por créditos para la producción muestre una caída, en términos reales, del orden del 13%. Esto, en parte, refleja las bajas tasas de interés prevalecientes, pero también manifiesta que el crédito para financiar la ampliación de la capacidad productiva es muy limitado.
Pero lo más importante que surge de la Encuesta es que el componente más dinámico dentro del financiamiento de las grandes empresas son los subsidios del Estado. Entre los años 2003 y 2009 los subsidios aumentaron en un 345% en términos reales, llegando a representar el 6,5% del valor agregado. Como es un promedio, donde hay empresas que no reciben y otras que sí, es claro que entre estas últimas se impone una lógica empresarial en la que no se prioriza seducir consumidores en base a la calidad y precios de los productos sino en congraciarse con los funcionarios que administran los subsidios. Es el “capitalismo de amigos”, que sustituye al “capitalismo de mercado” . Bajo estas reglas no prospera el innovador, el emprendedor, el que arriesga y se esfuerza, sino el lobbista, el amigo, el que mejor "llegada" logra a las autoridades.
Con sus limitaciones, los datos oficiales sugieren que la exuberancia del consumo presente tiene bases débiles de sustentabilidad. Las empresas –al menos, las grandes- muestran limitada vocación por ampliar su capacidad productiva, la inversión se financia fundamentalmente con utilidades (ya que es muy escaso el crédito para la producción) y la brecha que generan los incrementos de salarios, de impuestos y utilidades por encima del aumento en el valor agregado se cubre con subsidios. Se trata de otro indicio consistente con la idea de que es necesario un cambio estructural de reglas de juego para evitar que la Argentina dilapide, otra vez, la oportunidad de iniciar un proceso de desarrollo sustentable.
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EVA (Poema de María Elena Walsh)


Calle
Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedó sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el organo de Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.


Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a París rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que la maldecían por si acaso
no vayan estos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera

Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio, Huérfanos, silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla “amémonos”.

Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte más muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjugadas con harapos,
Madrecitas de los desamparados.

Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lágrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó la república de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
Pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
Sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la vi, no me vendieron
Esta leyenda ni me la robaron.


Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?


II

No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.

No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo.
metiste a las mujeres en la historia
de prepo arrebatando los micrófonos
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?

Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las Contreras, las idólatras
las madres incesantes, las rameras
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.

Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quien fuiste,
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.

Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.

Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
De coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.


María Elena Walsh



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domingo, 9 de enero de 2011

De nafta, billetes, luz, piquetes y cocaína. Por Jorge Raventos


El gobierno se ha caracterizado, a lo largo de los siete años de reinado K, por las visiones conspirativas, que lo llevaron a imaginar complots y maniobras “destituyentes” ante cualquier dificultad, cuestionamiento o reunión de personas (se llegó a atribuir intención conspirativa a un locro patriótico) y a culpar a adversarios políticos o a los medios cada vez que la sociedad muestra inquietud o protesta por acciones o inacción del Estado: unos actúan en la sombra para hacer daño y los otros “mienten para que parezca que todo está mal”, como resumió el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

