domingo, 28 de febrero de 2010

Menem: el voto. Por Carlos Santander


En la Argentina es muy común entre aquellos sectores que tiene opinión, me refiero no solo al ambiente de la prensa, una gran valentía para juzgar críticamente al pasado y una suprema cobardía para enfrentar al presente. Valientes con el poder que fue o que suponen que fue y cobardes con el poder que es o creen que aún es.
Pasa en la política, el periodismo, el empresariado, los sindicatos, el ambiente artístico y, muy especialmente, entre los intelectuales. Es el oportunismo, en un país que, a las puertas del bicentenario de su nacimiento, no define un rumbo acorde con las inmensas posibilidades que nos brinda nuestra naturaleza y con el mundo que va delante de nosotros cualquiera sea la ideología que lo gobierne. Pienso en China, el país de mayor crecimiento hoy, gobernado por el partido comunista, o en Brazil gobernado por un partido de origen troskista, en Chile por una coalición de derecha que exhibe no pocos vínculos con el pasado pinochetista o en Uruguay que avanza presidida por un ex guerrillero tupamaro., incluso en Bolivia que emerge de siglos de atraso de la mano de un indio reelecto por las dos terceras partes de su electorado y que mas allá de sus etiquetas ideológicas busca en Brazil su socio principal. Para que hablar del mundo de los top ten: EEUU, Alemania, Francia, Canadá, Australia, Japón, etc. Todos crecen y distribuyen su riqueza mejor que nosotros. Crecemos y seguimos tanto o más pobres, con gran parte de la población viviendo de la limosna oficial. En los últimos tres años se han fugados capitales por 50 mil millones de dólares. Un dato.
Nuestro país navega sin rumbo, dirigido por valientes jueces del pasado y cobardes jueces del presente. Tenemos mirada de lince para mirar con detalle microscópico el pasado y somos ciegos para mirar más allá de las narices. Es el defecto principal del gobierno, incapaz de la más mínima autocrítica, pero feroz con el pasado. El discurso de Nestor Kirchner después de su enfermedad carotídea es la muestra más acabada de que solo tiene ojos para mirar hacia atrás y carece de espejo que le refleje su fracaso. Pero el vicio del oportunismo no es solo del gobierno es una patología crónica de las clases medias y altas de la Argentina.
Ha pasado una década desde que Menem dejó la presidencia, y los numerosos presidentes que lo sucedieron desde de la Rúa hasta el matrimonio Kirchner no muestran mejores resultados en términos institucionales, económicos, en su relación con el mundo y mucho menos sociales. Aún, comparando una y otra década con las cifras del Indec falseado por Kirchner.
La estrategia de demonizar el pasado tan propio de los cobardes de estos tiempos ha fracasado; el pasado es mejor que el presente, de allí su fuerza.
Frente al triste espectáculo de un Senado abandonado por un gobierno que hasta ayer se creía su dueño absoluto y eterno y una “oposición” que no se anima a llamarse tal y se define como sector “no oficialista” y a la que un itegrante de ella como el payaso del senador Juez, llama Unión Transitoria de Empresas, el ex presidente Menem deja de ser un voto para transformarse en El Voto. El destino hace justicia.

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Impotencia del gobierno, torpezas de la oposición. Por Jorge Raventos


Al concluir el mes de febrero, se cumplen 76 días desde que la señora de Kirchner suscribió el decreto “de necesidad y urgencia” número 2010/09, creando el llamado Fondo del Bicentenario con reservas del Banco Central. Que en tan extenso período, pese a la “necesidad y urgencia” invocada, el oficialismo no haya conseguido poner en ejecución esa decisión presidencial constituye una prueba elocuente de la incontrastable anemia que padece. Habituado a hacerse obedecer y a cumplir sus deseos sin demasiados obstáculos, el kirchnerismo se debate hoy en la impotencia: con una caja menguada y desprovisto de recursos de disciplinamiento, observa cómo la mayoría de los fallos judiciales que gestiona salen al revés de lo que esperaba, mientras el cuerpo de magistrados se notifica de que el gobierno ha extraviado sus anteriores capacidades de protección y de castigo: ya nadie toma demasiado en serio ni las promesas ni las amenazas que deslizan los lenguaraces del poder.

Hay excepciones, claro. En la semana que concluye, en virtud del pacto que cerraron con el bloque oficialista que encabeza el senador rionegrino Miguel Pichetto, los jefes de la oposición en el Senado (cuyo bloque más numeroso es el que lidera el radical jujeño Gerardo Morales) despreciaron la tarea de asegurar su propia fuerza y terminaron trasquilados.
Los opositores –radicales, socialistas, seguidores de Elisa Carrió y peronistas federales- pasaron las últimas semanas discutiendo el control de las comisiones de la Cámara; y, confiando en su acuerdo con Pichetto, estimaron que ya había ganado esa partida. Aseguraban contar con 37 votos frente a los 35 que llegaba a amontonar el kirchnerismo, pero lo cierto es que se habían olvidado de conversar con el número 37, el riojano Carlos Menem. El olvido, en rigor, fue una decisión: creían que el riojano era innecesario en la disputa por el control de la Cámara en virtud del pacto que habían cerrado con el oficialismo; contaban con que el bloque de Pichetto les facilitaría el quórum (que requiere 37 senadores en sus bancas) y que, garantizado el quórum, ellos se impondrían por 36 a 35 y de ese modo establecerían su hegemonía en las comisiones. A cambio, la oposición le concedería al oficialismo la continuidad de José Pampuro en la presidencia provisional del Senado, un puesto al que aspiraba el salteño Juan Carlos Romero, pero que el peronismo federal terminó cediendo para facilitar los acuerdos que tejía Morales.
Carlos Menem, refugiado desde diciembre en su provincia, entendió que había sido marginado de las negociaciones; registró que su nombre era incluido en la lista de los 37 opositores aunque nadie lo había llamado para consultarlo; decidió entonces, puesto que se lo consideraba innecesario, abstenerse de participar en la sesión preparatoria del miércoles 24 de febrero. La ausencia del riojano operó como un ácido revelador en la Cámara Alta. Después de asegurarse la presidencia provisional para el oficialismo, el senador Pichetto levantó a sus huestes de las bancas y dejó a la oposición afeitada y sin visita. Merced a la candorosa conducción opositora, el kirchnerismo conseguía posponer por unos días su derrota en el Senado y celebraba ese módico logro como un triunfo.
En lugar de analizar sus propias deficiencias de gestión, su ingenuidad y la falta de manejo que supone no tomar contacto con todos y cada uno de los senadores que resultan imprescindibles para garantizar la victoria, los líderes opositores optaron por quejarse de Pichetto (que, en verdad, movió a su bloque con firmeza y disciplina) y por culpar a Menem (cuyo rol decisivo parecían descubrir recién en ese instante), deslizando la posibilidad de que el riojano hubiera llegado a algún acuerdo con el kirchnerismo. ¡En rigor el acuerdo lo habían consumado los jefes de la oposición en el Senado, y terminó en un fracaso! Como para completar la nómina de torpezas, algunos de los senadores de la oposición (varios de los cuales provienen del kirchnerismo) se dedicaron a maltratar verbalmente al riojano o a ensayar chascarrillos de varieté, como si pretendieran expulsarlo en vez de buscar incorporarlo al bloque opositor. ¿Se imaginan a Churchill haciendo chiste sobre los bigotes de Stalin en Yalta? “Maíz por maíz uno come un maizal”, solía repetir Juan Perón recordando la necesidad de “contar los votos de a uno”. Algo sabía el hombre sobre conducción.
En definitiva, más allá de las comedias de enredos, el miércoles 3 de marzo seguramente se consumará el fin del control kirchnerista sobre el Congreso. En cuando al DNU del Fondo del Bicentenario, habría que considerarlo ya definitivamente muerto. Premio consuelo eventual: un fondo quizás con el mismo nombre, creado por ley pero en el que todo el mundo querrá meter mano, ya que los problemas financieros cunden en las provincias. La ofensiva del gobierno sobre el Banco Central probablemente culmine en una suerte de loteo de las reservas.
Sin arraigo en la opinión pública (donde cuenta apenas con 2 opiniones favorables de cada diez), apartado del manejo hegemónico del Congreso, con una Justicia que se siente más liberada, y con dificultades financieras y económicas crecientes, el gobierno no cede por ello en su práctica de doblar las apuestas. Cada vez que lo hace profundiza su propia crisis.
Desentendido de los problemas que afectan a la mayoría de la sociedad –inseguridad, inflación- Néstor Kirchner parece alentar la esperanza de que recuperará terreno y remontará las negativas encuestas de opinión alentando la demanda de bienes y servicios aunque la inversión esté paralizada. En Olivos imaginan un fin de fiesta alimentado con subsidios y medidas que recalienten el consumo: parece obvio que lo que más se recalentará es la inflación. De hecho, las paritarias trabajarán con un piso de 20 por ciento y muchos gremios quieren firmar convenios sólo por seis meses, porque avizoran un segundo semestre con precios subiendo raudamente por el ascensor.
¿De dónde saldrá los recursos? Más allá de que el propio Amado Boudou está cada día más cerca de la despedida, parece evidente que el canje de deuda con el que él soñó, asi como el arreglo con el Club de Paris, se evaporan. Sin financiamiento externo a la vista, el gobierno necesita apelar a iniciativas como el Fondo del Bicentenario o a otras que se cocinan en Olivos, como una reforma bancaria y financiera. Y cada día tiene menos plafond político para encararlas. Es probable que en Olivos la irascibilidad crezca en la misma medida en que se eleva la impotencia


