El kirchnerismo fundamentalista muy poco y nada tiene que ver con el peronismo. Representa aquello que puede denominarse, desde el plano técnico, ”kirchneristas no PJ”. Lucen por la desmedida intrascendencia electoral. Mantienen una relación distante con el ajeno Justicialismo. A veces, la relación es –incluso– antagónica. Justamente, el Justicialismo, tanto en la periferia como en el fondo, que es la fuente sustancial del poder que legitima a Kirchner
En los papeles, Kirchner es el jefe formal del Partido Justicialista. Al que mantiene dormido. Con la contundencia de varios Trapax diarios. Prefiere Kirchner patrocinar, en cambio, a los integristas, distribuidos en grupos sonoramente frágiles. Lo ayudan notablemente a tomar distancia de quienes lo sostienen. Sin el pretexto de ninguna transversalidad. Kirchner se aleja del peronismo que supuestamente conduce. O sólo captura. Deriva en mera plataforma de lanzamiento. En pilar de apoyo.
El conjunto de aliados, de integristas que representan el progresismo, presenta la versión intelectualosa. O el formato político. O el impresionante piadosismo de las “organizaciones sociales”. Pueden presentarse, ante la historia del presente, como grupúsculos que se abusan del peronismo que desprecian. Viven del peronismo. Pero, en el mejor de los casos, lo ningunean. Es ostensiblemente más grave que negarlo. Es desmerecerlo. Subestimarlo. Tomar a los peronistas por giles.
Para los fiolos de la coyuntura, el peronismo emerge como el lugar sucio. Es adonde hay que enchastrarse, necesariamente, para buscar los votos. Las ideas –para Kirchner– deben sacarse de otra parte. Aunque carezcan de ideas. De originalidad.
Hay tres productos culturales. Son los que se ubican a la vanguardia de la patología kirchnerista. Vaya, en primer lugar, Carta Abierta. Es la Agrupación de intelectuales que producen, cada tanto, una bula papal. Segundo, Miradas al Sur. Semanario de domingo, reducto del kirchnerismo integrista. Tercero, el entretenimiento televisivo, alternativamente diario, Seis siete 8:00.Los productos culturales de referencia no se caracterizan sólo por defender las posiciones del oficialismo. Emergen como valiosos instrumentos para atacar a los adversarios. Para ridiculizar sus causas. Para consolidar las imposturas integristas.
Son tres polos de degradación, presentados con una crueldad descarada. En este orden: a) El campo (la Comisión de Enlace); b) Los medios de comunicación (sintetizados en el Grupo Clarín), y c) La oposición política. Centrada en la aniquilación alternativa de Macri y/o de Cobos.
Los tres ámbitos culturales aludidos (Carta Abierta, Miradas al Sur, 6-7-8) presentan un lineamiento perceptiblemente unificador. Es la ausencia, casi total, del peronismo. Como enfoque. Como problemática para tratar. Puede consignarse la inquietud. Resulta literalmente imposible, desde el peronismo capturado, sostener las imposturas que instalan los Kirchner, a presión. Los dirigentes envueltos, tristemente empaquetados, en la práctica, las apoyan. Son cómplices involuntarios de los desbordes del integrismo. Aunque se muestren, en privado, conscientes del camino que los lleva hacia la bancarrota. Consternados, los peronistas capturados, por la duda existencial. Deriva en la pregunta que los atormenta: ”¿Cuándo saltar?”. Desde el peronismo no brotan ideas que legitimen, a los Kirchner, ante el presente. Mucho menos, ante la posteridad. Para atacar o defenderse, Kirchner prefiere ampararse en el exterior del peronismo. El kirchnerismo no PJ, a pesar de la irrelevancia electoral, se las ingenió para apropiarse de los sectores significativos donde debería brotar la cultura. Como la secretaría homónima. El Ministerio de Educación, los organismos descentralizados (Instituto del Cine). Pero sobre todo el Canal 7. Es precisamente aquí donde es más notoria la ausencia total del peronismo. En la Televisión Pública, copada por los integristas que tienen nada para perder. Ni siquiera historia.