Aún tomando en cuenta esa costumbre de culpar a terceros, resulta notable el esfuerzo que se ha hecho en los últimos días desde instancias del gobierno y con amplio uso de los medios beneficiados por la caja oficial, para despegar al sistema de poder central del escándalo que estalló una semana atrás en el aeropuerto de Barcelona cuando la Guardia Civil constató que un avión piloteado por argentinos y ligado a una empresa argentina había transportado a España casi una tonelada de cocaína del máximo refinamiento.
El caso evocó una situación ocurrida seis años atrás, cuando en el aeropuerto de Barajas se descubrieron casi 60 kilos de droga que viajaron desde Buenos Aires por una compañìa subsidiada por el Estado argentino: Southern Winds. La valija llevaba la cocaína estaba consignada a la Embajada Argentina en Madrid.
Más allá de la diferencia de volumen de la sustancia traficada, hay matices que acercan un hecho y otro. En los dos casos las empresas involucradas han tenido tratos y contratos con el poder; en los dos casos los hechos rozan a la Fuerza Aérea. La empresa que llevó la droga a Barcelona –Medical Jet- fue fundada por un ex comandante de esa fuerza –el brigadier general José Juliá- y es regenteada por dos hijos suyos; uno de ellos piloteó el aparato; el copiloto es hijo de otro ex alto oficial de la Fuerza. En el caso de Southern Winds, uno de los empleados de la línea que fueron señalados por la responsabilidad en el envío, era hijo de un comodoro, a la sazón jefe de Seguridad del Aeropuerto de Ezeiza. Como colofón de este episodio ese comodoro perdió su puesto, el jefe de la Fuerza Aérea del momento, comodoro Carlos Rohde, debió abandonar su cargo y la Aeronáutica se quedó sin la supervisión de las estaciones aéreas: se disolvió la Policía Aeronáutica y se creó la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Curiosamente, en la misma semana en que trascendía el hecho de Barcelona, la Fuerza Aérea se topaba con otras dos malas noticias: de una base aérea se sustraía un número importante de cajas de munición vencida pero utilizable y se descubrìa que uno de los aviones de la flota presidencial había sido deliberadamente dañado.
Por algún motivo no tan evidente o por mero reflejo condicionado, las usinas oficiales se empeñaron de inmediato en ligar a la empresa Medical Jet con adversarios políticos. El diario Tiempo, parte de la flotilla oficialista, tituló su edición del sábado informando que Luis Barrionuevo era viajero frecuente de esa empresa y agregó que sus dueños habían aportado 5.000 pesos para la campaña del gastronómico en Catamarca. Aníbal Fernández divulgó esa misma información por los medios electrónicos. “A Kirchner no le aportaron jamás”, abundó Fernández. En rigor, por los mails que investiga la Justicia en el affaire Ricardo Jaime y en el de los medicamentos adulterados, se sabe que no todas las contribuciones que se solicitaban y recibían en las campañas K quedaban transparentemente registradas. Se sabe asimismo que Néstor Kirchner viajó en los aviones de Medical Jet durante su propia campaña presidencial y que Lázaro Báez, uno de los emblemáticos empresarios kirchneristas (el último visitante que recibió el ex Presidente en El Calafate en la que sería la noche de su muerte) mantenía una relación fluida con los hermanos Juliá, viajaba en sus aeronaves e inclusive les compró una.
Tal vez la atención dedicada por el oficialismo a este tema no oculte ningún misterio y sea, simplemente, un recurso para cambiar de conversación. Es que los temas dominantes en los primeros días de 2011, junto con las altas temperaturas, los piquetes de bañeros y el refinado golpe de una banda de boqueteros a un local del Banco Provincia en Belgrano, reflejaron distintos capítulos de la deficiente gestión (o imprevisión, o falta de reflejos) del gobierno.
Los cortes de energía siguieron martirizando a miles de familias y dañando a centenares de empresas y comercios. Muchos viajeros amargaron sus vacaciones con la falta de combustible o las largas colas para conseguirlo. Y a eso se agregó la ausencia de billetes en los cajeros automáticos, fenómeno que castigó con una suerte de corralito veraniego a empleados que querían cobrar sueldos, jubilados que querían sus prestaciones, turistas que necesitaban efectivo. Hay combinaciones de ese calvario: someterse a una extensa espera para hacerse de unos litros de nafta (en muchas estaciones, racionada) para descubrir, al llegar, que no aceptan tarjetas de débito o crédito y que uno no tiene efectivo porque el banelco estaba vacío.
Aníbal Fernández, el autor de la frase que convertía la inseguridad en una mera sensación, tiene también respuesta para los problemas del verano. Esto le dijo a Tiempo Argentino la semana pasada: “La falta de guita puede ser una falta de previsión del Banco Central, y se soluciona, está resuelto. ¿La nafta? No hubo problemas con la nafta.“ El 2011 se inicia como una reedición de viejos éxitos.
En verdad, Fernández no es a esta altura el mejor vocero del gobierno, pero se empeña en hacerse visible. Sucede que desde el seno mismo del oficialismo cunden las versiones sobre su devaluación (que es obvia, ya que lo han privado de áreas que manejaba a su antojo) y hasta de su desplazamiento del gabinete. “Yo manejo cosas muy sensibles, muy complicadas, todos los días, varias por día, como para que la presidenta esté enojada”, se quejó desde las páginas de Tiempo Argentino. Pero se lo nota nervioso y hasta torpe: basta observar los ex abruptos que soltó en Radio Rivadavia esta semana, ignorando que los micrófonos estaban abiertos. Fernández es ya casi un profesional de los medios y ese traspié revela que la presión que soporta puede ofuscarlo y volverlo vulnerable.
Desde los círculos más empinados del gobierno llegó a los periodista (ya antes de que finalizara el 2010) la versión de que la Presidente quiere traer desde España al embajador Carlos Bettini, un viejo amigo de La Plata a quien trata desde antes de recibirse de bachiller. Próximo a Felipe González, al ex ministro de Hacienda (y actual consultor de las mayores empresas españolas) Carlos Solchaga y a la Casa Real, Bettini vive en el exilio madrileño desde tiempos del Proceso, cuando su familia fue brutralmente golpeada por la represión y casi exterminada: él y una hermana sobrevivieron.
Muchos suponen (y tal vez Aníbal Fernández malicia) que Bettini es el candidato de la señora de Kirchner para la jefatura de gabinete. Mejor informadas, otras fuentes objetan que Bettini no quiere someterse al intenso trajín que demanda ese puesto y, en caso de que la presidente insistiera en traerlo a Buenos Aires para tenerlo como un consejero cercano, él preferiría venir como Canciller. ¿Qué hacer en tal caso con el primer cristinista, el ministro Héctor Timerman? Aunque parezca asombroso, hay quien levanta apuestas arriesgando que a él le estaría destinada la jefatura de gabinete. ¿Piensa acaso Cristina en un “enroque de tres”, que conduzca a Aníbal a un período de roce internacional como embajador ante el Reino de España? También eso podría ser asombroso.
En la reestructuración de gabinete que se vaticina (o se adivina) desde los círculos de la Casa Rosada, la otra butaca importante a reemplazar es la de Justicia. Se candidatea en los rumores a Carlos Arslanián y a Esteban Righi, el que fuera ministro de Interior de la breve presidencia de Héctor Cámpora y que hoy conduce a los fiscales desde la Procuración. También se aventura que podría ser un juez el reemplazante de Julio Alak. La presidente no tardará demasiado en resolver estas conjeturas. Difícilmente sea después de febrero.
Es que en marzo empieza una relativamente corta cuenta regresiva para la señora de Kirchner: mientras sigue empeñada en capturar algunos de los hilos que hasta octubre terminaban en las manos de su esposo y le garantizaban espacios de gobernabilidad, ella debe analizar y decidir qué hará con su candidatura presidencial.
Esta semana muchos dirigentes del kirchnerismo parecieron confabulados en difundir que ella debe encabezar la boleta del oficialismo. Sin embargo, algunas declaraciones funcionan como una puerta giratoria. Por ejemplo la del senador Pampuro, que la consideró candidata segura, pero agregó: “si ella no decide apartarse”. Ni siquiera ella sabe hoy qué es lo que hará. Hay sin embargo, un segmento nada despreciable del oficialismo que no se puede permitir que la señora “se aparte”, porque, estiman que cualquier alternativa posible en el seno de la fuerza gobernante, implicaría un cambio de rumbo.
El domingo 2 de enero, en Página 12, Horacio Verbitsky, influyente consejero del poder y orientador de un ala del oficialismo, resumía así esa preocupación: “Hoy el riesgo no es Duhalde, quien como un boxeador en el ocaso sólo permanece en el ring para recibir golpes, sino el gobernador Daniel Scioli, cuyo avanzado proyecto de diferenciación quedó en Pausa el 27 de octubre.”
Es evidente que el espíritu de confrontación permanente no murió con Kirchner. Ni siquiera está en Pausa.

