José Manuel de la Sota la tenía muy complicada. Sus aspiraciones a gobernador de Córdoba chocaban con un problema de difícil solución. Por un lado, Córdoba es una provincia donde el kirchnerismo nunca ha obtenido buenos resultados electorales. De tal modo, De la Sota se ha cuidado muy bien de manifestar su preferencia hacia el gobierno nacional, gobernara Néstor o Cristina. Al momento de la crisis con el campo se permitió, incluso, alguna que otra expresión a favor de los chacareros pero nada muy entusiasta, conforme a su estilo un tanto indefinido y especulador.
Como se sabe, a De la Sota no le va bien con los votantes de la capital cordobesa. Durante su gobierno había logrado echar raíces en el interior provincial, base del triunfo electoral de Schiaretti en 2007. El mundo rural durante décadas había sido hostil al peronismo y claramente favorable a la UCR pero esa situación cambió durante los noventa.
Su acceso al poder en las elecciones de fines de 1998 estuvo signado por la rebaja del 30% en los impuestos provinciales, medida de fuerte impacto electoral y que resultó apoyada por amplias franjas de contribuyentes. Pasado el tiempo, sin embargo, la rebaja no resultó favorable –como se había pronosticado- a un aumento de la recaudación provincial. La Caja de Jubilaciones de la Provincia de Córdoba tampoco fue beneficiada por la gestión de DLS. Su déficit creció en razón de la gran cantidad de jubilaciones anticipadas otorgadas por la provincia y esta situación afectó el endeudamiento provincial a la vez que hizo mucho más vulnerable a la provincia por lo cual la volvió sumamente dependiente de la buena voluntad del gobierno nacional.
La elección de junio de 2009 fue deplorable para el PJ de Córdoba. Por primera vez en toda su historia obtuvo el tercer puesto en la grilla de los votos, detrás del radicalismo y de Luis Juez. Conforme a la matemáticas del PJ provincial, esta circunstancia se debió al hecho de que el peronismo local fue dividido en tres: el PJ oficial, por un lado, el PJ kirchnerista, que obtuvo el 9% de los votos y el justicialismo de Rodríguez Saá, que obtuvo una mínima cantidad de votos pero que, si se hubieran sumado a los del PJ oficial, hubiera permitido, por ejemplo, que el justicialismo llegara a conseguir un senador provincial, algo que no ocurrió por primera vez desde 1946.
El cálculo que hace DLS es sencillo: la suma de las dos fracciones peronistas le asegurarían el triunfo en la provincia. Ahí nace su posición en procura de la unidad del peronismo provincial.
La muerte de Néstor
De tal modo, antes de la muerte de NK, el dilema de De la Sota era de difícil solución. Con la sola fuerza del PJ no-kirchnerista, no alcanzaba los votos suficientes para ganar las elecciones a gobernador del año que viene. Pero si intentaba sumar al sector kirchnerista del intendente Eduardo Accastello, matemáticamente los votos alcanzarían pero se encontraría con un nuevo problema: perdería votos entre los no-kirchneristas y esto le vedaría el triunfo. Algunas versiones daban cuenta de que, teniendo en cuenta esta situación, DLS tenía pensado desistir de presentarse como candidato a las elecciones de 2011.
Pero ocurrió algo impensado: murió Néstor Kirchner y la imagen de Cristina, según miden las encuestas, ha tenido un repunte en la consideración pública. Esta situación ha refrescado los bríos del ex gobernador que ahora ve una nueva posibilidad de unificación del peronismo provincial. La actual situación le hace pensar que ahora el kirchnerismo ya no es “piantavotos” y que, al contrario, le podría sumar a él una cantidad de votos que, de otro modo, no podría conseguir.
De la Sota sabe que el beneficio en materia de repunte en las encuestas, que ha significado para Cristina su inesperado estado de viudez, quizá no se prolongue en el tiempo. Pero no tiene otra chance que sumarse y promover la unidad del peronismo, en nombre de las nuevas circunstancias y de la natural prescripción de rivalidades que supone toda muerte.
En tal sentido, la dualidad de DLS, su ambigüedad e indefinición, que muchos ven como oportunismo y especulación, parecen cesar ante el nuevo escenario provocado por el deceso del ex presidente. Si hasta ayer el PJ de Córdoba tenía muy claro que las elecciones locales debían realizarse en una fecha distante de los comicios nacionales, para no contaminar la lucha local con las opciones nacionales, hoy por hoy seguramente se estará evaluando la unificación a fines de beneficiar el PJ cordobés con el aporte nacional que pueda arrimar, según estos cálculos, Cristina Kirchner.
Claro que las cosas no son tan fáciles. El grupo liderado por Accastello reclama para sí un protagonismo mayor que el puede ofrecerle el ex gobernador. Y este sector aumentará su influencia a medida que pueda consolidarse la imagen de Cristina Kirchner a nivel nacional.
El perfil
¿Cuál es el perfil político que De la Sota desea mostrar a sus potenciales votantes? Ninguno predeterminado. El ex gobernador es un político a la nueva usanza, de esos que se manejan con las encuestas en la mano y van midiendo sus pasos en función de su percepción cotidiana de la realidad.
Se rodea de asesores de imagen que le acercan sus ideas acerca de qué es lo que conviene decir, cómo decirlo y hacia dónde hay que ir para colectar votos que le permitan llegar al poder.
No queremos decir que el ex gobernador sea incapaz de moverse por sus propios medios. No, nada de eso. Al contrario, se trata de un político muy inteligente y perceptivo. Pero no es de los que pongan en un primer plano su concepto sobre el rumbo que debe tomar el país y la provincia y, a partir de ahí, intente convencer a las ciudadanía, con argumentos, sobre la necesidad de adoptar un determinado camino.
Al igual que la inmensa mayoría de los políticos actuales, da la impresión que DLS actúa al revés, siguiendo las mediciones que realizan los encuestadores y diciendo aquello que dicen los encuestadores que la gente quiere escuchar.
Y ahora, conmovida por la muerte de Néstor Kirchner, la opinión pública se muestra muy sensible respecto de Cristina. Una parte de los que hasta hace poco la censuraban, ahora parecen compadecerse de su situación y la apoyan aunque ésta dé muestras suficientes de ratificar y aún endurecer los puntos de vista y actitudes de los tiempos en que su marido vivía.
Esta voltereta de la opinión pública parece haber hecho torcer el rumbo al ex gobernador. Todo hacía pensar que se encaminaba hacia un enfrentamiento con un desprestigiado gobierno nacional que apenas concentraba un tercio de los votos nacionales. Ahora, con este repunte (que nadie sabe si se sostendrá en el tiempo), De la Sota se sube al avión presidencial, concurre al acto en Renault y, aunque rechazado por los kirchneristas más puros, comienza a pensar en ser el candidato de una probable unidad del peronismo de Córdoba. Esto supone también repensar la conveniencia de unificar las fechas electorales porque, como van las cosas, Cristina no resta sino que, al contrario, puede sumarle votos para su sueño de volver a la gobernación de Córdoba.
domingo, 7 de noviembre de 2010
El peronismo de Córdoba y el neokirchnerismo. Por Daniel V. González
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