El doctor Alieto Guadagni ha sido secretario de Energía, secretario de Industria, embajador en Brasil y, entre otras ocupaciones, director del Banco Mundial en representación del Cono Sur. Esta noche, entonces (ya con la energía eléctrica recobrada), observamos cómo anochece sobre Buenos Aires y nuestras preguntas van hacia los orígenes de la crisis energética que nos agobia.
—Mire, a mí esto no me sorprendió. –explica Guadagni–. No conozco los detalles, pero le repito que no me sorprendió por una razón muy sencilla: el sistema de distribución de electricidad del Gran Buenos Aires que está a cargo de Edenor y de Edesur está totalmente mal mantenido y sin inversiones. La propia información oficial lo demuestra: el ENRE (que es el ente regulador) publica información sobre varias cosas. Por ejemplo: la cantidad de reclamos de los usuarios entre 2007 y 2011 aumentó un 32%. El tiempo promedio en resolver los reclamos aumentó un 70%. Estos son, entonces, indicadores claros que muestran un deterioro evidente (estamos hablando de 2007 a 2011) de servicio Si hay más interrupciones y se tarda más tiempo en repararlas resulta claro que algo no anda bien. Entonces, la pregunta de rigor es ¿qué es lo que no anda bien? Y… se cayó la inversión. Para poder mantener un buen nivel de servicio (sin cortes ni interrupciones) estas empresas deberían invertir más de 200 millones de dólares por año. En cambio, han invertido 120 millones por año. O sea, 80 millones menos. Y esto durante diez años El total nos da 800 millones de dólares. Si usted tiene un auto y no le efectúa los arreglos que corresponden, si no lo mantiene… bueno, en algún momento va a tener problemas. Entonces, cuando el ministro De Vido dice que alguien bajó la palanca yo digo: “Sí, tiene razón. Alguien la bajó: la bajó el propio ministro”. Y la razón es que condujo una política energética que provocó la descapitalización del sector. Así que no hay que sorprenderse frente a estos eventos.
—Pero usted, como ex secretario de Energía, cómo analiza la posibilidad de un sabotaje?
—Bueno, la información oficial de Cammesa dos horas después del evento afirma que “…se desconocen las causas…”. Luego están las declaraciones de Oscar Lescano (secretario general de Luz y Fuerza), que atribuye el episodio a la interferencia de unos álamos. Cosa que yo desconozco. No lo sé. Pero aquí hay algo muy importante y es lo que Lescano había dicho antes: “Si hubiera habido sabotaje, yo me hubiera enterado”.
—Bueno, él conoce bien el escenario.
—A un hombre que dirige ese gremio desde hace cuarenta años no se le puede decir que hay un sabotaje y que él no lo sepa.
—También hay algo que llama la atención. Si recorremos los diarios del lunes 12 observamos que otro ex secretario de Energía, como el doctor Lapeña, señala que el ministro De Vido dio una conferencia de prensa recién 18 horas después del corte. Es decir que transcurren casi dos días sin que, oficialmente, se nos explique lo que ha pasado.
—Evidente. Además lo del sabotaje y de bajar la palanca ya lo había dicho en 2004. En 2004 hubo, en efecto, una interrupción, y él dijo lo mismo. Pero eso forma parte de una política que es no hacerse cargo ni ser responsable de nada. Pero, vuelvo a repetir: todos los indicadores oficiales muestran de una manera incontrastable que el servicio se viene deteriorando desde hace cinco, seis o siete años Y, también, que las empresas no han invertido lo requerido para mantener un buen servicio. Reitero que han invertido 120 millones de dólares por año cuando deberían haber invertido 200.
—¿Usted coincide con algunos de sus colegas que sostienen que las empresas de servicios públicos de electricidad están, en muchos casos, al borde de la cesación de pagos y que el público debería saberlo?