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jueves, 25 de febrero de 2010

El factor humano. Por Jorge Asís

“Perder no es grave. El problemaes la cara de b….que te queda”Vernet, siglo XX

“El factor humano” es el título de la novela de Graham Green. Se lo toma prestado para elevar la tesis explicativa, que no aspira a ser justificatoria. Alude a la ausencia del senador Carlos Menem, en la efectista sesión de ayer. Faltazo que le permitió al kirchnerismo dilatar, al menos por otra semana, la derrota que se anticipaba.

El desplante de Menem traslada, hacia la inocencia del Peronismo Federal, la responsabilidad del fracaso. Pero atenúa -y esto es lo más grave-, la ostensible evidencia del acuerdo principal. Entre el radicalismo renovado, que precipitadamente se imagina gobierno en el 2011, y el lacerado oficialismo actual. Es la clave para interpretar la continuidad de José Pampuro como Presidente Provisional del Senado.
Rocamora
En “Peronismo Disidente” (cliquear), del 16 de diciembre pasado, Oberdán Rocamora, nuestro Redactor Estrella, escribió:
“La administración de las presencias de Menem suelen condicionar las actitudes de los (peronistas) federales.Lo toleran más a Menem, cabe aclararlo, desde la ausencia.Resulta incómoda la presencia de Menem cuando hay periodistas en la cercanía. Los fatales reporteros gráficos.Aunque lo simulen, los miembros de “la mesa” (del Peronismo Federal) se cuidan de no acercarse a Menem. Para evitar, con perdonable ingratitud, la fotografía”.
Carne de agravio
“La ingratitud -sostenía el poeta Julián Centeya- es peor que la alcahuetería”.Ayer Menem, con su desplante, volvió a jugar fuerte, como acostumbra. Para instalarse entre los focos multiplicados del escenario. Casi octogenario, cuesta entender que Menem relanza la candidatura insólitamente presidencial.Resulta admirable, pero Menem viene por la penúltima aceituna.
Desde el lunes, existía, según nuestras fuentes, marcada preocupación. Menem no respondía a los llamados. Quienes lo convocaban, ni podían comunicarse con el jefe de la custodia.El martes, la preocupación se transformó en inquietud. Más tarde, el miércoles, en temor.
El gris de la ausencia de Menem resultaba más intenso que cien presencias.
Menem se había quedado, lo más pancho, en el Golf Club de La Rioja. Con el inseparable Ramón. Sin la menor tendencia hacia el enigma, se dejó ver en el Club House. Había decidido no trasladarse hacia Buenos Aires.“A conciencia pura”, como en el tango Confesión.Sabía que iba a ser carne de agravio. Pero está acostumbrado. La piel es de cuero.Pero vuelve, con el impacto, hacia el centro de la atención, de donde no se dispone a salir. La aceituna está vacante, en la mesa.
Capote
Después de publicar los dos capítulos de “Plegarias atendidas”, Truman Capote debió someterse a la ceremonia de la denostación. Al boicot de los correctos que se sintieron perjudicados por el texto. “¿Cómo se comportaban así en mi presencia?”, se preguntó Capote, “¿acaso no sabían que estaban delante de un escritor?”. La estrella, definitivamente, era él.Los peronistas federalmente correctos, los que desplantaron a Menem, desconocían que ”comportarse así, en su presencia”, era un error.Ocultarse, por ejemplo, ante su paso, detrás de una cortina. Como cierto ex gobernador que supo cortejarlo, en su gabinete, hasta el cargoseo, durante ocho años.O mirar hacia abajo, a los efectos de evitarle el saludo. Como otro ex gobernador. Un originario conejo que salió oportunamente de la galera de Menem. Pero tomó vida propia.O hacerle reverencias, tan solo, cuando no hubiera cronistas en las proximidades.O no convocarlo para ningún armado. Para que no espante. A Carlos, pero tampoco a Eduardo Menem, que conoce como nadie los recodos del senado. La alucinación de alejarse de cualquier emblema que los asociara al condenado menemismo, los hacía caer, a los federales, en chiquilinadas. Como extirpar, a La Rioja entera, del pregonado federalismo.¿Acaso no sabían que estaban delante de otra estrella, como Capote?
Mimitos
Los desplantadores fueron puntualmente sus subordinados.Seres que, con relativa dignidad, supieron mordisquearle las medias durante diez años. Pero habían adquirido, en defensa propia, la agenda de los medios. La evaluación moral de las encuestas.Seguían, en cierto modo, el ejemplo de Kirchner. El adversario común instalaba la idea maléfica de la mufosidad. Al tocar madera en su presencia.O al negarle el derecho a la identidad, al llamarlo “el innombrable”.
Ayer por la tarde se aludía al rigor expresionista de “los valijazos”. La fascinación por “la marroquinería política”, que inmortalizara nuestro director.Se comentaba la visita sospechosa del banquero nostálgico, tradicional adversario de Magnetto, adalid del Grupo Clarín.Aludían al trueque hipotético del “faltazo por la protección judicial”.Algunos, los más impresionados, se atrevían a compadecerlo por la tristeza del epílogo.“Terminar así, con su trayectoria”.
Un antiguo colaborador, de los que mantiene inalterable el respeto y el afecto, que desconocía la presencia pancha de Menem en el Club House, dramáticamente dijo:“Prefiero que El Jefe esté lo suficientemente enfermo, como para justificarlo”.
“El factor humano” -se insiste- no lo justifica. Explica que a Menem los peronistas, federales o no, debieran asumirlo. Sin negarlo, ni considerarlo sólo a la hora del voto. Hay que hacerle, por su trayectoria, al menos, un mimito. Aunque se disponga a llevarse a la boca la penúltima aceituna.



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"La filosofía del todo o nada siempre termina en nada para el más débil". Por Andrés Cisneros


Hay dos posiciones sobre Malvinas. La primera, llamémosla tradicional o solamente juridicista, reclama discutir soberanía, ya, ahora, desde el principio mismo de cualquier negociación. La segunda, realista o pragmática, advierte que Gran Bretaña se niega a siquiera hablar de soberanía y propone que, dejando debidamente salvaguardados nuestros derechos, al menos no perdamos, también, algún acceso a los recursos que contienen los territorios bajo disputa.Para unos, los recursos no se discutirán hasta que primero se reconozca la soberanía argentina. Resultado, los ingleses se quedan con todo: el territorio y los recursos. Para los otros, la mejor esperanza de que algún día recuperemos las islas pasa por iniciar un largo camino de cooperación en lugar de hostilidad y, ante el hecho consumado de que los británicos se disponen a explotar los recursos, comencemos por negociar alguna participación en esos beneficios.