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Brasil, en Rolls Royce. Por Abel Posse

Brasil cree en la puerta grande de la vida y en la majestad del Estado. Dilma Rousseff no tuve la timidez mal entendida de los mediocres. Llegó al Planalto en Rolls Royce y todo indica que este Brasil sin culpa ni olvido avanzará por la autopista del mundo en esa preciosa limousine. Perón no vaciló en revistar tropas montado en aquel famoso "pintado" de exposición y Evita fue la última en usar un despampanante Packard que, a veces, al volver de madrugada de la Fundación llenaba con alguna familia de desamparados durmiendo en un umbral y los llevaba al hogar de tránsito.

Rousseff asumió con sobriedad imperial, con su guardia de coraceros. No se oyeron bombos, ni grupos de gritones pagos. Tampoco la presidenta cedió a frases "históricas" de los escribientes de estado. Rousseff no tuvo que declamar esperanzas, el Brasil en marcha lleva a su nueva jefa como administradora de un camino admirable donde el mayor logro fue quebrar la miseria de la mitad de la nación como un destino inexorable. Como en la China posmaoista, Brasil logró absorber marginalidad y difundir el sentimiento enaltecedor de que la miseria no es una fatalidad insuperable. Ni Getulio ni Cardozo pudieron integrar a la pequeña clase media esos 35 millones de sumergidos como lo realizó Lula en ocho años.
Quedan otro tanto, pero ya tocados por una esperanza consolidada en evidencias de poder salir. La fórmula es trabajar, familia, escuela y orden público. Y la educación no como una culpa en la trastienda de los discursos oficiales, sino como el instrumento total de dignificación y superación de la sociedad toda.
Al ascender a la calidad de potencia regional en el grupo BRIC, Brasil logró no solo vencer la marginalidad, sino distribuir esperanza de realización vital, más allá de toda hipocresía igualitarista declamatoria.
Sabe sintetizar sin complejos su realidad de país rico, con los códigos y mecanismos de las potencias principales. Quiebra de algún modo la barrera de provincianismo sudamericano.
La Argentina tiene en su vecindad el ejemplo de izquierdistas que comprendieron el signo del tiempo (en Chile, Uruguay, Brasil) en vez de quedarse en torno a la boina heroica pero apolillada de Guevara.
En un par de décadas Brasil supo interpretar el signo del tiempo y los nuevos espacios de poder. Renunció con los hechos a quedarse en los esquemas de la cosmovisión política que legó la guerra fría. Se decidió por la convicción de que sólo quien produce con voluntad nacional podrá crear riqueza que solventará crecimiento y desarrollo. Y que la riqueza y el desarrollo social son factor esencial de la consolidación de la Nación como cultura y definición de un sentido profundo y autónomo para una calidad de vida material y espiritual propias.
Brasil demuestra con su éxito y su paso de vencedor que América latina, ese tercero autoexcluido del trípode de la cultura y los pueblos de Occidente, empieza a encontrar su propio camino de poder.
Rousseff en su sobrio discurso programático, sin efusión tropical alguna, priorizó el motor económico central de la exportaciones agrarias (los "yuyos".). Con mucho coraje puso el límite del respeto ecológico y medioambiental y resaltó las relaciones internacionales donde Brasil y Mercosur tendrán una tarea fundamental ante un Occidente debilitado.
Ojalá que nuestra Presidenta, que cometió el error de no asistir a esta asunción importante para toda nuestra América, realice una buena lectura del camino verdaderamente revolucionario que cree en la revolución como poder, modernidad y paz, desde los exmarxistas fundacionales, Rusia y China, hasta India y Brasil y los países más pujantes de nuestro continente.
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miércoles, 5 de enero de 2011

Chávez, De Vido y ENARSA siguen estafando. Por Ernesto Poblet

Si se hiciera un racconto de los “anuncios” del arquitecto De Vido en torno a los problemas energéticos, de infraestructura, servicios públicos e inversiones, dados a conocer con bombos y platillos en los últimos siete años, encontraríamos una falta de responsabilidad y seriedad lindante con lo ilícito. Han jugado sistemáticamente con la buena fe de la gente que espera soluciones concretas sobre esos asuntos tan candentes. La “empresa” Enarsa ha aparecido en cuanto negocio del Estado se ha programado no llegando a concretarse casi ninguno. Se la ha hecho partícipe de proyectos faraónicos o de inconmensurables riesgos, en la mayoría de los casos mueven a risa. Curiosamente, su imperturbable presidente -el ingeniero Exequiel Espinosa- protagonizó en primer plano el escándalo de la valija de Antonini Wilson sin ser molestado a declarar en los juzgados pertinentes. Ni los diarios se ocupan de su situación evidentemente comprometida.


Las obligaciones contractuales asumidas por Hugo Chávez se van conociendo en el tiempo más por sus papelones que por “efectividades conducentes”. Los sucesos de los últimos tiempos han observado al autoritario caribeño en trances internacionales que no dejan dudas acerca de su complicidad con el narcotráfico y los terroristas colombianos. Las investigaciones de la SINCI de las Naciones Unidas, del FBI, del diario EL PAÍS de Madrid, las computadoras de las Farc, la maquinaria agrícola “exportada” a Venezuela con la coima del 15% depositada oficialmente en una empresa de Miami y otros “yeites colosales” son contundentes e inobjetables.

EL MINISTRO DE VIDO.