—Están en cesación de pagos. ¿Y cómo funciona la cesación de pagos? Le explico: estas empresas no producen electricidad. La distribuyen. ¿A quién le compran? Le compran a un “pool” manejado por el Estado que se llama Cammesa y que es una especie de caja centralizada. Ahí compran la electricidad de alta tensión. ¡Pero después no le pagan al “pool”! No le pagan a Cammesa. Entonces, técnicamente, están en cesación de pagos. Pero le explico algo más: la crisis energética en Argentina es mucho más grave que los cortes de luz. Los cortes son sólo una parte de la crisis energética que tiene que ver con la distribución de electricidad. Pero aquí hay una crisis mucho más profunda, y que es toda la descapitalización del sector. Desde el año 2003 el sector viene cayendo en producción, en inversiones, en exploraciones y en reservas. Que no funcione la electricidad no es una cosa puntual: aquí lo que hay es un problema estructural.
—Sigamos entonces en el campo energético. ¿Y en cuanto a la expropiación de YPF?
Guadagni suspira y luego responde:
—Bueno, vamos a los resultados que tenemos hasta ahora. En primer término, el Estado expropia YPF haciéndole un cargo a Repsol en el cual el Estado tiene razón: en los últimos años la política de Repsol fue vaciar YPF. ¿Y qué quiere decir esto? Técnicamente “vaciar” significa que toda la ganancia se reparte entre los accionistas y no se invierte. Eso es un vaciamiento. Pero de lo que el Gobierno se olvida es de que el Estado argentino es socio de ese vaciamiento. Este es un punto muy importante. Mire, cuando Repsol le vende la cuarta parte de la empresa más grande de la Argentina a un consorcio que no era argentino sino español-australiano constituido jurídicamente en Australia, incluye una cláusula por la cual se iban a repartir todas las ganancias en efectivo. Usted comprenderá que si todas las ganancias se reparten en efectivo (más del 90%) claramente no hay inversión. Usted me podrá decir que siendo éste un negocio entre privados ¿qué tiene que ver ahí el Estado? Pero no. El Estado fue socio de esto. Fjese usted –Guadagni exhibe la fotocopia de un documento– que en la cláusula resolutoria dice: “La compraventa queda sujeta a la siguiente condición resolutoria: la no obtención dentro del plazo de 12 meses de la fecha de este contrato de la autorización a la compra-venta por parte de la Comisión Nacional de dicha competencia o la Secretaría de Comercio Interior…”
—El Estado interviene entonces.
—A través de Moreno. Está probado. Pero, como si esto fuera poco, en ninguna empresa petrolera argentina hay un director nombrado por el Estado. ¡Sólo en YPF! A pesar de la privatización, siempre un señor se sentaba en el directorio con instrucciones del gobierno argentino El señor ministro de Infraestructura De Vido, en los balances 2007, 2008, 2009 y 2010, da instrucciones de votar a favor del vaciamiento de YPF. Esta es una cosa increíble: en el mundo las empresas petroleras reparten. Por ejemplo, Petrobrás reparte el 41%, el 30%, el 46%; Total, la francesa, el 38%; Chevron, 31%; Exxon, 25%; Shell, 41%, etc. El promedio mundial petrolero es de 26%, pero aquí hay una empresa que repartió en el primer año el 255% de las ganancias. Y piense que YPF en 2008 ganó 3.640 millones de pesos y repartió, en efectivo, 9.287 millones. O sea que aumentó los dividendos en un 235%. ¡Algo increíble! Es un vaciamiento total. Pero lo grave, repito, es que no son negocios entre los españoles de la Caja de Cataluña (que es el mayoritario) y un grupo no argentino, es decir español-australiano, sino que el Estado argentino lo bendice. Y lo bendice porque la cláusula resolutoria 5.1 del contrato del 21 de febrero de 2008 es bien clara: Repsol-YPF con el grupo Petersen. Además, si usted mira atentamente este contrato hasta suena como una tomadura de pelo. ¿Cómo Repsol le vende la cuarta parte de la compañía a una empresa que no sabe nada de petróleo? Porque fíjese que la define como “empresa de nacionalidad española especializada en inversión, gestión, administración de valores, títulos, bonos y acciones”. Ciertamente no es una empresa petrolera. Entonces lo que quiero subrayar es que hemos perdido el autoabastecimiento petrolero, entre otras cosas porque se vació YPF con el apoyo y la participación del Estado argentino.