Fue en ese marco que, bajo un paraguas de soberanía, para 1995 se firmaron acuerdos en torno a la eventual explotación de, básicamente, petróleo y pesca, con provechoso reparto en este último rubro y poco o ninguno en el otro, porque recién ahora la tecnología y el precio parecen animar a la Corona a iniciarla en la práctica. Pero nada obtendremos, porque en 2007, unilateralmente, sin intentar previamente aunque sea renegociar los acuerdos, Argentina los denunció, retornando, con ese solo acto, a la vieja política del todo o nada. Gol de Inglaterra.Es que ya se sabe, cuando dos países disputan algo y la relación de fuerzas es muy despareja, la filosofía del todo o nada siempre termina en nada para el más débil de los dos.Por esa vía, Argentina ha enhebrado una larga colección de frustraciones. Nos opusimos a Itaipú y, para cuando Naciones Unidas finalmente se pronunció, Itaipú estaba terminada. Resultado: no impedimos la represa supuestamente (falsamente) peligrosa y en cambio sí perjudicamos la relación con Brasil, retrasando al Mercosur por lo menos una década. No aprendimos nada, porque cuando Uruguay comenzó a levantar la planta de Botnia, corrimos a un tribunal jurídico que todavía no se pronunció y la pastera ya está terminada y funcionando. Y, claro está, el caso líder de Malvinas, en que llevamos ciento setenta y cuatro años sin negociar nada porque solo nos contentaríamos con todo.Es el frustrante tic de una concepción de la política exterior que, eternos campeones morales, siempre apunta a quedarnos con la razón aunque otros se queden con las islas, las represas o las pasteras. Y en el futuro, quizá con todo nuestro Sector Antártico.En Gibraltar, España e Inglaterra que, igual que nosotros, comenzaron una etapa de entendimiento cuando aquella recuperó su democracia, se encuentran abocados al diseño de una administración acordada, con miras a que la evolución del mundo y de las cosas permita llegar al día en que se pueda discutir la soberanía.Es muy probable que Argentina tenga todo el derecho a tomar las medidas policiales ya anunciadas sobre barcos y aviones de y hacia las islas, pero todos sabemos que ello no afectará demasiado al evidente proyecto británico: autonomía política y autosuficiencia económica de las islas. En la discusión política no entramos, y del control coordinado de los recursos nos fuimos voluntariamente al denunciar los acuerdos. En las islas deben estar celebrando.Más que estas medidas poco trascendentes, a los argentinos nos gustaría mucho más que nuestro propio país concierte con Petrobrás, PDVSA, empresas y capitales sudamericanos, incluyendo, por qué no, chilenos, la explotación petrolera en nuestras aguas indisputadas, comprendidas o no en la cuenca de Malvinas, para contestar a los ingleses como se merecen y, por sobre todo, para ir formando conciencia y equipos del Cono Sur acerca de un conflicto mucho mayor que el de Malvinas, en que todos nos veremos afectados, que es la suerte que correrán territorios y recursos en el entero Atlántico Sur de aquí a poco tiempo histórico, cuando el Tratado Antártico fenezca o se flexibilice. Si los argentinos nunca pudimos solos contra Inglaterra por las Malvinas ¿Qué chances podríamos tener, solos otra vez, al discutir con ellos por un trozo de la Antártida? Urge concertar una política de Estado sobre Malvinas que comience por la comprensión de este campo de juego más abarcarte y por la insoslayable necesidad de conformar un bloque de interesas y de emprendimientos prácticos con nuestros vecinos, en el que al caballo lo pongamos, esta vez, delante del carro.

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Malvinas: buena medida, pero tomada en el vacío. Por Juan Archibaldo Lanús


En un acto de autoridad que celebro, la Presidenta, por decreto del 16 de febrero, impuso a todo buque que transite entre puertos argentinos y las Malvinas o atraviese aguas jurisdiccionales, la obligación de solicitar una autorización previa ante autoridades nacionales en respuesta a la exploración petrolera en las Malvinas.Que los británicos no cumplen las resoluciones de la ONU es una realidad; pero a su vez la Argentina carece de una política clara al respecto. La loable decisión presidencial cae, a mi juicio, en el vacío diplomático que impera en las relaciones bilaterales, donde no hay diálogo ni acción. Pretendemos con declaraciones principistas suplir la carencia de una visión estratégica. Ninguna decisión importante se consulta y ni por casualidad se intenta buscar consensos entre las fuerzas políticas o en la sociedad civil.

La cuestión del petróleo debe evaluarse en el contexto de las relaciones bilaterales. La Argentina denunció sorpresiva e unilateralmente, el 27 de marzo de 2007, la Declaración conjunta de actividades Costa Afuera en el Atlántico sobre hidrocarburos suscripta el 27 de septiembre de 1995 luego de cuatro años de dificultosas negociaciones. Esta Declaración coordinó actividades; por primera vez las partes habían asumido un "compromiso" de no extender el área en disputa y se delimitaron 6 áreas de cooperación especial. Creó una Comisión Especial, un sistema de consultas, adoptó previsiones para reducir incidentes, y un Subcomité tuvo a su cargo la promoción de la exploración y explotación del área especial. Ambas partes dejaron a salvo sus derechos, en caso de abrirse una licitación. Si bien se plantearon divergencias, que en el 2000 fueron explicitadas por escrito, y sin duda Gran Bretaña unilateralmente violó la buena fe, la Declaración era el único instrumento que teníamos para controlar y estar informados sobre la cuestión vital del "oro negro" a partir de un espacio bilateral propio.Había que hacer lo necesario para que los británicos cumplieran con la Declaración, pero la administración Kirchner consideró "agotado el ejercicio de reflexión" y decidió "dar la misma por terminada" el 27 de marzo de 2007. La denuncia argentina les dejó las manos libres. El segundo frente es no haber anticipado lo que sucedería con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, y no organizar una campaña informativa ante la Comisión, el Parlamento Europeo y la opinión pública de los 27 países miembros de la Unión sobre nuestros derechos a las Islas.Los argentinos se enteraron por los diarios de que las Malvinas formarán parte de la "región ultraperiférica de la Unión Europea" prevista en el Anexo II de aquel Tratado. El Reino Unido, sigilosamente, aprovecha nuestra inacción.Un tercer factor del "vacío" que comento es el fracaso en reanimar la relación bilateral, de restablecer un diálogo político de alto nivel, de vencer la apatía por parte británica. Muchos acuerdos están en suspensión; por ejemplo, el grupo de trabajo del Atlántico Sur sobre medidas de confianza no se reúne desde hace años; las comisiones y subcomités de pesca, tampoco. Impera un "diálogo de sordos", sobre lo cual la Cancillería nada informa al Congreso ni a la opinión pública. En fin, un cuarto factor es lo que Andrés Cisneros en su artículo de Clarín del 19 de febrero llama "la filosofía del todo o nada" que siempre termina en nada para el más débil. La búsqueda de principios absolutos es una forma de escapismo o de impotencia que consolida un statu quo favorable a los británicos e isleños.Para construir una política frente a la exploración petrolera en las Malvinas, debemos contar con la solidaridad de Brasil, Chile y Uruguay, países hermanos que deben acompañarnos y compartir plenamente nuestros objetivos. ¿Qué estamos haciendo para ello?Un nuevo incidente nos enfrenta con Gran Bretaña. Gordon Brown, el premier británico, sostuvo que tienen derecho a la búsqueda de petróleo. Los conservadores piden reforzar la defensa de las Islas. Los isleños expresan que la "exploración continuará como está planteada". Guillermo Makin, asociado al Centro Latinoamericano de la Universidad de Cambridge, dice que hay que hacer incómodo el statu quo para los ingleses, "bajar el tono de las declaraciones y pasar a hablar con los hechos y la parquedad".La Presidenta defiende nuestros derechos en la Cumbre de la Unidad de América Latina y Caribe donde logra apoyo en su cruzada contra la "pérfida" Albión. Pero no olvidemos que, como lo dijera recientemente Javier Pérez de Cuéllar, la defensa es parte de la política exterior. ¿Dónde estarán nuestros barcos y aviones para controlar el espacio oceánico y para interceptar barcos que pasen sin permiso por las aguas territoriales?La política exterior respecto de las Malvinas es una cuestión crucial para los argentinos, que debe encararse con seriedad, inteligencia y sin sectarismos.Debe ser una política de Estado y no el patrimonio exclusivo de cada gobierno. La recuperación de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur no es esperanza sino destino.