Cuando pierda el poder el kirchnerismo el arquitecto Julio De Vido deberá responder por casos gravísimos en nuestro país y en el exterior. Los actos de persecución a la empresa concesionaria de aguas que reemplazó a la caduca Obras Sanitarias de la Nación generan una irreparable responsabilidad por daños civiles y penales a la nación, a la empresa afectada y a las actuales víctimas carentes de los elementales servicios sanitarios. El país perdió la oportunidad de seguir contando con las inversiones de las dos mejores compañías del mundo especializadas en aguas. Los montos comprometidos por Suez -en el texto de la concesión- jamás se podrán equiparar. La maniobra se realizó para entregar la caja del servicio al gremio respectivo y a la burocracia del Estado. Al mismo tiempo de apañar un grotesco acto de patrioterismo demagógico, provocaron la actual falta de agua potable y cloacas para las poblaciones carenciadas del conurbano y la mismísima ciudad capital.

Julio De Vido ha anunciado negocios e inversiones de toda clase y de todo monto. Ante un deplorable vacío de realizaciones no tiene gran cosa para responder por los pasados siete años de su gestión. El ambicioso Plan Nuclear anunciado en 2006 -sumamente necesario-no ha dado lugar ni siquiera al comienzo de las etapas de los estudios de prefactibilidad, salvo el complicado caso de la construcción del 20% faltante de Atucha II. Las inversiones en exploraciones de gas y petróleo es un desastre por donde se lo mire, sólo ha conseguido instrumentar las comprometidas con anterioridad a la gestión Kirchner por medio de contratos vigentes o por algunas prórrogas y ampliaciones concedidas. Todo debido a la ceguera de insistir con el convidado de piedra Enarsa injertado en cada licitación en carácter de socio cafisho más la inseguridad jurídica evidenciada por el régimen kirchnerista.

Han ensayado importar gas de Bolivia y Venezuela con resultados tragicómicos. En sus anuncios electoreros De Vido hablaba como si los gasoductos se construyeran de la noche a la mañana. Después venían las sorpresas. La falta de seriedad de Chávez y Evo Morales lo llevaron a un laberinto sin salida decorosa. Las reservas de gas de Venezuela y Bolivia no estaban certificadas ni eran suficientes. Todos los shows publicitarios celebrando los alegres anuncios se caían irreversiblemente en un silencio desfachatado. Chávez abundó en fotos y discursos sobre el mega-gasoducto de ocho mil kilómetros que atravesaría de punta a punta el cono sur para terminar sin pena ni gloria en una mudez insólita en el personaje.

Evo Morales se deschavó impávido -muy avanzados los tres años de tratativas- aclarando a los asombrados argentinos la ausencia del gas boliviano prometido. Debían arreglarse como pudieran ante la provisión posteriormente afectada por Bolivia con Brasil. Este último país respondió con una negativa brutal “ni una sola molécula de gas natural…” dijo Lula textual y nuestros De Vidos permanecieron imperturbables, mirándose unos con otros buscando a quien tirarle las culpas del papelón.

La historia le dio la razón al ex gobernador Sobisch: “¿Porqué no invierten en los pozos de Neuquén a la misma tarifa que le pagan a Bolivia y por lejos ganamos todos…?”. Impecable lógica, sin embargo el señor De Vido siguió impune con su capricho. Pasaba el tiempo y sus promesas no resultaban compatibles con la crisis energética del país cada vez más profunda y obstinadamente negada. Es que con los gobiernos amigos se abrían “zonas liberadas” para acumular turbias “Cajas K”.

Intentó el súper ministro varias alternativas menos la conducente, vale decir, llamar a licitaciones internacionales para explorar la existencia de hidrocarburos en las áreas del territorio argentino y dejando la prioridad y el manejo a los auténticos dueños del recurso natural, va de suyo, los gobernadores de nuestras provincias. Han pasado siete años y los anuncios del ministro se reiteran en veleidades inconducentes. Es que no es fácil confesarlo. Con sus torpezas, los Kirchner aislaron nuestra nación del mundo. La Argentina es un paria internacional. Acá no entrarán inversiones genuinas mientras el poder siga en manos de un clan contubernista y sus amigos “capitalistas burgueses”.

En lugar de cerrar la inútil Secretaría de Energía de la Nación continúa Julio De Vido aferrado al manejo de la caja del negocio de los combustibles. Es decir, persiste con improvisaciones versátiles y la absurda entelequia de la quimérica “sociedad” estatal Enarsa.

Manejó este poderoso ministro aberraciones como contraer obligaciones con Ecuador comprometiendo inversiones en ese país por 480 millones de dólares -parte baja- para construir un proyecto hidroeléctrico que terminó en un sospechoso fiasco. Alegremente actúa así el funcionario mientras en la Argentina cada día mortifican más los cortes de electricidad, la escasez de nafta y gas natural por la falta de inversión y el lógico crecimiento de la demanda. Además, tenemos experiencia los argentinos acerca de las inflamaciones presupuestarias que significan las construcciones de los proyectos hidroeléctricos -recordar Yaciretá- las extensiones hasta el infinito de los plazos de entrega y la inevitable corrupción sobreviniente en todo emprendimiento estatal que maneje el gobierno kirchnerista, peor aún en el incierto mundo de la inflación instalada.


LOS SOBREPRECIOS Y LAS AVIVADAS.

Recordando la observación de Sobisch entendemos cómo los precios reales delatan a estos “ignorantes” de Chávez, Enarsa, De Vido y compañía. Sobisch reclamaba invertir en Neuquén donde el precio de la unidad británica de gas salía un dólar siete centavos. Al no producirse gas entre nosotros y ante el “acto fallido” de Evo Morales no proveyendo la misma unidad de gas a siete dólares -carísimo en comparación- ¿A quién recurrió De Vido…? Pues al negocio con Chávez, ávido vendedor del roñoso fuel oil tercerizado de otros países, el mismo combustible que deteriora nuestras instalaciones para generar electricidad. Pero ahora se comprenderá la clave de este sospechoso negocio.