—Hace unas horas se conoció en París el Informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que señala que Estados Unidos va a superar a Rusia y a Arabia Saudita como productor de gas y petróleo y que en 2030 se convertirá en exportador de crudo gracias al inesperado aporte de los llamados hidrocarburos no tradicionales y que la Argentina también debería resultar beneficiada con ese fenómeno porque su producción de gas natural podría llegar a 66 mil millones de metros cúbicos en 2035… Sin embargo, el informe de AIE también añade: “… a pesar de las reales perspectivas de Argentina de aumentar su producción de gas líquido natural gracias a la emergencia de una industria del shale gas, el deterioro del clima propicio a las inversiones provocado por la decisión del Gobierno de nacionalizar YPF podría frustrar estas esperanzas…”. ¿Esto es así, doctor Guadagni?
—Sería necesaria otra política y con otra gente. Porque ¿qué pasó con el gas natural? La producción de gas natural viene cayendo desde 2004, pero lo más grave es que las reservas de gas natural han caído… Hay menos reservas de gas hoy que en el año ’90. Y nosotros, en el año ’90, no consumíamos gas. No había ningún vehículo a GNC, no estaba el polo petroquímico de Bahía Blanca… Lo que dice el informe de AIE es cierto, pero allí hablan de recursos y no de reservas. Recursos es un concepto genérico. Más bien de carácter físico. Para que sea reserva tiene que ser aprovechable y sustentable con respecto al medio ambiente. Por supuesto que allí también debe haber alicientes a la inversión. Esto no ha ocurrido y, hasta ahora, YPF no ha podido dar vuelta la cuestión. Tengo en la mano el último balance de YPF que se presentó el 30 de septiembre de este año, y si comparamos el tercer trimestre de este año con el mismo del año pasado el balance nos dice que la producción de petróleo crudo subió 0,6% y la producción de gas licuado cayó 8,4% y la producción de gas cayó 1,7%. La producción de gas sigue cayendo. Y no creo que YPF pueda revertir esta tendencia decreciente porque no tiene fondos para invertir.
—Perdón, pero ¿por qué no tenemos inversores interesados en el yacimiento de shale gas de Vaca Muerta?
—Le devuelvo la pregunta: ¿y por qué vamos a tenerlos? No están dadas las condiciones. El posible inversor no puede pasar, como ejecutivo de esa empresa, un test de su asesor jurídico. ¿Por qué? Pues porque su asesor jurídico le va a preguntar algunas cosas. Supongamos que usted es el presidente de una compañía y quiere hacer un contrato con YPF, el asesor jurídico le preguntará: “Y si después de hacer este contrato ponen un impuesto nuevo ¿qué pasa?”. Porque por ahí ponen otro impuesto. “Y si después de hacer este contrato nos prohíben mandar los dividendos al exterior, ¿qué pasa?”. Y… no sé lo que va a pasar, etc., etc. El asesor jurídico terminará por preguntarle “¿Y usted quiere invertir con esa gente?”. En fin, le estoy dando ejemplos, pero la Argentina no tiene previsibilidad jurídica, y si usted no tiene previsibilidad jurídica es muy difícil tener inversores en esta área. Algunos dicen que no es así porque hay países que están en guerra civil y, sin embargo, tienen inversores en petróleo. Pero hay una diferencia: son países que pueden estar en guerra civil, y hay inversores en petróleo, pero no van a explorar y a buscar. Van a sacar lo que ya está. Ponen un pozo y a los 12 meses lo amortizan. Aquí usted necesita inversores que no vengan a producir petróleo o gas sino que los vengan a buscar, a explorar. Que lo busquen y lo encuentren.
—¿Sería el caso de un yacimiento importante como Vaca Muerta?
—Sí, es muy importante, pero hay que probar muchas cosas. Que sea técnicamente viable; que el agua necesaria no sea excesiva. Le explico: este tipo de exploraciones y explotaciones requieren un uso intensivo de agua. Hay que efectuar estudios técnicos que demuestren que no hay contaminación, que hay agua suficiente, etc., etc. Sintetizando: nosotros tenemos la posibilidad. Hay un recurso que es Vaca Muerta. Un recurso positivo pero, reitero, hasta ahora no tenemos las condiciones de confiabilidad necesarias, desde el punto de vista institucional y político, como para convocar inversiones de envergadura.
