Primero como cantor, ahora como político, José Manuel De la Sota se ha presentado al gran público dos veces en una semana. Aunque no dijo en cuál de sus dos carreras paralelas está más interesado en promover, lo sospechamos.
Quizá haya evaluado que sus ventajas comparativas están del lado de la acción pública y por eso, sin descartar ni desmerecer su nuevo y sorpresivo perfil, esta vez habló de política con Mario Pereyra por Cadena 3.
Bueno… decir que habló puede sonar a una exageración porque lo más claro de toda la entrevista fue que evitó dar definiciones concretas sobre todos los temas por los que fue consultado.
Amparado en su edad, apenas sesenta, se colocó en una posición más allá del bien y del mal, e insistió en una queja contra los “politongos”, en alusión a los políticos que, según su visión, se pelean en todo momento y por todo. Un raro concepto puesto en boca de un político como De la Sota. Veamos: si por “pelearse” entendemos proferir agravios cotidianamente contra los oponentes, sin duda el ex gobernador tiene toda la razón en tomar distancia.
Ahora bien, si por “pelearse” nos referimos al intercambio de ideas, aún duro y firme en defensa de una posición, entonces De la Sota se nos aparece como un político reblandecido. Y no serán pocos los que adjudicarán esta actitud elusiva a su preferencia por la canción melódica que, al parecer, con su poesía va carcomiendo las filosas aristas que suelen ser imprescindibles para la lucha política.
Por momentos, por el tono medido, calmo, parsimonioso e intencionadamente pacífico, parecía que estábamos escuchando a Paulo Coelho y no a un político de la prosapia de De la Sota.
Lo más llamativo de todo fue la negativa, expresada como una elusión reiterada pese a la encerrona a que lo sometía implacablemente el entrevistador, a pronunciarse claramente acerca del gobierno nacional. Apenas si refirió que él, De la Sota, le hizo conocer a Kirchner su posición adversa a la Resolución 125 y su política respecto del campo, a la que calificó de insensata.
Y punto. Nada más respecto del gobierno nacional.
Nada respecto del significado de las elecciones del 28 de Junio, por ejemplo. Ni de la nueva composición de la cámara.
Nada respecto del llamado peronismo disidente.
Nada de nada respecto de los temas más importantes de la agenda política nacional, lo cual nos hace pensar que su objetivo político consiste en no enemistarse con el kirchnerismo local para subirlo al tren de su pelea por la gobernación de Córdoba, en la probable creencia que a los votos del peronismo pueden agregarse los del Frente para la Victoria en la futura contienda electoral.
Está bueno eso de priorizar las realizaciones y postergar los enfrentamientos estériles. Eduardo Duhalde viene diciendo algo parecido. Pero todos sabemos que eso no alcanza a configurar un programa político.
Y para tener aspiraciones serias hay que pronunciarse.
Discutir.
Fijar posiciones.
Decir: “esto me gusta y esto no me gusta”.
Si no, la gente no sabe por quien está votando. Y, antes de eso, los militantes partidarios no saben para qué proyecto están trabajando y juntando votos.
En materia de música, de la Sota se mostró amplio: dijo que le gustaba todo. Y seguramente sea así: que su espíritu amplio le permita disfrutar desde el Concerto grosso alla rustica de Vivaldi hasta Quien se ha tomado todo el vino, de Carlos Jiménez.
Pero la actual situación política nos hace pensar que en la campaña que se viene, el electorado pedirá definiciones un poco más precisas.
Y, que sepamos, el verbo “pelear” no ha sido proscrito del diccionario de la política.
Quizá haya evaluado que sus ventajas comparativas están del lado de la acción pública y por eso, sin descartar ni desmerecer su nuevo y sorpresivo perfil, esta vez habló de política con Mario Pereyra por Cadena 3.
Bueno… decir que habló puede sonar a una exageración porque lo más claro de toda la entrevista fue que evitó dar definiciones concretas sobre todos los temas por los que fue consultado.