¿Cuánto gastaría la gilada argentina -contribuyentes y jubilados- que pagan el fuel oil de Chávez con el agregado de su lluvia ácida…? Pues el fuel oil de Chávez nos costaba 13 dólares por el equivalente de cada millón de BTU de gas natural. Hagamos una simple comparación, el gas “ausente con aviso” de Evo Morales salía 7 dólares y el gas explotado en Neuquén por nuestros productores privados salía 1,7 de dólar. Esta es la estafa de Chávez, De Vido y Enarsa. Ni a los tres chiflados del cine se les ocurriría instrumentar esta “rara” operación, importar una porquería a 13 dólares y evitar la producción en el país a sólo 1,7 por el limpio gas natural para el que están adaptadas nuestras instalaciones. Otro festival de los sobreprecios al mejor estilo Skanska.

Pretendieron estos caballeros medievalistas combatir al sol con un arnés. Insisten nuestros demagogos en diferenciar el precio internacional de los combustibles con el valor de los que se producen en el país. ¿Lo hacen por ignorancia o malicia para dar curso a un sucio negociado…? ¿Pueden ignorar tan supinamente que nadie va a invertir para vender un producto final, a precio ridículo, en un mercado interno inestable e inflacionario…?

El “avivado” Evo Morales optó por incautarse de los yacimientos ajenos con el viejo cuento de las nacionalizaciones. La viveza del boliviano chocó con una cruda realidad. Su decaído y alocado estado burocrático no tiene dinero ni para las elementales operaciones de nuevas exploraciones, extracción, producción, transporte y mantenimiento operacional. Lo poco que puede disponer de gas lo comprometió con Brasil en menoscabo de los argentinos. Nadie creerá en gobiernos que incurren en tales inseguridades jurídicas con claras presunciones de corrupción.

DESTINO FATAL

No por casualidad cuatro países mal gobernados se siguen sumergiendo en una crisis energética inconcebible. Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina tienen gas y petróleo en sus respectivos subsuelos. Los cuatro subsidian la producción y el consumo de los combustibles. Regulan los precios con la tranquilidad de los gobernantes que no saben lo que hacen. ¿O serán sucios negociados de las élites que mandan en cada Estado…? Por lo visto, en ninguno de los mencionados países se nota un clima favorable a las inversiones privadas y sí un insufrible malestar de sus habitantes mortificados por el “modelo integrador” del hambre y las ganas de comer.

Se observa en ellos una marcada tendencia a la inflación que ya entró para quedarse. La presión impositiva es insoportable, no ven otra solución a los problemas que el vicio patológico de los controles de precios, la profundización del estatismo y la corrupción de los subsidios, sobreprecios y coimas. Vocacionales por mantenerse tozudamente en el tercer mundo, revolcarse cada vez más en la infelicidad, hundir a sus pueblos en el hambre y la desnutrición ante espectáculos dantescos de pobreza y guerras entre menesterosos… Linda manera de “redistribuir la riqueza” parcelizando nuevas y explosivas villas miseria. Me hacen acordar a la siniestra “Banda de los Cuatro” y su catastrófica Revolución Cultural China. Es bueno saber como terminaron los famosos cuatro, incluida Jiang Qing, la viuda de Mao Tse Tung quien murió en la cárcel en 1991.

*El autor es historiador, periodista y ensayista. Fue abogado de YPF y otras empresas de energía.

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Dilma disipa todas las dudas. Por Rosendo Fraga


El Brasil que Lula deja a Dilma es un país que se ha consolidado como actor global: primer país del mundo por el valor de sus recursos naturales, quinta población y octavo PBI. Ocho años atrás, el país era considerado una potencia mediana e integraba el G3 con India y Sudáfrica. Ahora, forma parte del grupo BRIC, con China y Rusia, además de la India. En lo social, por primera vez en la historia el país tiene más personas en la clase media que en la baja; en ocho años se han creado 16 millones de puestos de trabajo formales y el desempleo está por debajo del 8%. En materia de seguridad pública –una asignatura pendiente–, la ofensiva para quitar el control de las favelas de Río a los narcos muestra el inicio de una política para revertir el problema.