—¿Quiere decir que el nombramiento de un profesional tan respetado como el ingeniero Galuccio no ha provocado la confianza internacional que se esperaba?
—Lo que ocurre es que no es el presidente de YPF el que debe inspirar la confianza de los inversores sino el Estado argentino. Galuccio no puede contestar las preguntas que yo formulaba recién. ¿Puede señalar acaso que no vamos a trabar las exportaciones? Ciertamente no. Tampoco puede contestar acerca de si se va a autorizar el giro de los dividendos porque él no es el presidente del Banco Central. Y con respecto a YPF, ya no es una empresa grande. Aquí hay una confusión: dejó de ser la empresa líder. Por ejemplo, en cuanto a gas sólo produce el 23% del total. La empresa más grande es Total (francesa). En cuanto a petróleo, YPF es la primera pero con el 34% de la producción. También hay que saber qué hace el resto de las compañías. YPF no va a arreglar todo esto. Muchos compatriotas aún la ven con la imagen de los años 70 o 80. Aun a comienzos de los 90 YPF producía alrededor del 95% del total. Pero hoy ya no es la empresa líder. Desgraciadamente, después del vaciamiento ha perdido muchas reservas.
—Usted mencionaba recién el liderazgo de la francesa Total. Ellos, al menos, parecen no haber perdido confianza en el país.
—Bueno, están sacando lo que tienen ya en su reserva. La confianza no se mide por lo que están produciendo sino por lo que invierten en exploración. Y, en Argentina, la exploración ha venido cayendo. Una vez que los pozos están descubiertos el negocio es sacar. Le reitero que la confianza es crucial para la exploración, que es una ruleta Y como toda ruleta tiene riesgo propio. Técnicamente se llama “riesgo geológico”. No se le puede añadir, entonces, un riesgo institucional-político porque se convierte en un doble riesgo.
—También, como ex secretario de Industria, usted habrá visto que en la conferencia anual de FIEL una de las cosas que se subrayan es que el gasto público no cesa de crecer.
—Sí. Está a niveles muy altos y, en el caso del sector de energía, esto es grave porque en vez de ir el gasto público energético a la inversión (centrales hidroeléctricas, nucleares, exploración etc.) está dirigido a los subsidios. Y los subsidios energéticos son cuatro puntos del PBI. Para que usted lo entienda y se dé una idea, le explico que cuatro puntos del PBI son 20 mil millones de dólares. Y ésos son los dólares que necesitamos para mejorar el servicio eléctrico; para construir nuevas centrales tanto nucleares como hidroeléctricas; explorar, etc. Por ejemplo deberíamos ir al Mar Continental. Aquí se creó por ley una empresa que se llama Enarsa y cuyo único objetivo es ir al Mar Continental y… ¿qué pasa?, pues que los únicos que están en el Mar Continental son los ingleses. También son los únicos que están haciendo exploración. A mí me molesta mucho que los ingleses se metan en Malvinas, donde no se tienen que meter. Pero me preocupa más que los argentinos no se metan donde deben hacerlo: es decir, en todo el Mar Continental. Ahí tenemos un problema muy serio: con 20 mil millones de dólares anuales, en vez de dedicarlos a la expansión, la inversión y la producción, los estamos dedicando al subsidio de manera indiscriminada. Y esto, ahora, es un monstruo muy difícil de desmontar.
—El informe de FIEL señala que el gasto en educación es flojo y, en cambio, el empleo público ha crecido notablemente.
—Muchísimo. Sobre todo en las provincias. Por ejemplo, en Santa Cruz más del 40% de los trabajadores son empleados del gobierno. En cambio, en Salta son alrededor del 20%.
—¿Cómo estima el crecimiento del PBI?
