domingo, 11 de julio de 2010

¡Las paralelas no se tocan! Por Jorge Raventos


“Roca siempre fue prudente en aquello de
dejar registradas cosas comprometedoras,
así como fue poco locuaz en temas políticos: ‘En
este país, el que habla se jode…’, dicen que decía…”

Félix Luna, Fracturas y continuidades en la historia argentina


Muchos seguidores y simpatizantes del oficialismo rechazarían indignados la idea de que los Kirchner tengan puntos de contacto con el general Julio Argentino Roca, un personaje para quien el progresismo reserva una de sus mayores cuotas de inquina. Sin embargo, además de la práctica del verbo “atalivar” (un neologismo que los opositores a Roca forjaron para definir ciertas operaciones político-patrimoniales de Ataliva, un hermano del general), el kirchnerismo también parece tener en común con Roca su amor por la extrema discreción y el secreto.


Quizás quien lo expuso de la manera irónicamente más pública y transparente fue el flamante canciller Héctor Timerman, cuando expresó su contrariedad por el cable que le enviara el subsecretario de Integración Económica Americana de su ministerio, Eduardo Sigal: "Ya le dije al subsecretario que hay cosas que no se escriben", dijo el Canciller.
El pobre Timerman había soportado antes el ataque de ira de Néstor Kirchner, enfurecido justamente porque Sigal –un veterano exdirigente del Partido Comunista y líder del Frente Grande que acompañó lealmente al gobierno desde el inicio de la experiencia de “transversalidad”- había registrado en un documento público (un cable de la Cancillería) que dos empresas argentinas habían sido marginadas en un negocio con Venezuela a raíz de “gestiones paralelas” al ministerio de Relaciones Exteriores desarrolladas por el secretario privado del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.
El cable de Sigal (con su bendita mención al paralelismo) sumaba credibilidad a las reiteradas denuncias opositoras sobre una “cancillería paralela” dedicada a los negocios con el régimen de Hugo Chávez, que estaría conducida por De Vido y colaboradores directos: hasta el escándalo del maletín de Guido Antonini Wilson, Claudio Uberti, y desde entonces, el asistente del ministro, José María Olazagasti. Las gestiones de esa red paralela se encuentran bajo la lupa de varios jueces y del Congreso, han sido fuertemente cuestionadas y vienen siendo observadas desde hace seis años, cuando el entonces embajador argentino en Caracas, Eduardo Sadous, observó irregularidades en un fideicomiso y también lo puso por escrito en un cable de la Cancillería. Pero Timerman sostiene que las paralelas no se tocan: ¡De eso no se habla (y mucho menos se escribe)!
Contra lo que supone Timerman (y enfurece a Kirchner), la gestión del ministerio de Relaciones Exteriores se registra cotidianamente en cables que van de área a área y suben de las más bajas a la superioridad, sin excluir al mismo vértice del ministerio. Reclamar silencio, discreción o alguna forma suburbana de omertá para trámites que no impliquen altos secretos de Estado desafía abiertamente cualquier criterio de transparencia administrativa. Por otra parte, hacerlo abiertamente y en declaraciones de prensa es quizás una forma inédita de maquiavelismo que Timerman está ensayando en la Argentina.
El tema Venezuela exaspera al gobierno por al menos dos motivos atendibles. Uno: las declaraciones del embajador Sadous ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso implicaron en los manejos paralelos con el régimen de Chávez a Néstor Kirchner. Refiriéndose al período (seis años atrás) en el que él enviaba sus alarmados cables a Buenos Aires, Sadous dijo que estaba persuadido que el entonces presidente estaba al tanto de las operaciones paralelas que De Vido y Uberti desplegaban en Venezuela. El segundo motivo está ligado con la convicción que reina en Olivos de que el examen sobre esa relación con Venezuela apunta a golpear en primera instancia a Julio De Vido, un hombre de la máxima intimidad con Kirchner. El ex presidente sabe que no puede permitir la caída de De Vido (ni forzarla, como forzó la de Jorge Taiana) sin que se trastorne toda la arquitectura de su poder.
