Otra vez nos estamos ocupando del presidente electo del Uruguay, José Mujica. Una de cal y una de arena.Hace pocos días criticamos, por elemental y demagógica, su disposición a donar casi el 90% de su sueldo de presidente. Ahora, en cambio, debemos decir que su discurso ante empresarios de varios países, entre ellos muchos argentinos, nos ha parecido magnífico.¿Qué hizo ahora Mujica? Algo muy sencillo: reunió a unos 1.500 hombres de negocios y los invitó a invertir en su país, asegurándoles que allá se les dejará ganar dinero, que sus empresas no serán expropiadas y que no se le cobrarán impuestos tan altos como para asfixiarlos.Lo dijo con palabras tan claras que no deja lugar a dudas respecto de los conceptos que quiere transmitir: “Señores empresarios -les comunicó- apuesten al Uruguay. No lo decimos desinteresadamente, lo decimos profundamente interesados, porque no somos Mandrake y no podemos generar riqueza con decisiones legislativas”.
Tratándose de quien se trata, un ex guerrillero de los setenta, sus palabras son asombrosas. Mujica está lejos de desconocerle al estado un papel importante en la economía; no come vidrio. Sin embargo, sabe de sus limitaciones, sabe que la inversión y la producción no pueden construirse por decreto. Su frase: “No podemos generar riqueza con decisiones legislativas” es un golpe directo a aquellos que piensan que el Estado lo puede todo.Además, su invitación a invertir encierra en sí misma, todo un concepto sobre el rol del Estado y su relación con los empresarios: desde antes de asumir la presidencia los trata con la amabilidad de quien intenta seducirlos. Confiesa que sin inversión, no hay producción. Y cuando habla de inversión, habla de inversión privada. Dijo: “Necesitamos la inversión, porque genera trabajo, cada vez más y mejor trabajo, mejor remunerado” y aclaró que “eso tiene un ‘previo’: leyes claras y tangibles, y un análisis objetivo que propicie un clima de inversión, que hay que cuidarlo”.También demostró Mujica tener muy clara la vinculación entre producción y recaudación de impuestos: “¡Jugala acá! que no te la van a expropiar, ni te van a doblar con los impuestos. Porque cuánto más inversión, más crece la economía y más aumenta la recaudación que necesitamos para fenomenales inversiones sociales”.Sabe que mayor recaudación proviene de mayor producción y ésta, a su vez, de mayores inversiones. Así funciona este sistema. Sabe también que impuestos muy elevados suponen desinversión, huída de capitales y caída en la producción. Lo dijo con palabras muy claras. Tomó distancia de los aumentos desmesurados de impuestos pues “si hacemos eso estamos fritos, porque matamos la gallina de los huevos de oro”.Para Mujica, los empresarios son eso: una gallina que pone huevos de oro.En la Argentina, muchos de los combatientes de los setenta no piensan como José Mujica. Más bien miran la realidad de manera muy distinta. Opuesta, digamos. Probablemente no se hayan resignado a que -nos guste o no- el mundo en que vivimos y en el que viviremos en un futuro previsible se rige por las normas del capitalismo. Esto significa que el crecimiento depende, en gran medida, del empresario privado, de su inversión, de la producción, de la ganancia, de la acumulación de capital. Ese es el camino para generar empleo, oportunidades laborales e incluso recaudación tributaria para aplicarla a fines tales como mayor educación y asistencia social.No por tender lazos hacia los empresarios nacionales y extranjeros Mujica ha sido condenado en su país como un traidor a la patria o a sus ideales de juventud.La frutilla de la torta en esta reunión realizada en el Hotel Conrad de Punta del Este ha sido la presencia de dos ex presidentes de otros importantes partidos: el “colorado” Julio María Sanguinetti y el “blanco” Luis Alberto Lacalle que fue quien compitió con él por la presidencia hace algunas semanas, y fue derrotado por Mujica.Al término de la reunión, ninguno de ellos denostó al orador sino que, por el contrario, se mostraron de acuerdo con su discurso y, además, con su presencia ratificaron que la convocatoria cuenta con la aprobación de todo el espectro político del Uruguay. Algunos presidentes latinoamericanos podrían tomar nota e intentar la senda que marca el ex tupamaro.