—Este año puede crecer hasta un uno y medio por ciento... Mire, lo que se acabaron son las tasas chinas. Entonces en el futuro el pronóstico más razonable es que, quizás crezcamos, pero al uno, dos o tres por ciento. Ahora bien, con esos niveles de crecimiento no solucionamos ningún problema social ni tampoco ningún problema de empleo porque a esos niveles no hay generación de empleo. Lamentablemente ya ha quedado atrás una etapa muy próspera como era aquella en la que teníamos los superávit gemelos. Teníamos superávit en cuentas corrientes y superávit fiscal.
—¿En qué año exactamente?
—Esto no es brusco. Comienza a deteriorarse a partir de 2007. Yo diría que coincide bastante con la salida de Lavagna, y si tuviera que sintetizar el tema energético le diría (como en el tango) “que veinte años no es nada…”. Terminó un ciclo histórico de dos décadas de energía abundante, barata y exportada y comenzó un nuevo ciclo largo de energía escasa, importada y cara. Y esto lo venimos diciendo (el grupo de los ocho ex secretarios de Energía) desde hace muchos años.
—Pero usted, como ex secretario de Energía, cómo analiza la posibilidad de un sabotaje?
—Bueno, la información oficial de Cammesa dos horas después del evento afirma que “…se desconocen las causas…”. Luego están las declaraciones de Oscar Lescano (secretario general de Luz y Fuerza), que atribuye el episodio a la interferencia de unos álamos. Cosa que yo desconozco. No lo sé. Pero aquí hay algo muy importante y es lo que Lescano había dicho antes: “Si hubiera habido sabotaje, yo me hubiera enterado”.
—Bueno, él conoce bien el escenario.
—A un hombre que dirige ese gremio desde hace cuarenta años no se le puede decir que hay un sabotaje y que él no lo sepa.
—También hay algo que llama la atención. Si recorremos los diarios del lunes 12 observamos que otro ex secretario de Energía, como el doctor Lapeña, señala que el ministro De Vido dio una conferencia de prensa recién 18 horas después del corte. Es decir que transcurren casi dos días sin que, oficialmente, se nos explique lo que ha pasado.
—Evidente. Además lo del sabotaje y de bajar la palanca ya lo había dicho en 2004. En 2004 hubo, en efecto, una interrupción, y él dijo lo mismo. Pero eso forma parte de una política que es no hacerse cargo ni ser responsable de nada. Pero, vuelvo a repetir: todos los indicadores oficiales muestran de una manera incontrastable que el servicio se viene deteriorando desde hace cinco, seis o siete años Y, también, que las empresas no han invertido lo requerido para mantener un buen servicio. Reitero que han invertido 120 millones de dólares por año cuando deberían haber invertido 200.
—¿Usted coincide con algunos de sus colegas que sostienen que las empresas de servicios públicos de electricidad están, en muchos casos, al borde de la cesación de pagos y que el público debería saberlo?
—Están en cesación de pagos. ¿Y cómo funciona la cesación de pagos? Le explico: estas empresas no producen electricidad. La distribuyen. ¿A quién le compran? Le compran a un “pool” manejado por el Estado que se llama Cammesa y que es una especie de caja centralizada. Ahí compran la electricidad de alta tensión. ¡Pero después no le pagan al “pool”! No le pagan a Cammesa. Entonces, técnicamente, están en cesación de pagos. Pero le explico algo más: la crisis energética en Argentina es mucho más grave que los cortes de luz. Los cortes son sólo una parte de la crisis energética que tiene que ver con la distribución de electricidad. Pero aquí hay una crisis mucho más profunda, y que es toda la descapitalización del sector. Desde el año 2003 el sector viene cayendo en producción, en inversiones, en exploraciones y en reservas. Que no funcione la electricidad no es una cosa puntual: aquí lo que hay es un problema estructural.
—Sigamos entonces en el campo energético. ¿Y en cuanto a la expropiación de YPF?