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martes, 23 de febrero de 2010

Qué quedó de la vieja izquierda. Por Claudio Cháves


Cuando el Presidente del Uruguay, José Mujica, convocó a un nutrido grupo de empresarios a una reunión en Punta del Este la sorpresa fue hacia ambos lados del arco político. Gratas para un sector, naturalmente amigable de la democracia, la libertad y el capitalismo, y supongo, aunque todavía no han hablado, poco amigables para el arco progresista y enemigos del capitalismo.
Lógicas reacciones cuando se escucha de boca de un ex guerrillero plantear las necesidades que tiene el Uruguay de recibir inversión extranjera capaz de generar riqueza y garantizarles, al mismo tiempo, a los empresarios que allí no serán expropiados. Desde el lugar que se lo mire la alocución de Mujica habla de una izquierda que nuestro país no conoce. Su discurso no fue de fractura y confrontación. Reivindicó a su patria porque todavía pueden caminar por las calles sin ser agredidos ex presidentes y funcionarios. Raro para una vertiente del pensamiento que hace de la lucha de clases y la violencia las parteras de la historia.

Frente a la irrupción de Mujica ya no quedan dudas que en América latina el progresismo está partido o dicho de otra manera tiene dos visiones de la realidad mundial. Por un lado un sector de izquierda que denominaré vieja izquierda aliados a un nacionalismo rancio y arcaico son proveedores de un discurso anti mundialización. Festejan todo aquello que interrumpa los flujos comerciales, financieros e industriales atacando a los organismos mundiales que pueden facilitar el libre funcionamiento de la economía mundial como la OMC, el FMI, la ronda de Doha, el Banco Mundial, etc. La crisis capitalista del 2008/09 la observan como un final de época y el renacer del intervencionismo estatal. Auguran un retorno al proteccionismo, que por otro lado desean. Con mercados nacionales autárquicos semejantes al de la década del 30’ -época en la cual forjaron su bagaje teórico- volverían a empezar. La pereza intelectual es la madre de los más grandes errores teóricos. Creen en valores como el antiimperialismo al que asocian con el anti norteamericanismo y la antiglobalización. Dan por cierta la revolución que se avecina. Estas visiones se han hecho fuertes en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Cuba y la Argentina. Son coincidentes con cierto nacionalismo de extrema derecha de Europa que ve con temor como las pequeñas y antiguas naciones del viejo continente se disuelven en la Unión.
Creen aún en la sustitución de importaciones alejada de las grandes corrientes del capitalismo internacional. Su imaginario se apoya en la consolidación de una nación como lo hizo en su momento Alemania o los EE.UU.: expansión del mercado interno recortado de la economía mundial. Friederich List y Karl Marx son sus autores favoritos o quienes mejor iluminan el derrotero a seguir.
La otra visión más moderna, podríamos denominarla nueva izquierda, asume como una realidad ineludible el proceso de globalización. No están en una postura antimundialización sino que pretenden aprovechar las oportunidades que brinda un capitalismo triunfante y al parecer arrollador. Para ellos ya no hay revolución. Ese ciclo está terminado. Aspiran a encontrar ventajas para su país y los sectores sociales más postergados de su patria en la economía mundial asumiendo riesgos y ventajas. [1] Los más claros ejemplos son Chile y Brasil. Lula en el medio de la crisis mundial del año pasado alertó sobre la torpeza de caer en el viejo proteccionismo aislacionista de antaño preocupado por ciertos movimientos que observó en algunas naciones europeas. Es que la economía de su país creció aceptando la mundialización como una posibilidad cierta. Chile y China del mismo modo. Y ahora irrumpe Uruguay. Su punto de discusión con otras vertientes políticas pro-mundialización (denominadas incorrectamente de derecha) es su crítica al neoliberalismo al que acusan de ser la ideología de la globalización. Su antiliberalismo persigue el afán de construir un relato “popular” al servicio de los marginados del mundo dotando al movimiento global de un nuevo discurso.
¿Porque una izquierda piensa de una forma y la otra de manera distinta? ¿Qué las separa y cuando comenzó la diáspora? Evidentemente han procesado de manera diferente los acontecimientos de 1989, esto es aquellas jornadas que marcaron el triunfo del capitalismo por un lado y el final de la guerra fría por otro.
Una dirigente de izquierda uruguaya, casualmente, la mujer de Mujica, Lucía Topolansky, afirmaba el primero de diciembre del 2009 por radio Mitre:
“Por aquellos años (los 60’) la Unión Soviética iluminaba el horizonte de lo probable y todos creíamos en aquella posibilidad y mucho más frente al triunfo de la revolución cubana. Pero la caída de la Unión Soviética modificó todo. No es que la lucha por la justicia y la igualdad ya no tenga sentido. Lo tiene pero en el marco de las nuevas realidades.
Hay que entender que hemos perdido (lo repitió tres veces) y no hacía, solo, referencia a la derrota militar de los Tupamaros en el Uruguay sino a la derrota mundial del modelo alternativo al capitalismo. Con la caída de la Unión Soviética ha quedado un ganador y nosotros hemos perdido.
La utopía hoy es el acuerdo.”
En síntesis una izquierda que todavía piensa con los esquemas de la Guerra Fría y otra que se ha actualizado.

MIENTRAS TANTO EN LA ARGENTINA

En nuestro país, por su historia, el problema se complejiza aún más. La izquierda nunca contó con el favor popular de manera que no tuvo la necesidad política de actualizarse. No tenía responsabilidades de poder a presente ni a futuro. Y el espacio de los intereses populares fue ocupado por el peronismo. Este, con su líder vivo, fue adaptándose a las circunstancias con el transcurrir del tiempo y los cambios mundiales. No era lo mismo 1945 que 1973. Los dos momentos en que Perón asumió las presidencias. Mientras en sus dos primeros gobiernos adoptó un relato sesgado al nacionalismo virando en el segundo a desarmar la conflictividad con los EEUU. Desde el exilio europeo y en plena década del 60’ acentuó un discurso más revolucionario con aditamentos del pensamiento de izquierda. Quizás Perón desde Europa y por aquellos años pensaba que la Guerra Fría la ganaba la URSS. Fue muy impresionante para la intelectualidad europea y latinoamericana la Sputnik I en el espacio, la perra Laika y el Yuri Gagarín. La URSS parecía invencible.
Kennedy desesperado bramaba:
“¿Hay algún lugar donde podamos alcanzarlos? ¿Qué podemos hacer? ¿Podemos dar la vuelta a la Luna antes que ellos? ¿Podemos saltarles por encima? ¿Ojalá alguien me dijera como alcanzarlos?. Busquemos a alguien, a cualquiera. No me importa si es un portero. Alguien que sepa como hacerlo.”[2]
Más allá de si esto fue así o no en el pensamiento de Perón lo cierto es que hubo una adecuación del peronismo. Para eso contó con una importante galería de pensadores denominados “nacionales” que contribuyeron a la tarea. Y con “formaciones especiales” con buenos vínculos con Cuba. Es que Perón seguía pensando como su discurso de comienzos de los 50 en el Colegio Militar de La Nación:
“La Revolución Francesa comienza su acción efectiva en 1789, derrotada por la Santa Alianza, sin embargo arroja sobre el mundo su influencia a lo largo de un siglo, por lo menos. Todos somos hijos del liberalismo creado en la Revolución Francesa. En 1914, para mí, comienza un nuevo ciclo histórico que llamaremos de la Revolución Rusa.
Y si esa Revolución Francesa ha arrojado sobre el mundo un siglo de influencia ¿cómo esta Revolución Rusa triunfante y con su epopeya militar realizada no va a arrojar sobre el mundo un siglo de influencia. El hecho histórico es innegable. Si la revolución Francesa termina con el gobierno de las aristocracias, la Revolución Rusa termina con el gobierno de las burguesías. Empieza el gobierno de las masas populares” [3]
En el marco de la guerra fría la URSS cobraba una importancia central en el pensamiento de Perón. No se abrazaba a ella pero entendía su influencia en occidente. La Tercera Posición nace, en consecuencia, como alternativa a los dos bloques que se disputaban el mundo. El peronismo es hijo de la Guerra Fría. Ni yankes ni marxistas fue la mejor síntesis política-popular del peronismo y explica luminosamente su ubicación en el tiempo histórico.
Es interesante interrogarnos que hubiera pensado Perón de haber vivido los acontecimientos de 1989 al cerrarse el ciclo de la Revolución Rusa. Pero eso es responsabilidad de los que vinimos después. A manera de anécdota vale comentar que para un importante historiador marxista como Hobsbawm, el siglo XX comienza 1914 con la Primera Guerra Mundial. Notable coincidencia con Perón, y al igual que el General sostiene que es el inicio de un nuevo ciclo. [4] Como el hombre, aún, vive y se halla muy lúcido ha observado que la implosión soviética marca un cierre:
“Es indudable que en los años finales de la década de 1980 y en los primeros de la de 1990 terminó una época de la historia del mundo para comenzar otra nueva. Esa es la información esencial para los historiadores del siglo.”[5]