En otros indicadores, Brasil está más cerca de un promedio mundial. En PBI per cápita es el 71º sobre 183; en desarrollo humano, 73º entre 169; en percepción de corrupción, 69º sobre 178, y en calidad institucional, 95º entre 192. Entre las grandes asignaturas pendientes, a las cuales Dilma debería dar prioridad, están la mejora de la calidad en educación pública básica, dado que el nivel de analfabetismo funcional es alto; la desigualdad en la distribución del ingreso, que es una de las más altas del mundo aunque haya disminuido la pobreza, y la salud de la población, que muestra un amplio campo para mejorar.
Brasil se ha consolidado como el país líder ya no sólo en América del Sur, sino también en América latina. El presidente mexicano reconoció públicamente en julio que a su país no le molesta la primacía regional brasileña. Este liderazgo, la diplomacia de Itamaraty prefiere suavizarlo con el término de benevolente o a veces como factor de moderación. Pero el aporte más importante que ha hecho Brasil y que Dilma seguramente mantendrá, es haber generado un modelo de desarrollo posible para la región, combinando el crecimiento económico con progreso social gradual.
Para Wall Street, nunca los números macroeconómicos de Brasil y la región estuvieron tan bien, mientras que para la izquierda, nunca tuvo tanto poder e influencia en America latina. Entre ambas posiciones, los tecnócratas de la Cepal informan que por primera vez en décadas América latina comenzó a revertir la desigualdad, aunque sigue siendo la más alta del mundo.
Las crisis económicas de Venezuela y Cuba y la que empieza a sufrir Bolivia muestran que el modelo de izquierda populista no es un camino viable para el progreso social en la región. A su vez, los presidentes de centroderecha electos en 2010, como Piñera en Chile y Santos en Colombia, giran al centro, siendo menos conservadores de lo esperado y comenzando a mirar hacia Brasilia, tanto como miran hacia Washington.
En cuanto a la gestión de Dilma, sus señales son claras. Un par de años atrás, era vista con temor en los mercados, los que por sus antecedentes en la guerrilla la consideraban más radicalizada que Lula. Pero sus designaciones muestran que en lo ideológico, tiende a parecerse más al primer mandato de su predecesor que al segundo. En economía no sólo ratifica el rumbo, sino que muestra más preocupación por lo fiscal que el Lula de los últimos tiempos. En política exterior insinúa la intención de mejorar la relación con los EE.UU., afectada por el acercamiento entre Brasilia y Teherán. Además, la llegada de Dilma al poder –cuyo gabinete tiene la mayor presencia femenina en la historia brasileña– implica que por primera vez mujeres ocuparán la presidencia en forma simultánea en tres países de la región: Costa Rica, Argentina y Brasil. Para la Argentina, su llegada al poder genera más ventajas que desventajas respecto a lo que posiblemente hubiera sucedido con el triunfo del candidato opositor. Cuando mejor relación tenga y proyecte Argentina con Brasil, más incertidumbre va a disipar, respecto a su pasado de crisis económicas y sus tiempos recientes de oscilación entre Chávez y Lula. Por esta razón, no parece comprensible para el interés nacional que la Presidenta argentina no concurra a la asunción de su colega de Brasil. Posiblemente, se trate del primer error en política exterior, desde la desaparición de Kirchner dos meses atrás. Lula estuvo tanto en la asunción de éste, como en la de su esposa, así como también se hizo presente en el velorio del ex presidente.
Un siglo atrás, Roque Sáenz Peña, el presidente que estableció el voto universal secreto y obligatorio, antes de asumir, visitó Río de Janeiro, marcando la prioridad que desde siempre Brasil debe tener en la agenda exterior de la Argentina. Ello marca una continuidad histórica, que hoy más que nunca se justifica mantener.
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martes, 4 de enero de 2011

Los desafíos del Año Nuevo. Por Jorge Raventos

Antes de cerrar 2010 Cristina Kirchner introdujo un nuevo cambio en su gabinete al incorporar a Juan José Mussi, hasta ese instante alcalde de Berazategui, como secretario de Ambiente, en reemplazo de Homero Bibiloni. Desde la muerte de su esposo, a finales de octubre, la presidente introdujo más de veinte modificaciones en su elenco y es probable que ese proceso no haya concluido con la mudanza de año.
Se ha iniciado el decisivo 2011, último tramo de este período presidencial, y la señora sopesa la tentación de presentarse como candidata a reincidir. Quizás la promoción de Mussi sea una señal del deseo que prevalece: hace menos de un mes, en la reunión del justicialismo bonaerense citada por Daniel Scioli en su residencia de La Plata, Mussi, que aún revistaba como intendente, reclamó un pronunciamiento a favor de la postulación presidencial de la señora de Kirchner; el gesto no consiguió acompañamiento del resto de los dirigentes provinciales pero fue seguido con atención desde la Casa Rosada.