Guadagni suspira y luego responde:
—Bueno, vamos a los resultados que tenemos hasta ahora. En primer término, el Estado expropia YPF haciéndole un cargo a Repsol en el cual el Estado tiene razón: en los últimos años la política de Repsol fue vaciar YPF. ¿Y qué quiere decir esto? Técnicamente “vaciar” significa que toda la ganancia se reparte entre los accionistas y no se invierte. Eso es un vaciamiento. Pero de lo que el Gobierno se olvida es de que el Estado argentino es socio de ese vaciamiento. Este es un punto muy importante. Mire, cuando Repsol le vende la cuarta parte de la empresa más grande de la Argentina a un consorcio que no era argentino sino español-australiano constituido jurídicamente en Australia, incluye una cláusula por la cual se iban a repartir todas las ganancias en efectivo. Usted comprenderá que si todas las ganancias se reparten en efectivo (más del 90%) claramente no hay inversión. Usted me podrá decir que siendo éste un negocio entre privados ¿qué tiene que ver ahí el Estado? Pero no. El Estado fue socio de esto. Fjese usted –Guadagni exhibe la fotocopia de un documento– que en la cláusula resolutoria dice: “La compraventa queda sujeta a la siguiente condición resolutoria: la no obtención dentro del plazo de 12 meses de la fecha de este contrato de la autorización a la compra-venta por parte de la Comisión Nacional de dicha competencia o la Secretaría de Comercio Interior…”
—El Estado interviene entonces.
—A través de Moreno. Está probado. Pero, como si esto fuera poco, en ninguna empresa petrolera argentina hay un director nombrado por el Estado. ¡Sólo en YPF! A pesar de la privatización, siempre un señor se sentaba en el directorio con instrucciones del gobierno argentino El señor ministro de Infraestructura De Vido, en los balances 2007, 2008, 2009 y 2010, da instrucciones de votar a favor del vaciamiento de YPF. Esta es una cosa increíble: en el mundo las empresas petroleras reparten. Por ejemplo, Petrobrás reparte el 41%, el 30%, el 46%; Total, la francesa, el 38%; Chevron, 31%; Exxon, 25%; Shell, 41%, etc. El promedio mundial petrolero es de 26%, pero aquí hay una empresa que repartió en el primer año el 255% de las ganancias. Y piense que YPF en 2008 ganó 3.640 millones de pesos y repartió, en efectivo, 9.287 millones. O sea que aumentó los dividendos en un 235%. ¡Algo increíble! Es un vaciamiento total. Pero lo grave, repito, es que no son negocios entre los españoles de la Caja de Cataluña (que es el mayoritario) y un grupo no argentino, es decir español-australiano, sino que el Estado argentino lo bendice. Y lo bendice porque la cláusula resolutoria 5.1 del contrato del 21 de febrero de 2008 es bien clara: Repsol-YPF con el grupo Petersen. Además, si usted mira atentamente este contrato hasta suena como una tomadura de pelo. ¿Cómo Repsol le vende la cuarta parte de la compañía a una empresa que no sabe nada de petróleo? Porque fíjese que la define como “empresa de nacionalidad española especializada en inversión, gestión, administración de valores, títulos, bonos y acciones”. Ciertamente no es una empresa petrolera. Entonces lo que quiero subrayar es que hemos perdido el autoabastecimiento petrolero, entre otras cosas porque se vació YPF con el apoyo y la participación del Estado argentino.
—Hace unas horas se conoció en París el Informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que señala que Estados Unidos va a superar a Rusia y a Arabia Saudita como productor de gas y petróleo y que en 2030 se convertirá en exportador de crudo gracias al inesperado aporte de los llamados hidrocarburos no tradicionales y que la Argentina también debería resultar beneficiada con ese fenómeno porque su producción de gas natural podría llegar a 66 mil millones de metros cúbicos en 2035… Sin embargo, el informe de AIE también añade: “… a pesar de las reales perspectivas de Argentina de aumentar su producción de gas líquido natural gracias a la emergencia de una industria del shale gas, el deterioro del clima propicio a las inversiones provocado por la decisión del Gobierno de nacionalizar YPF podría frustrar estas esperanzas…”. ¿Esto es así, doctor Guadagni?