EL PROBLEMA DEL PERONISMO

Al peronismo le ha ocurrido lo mismo que a la izquierda latinoamericana. Tiene dos miradas. Hay uno que sigue pensando en términos de la Guerra Fría y hay otro que afirma que el conflicto ha terminado y que este es otro mundo. Se podría decir que un abismo los separa. En todos los órdenes difieren. Veamos
El peronismo del 90’ decidió los indultos. Varias interpretaciones pueden hacerse, la pacificación, el cierre de las heridas como se afirmó por aquellos años. Sin embargo nada de esto podía alcanzarse si la Guerra Fría hubiera continuado. El triunfo de un bando sobre el otro, el triunfo del capitalismo sobre el comunismo transformaba en obsoleto la continuación del conflicto en este rincón del mundo.
Mandela en Sudáfrica hizo exactamente lo mismo que el peronismo en los 90’. Por estos días puede verse una excelente película dirigida por Clint Eastwood, Invictus altamente reveladora de estos hechos. En Polonia luego de la caída del comunismo Lech Walesa planteó la política de la línea gruesa, como él le gustaba decir. Trazar una línea que perdone para atrás porque como él manifestaba si se lanzaban acusaciones en un ambiente de revancha político-histórica hubiéramos tenido la guerra civil y no se habría logrado nada. La línea gruesa era imprescindible para continuar la transformación pacífica.
En definitiva el triunfo sobre las organizaciones armadas y la patria socialista en la Argentina anticipó el 89’ alemán y el triunfo de Walesa.
En términos culturales las miradas vuelven a diferir. Un sector del peronismo, exegetas de los pensadores “nacionales”, alertan sobre los riesgos de nuestra cultura ante el avance diabólico de la mundialización que es la cara moderna del neoimperialismo, el viejo imperialismo norteamericano remozado y actualizado. Hablan, entonces, de proteger nuestro cine, teatro, música, valores, costumbres en la creencia que nuestra inferioridad cultural no podrá sobreponerse a la potencia de los forasteros. Un destino signado por una historia de derrotas y fracasos. La vieja consigna de “Una cultura nacional y popular” es la mejor síntesis de esta sicología. Cuando, por el contrario, la realidad muestra a nuestro cine, telenovelas, guiones, artistas, libros, novelas, música como se imponen en el mundo y son valoradas en el corazón imperial. Exagerando ya no debemos cuidarnos nosotros, ahora ha llegado la hora de que se cuiden ellos. Esto piensa otro sector del peronismo y de la sociedad argentina.
En definitiva en tiempos de mundialización la cultura no se protege, se promueve.
En lo económico al igual que en lo cultural las diferencias pueden sintetizarse en el aislamiento y desconexión del mundo o en la integración a los mercados mundiales.
Esto implica al interior del país distintas alianzas sociales. El peronismo del aislamiento, del vivir con lo nuestro, de cortar, en la medida de lo posible, los vínculos con los organismos internacionales y que pregona un neokeynesianismo industrialista valorará fundamentalmente un mercado interno protegido y aislado del mundo. Un dólar alto de vinculación al mundo sólo en las exportaciones y cierre de nuestra economía al aporte tecnológico y de inversiones y un Estado interventor. En este caso la alianza social se hará con sectores industriales poco competitivos y amigos de un Estado protector y sectores obreros vinculados al modelo mercado internista. En definitiva poco amigos de la globalización económica. Esta mirada ha empujado a funcionarios del actual gobierno tanto como a intelectuales que lo sostienen a afirmaciones temerarias que chocan con el sentido común de la historia como por ejemplo que la crisis capitalista del 2008 es terminal y marca final de época porque comienza lo que ellos siempre han pregonado: el intervencionismo de estado. El Neokeynesianismo. Sin discriminar cuando una medida es, tan solo, una herramienta y cuando se transforma en cuerpo doctrinario. Choca también con el sentido común de marxistas serios como Hobsbawm.
El otro peronismo de apertura al mundo privilegiará los sectores económicos altamente competitivos en el mercado mundial: el campo y la cadena agroalimentaria, las industrias culturales, el turismo y los sectores obreros vinculados a esta economía con mayor dinámica.
En este intríngulis se halla la política argentina. Esta divisoria de aguas habla de la magnitud del conflicto político argentino.


EL KIRCHNERISMO

Es un conglomerado heterogéneo de fuerzas peronistas tradicionales, progresismo peronista, no peronista y antiperonista. Eso sí, cada vez más menguado y raleado.
Como armado político guarda en su interior posiciones muchas veces encontradas. Algo los unifica, sin embargo, su rechazo a la década del 90’ que denominan neoliberalismo. Luego difieren en muchas otras.
Un primer análisis nos lleva a dividir a este gobierno en dos períodos. El primero, de origen. Como heredero del descalabro de la Alianza hubo de gobernar bajo el clima político creado por las circunstancias de la crisis y el clima ideológico-cultural gestado por las fuerzas políticas mayoritarias, opositoras a los años 90’. Es justo señalar que por aquellos años la oposición a los 90’ abarcaba a la casi totalidad de la partidocracia. En la actualidad este rechazo ha cedido ostensiblemente. En ese clima Kirchner tuvo que subirse a la marea progre porque esa era la atmósfera excluyente. Como político que es comprendió el sentido de la ola que rugía bajo sus pies al decir de Bismark y actuó en consecuencia. Indudablemente fue izquierdoso. No hay dudas sobre ello. Si algunos políticos e intelectuales hoy afirman que habla con la izquierda e implementa políticas de derecha se confunden. Pasa que en el siglo XXI el progresismo no es más el futuro como se arrogaban en los 60’ es el pasado, es retro, si se quiere es conservador de aquí la confusión.
Pero sin lugar a dudas fue progresismo anticapitalista como lo indican sus posturas de fractura con el mundo globalizado. Coincidente con los movimientos antiglobalización que comenzaron a reunirse en Porto Alegre a partir de 2001. Y con la derecha europea.
Fue el período de la soja cara y la recaudación jugosa. Hoy el kirchnerismo prácticamente ha desaparecido. Muchos de los que lo acompañaron en origen han comenzado a comprender el mundo y otros se apartaron porque el Gobierno no avanzó todo lo que los grupos extremos pretendían. El peronismo-kirchnerista-camporista hace lo que puede para terminar el mandato como Dios manda. De manera que hoy es muy difícil encuadrarlo. Se alejan a la disparada. Como le decía Kirchner a su consejero José Pablo Feinmann: “Los intelectuales como vos buscan la pureza todo el tiempo, los políticos no nos podemos dar ese lujo”
Un puñado de intelectuales de izquierda que acompañaron la experiencia se encuentran desolados porque la posibilidad que veían se les ha escapado. Galazzo, Viñas, Feinmann, Aliverti, Forster, Nun, Di Tella, Caparrós, Anguita, Bauer, Horacio Gonzalez, Noe Jitrik, Pino Solanas, Sabatella, Pigna, han iniciado el camino del desierto. Saben que ya no hay esperanzas.
De todos modos no piensan del mismo modo. Han evolucionado del mismo modo que los foros antiglobalización. Algunos hacia Lula otros hacia Chavez.
Así estamos.