El secretismo y el método de trabajo de los Kirchner (partes esenciales de lo que suelen designar como su “modelo”) termina convirtiendo en puntos estratégicos a aquellos elementos de su entorno sobre los que han descansado operatorias sensibles. De allí la importancia de los secretarios y asistentes personales de las primeras figuras. Así como De Vido es fundamental para Kirchner, el secretario de aquel, Olazagasti, es fundamental para De Vido. Eso quedó claro cuando el ministerio de Planificación Federal emitió un comunicado para defender al influyente secretario (¡de las repercusiones del cable de Sigal!). “Olazagasti siempre viajó en representación de este ministerio, sin necesitar para ello mayor medalla que su voluntad de trabajar en pos de los intereses del país, ya que en este ministerio se mide a las personas por las tareas que realizan y no por ostentar determinados cargos”. Sin mayores atribuciones ni jerarquía administrativa y funcional para hacerlo (lo que el comunicado define como “medallas”) sólo con “la voluntad de trabajar” (y la patente que le otorgaba su mandante) el joven secretario negoció acuerdos con organismos de otros países. Y no excepcionalmente: realizó más de medio centenar de viajes al exterior en estas misiones.
Estos asuntos están ahora bajo la lupa y el gobierno se revuelve, molesto. Estas molestias indican a propios y extraños que el poder K ha sufrido un fuerte esmerilado y que ese proceso avanza, así no fuera más que por el simple paso del tiempo.
En rigor, es la reacción del gobierno, que no puede asimilar el debilitamiento y sube la apuesta cada vez, la que acelera la erosión. La voluntad de confrontar (una vez más) con la Iglesia lo llevó, por ejemplo, la última semana a perder en la Comisión de Legislación General del Senado una –para el oficialismo- importante votación, referida a la propuesta de establecer el llamado “matrimonio gay”. La Casa Rosada y Olivos han jugado fuerte en esa propuesta, con la que aspiran no sólo a golpear a la Iglesia ( de hecho, han reaccionado voces de todas las religiones monoteístas) sino volver a seducir a las corrientes del sedicente progresismo local.
Más ponderado que la familia presidencial, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, pidoó “prudencia” para tratar el tema, y admitió algo que ni Néstor ni Cristina Kirchner quieren conceder: que la fórmula de la “unión civil” entre personas de igual sexo puede ser una alternativa viable a la calificación de “matrimonio” para resolver los problemas prácticos que se han esgrimido sin provocar conflictos de valores a quienes defienden la idea de que matrimonio es la unión de hombre y mujer.
La intransigencia que parece connatural al estilo K lleva a la confrontación, y ahora la confrontación equivale para el oficialismo a sufrir reveses.
A aquel traspié legislativo habrá que agregar otros que se prevén para el futuro próximo: incremento de las jubilaciones, discusión de los llamados superpoderes, Consejo de la Magistratura. Dato ominoso para Olivos: los aliados hasta ayer próximos se diferencian. La prudencia de Scioli en el tema del matrimonio gay es un ejemplo. Las críticas de la CGT de Hugo Moyano a las recientes modificaciones del mínimo no imponible (que no ampara, en principio, los sueldos de muchos de los asociados a los gremios de punta de esa central) son otra señal.
Los paralelismos parecen envenenados para el gobierno.
La marcha paralela de algunos aliados empieza a insinuar una desviación hacia la divergencia. ¿No imaginan acaso en Olivos que antes de fin de año la CGT puede estar lanzando medidas de lucha para actualizar salarios? ¿No temen en ese mismo ámbito que ya esté en marcha un invisible tránsito de jefes territoriales en busca de futuras sombrillas políticas más sólidas que las que pueda ofrecer el actual oficialismo?
Y las negociaciones paralelas en la tierra de Chávez se han tornado escandalosas y potencialmente peligrosas en el terreno jurídico. De ellas mejor no hablar. Porque, como decía Roca, “el que habla, se j…”

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