Inmediatamente después de la desaparición de Néstor Kirchner, los estudios demoscópicos sugerían que la perspectiva de la reelección sólo dependía de las intenciones de la presidente: su nombre figuraba al tope de las encuestas y las intenciones de voto que se registraban, alentadas por la atmósfera del duelo, parecían indicar que se impondría sin necesidad de pasar por el ballotage que el oficialismo siempre ha temido. Con esos números, hasta los jefes territoriales más remisos se preparaban (o se resignaban) a alinearse tras el nombre de la viuda en la boleta electoral partidaria.
Pero las cosas cambiaron en vísperas del fin de año: el desborde de la disciplina social, las vacilaciones, marchas y contramarchas, las imprevisiones y deficiencias de gestión expuestas en el crepúsculo de 2010 cambiaron el humor social y provocaron un derrumbe en las encuestas. El peronismo, más allá de las declaraciones públicas, puertas adentro se dispuso entonces a tomarse tiempo antes de definir candidaturas y eligió como argumento la vocación de “no presionar a la señora con pronunciamientos apresurados”. La propia presidente se sumergió en agobiantes incertidumbres: ella no pretende una candidatura testimonial, susceptible de ser aplastada en una segunda vuelta; para postularse quiere tener razonables garantías de que será reelecta. Las dudas de la señora alarman, claro está, a muchos de sus colaboradores que, con motivos, prevén que su propio futuro se ensombrece si la familia Kirchner deja el gobierno; en esos ámbitos se incrementan los esfuerzos para devolverle la confianza, se contratan encuestas optimistas, se ofrecen planes, se trata de contener sus titubeos con sesiones de reflexión ideológica, charlas económicas, descripción de presuntas conspiraciones ajenas, información sobre opositores o eventuales adversarios internos.
Después de dos meses largos de presidir el país sin la tutela de Néstor Kirchner, lo que más aflige a su viuda es la percepción, ante cada situación crítica, de todos los hilos que han quedado fuera de control y la conciencia de que, sin esos elementos de contención, la situación del país puede adquirir por momentos una vertiginosa volatilidad.
El disciplinamiento que Néstor Kirchner le había impuesto al sistema de fuerzas que conducía permitía establecer un cierto orden, así fuera precario, o liberar presión abriendo o cerrando algunas válvulas. Aunque crecientemente entrópico, ese sistema permitía contener un cuadro social que hoy, sin ese mecanismo, se muestra desbordantemente y sin maquillajes. Hoy está a la vista que un gobierno que ha contado durante su gestión con excedentes asombrosos (y con una no menos asombrosa ausencia de obstáculos institucionales para emplearlos a su capricho) ha alimentado en los últimos cuatro años un notable retroceso social, agravado por la creciente inflación. Desde 2007, uno de cada cuatro argentinos que habían conseguido trepar algo por encima de la línea de pobreza, volvieron a precipitarse: hoy las cifras son análogas a las de 2001 (y peores a las de la demonizada década del 90). La pobreza en el Gran Buenos Aires promedia el 37 por ciento (con picos del 49 por ciento). El promedio de la indigencia (insuficiencia para cubrir la canasta alimentaria mínima) ronda el 12 por ciento y asciende al 17 por ciento en el sector informal de la economía, donde no llega el subsidio “universal” a la niñez (dejando así al 60 por ciento de los menores de 18 años sin ayuda). En materia de equidad distributiva –una asignatura de la que el gobierno insiste en preciarse-, el 10% de la población más rica gana hoy 33 veces más que 10% más pobre.
Los desafíos del 2011 superan, por eso, la esfera de lo electoral, aunque la incluyan. En primer lugar, el desafío es el de volver equilibrado y gobernable un sistema que perdió su viga principal con la muerte de Néstor Kirchner. La autoridad se erosiona rápidamente cuando no hay respuestas veloces y eficaces a demandas plausibles, se trate del restablecimiento del orden público, de poner fin a una usurpación, de restablecer la energía a domicilios o centros productivos, de dotar de billetes adecuados a los cajeros automáticos. Y esa erosión es más peligrosa cuando el nivel de irritación pública es más alto.
Garantizada la gobernanza, se trata de trabajar para su desarrollo y para el mejoramiento de la sociedad: es preciso recuperar la concordia y dejar atrás la etapa de la confrontación constante y la arbitrariedad. Hay desafíos en la recuperación de la confianza (y con ella, de la inversión), en la adecuada reinserción internacional y en la comprensión del mundo crecientemente integrado en el que nos movemos, que castiga al aislamiento con la irrelevancia y la decadencia. Hay un desafío acuciante que es detener y combatir la inflación, que hace más pobres a los pobres , desalienta el ahorro y envenena toda apuesta al futuro. Hay otro desafío relacionado con el castigo a la corrupción y otro vinculado a la seguridad ciudadana y la lucha decidida y eficaz contra el delito. El desarrollo de un auténtico federalismo, la integración física y la plena ocupación territorial, ofreciendo alternativas al desmadre demográfico que concentra, hacina y faveliza población en porciones insignificantes de nuestra vasta extensión, son objetivos que, como los anteriores, requieren decisión, convergencia y acuerdos patrióticos, son tareas que trascienden la acción de una fuerza política o un gobierno.
La Argentina pudo ya una vez superar enfrentamientos civiles, ordenarse, educar e integrar a millones de personas que llegaron a estas tierras, muchas de ellas sin hablar siquiera el idioma, ofrecer a su población un destino de movilidad social ascendente y una sociedad de la que sentirse orgullosos. Si el país pudo hacerlo una vez, no hay motivo para que no pueda hacerlo nuevamente ahora, cuando el mundo ofrece una gran oportunidad que varios de nuestros vecinos, con sentido común y sin desvaríos ideológicos, están aprovechando a pleno.
Quizás el principal desafío del nuevo año resida en tomar conciencia de que la tarea es posible y poner manos a la obra.

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El ajuste de Evo, Hugo ¿y Cristina?


El domingo de la semana pasada, el presidente de Bolivia, Evo Morales, aumentó el precio de los combustibles entre el 57 y el 83%. Después quiso corregir el malestar con una mejora salarial del 20%. Pero la convulsión social lo obligó a volver sobre sus pasos: anteayer los decretos que provocaron la crisis fueron derogados.
El miércoles pasado, el ministro de Planeamiento y Finanzas de Venezuela, Jorge Giordani, eliminó el dólar preferencial de 2,60 bolívares que disfrutaron las importaciones de alimentos y medicinas. Desde hoy se aplicará una paridad de 4,30 bolívares. En otras palabras, Hugo Chávez dispuso encarecer la canasta básica de consumo un 65% en dólares.
En la Argentina, las Fiestas transcurrieron en medio de la escasez de luz, de agua y de combustibles.