CLAUDIO CHAVES




[1] Wallerstein, Immanuel: ¿Qué sisgnifica hoy un movimiento antisistémico? En Michel Wieviorka: Otro mundo… F.C.E. México. 2009
[2] Johnson, Paul: Estados Unidos. La Historia. Javier Vergara Editor. Bs. As. 2001. Pág. 727.
[3] Ramos, Jorge A.: Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. La Era del Peronismo. Senado de la Nación. Pag. 63. Bs As 2006. Citado de Miguel A. Pérelman Cómo hicimos el 17 de octubre.
[4] Hobsbawm, Eric: Historia del Siglo XX. 1914-1991. Ed. Grijalbo. Barcelona 1995. Pag 15.
[5] Hobsbawm, Eric: Ob. Cit. Pág. 15.
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Petróleo en Malvinas: la Argentina puede sancionar. Por Eduardo Menem


La intensificación de las tareas de exploración de hidrocarburos en la zona de Malvinas emprendidas por Gran Bretaña ha puesto nuevamente en escena el conflicto que mantenemos con esa potencia usurpadora desde que ocuparon por la fuerza esa parte del territorio argentino el 3 de enero de 1833.El país colonialista se ha negado reiteradamente a entablar un diálogo bilateral para la solución del conflicto de soberanía, no obstante los múltiples pronunciamientos de las Naciones Unidas reconociendo la existencia de dicho conflicto e instando a las partes a realizar conversaciones en procura de un acuerdo que contemple los intereses en juego
En ocasión de reunirse en Santa Fe y Paraná en 1994 la Convención Nacional Constituyente convocada para la reforma de la Constitución Nacional, presenté en mi carácter de convencional por la Provincia de La Rioja un proyecto ratificando nuestra legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte del territorio nacional y consagrando además que es un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de los habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional. El proyecto fue aprobado por aclamación en la histórica jornada del 19 de agosto de 1994 y pasó a integrar nuestra Constitución como cláusula transitoria primera, habiéndosele dado ese carácter de transitoriedad para significar que tendrá vigencia hasta tanto los territorios y mares usurpados vuelvan a estar totalmente bajo la soberanía argentina.La referida cláusula constitucional, por su jerarquía y trascendencia, ha sentado las bases de una verdadera política de Estado en virtud de la cual la República Argentina además de ratificar sus legítimos derechos perseguirá el objetivo de recuperar los territorios y mares usurpados recurriendo a los reclamos directos ante la potencia colonialista y ante las Naciones Unidas y otros organismos multinacionales, dentro del marco del Derecho Internacional y utilizando además todos los mecanismos y recursos lícitos que no impliquen la utilización de la fuerza. Entre esos recursos que puede utilizar nuestro país se encuentran la adopción de medidas punitivas en contra de las empresas que realicen las tareas de exploración y explotación de hidrocarburos en la zona de Malvinas, sin contar con la debida autorización del Estado argentino. Este tipo de medidas se justifican plenamente por cuanto las Naciones Unidas, es decir, el máximo organismo internacional, ha reconocido que existe en el lugar un conflicto de soberanía entre Gran Bretaña y la Argentina, razón por la cual no puede la potencia usurpadora conceder unilateralmente esas concesiones para la exploración y explotación sin intervención de nuestro país que es la contraparte en el conflicto. Esa actitud británica viola en consecuencia el Derecho Internacional en perjuicio de los derechos e intereses argentinos, lo que legitima todas las medidas que pueda adoptar nuestro país para evitar o en su caso reparar esos daños.Por los motivos indicados presenté en los años 1995, 1998 y 2002 sendos proyectos de ley por los que se aplicaban sanciones de inhabilitación y multas a las empresas y demás personas que participaran de cualquier modo en los actos referidos. Los tres proyectos corrieron la misma suerte: fueron aprobados por unanimidad en la Cámara de Senadores y caducaron en la de Diputados por no haber sido tratados en término.La Resolución número 407/2007 de la Secretaría de Energía prevé la aplicación de sanciones a quienes participen directa o indirectamente en la exploración o explotación de hidrocarburos en la plataforma continental argentina sin autorización del Estado Nacional. Pero es indudable que la simple resolución de una Secretaría, por más fundada y procedente que sea, no tiene el poder imperativo ni los efectos de una ley sancionada por el Congreso de la Nación, por lo que resultaría conveniente que se promoviera una iniciativa legislativa en ese sentido. Similares consideraciones pueden hacerse respecto al reciente decreto del Poder Ejecutivo prohibiendo el tránsito hacia Malvinas a través de aguas jurisdiccionales argentinas sin autorización del Estado Nacional, aunque en este caso la efectividad de la medida dependerá de la eficiencia de los medios de control que puedan disponerse, debiendo evitarse que se produzcan situaciones de violencia.Por otra parte considero que habría que recurrir a la solidaridad de los países que han reconocido los legítimos derechos de la República Argentina sobre la zona en conflicto, para que se abstengan de comerciar o prestar cualquier tipo de colaboración con las empresas que están siendo cómplices con la usurpación británica a nuestros territorios. A esta altura de los acontecimientos ha quedado demostrado que las simples declaraciones de apoyo, por más valiosas y dignas de nuestro reconocimiento que sean, no han logrado los resultados que desde hace más de ciento setenta y siete años perseguimos los argentinos, por lo que hay que solicitar que esa solidaridad se manifieste en medidas de acción concretas.Una especial colaboración tenemos que solicitar en ese sentido a nuestros países hermanos de Latinoamérica que siempre nos han apoyado en nuestros reclamos y que por su cercanía a la zona de conflicto podrían adoptar algunas acciones concretas, como por ejemplo prohibir que sus puertos y aeropuertos sean utilizados para trasladar personas y materiales destinados a la exploración y explotación de hidrocarburos en Malvinas y adhiriendo a lo resuelto en el decreto antes mencionado en relación a sus respectivas jurisdicciones marítimas.Considero que peticiones de esa naturaleza pueden tener buena acogida en los países amigos porque, en definitiva, la usurpación perpetrada por la potencia colonialista implica también la mutilación de los territorios y mares de la patria latinoamericana.
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domingo, 14 de febrero de 2010

