Al oficialismo le cuesta simular que las masivas demostraciones de
protesta del 8 de noviembre no lo han afectado. El esfuerzo, por
caso, de la Presidente por aparentar ignorarlas está cargado de
elocuencia: ella no mencionó las protestas y hasta evocó, para
eclipsarlas, los sin duda importantes pero exóticos
cambios en la cúpula del comunismo chino.
Fatalmente, el silencio destaca lo innombrado.
En cualquier caso, como la Presidente no es persona de quedarse
callada, también sus palabras revelan que el 8N dejó huellas allí.
Los últimos discursos presidenciales incorporaron párrafos
destinados a halagar a las clases medias; un gesto si se quiere candoroso
pensado para recuperar la buena voluntad de ese sector social que
–de acuerdo al propio relato de los voceros oficiales- tuvo el protagonismo de
las demostraciones de septiembre y noviembre. A esta altura, de todos modos, las
palabras difícilmente alcancen para restañar heridas, especialmente si
contradicen los actos, las actitudes y hasta otras expresiones que se pronuncian
a la par de esos piropos. Por ejemplo; esa clase media a la que la señora de
Kirchner quiere aproximarse en sus últimos discursos, es pintada por uno de sus
protegidos, el diputado camporista Andrés Larroque, como una
procesión de zombies.
Para aparentar fortaleza, el gobierno finge desdeñar las protestas;
para sofocar la desmoralización de la propia tropa, vitupera a los que se
movilizan; para conjurar su aislamiento, los adula. El gobierno
tiene objetivos (y sectores internos) demasiado divergentes y el 8N ilumina con
crudeza esas tensiones.
No pertenecer tiene sus privilegios
Después del 8N lo que empieza a rendir dividendos en el seno del
peronismo es tomar distancia del gobierno central. Sólo dos gobernadores de la
coalición oficialista (el de Chaco y el de Entre Ríos) se
solidarizaron inequívocamente con la Casa Rosada ante las movilizaciones de
protesta. Otros eligieron el silencio. Otros se diferenciaron a través del
expediente de reconocer las dimensiones del fenómeno y la necesidad de prestarle
atención. Otros, en fin se mostraron al lado de los reclamos.
Paralelamente, dirigentes de alto perfil, a menudo mencionados como
candidatos presidenciales en 2015 (José Manuel De la Sota, Daniel Scioli, Juan
Manuel Urtubey y hasta el intendente de Tigre, de elevadísima imagen positiva)
optaron por un mayor activismo político y una mayor exposición, cada uno con su
propio estilo.
De la Sota fue el más jugado: en un acto organizado en Córdoba por
una terminal automotriz francesa (al que la Presidente decidió a
último momento no concurrir), el gobernador se pronunció por una actitud
política dialoguista y respaldó el planteo sindical que pide la eliminación del
impuesto al trabajo. Este reclamo (o, al menos, su formulación más
moderada: la elevación del piso salarial imponible) es compartido por todas las
fracciones gremiales, inclusive las más oficialistas, pero acababa de ser
rechazado por el gobierno, que sólo prometió, para este año,
desgravar el pago del medio aguinaldo. De la Sota discrepó en público con el
poder central y eso no suele tolerarse en el oficialismo: la ministra de
Industria, presente en el acto cordobés, reaccionó destempladamente y al día
siguiente llovió sobre el gobernador la metralla verbal de medio gabinete. En
rigor, esos ataques no han de haber sorprendido a De la Sota (él sabe los bueyes
con que ara) y tampoco lo deben de haber preocupado: el entrevero contribuye
a perfilarlo como un futuro candidato presidencial que no es
tímido para enfrentar al poder central.
Con un estilo más cauto, Daniel Scioli y Sergio Massa se han
mostrado juntos en varios actos en la provincia de Buenos Aires.
Massa le dijo al periódico virtual Urgente 24 que seguirá "buscando
acuerdos con otros intendentes pero no para estar al servicio del Frente para la
Victoria sino para generar un proyecto diferente, que permita una mejor gestión
de la Provincia de Buenos Aires". Sus amigos aseguran que está en
camino de diferenciarse del kirchnerismo (lo haría en marzo) y que desoyó el
intento de seducción que protagonizó el mismísimo Carlos Zanini (“Jugá con
nosotros, tenés todas las puertas abiertas; hasta podés ser candidato
presidencial. Olvidáte de Scioli: está frito”). En principio, se propone
encabezar la lista de diputados nacionales del distrito en 2013.
Scioli, además de fotografiarse con Massa y coincidir con él en dos
actos en un solo día, anduvo por La Rioja, en conversaciones con el gobernador
Beder Herrera animadas por el diputado Jorge Yoma: una excursión
bien lejos del distrito que administra y una nueva señal de humo sobre su
vocación presidencial. “Oportunamente Daniel será presidente”, tradujo
Jorge Telerman, secretario de Cultura bonaerense.
La atmósfera del 8N y los pronunciamientos de la oposición
parlamentaria han clausurado las chances de re-reelección de la señora de
Kirchner y los candidatos peronistas con capital propio ocupan
territorio. A la vista no hay candidatos “del modelo” con posibilidades
electorales.
¿Barajar y dar de nuevo?
La nueva situación pone nervioso al cristinismo, pero todavía no lo
induce a darse por vencido. Sus sectores más intransigentes
admiten por el momento la necesidad de reducir la intensidad de
los ataques contra Scioli y Massa pero no cancelan la desconfianza sobre ambos.
Lo que justifica la tregua, para ellos, es la necesidad de no dispersar fuerzas
en vísperas de “la batalla decisiva”, es decir la batalla contra el Grupo
Clarín. El 7D.
La señora de Kirchner es la que baja la línea: “Paso a paso…ahora
concentramos la atención en la aplicación de la ley a Clarín. Después de ganar
esa batalla, habrá que barajar y dar de nuevo”. El oficialismo confía en
recuperarse.
De todos modos, concentrar la atención no es coser y bordar: el
martes tres centrales sindicales prometen parar el país, mientras en Nueva York
el juez Griessa debe tomar una decisión que puede concluir para la Argentina en
un “default técnico”; el 17 de diciembre el FMI juzgará el sistema estadístico
argentino (con un veredicto más que previsible); la Fragata Libertad seguirá
paralizada en Ghana por lo menos hasta fin de mes (recién entonces el Tribunal
del Derecho del Mar escuchará a las partes); las empresas estatales que el
gobierno exhibe como emblemáticas (YPF, Aerolíneas Argentinas) pisan terreno
cada vez más pantanoso…
No es tan fácil barajar y dar de nuevo.
Jorge Raventos
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