—Sería necesaria otra política y con otra gente. Porque ¿qué pasó con el gas natural? La producción de gas natural viene cayendo desde 2004, pero lo más grave es que las reservas de gas natural han caído… Hay menos reservas de gas hoy que en el año ’90. Y nosotros, en el año ’90, no consumíamos gas. No había ningún vehículo a GNC, no estaba el polo petroquímico de Bahía Blanca… Lo que dice el informe de AIE es cierto, pero allí hablan de recursos y no de reservas. Recursos es un concepto genérico. Más bien de carácter físico. Para que sea reserva tiene que ser aprovechable y sustentable con respecto al medio ambiente. Por supuesto que allí también debe haber alicientes a la inversión. Esto no ha ocurrido y, hasta ahora, YPF no ha podido dar vuelta la cuestión. Tengo en la mano el último balance de YPF que se presentó el 30 de septiembre de este año, y si comparamos el tercer trimestre de este año con el mismo del año pasado el balance nos dice que la producción de petróleo crudo subió 0,6% y la producción de gas licuado cayó 8,4% y la producción de gas cayó 1,7%. La producción de gas sigue cayendo. Y no creo que YPF pueda revertir esta tendencia decreciente porque no tiene fondos para invertir.
—Perdón, pero ¿por qué no tenemos inversores interesados en el yacimiento de shale gas de Vaca Muerta?
—Le devuelvo la pregunta: ¿y por qué vamos a tenerlos? No están dadas las condiciones. El posible inversor no puede pasar, como ejecutivo de esa empresa, un test de su asesor jurídico. ¿Por qué? Pues porque su asesor jurídico le va a preguntar algunas cosas. Supongamos que usted es el presidente de una compañía y quiere hacer un contrato con YPF, el asesor jurídico le preguntará: “Y si después de hacer este contrato ponen un impuesto nuevo ¿qué pasa?”. Porque por ahí ponen otro impuesto. “Y si después de hacer este contrato nos prohíben mandar los dividendos al exterior, ¿qué pasa?”. Y… no sé lo que va a pasar, etc., etc. El asesor jurídico terminará por preguntarle “¿Y usted quiere invertir con esa gente?”. En fin, le estoy dando ejemplos, pero la Argentina no tiene previsibilidad jurídica, y si usted no tiene previsibilidad jurídica es muy difícil tener inversores en esta área. Algunos dicen que no es así porque hay países que están en guerra civil y, sin embargo, tienen inversores en petróleo. Pero hay una diferencia: son países que pueden estar en guerra civil, y hay inversores en petróleo, pero no van a explorar y a buscar. Van a sacar lo que ya está. Ponen un pozo y a los 12 meses lo amortizan. Aquí usted necesita inversores que no vengan a producir petróleo o gas sino que los vengan a buscar, a explorar. Que lo busquen y lo encuentren.
—¿Sería el caso de un yacimiento importante como Vaca Muerta?
—Sí, es muy importante, pero hay que probar muchas cosas. Que sea técnicamente viable; que el agua necesaria no sea excesiva. Le explico: este tipo de exploraciones y explotaciones requieren un uso intensivo de agua. Hay que efectuar estudios técnicos que demuestren que no hay contaminación, que hay agua suficiente, etc., etc. Sintetizando: nosotros tenemos la posibilidad. Hay un recurso que es Vaca Muerta. Un recurso positivo pero, reitero, hasta ahora no tenemos las condiciones de confiabilidad necesarias, desde el punto de vista institucional y político, como para convocar inversiones de envergadura.
—¿Quiere decir que el nombramiento de un profesional tan respetado como el ingeniero Galuccio no ha provocado la confianza internacional que se esperaba?
—Lo que ocurre es que no es el presidente de YPF el que debe inspirar la confianza de los inversores sino el Estado argentino. Galuccio no puede contestar las preguntas que yo formulaba recién. ¿Puede señalar acaso que no vamos a trabar las exportaciones? Ciertamente no. Tampoco puede contestar acerca de si se va a autorizar el giro de los dividendos porque él no es el presidente del Banco Central. Y con respecto a YPF, ya no es una empresa grande. Aquí hay una confusión: dejó de ser la empresa líder. Por ejemplo, en cuanto a gas sólo produce el 23% del total. La empresa más grande es Total (francesa). En cuanto a petróleo, YPF es la primera pero con el 34% de la producción. También hay que saber qué hace el resto de las compañías. YPF no va a arreglar todo esto. Muchos compatriotas aún la ven con la imagen de los años 70 o 80. Aun a comienzos de los 90 YPF producía alrededor del 95% del total. Pero hoy ya no es la empresa líder. Desgraciadamente, después del vaciamiento ha perdido muchas reservas.