José Mujica, seductor de empresarios. Por Gonzalo Neidal


Otra vez nos estamos ocupando del presidente electo del Uruguay, José Mujica. Una de cal y una de arena.Hace pocos días criticamos, por elemental y demagógica, su disposición a donar casi el 90% de su sueldo de presidente. Ahora, en cambio, debemos decir que su discurso ante empresarios de varios países, entre ellos muchos argentinos, nos ha parecido magnífico.¿Qué hizo ahora Mujica? Algo muy sencillo: reunió a unos 1.500 hombres de negocios y los invitó a invertir en su país, asegurándoles que allá se les dejará ganar dinero, que sus empresas no serán expropiadas y que no se le cobrarán impuestos tan altos como para asfixiarlos.Lo dijo con palabras tan claras que no deja lugar a dudas respecto de los conceptos que quiere transmitir: “Señores empresarios -les comunicó- apuesten al Uruguay. No lo decimos desinteresadamente, lo decimos profundamente interesados, porque no somos Mandrake y no podemos generar riqueza con decisiones legislativas”.
Tratándose de quien se trata, un ex guerrillero de los setenta, sus palabras son asombrosas. Mujica está lejos de desconocerle al estado un papel importante en la economía; no come vidrio. Sin embargo, sabe de sus limitaciones, sabe que la inversión y la producción no pueden construirse por decreto. Su frase: “No podemos generar riqueza con decisiones legislativas” es un golpe directo a aquellos que piensan que el Estado lo puede todo.Además, su invitación a invertir encierra en sí misma, todo un concepto sobre el rol del Estado y su relación con los empresarios: desde antes de asumir la presidencia los trata con la amabilidad de quien intenta seducirlos. Confiesa que sin inversión, no hay producción. Y cuando habla de inversión, habla de inversión privada. Dijo: “Necesitamos la inversión, porque genera trabajo, cada vez más y mejor trabajo, mejor remunerado” y aclaró que “eso tiene un ‘previo’: leyes claras y tangibles, y un análisis objetivo que propicie un clima de inversión, que hay que cuidarlo”.También demostró Mujica tener muy clara la vinculación entre producción y recaudación de impuestos: “¡Jugala acá! que no te la van a expropiar, ni te van a doblar con los impuestos. Porque cuánto más inversión, más crece la economía y más aumenta la recaudación que necesitamos para fenomenales inversiones sociales”.Sabe que mayor recaudación proviene de mayor producción y ésta, a su vez, de mayores inversiones. Así funciona este sistema. Sabe también que impuestos muy elevados suponen desinversión, huída de capitales y caída en la producción. Lo dijo con palabras muy claras. Tomó distancia de los aumentos desmesurados de impuestos pues “si hacemos eso estamos fritos, porque matamos la gallina de los huevos de oro”.Para Mujica, los empresarios son eso: una gallina que pone huevos de oro.En la Argentina, muchos de los combatientes de los setenta no piensan como José Mujica. Más bien miran la realidad de manera muy distinta. Opuesta, digamos. Probablemente no se hayan resignado a que -nos guste o no- el mundo en que vivimos y en el que viviremos en un futuro previsible se rige por las normas del capitalismo. Esto significa que el crecimiento depende, en gran medida, del empresario privado, de su inversión, de la producción, de la ganancia, de la acumulación de capital. Ese es el camino para generar empleo, oportunidades laborales e incluso recaudación tributaria para aplicarla a fines tales como mayor educación y asistencia social.No por tender lazos hacia los empresarios nacionales y extranjeros Mujica ha sido condenado en su país como un traidor a la patria o a sus ideales de juventud.La frutilla de la torta en esta reunión realizada en el Hotel Conrad de Punta del Este ha sido la presencia de dos ex presidentes de otros importantes partidos: el “colorado” Julio María Sanguinetti y el “blanco” Luis Alberto Lacalle que fue quien compitió con él por la presidencia hace algunas semanas, y fue derrotado por Mujica.Al término de la reunión, ninguno de ellos denostó al orador sino que, por el contrario, se mostraron de acuerdo con su discurso y, además, con su presencia ratificaron que la convocatoria cuenta con la aprobación de todo el espectro político del Uruguay. Algunos presidentes latinoamericanos podrían tomar nota e intentar la senda que marca el ex tupamaro.
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Algo hicimos mal. Óscar Arias


Palabras del presidente de Costa Rica, Óscar Arias, en la Cumbre de las Américas. Trinidad y Tobago, 18 de abril del 2009.

Sr. Presidente de la República:

Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños ylatinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos deAmérica, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre,es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes yfuturos. No creo que eso sea del todo justo.No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de queEstados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primerasuniversidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente,como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750, todos los americanoseran más o menos iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países semontan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá,Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó porAmérica Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamenteperdimos la oportunidad.También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de AméricaLatina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende queLatinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, queviniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudadsobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión delos peregrinos que llegaron a Estados Unidos.Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país comoBrasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea delSur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur,y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 deingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal loslatinoamericanos.¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hechomal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es laescolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoríade los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países comoEstados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar ala de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a lasecundaria en América Latina, en algunos países sólo uno termina esasecundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niñospor cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzadoses de 8, 9 ó 10.Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% delproducto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto lanuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestrospaíses. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico queun ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericanoes 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpade Estados Unidos, es culpa nuestra.En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí esgrotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valoresdel siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en prácticatambién en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porqueno puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólarespara aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en unplaneta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000. 000.000) en armas ysoldados.Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste$50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es elenemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esadesigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta deeducación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud denuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, loscaminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamosdedicando los recursos necesarios para detener la degradación delmedio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nosavergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que noestamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamosen los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro deBerlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es unmundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos,que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todoslos historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglode los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente,coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendosobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuáles el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo,neoliberalismo, socialcristianismo. ..), los asiáticos encontraron un“ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que esel pragmatismo . Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuandoDeng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dadocuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de unamanera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradasmaoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, laverdad, queridos camaradas, es que mí no me importa si el gato esblanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones” . Y sihubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “la verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinoshacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y hansacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimosdiscutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hacemucho tiempo atrás.La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que estécerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos acumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.
Muchas gracias.


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Actualización Doctrinaria. Documento Nº 5


Periódicamente publicaremos en esta sección de Actualización Doctrinaria, diversos textos de Juan Domingo Perón que, con las adecuaciones necesarias por el paso del tiempo y el cambio de las circunstancias históricas, nos servirán para pensar con nuestra propia cabeza la realidad politica y social sobre la que nos toca actuar.


Discurso pronunciado por Juan Domingo Perón ante representantes del sector agropecuario, el 25 de octubre de 1973.


Señores: En primer término, tengo el placer de saludarlos y agradecerles la amabilidad que han tenido de llegar a esta casa. Es indudable que, después de haberlos escuchado en una rápida exposición de motivos y de consecuencias, debo manifestarles la inmensa satisfacción que experimento al comprobar que los distintos sectores del agro argentino están en una coincidencia absoluta, porque solamente la coincidencia puede llevarnos a un fin constructivo.