Irrumpe en tres escenarios diferentes, pero la noticia es una sola: el "modelo bolivariano" está agotado. Es decir, la pretensión de subsidiar el consumo de amplias capas de la población por encima de las posibilidades de la propia economía se volvió insostenible y colapsó. En Bolivia y en Venezuela, el naufragio llegó con un ajuste feroz de precios. Un "rodrigazo", se diría en la Argentina. Cristina Kirchner prefiere que los límites aparezcan de otro modo: prefiere jugar la carta del desabastecimiento, es decir, interrumpir el suministro de nafta, gasoil o electricidad.
La peripecia de Morales está llena de lecciones. Para defender su decreto, explicó que las importaciones de combustibles habían alcanzado en 2010 los US$ 600 millones. Recordó que compran en el exterior el litro de gasolina "a 8 bolivianos para venderlo a 3,74". El barril de petróleo, que cuesta US$ 90 en el mercado internacional, en Bolivia está a US$ 27. El Estado ya no puede solventar estas diferencias de precios. En Bolivia, los subsidios a los carburantes pasaron de US$ 100 millones en 2005 a US$ 380 millones, en el año que acaba de terminar.
Ante esa barrera, Morales ordenó un tarifazo que hubiera hecho titubear a Margaret Thatcher. Fue indigerible desde lo social y político. En vez de viajar a Brasilia para saludar a Dilma Roussef, Morales debió quedarse en La Paz para corregir sus resoluciones.
Hugo Chávez se vio obligado a devaluar porque ya no podía seguir abaratando con fondos públicos las mercaderías de consumo popular. El ajuste recae sobre los alimentos y remedios, que en un 70% son importados. Habría que prever una disparada de la inflación, que durante el chavismo es la más alta del mundo: 27% según datos oficiales. Además, Chávez acaba de expulsar a 1800 empleados públicos.
Cristina Kirchner se encamina hacia la encrucijada que hoy aflige a sus hermanos bolivarianos. La inconsistencia de su política energética es conocida: el congelamiento de tarifas estimula la demanda, pero desalienta la inversión, por lo que la oferta se restringe cada vez más.
El consumo eléctrico domiciliario aumentó para fin de 2010 un 15% respecto del año anterior. Durante el año, estuvo un 30% por encima del registrado en 2008, antes de la recesión internacional. Es la fiesta de consumo que enorgullece al Gobierno. Claro: las tarifas de gas y electricidad son un sexto de las de Brasil y un décimo de las de Uruguay.
Una de las estrategias del kirchnerismo para resolver el desequilibrio es cortar la luz. Sobre los cables y transformadores pasa el doble de electricidad que hace ocho años, y esa infraestructura no fue ampliada porque la inversión carece de rentabilidad. Por lo tanto, el ajuste se realiza interrumpiendo el servicio. Los consumidores reciben prestaciones cada vez más deficientes. Eso sí: pagan lo mismo, aun pudiendo pagar más. La Presidenta, ya se sabe, es más inteligente que el mercado.
Gracias a esa clarividencia, muchas familias pasaron las Fiestas a oscuras, sobre todo en los barrios de clase media baja, donde se adquirieron más electrodomésticos en los últimos años. Como desde el Gobierno se dispuso cortar el servicio eléctrico de algunas plantas de AySA, hubo casas que, además, se quedaron sin agua. También les faltó energía a muchísimas plantas industriales. La metáfora perfecta de este paisaje la encarnó Julio De Vido: el demiurgo del "modelo" se casó a oscuras, y en su fiesta de Puerto Panal los invitados caían como abejas achicharradas.
El kirchnerismo no sólo apaga la luz. Como desalienta la producción de energía, importa el faltante a precios altísimos. Hasta ahora, ese costo fue subsidiado por el fisco. Es el método que acaba de estallar en Bolivia y Venezuela. En la Argentina, ese camino está sembrado de incógnitas macroeconómicas. Durante el año pasado, hubo que importar energía por US$ 4500 millones. Este año, se prevé que habrá que hacerlo por US$ 6000 millones. Para que los consumidores pudieran disfrutar de precios congelados, el Tesoro pagó en 2010 subsidios por $ 20.000 millones.
Estos datos se integran al problemático panorama del comercio exterior. Si se compara 2010 con 2009, las importaciones subieron un 45% y el superávit comercial disminuyó un 25%. Son cifras importantes. Revelan que el mercado internacional ya no aportará los dólares necesarios para el nivel actual de crecimiento. He aquí el problema: el kirchnerismo es, por naturaleza, expulsor de capitales. En años de tranquilidad, provoca salidas de alrededor de US$ 10.000 millones. ¿Con qué se va a financiar esa fuga si, por la reducción del superávit comercial, comienzan a escasear las divisas?
Los economistas recomiendan sacrificar algún punto de crecimiento en homenaje a un nuevo balance macroeconómico. Aconsejan, por ejemplo, subir la tasa de interés para moderar la fuga de divisas. Pero, para Amado Boudou, eso sería enfriar la economía. Y él, siempre sofisticado, ya aclaró: "La economía es como el amor: cuanto más caliente, mejor". Esta ley, sumada a aquella otra según la cual la inflación no afecta a los pobres, ha llevado a las ciencias económicas a incorporar el neologismo "boudoudeces", sugerido por el ruralista Eduardo Buzzi.
Lo perciba o no Boudou, en la Argentina está alcanzando su última frontera la concepción que hace agua en Venezuela y Bolivia. Denominar "modelo bolivariano'' a esa forma de administrar los recursos puede hacer pensar que lo que está entrando en dificultades es un experimento novedoso.
No es así. América latina está en presencia del enésimo fracaso de una corriente populista que se niega a incorporar a su bagaje intelectual una noción elemental: la noción de restricción. Chávez, Morales, Cristina Kirchner están despertando, sobresaltados, del sueño dogmático que supieron abandonar François Mitterrand, Michel Rocard, Felipe González, Tony Blair, Ricardo Lagos, Lula da Silva, José Mujica, Alan García o Dilma Rousseff, cuando admitieron que no hay política económica progresista susceptible de ser edificada sobre la ilusión infantil de gobernar sin costos.
No es un dato aleatorio que los representantes de la paleoizquierda hayan llegado al poder cuando sus países -Venezuela, Argentina, Bolivia- eran agitados por crisis sociales. Chávez, Morales, los Kirchner han gobernado con un sentimiento de pánico; el temor a que cualquier mala noticia convocara de nuevo al estallido. Huyeron de ese desenlace por un sendero que los condujo a ese desenlace. En Caracas, en La Paz, en Buenos Aires, comienza a advertirse que la sonrisa permanente esconde un truco; comienza a romperse el hechizo de la fantasía demagógica.

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Palabras de Nicolás Sarkozy tras una votación favorable


Hoy, hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas.

De esos que el pensamiento único es el del que lo sabe todo y que condena la política mientras la practica.

Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura: Desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos impusieron el relativismo:

La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes.

Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente.


Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan era VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS.

Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo.Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.

Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo.

Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: Se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud:

Los vándalos son buenos y la policía es mala.

Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente. Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo.

Aman mucho a la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados.

Adoran la periferia pero jamás viven en ella.

Firman peticiones cuando se expulsa a algún ocupa, pero no aceptan que se instalen en su casa.

Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la republica.

Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos.

Estos se ganan haciendo valer y respetar los anteriores.
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