Tratándose de quien se trata, un ex guerrillero de los setenta, sus palabras son asombrosas. Mujica está lejos de desconocerle al estado un papel importante en la economía; no come vidrio. Sin embargo, sabe de sus limitaciones, sabe que la inversión y la producción no pueden construirse por decreto. Su frase: “No podemos generar riqueza con decisiones legislativas” es un golpe directo a aquellos que piensan que el Estado lo puede todo.Además, su invitación a invertir encierra en sí misma, todo un concepto sobre el rol del Estado y su relación con los empresarios: desde antes de asumir la presidencia los trata con la amabilidad de quien intenta seducirlos. Confiesa que sin inversión, no hay producción. Y cuando habla de inversión, habla de inversión privada. Dijo: “Necesitamos la inversión, porque genera trabajo, cada vez más y mejor trabajo, mejor remunerado” y aclaró que “eso tiene un ‘previo’: leyes claras y tangibles, y un análisis objetivo que propicie un clima de inversión, que hay que cuidarlo”.También demostró Mujica tener muy clara la vinculación entre producción y recaudación de impuestos: “¡Jugala acá! que no te la van a expropiar, ni te van a doblar con los impuestos. Porque cuánto más inversión, más crece la economía y más aumenta la recaudación que necesitamos para fenomenales inversiones sociales”.Sabe que mayor recaudación proviene de mayor producción y ésta, a su vez, de mayores inversiones. Así funciona este sistema. Sabe también que impuestos muy elevados suponen desinversión, huída de capitales y caída en la producción. Lo dijo con palabras muy claras. Tomó distancia de los aumentos desmesurados de impuestos pues “si hacemos eso estamos fritos, porque matamos la gallina de los huevos de oro”.Para Mujica, los empresarios son eso: una gallina que pone huevos de oro.En la Argentina, muchos de los combatientes de los setenta no piensan como José Mujica. Más bien miran la realidad de manera muy distinta. Opuesta, digamos. Probablemente no se hayan resignado a que -nos guste o no- el mundo en que vivimos y en el que viviremos en un futuro previsible se rige por las normas del capitalismo. Esto significa que el crecimiento depende, en gran medida, del empresario privado, de su inversión, de la producción, de la ganancia, de la acumulación de capital. Ese es el camino para generar empleo, oportunidades laborales e incluso recaudación tributaria para aplicarla a fines tales como mayor educación y asistencia social.No por tender lazos hacia los empresarios nacionales y extranjeros Mujica ha sido condenado en su país como un traidor a la patria o a sus ideales de juventud.La frutilla de la torta en esta reunión realizada en el Hotel Conrad de Punta del Este ha sido la presencia de dos ex presidentes de otros importantes partidos: el “colorado” Julio María Sanguinetti y el “blanco” Luis Alberto Lacalle que fue quien compitió con él por la presidencia hace algunas semanas, y fue derrotado por Mujica.Al término de la reunión, ninguno de ellos denostó al orador sino que, por el contrario, se mostraron de acuerdo con su discurso y, además, con su presencia ratificaron que la convocatoria cuenta con la aprobación de todo el espectro político del Uruguay. Algunos presidentes latinoamericanos podrían tomar nota e intentar la senda que marca el ex tupamaro.
1 comentario:
Excelente nota, como siempre.-
El discurso de Mujica, parece escrito por Gonzalo Neidal, quien siempre sostuvo y defendió, esta linea de pensamiento.-
De Mujica no puedo decir lo mismo.
Si "Pepe" se hubiera animado en los años de guerrilla, decir un discurso como este, seguramente hubiera sido fusilado por traidor.
En el paredón, no tengan dudas estaría Gonzalo Neidal, y yo tambien.-
Por suerte para Uruguay y el mundo, Borges tenia razón cuando decia : "Solo los imbeciles no cambian", y los kirchneristas tampoco.-
Isidoro
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