—Usted mencionaba recién el liderazgo de la francesa Total. Ellos, al menos, parecen no haber perdido confianza en el país.
—Bueno, están sacando lo que tienen ya en su reserva. La confianza no se mide por lo que están produciendo sino por lo que invierten en exploración. Y, en Argentina, la exploración ha venido cayendo. Una vez que los pozos están descubiertos el negocio es sacar. Le reitero que la confianza es crucial para la exploración, que es una ruleta Y como toda ruleta tiene riesgo propio. Técnicamente se llama “riesgo geológico”. No se le puede añadir, entonces, un riesgo institucional-político porque se convierte en un doble riesgo.
—También, como ex secretario de Industria, usted habrá visto que en la conferencia anual de FIEL una de las cosas que se subrayan es que el gasto público no cesa de crecer.
—Sí. Está a niveles muy altos y, en el caso del sector de energía, esto es grave porque en vez de ir el gasto público energético a la inversión (centrales hidroeléctricas, nucleares, exploración etc.) está dirigido a los subsidios. Y los subsidios energéticos son cuatro puntos del PBI. Para que usted lo entienda y se dé una idea, le explico que cuatro puntos del PBI son 20 mil millones de dólares. Y ésos son los dólares que necesitamos para mejorar el servicio eléctrico; para construir nuevas centrales tanto nucleares como hidroeléctricas; explorar, etc. Por ejemplo deberíamos ir al Mar Continental. Aquí se creó por ley una empresa que se llama Enarsa y cuyo único objetivo es ir al Mar Continental y… ¿qué pasa?, pues que los únicos que están en el Mar Continental son los ingleses. También son los únicos que están haciendo exploración. A mí me molesta mucho que los ingleses se metan en Malvinas, donde no se tienen que meter. Pero me preocupa más que los argentinos no se metan donde deben hacerlo: es decir, en todo el Mar Continental. Ahí tenemos un problema muy serio: con 20 mil millones de dólares anuales, en vez de dedicarlos a la expansión, la inversión y la producción, los estamos dedicando al subsidio de manera indiscriminada. Y esto, ahora, es un monstruo muy difícil de desmontar.
—El informe de FIEL señala que el gasto en educación es flojo y, en cambio, el empleo público ha crecido notablemente.
—Muchísimo. Sobre todo en las provincias. Por ejemplo, en Santa Cruz más del 40% de los trabajadores son empleados del gobierno. En cambio, en Salta son alrededor del 20%.
—¿Cómo estima el crecimiento del PBI?
—Este año puede crecer hasta un uno y medio por ciento... Mire, lo que se acabaron son las tasas chinas. Entonces en el futuro el pronóstico más razonable es que, quizás crezcamos, pero al uno, dos o tres por ciento. Ahora bien, con esos niveles de crecimiento no solucionamos ningún problema social ni tampoco ningún problema de empleo porque a esos niveles no hay generación de empleo. Lamentablemente ya ha quedado atrás una etapa muy próspera como era aquella en la que teníamos los superávit gemelos. Teníamos superávit en cuentas corrientes y superávit fiscal.
—¿En qué año exactamente?
—Esto no es brusco. Comienza a deteriorarse a partir de 2007. Yo diría que coincide bastante con la salida de Lavagna, y si tuviera que sintetizar el tema energético le diría (como en el tango) “que veinte años no es nada…”. Terminó un ciclo histórico de dos décadas de energía abundante, barata y exportada y comenzó un nuevo ciclo largo de energía escasa, importada y cara. Y esto lo venimos diciendo (el grupo de los ocho ex secretarios de Energía) desde hace muchos años.
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