Debe discutirse al kirchnerismo como una versión patológicamente esquizofrénica del peronismo capturado. Sostenido, en la actualidad, por la ideología del antagónico. Productor del fundamentalismo rabiosamente salvaje, que en ningún momento enarbola las banderas menos elementales del peronismo que los alimenta. Como si los progresistas, igual que en los setenta, se hubieran infiltrado. Se percibe pálido, el final.
En los papeles, Kirchner es el jefe formal del Partido Justicialista. Al que mantiene dormido. Con la contundencia de varios Trapax diarios. Prefiere Kirchner patrocinar, en cambio, a los integristas, distribuidos en grupos sonoramente frágiles. Lo ayudan notablemente a tomar distancia de quienes lo sostienen. Sin el pretexto de ninguna transversalidad. Kirchner se aleja del peronismo que supuestamente conduce. O sólo captura. Deriva en mera plataforma de lanzamiento. En pilar de apoyo.
El conjunto de aliados, de integristas que representan el progresismo, presenta la versión intelectualosa. O el formato político. O el impresionante piadosismo de las “organizaciones sociales”. Pueden presentarse, ante la historia del presente, como grupúsculos que se abusan del peronismo que desprecian. Viven del peronismo. Pero, en el mejor de los casos, lo ningunean. Es ostensiblemente más grave que negarlo. Es desmerecerlo. Subestimarlo. Tomar a los peronistas por giles.
Para los fiolos de la coyuntura, el peronismo emerge como el lugar sucio. Es adonde hay que enchastrarse, necesariamente, para buscar los votos. Las ideas –para Kirchner– deben sacarse de otra parte. Aunque carezcan de ideas. De originalidad.
Hay tres productos culturales. Son los que se ubican a la vanguardia de la patología kirchnerista. Vaya, en primer lugar, Carta Abierta. Es la Agrupación de intelectuales que producen, cada tanto, una bula papal. Segundo, Miradas al Sur. Semanario de domingo, reducto del kirchnerismo integrista. Tercero, el entretenimiento televisivo, alternativamente diario, Seis siete 8:00.Los productos culturales de referencia no se caracterizan sólo por defender las posiciones del oficialismo. Emergen como valiosos instrumentos para atacar a los adversarios. Para ridiculizar sus causas. Para consolidar las imposturas integristas.
Son tres polos de degradación, presentados con una crueldad descarada. En este orden: a) El campo (la Comisión de Enlace); b) Los medios de comunicación (sintetizados en el Grupo Clarín), y c) La oposición política. Centrada en la aniquilación alternativa de Macri y/o de Cobos.
Los tres ámbitos culturales aludidos (Carta Abierta, Miradas al Sur, 6-7-8) presentan un lineamiento perceptiblemente unificador. Es la ausencia, casi total, del peronismo. Como enfoque. Como problemática para tratar. Puede consignarse la inquietud. Resulta literalmente imposible, desde el peronismo capturado, sostener las imposturas que instalan los Kirchner, a presión. Los dirigentes envueltos, tristemente empaquetados, en la práctica, las apoyan. Son cómplices involuntarios de los desbordes del integrismo. Aunque se muestren, en privado, conscientes del camino que los lleva hacia la bancarrota. Consternados, los peronistas capturados, por la duda existencial. Deriva en la pregunta que los atormenta: ”¿Cuándo saltar?”. Desde el peronismo no brotan ideas que legitimen, a los Kirchner, ante el presente. Mucho menos, ante la posteridad. Para atacar o defenderse, Kirchner prefiere ampararse en el exterior del peronismo. El kirchnerismo no PJ, a pesar de la irrelevancia electoral, se las ingenió para apropiarse de los sectores significativos donde debería brotar la cultura. Como la secretaría homónima. El Ministerio de Educación, los organismos descentralizados (Instituto del Cine). Pero sobre todo el Canal 7. Es precisamente aquí donde es más notoria la ausencia total del peronismo. En la Televisión Pública, copada por los integristas que tienen nada para perder. Ni siquiera historia.
Debe discutirse al kirchnerismo como una versión patológicamente esquizofrénica del peronismo capturado. Sostenido, en la actualidad, por la ideología del antagónico. Productor del fundamentalismo rabiosamente salvaje, que en ningún momento enarbola las banderas menos elementales del peronismo que los alimenta. Como si los progresistas, igual que en los setenta, se hubieran infiltrado. Se percibe pálido, el final.
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