Amparado en su edad, apenas sesenta, se colocó en una posición más allá del bien y del mal, e insistió en una queja contra los “politongos”, en alusión a los políticos que, según su visión, se pelean en todo momento y por todo. Un raro concepto puesto en boca de un político como De la Sota. Veamos: si por “pelearse” entendemos proferir agravios cotidianamente contra los oponentes, sin duda el ex gobernador tiene toda la razón en tomar distancia.
Ahora bien, si por “pelearse” nos referimos al intercambio de ideas, aún duro y firme en defensa de una posición, entonces De la Sota se nos aparece como un político reblandecido. Y no serán pocos los que adjudicarán esta actitud elusiva a su preferencia por la canción melódica que, al parecer, con su poesía va carcomiendo las filosas aristas que suelen ser imprescindibles para la lucha política.
Por momentos, por el tono medido, calmo, parsimonioso e intencionadamente pacífico, parecía que estábamos escuchando a Paulo Coelho y no a un político de la prosapia de De la Sota.
Lo más llamativo de todo fue la negativa, expresada como una elusión reiterada pese a la encerrona a que lo sometía implacablemente el entrevistador, a pronunciarse claramente acerca del gobierno nacional. Apenas si refirió que él, De la Sota, le hizo conocer a Kirchner su posición adversa a la Resolución 125 y su política respecto del campo, a la que calificó de insensata.
Y punto. Nada más respecto del gobierno nacional.
Nada respecto del significado de las elecciones del 28 de Junio, por ejemplo. Ni de la nueva composición de la cámara.
Nada respecto del llamado peronismo disidente.
Nada de nada respecto de los temas más importantes de la agenda política nacional, lo cual nos hace pensar que su objetivo político consiste en no enemistarse con el kirchnerismo local para subirlo al tren de su pelea por la gobernación de Córdoba, en la probable creencia que a los votos del peronismo pueden agregarse los del Frente para la Victoria en la futura contienda electoral.
Está bueno eso de priorizar las realizaciones y postergar los enfrentamientos estériles. Eduardo Duhalde viene diciendo algo parecido. Pero todos sabemos que eso no alcanza a configurar un programa político.
Y para tener aspiraciones serias hay que pronunciarse.
Discutir.
Fijar posiciones.
Decir: “esto me gusta y esto no me gusta”.
Si no, la gente no sabe por quien está votando. Y, antes de eso, los militantes partidarios no saben para qué proyecto están trabajando y juntando votos.
En materia de música, de la Sota se mostró amplio: dijo que le gustaba todo. Y seguramente sea así: que su espíritu amplio le permita disfrutar desde el Concerto grosso alla rustica de Vivaldi hasta Quien se ha tomado todo el vino, de Carlos Jiménez.
Pero la actual situación política nos hace pensar que en la campaña que se viene, el electorado pedirá definiciones un poco más precisas.
Y, que sepamos, el verbo “pelear” no ha sido proscrito del diccionario de la política.
2 comentarios:
Estimado Daniel, como siempre, muy buena tu nota.-
Tenemos que presionar por definiciones.-
De la Sota, se confunde si cree que los sofistas eran cobardes.-
Aunque no se sabe bien que quiere (tengo mis dudas que él lo sepa).-
Lo que no me quedan dudas, es que si sigue en esta linea (ni siquiera es un fabiano), de jugar el partido desde afuera de la cancha, con la politica le va a pasar lo mismo que con la musica.-
Si al le gustan todos los generos, todos los autores y todos los interpretes, no significa de ninguna manera que todos gusten de lo que el canta.-
Isidoro
De la Sota está bien definido, como siempre, disimula sus verdaderas intenciones. Queden tranquilos los "disidentes" (versión UCRI del PJ?), el gallego está más cerca de las posiciones derechosas del mundillo PJIntransigente. Sólo que es "abeja reina" y poco confiable. Según se ve en las posturas (y sus voceros) anti-K, no le hacen sombra al LUPO, pero pueden trabar el fenomenal avance de esta bendita NACIÓN. Lástima, este PJI es la muestra del PJ de córdoba (todavía existe?) que nos quieren meter estos dirige-gentes. El pueblo NO se los agradecerá. Tabernero
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