Hace veintiséis años me hice cargo del Gobierno de la República. Era mi primer Gobierno. En ese momento, la producción agropecuaria era buena y el único recurso de la República. La industria estaba, en cambio, bastante atrasada; los alfileres que consumían nuestras modistas eran importados de Francia. Fue necesario, por una razón de equilibrio en la producción y en la demografía del país, dedicarnos a industrializarlo. Entonces nos lanzamos a la industrialización con toda nuestra decisión y nuestro esfuerzo. Las consecuencias fueron que en 1955 el país estaba fabricando sus barcos, sus camiones, sus automóviles, etc.; es decir que grandes posibilidades de desarrollo industrial se habían producido en toda la República. Esto era una cosa indispensable, porque el agro estaba entonces en la tarea de producir para importar manufacturas, perdiendo nuestra mano de obra y comprando caro lo fabricado afuera y, algunas veces, con nuestra propia materia prima. En un país como la República Argentina, que tenía entonces más o menos cinco millones de habitantes en el campo y el resto en las ciudades y pueblos, era imperativa la industrialización. Porque, en el fondo, nuestro problema no es que nos gusta ser industriales; son las necesidades las que lo imponen. Si nosotros no industrializábamos el país, millones de habitantes que vivían en los pueblos y ciudades estaban pesando sobre las espaldas de los productores agropecuarios. Ellos eran los que pagaban todo. Recuerdo que en ese entonces me contaba un galense, de esos que tenemos en el Chubut, que en su pueblo había un reloj con cuatro caras, que giraba y que a cada cuarto del día aparecía una figura. Primero aparecía el pastor, y decía: "Yo cuido vuestras almas". Giraba otras seis horas y aparecía el abogado, que decía: "Yo cuido vuestros derechos". Giraba otras seis horas más y aparecía el gobernante, diciendo: "Yo gobierno para una vida ordenada". Y daba otra vuelta y aparecía el agricultor, que decía: "Yo soy el que pago a los otros tres". Esto era lo que ocurría en esa época en la República Argentina. Si no se hubiera producido el desarrollo industrial, se podía seguir pensando que el agro argentino estaba sosteniendo al resto del país. De manera que la industrialización se imponía por una razón demográfica más que de ninguna otra naturaleza. No podíamos seguir en ese desequilibrio en la producción con respecto a la demografía nacional. Eso impuso necesariamente la industrialización. Desde entonces hasta ahora, la industria argentina se ha desarrollado suficientemente, y los pueblos y ciudades pueden sostenerse con su propio trabajo, sin estar pesando sobre las espaldas de los productores agropecuarios. Es decir, el país, en medio de toda su desorganización, tiene en estos momentos un equilibrio entre el campo y la ciudad, que es indispensable para los países en desarrollo. Frente a esto, nosotros pensamos que el mundo actual está desalentando el desarrollo tecnológico. Lo está desalentando porque con eso se están destruyendo las fuentes naturales de subsistencia de la Tierra, especialmente materia prima y comida. Está convirtiendo la Tierra en basurales, basurales de plásticos por ahora, pero basurales al fin.... A los ríos los está transformando en cloacas. Ya en la mayor parte del mundo no quedan aguas potables en sus cursos. Eso nos está ocurriendo aquí, en un país que tiene tres millones de kilómetros cuadrados y no alcanza a tener veinticinco millones de habitantes. ¡Cómo será en Europa, y especialmente en los países de intensa superpoblación! Los bosques los estamos talando, es decir, suprimiendo las grandes fábricas de oxígeno que la Tierra tiene; y como si eso fuera poco, estamos cubriendo el mar con una capa de aceite que no permite la liberación de oxígeno. El hombre está abocado a un problema pavoroso y a corto plazo. En la materia prima, se cuenta por decenios el agotamiento. Estados Unidos se quedará sin petróleo en pocos años y en un tiempo más se quedará sin hierro. Eso en un país de amplio desarrollo. Imaginen Europa, que ya no tiene prácticamente nada de esto. Es un mundo que se va quedando sin tierra, sin agua potable, sin oxígeno, es decir, sin aire. En el momento actual, el mundo, ya superpoblado, tiene 3500 millones de habitantes. ¡Qué será en el año 2000, con siete u ocho mil millones de habitantes! En este mundo de 3500 millones de habitantes, la mitad está hambrienta. En granos, Europa no cubre sino el 69 por ciento de sus necesidades El mundo entero se está quedando sin proteínas; y sin proteínas el hombre no puede vivir, como no puede vivir sin oxígeno, sin agua o sin tierra. Este es un problema que hay que pensarlo. Solamente las grandes zonas de reserva del mundo tienen todavía en sus manos las posibilidades de sacarle a la tierra la alimentación necesaria para este mundo superpoblado y la materia prima para este mundo superindustrializado. Nosotros constituimos una de esas grandes reservas; ellos son los ricos del pasado. Si sabemos proceder, seremos nosotros los ricos del futuro, porque tenemos lo esencial en nuestras reservas, mientras que ellos han consumido las suyas hasta agotarlas totalmente. Frente a este cuadro, y desarrollados en lo necesario tecnológicamente, debemos dedicarnos a la gran producción de granos y de proteínas, que es de lo que más está hambriento el mundo actual. Sería demasiado redundante quizá seguir insistiendo en esto, pero lo que ocurre para nosotros, como posibles grandes productores, es que existe un inmenso mundo de consumidores y los productores vamos siendo cada día menos. Aprovechemos este momento para afirmar una grandeza que es notable, porque se la hace con el trabajo honesto de todos los días. En nuestra República, desde que comenzamos a pensar en la necesidad de dejarnos de pelear por pequeñeces y empezamos a pensar que todos tenemos un destino común, como el país también lo tiene, debemos despreciar esas insignificancias para dedicamos a lo fundamental, que es engrandecer el país, enriquecerlo y hacer un pueblo digno y feliz. En este empeño, que ha sido siempre nuestra orientación política, el 18 de noviembre de 1972 pensamos que podíamos llegar al Gobierno y establecer un pacto con todas las fuerzas políticas, superando esas diferencias que el país había heredado. Hablo muchas veces de una comunidad organizada. Hablemos de una comunidad organizada no solo en lo político, sino sobre las grandes fuerzas de la producción y del progreso, que es el único desarrollo al que debemos aspirar. Por eso hicimos el pacto político que anuló, diremos así, las controversias políticas; que poco después, el 7 de diciembre, hizo posible una inteligencia a base de coincidencias mínimas, la que dio lugar, desde el 25 de mayo en adelante, a aspirar a esa comunidad organizada que comienza con el primer pacto entre los empresarios, los trabajadores y el Estado, que a su vez hizo posible un equilibrio más estable en la permanente lucha que se libra por los beneficios, ya que nadie trabaja con fines de beneficencia, sino de legítimo provecho. Después de eso, hemos seguido trabajando para crear una comunidad organizada sobre la fuerza constructiva, no en la destructiva, como pudo haber sido en otro tiempo. El acuerdo de ustedes o del agro con el Estado y con el resto de las fuerzas económicas completa este cuadro y completa esta comunidad organizada por la cual nosotros hemos venido luchando y con la que hemos soñado muchos años. Esta es la verdadera organización porque es la constructiva, porque es la productiva, la permanente, ya que los hombres no tienen ni amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes. Pongámonos de acuerdo y unamos esos intereses, y la amistad podrá ser más permanente de lo que nosotros mismos soñamos. Nuestra política, desde hace ya treinta años, se ha fundado, precisamente, en un equilibrio entre las fuerzas de la producción y, dentro de ellas, en un equilibrio entre los empresarios y los trabajadores. Este equilibrio, hasta 1955, fue del 47% de beneficio para el trabajador y, el resto del beneficio, para el capital o la empresa. En este momento, esos índices han variado: hemos caído en los beneficios de los trabajadores al 33% y el resto es provecho empresarial. Tenemos que restablecer el equilibrio. Ese equilibrio se puede restablecer con facilidad si aumentamos la producción y también las ventas. Aun el mismo empresario del comercio minorista, que funda su deseo en aumentar el precio unitario de su propia mercadería, comete un grave error, porque jamás, por el aumento de los precios unitarios - hecho que provoca una inflación que es terrible para todos y más con un pueblo sin poder adquisitivo - podrá tener un gran porvenir. El secreto está en mantener ese perfecto equilibrio del ciclo económico de la producción, es decir: la producción, la transformación, la distribución y el consumo cada uno de estos cuatro factores es un factor de riqueza. Algunos creen que se pueden enriquecer haciendo economías y suprimiendo el consumo. No, ese no es el camino. El camino es contar con una masa popular con alto poder adquisitivo, que aumente el consumo. Entonces, la ganancia no va a estar sobre el precio unitario, pero se va a decuplicar por el aumento, diríamos así, de la masa de las ventas. No hay que especular con lo pequeño, sino buscar lo grande. Es el volumen de ventas el que va a dar la gran ganancia, y no el precio unitario de las mercaderías, busquemos el resultado en lo grande. No nos dediquemos a lo pequeño. En la producción ocurre exactamente lo mismo, como se acaba de decir aquí: debemos alcanzar los márgenes de producción que la Argentina puede ofrecer. El agro argentino está explotado en un bajo porcentaje; esos índices pueden aumentar setenta veces. Pongámonos en la empresa de realizarlo. Para eso necesitamos que se cumplan dos circunstancias. Primera, desarrollar una tecnología suficiente para sacarle a la tierra todo el producto que ella pueda dar, sin tener tierras desocupadas o cotos de caza, como todavía existen en la República Argentina. Ese es un lujo que no puede darse ya ningún país en el mundo. Segunda, utilicemos esa tierra para la producción ganadera. La República Argentina tiene 58 ó 60 millones de vacas, cuando podría tener doscientos millones; y ovejas, en la misma proporción. Pongámonos a cumplir esos programas. Todos esos acuerdos, si el Gobierno y las fuerzas de la producción trabajan unidos y organizados, podrán alcanzar irremisiblemente esos objetivos. Los planes que ha esbozado el Ministerio de Economía tienen esa aspiración. Cada uno de ustedes tiene una misión que cumplir. Cada argentino, en la ciudad o en el campo, tendrá una misión que realizar; el trabajo nuestro está en crear esos objetivos e impartir esa misión, para que un pueblo organizado y decidido las realice. Entonces, no tendremos nada de qué arrepentimos en el futuro. Tales deben ser nuestros objetivos y nuestras esperanzas. Esperanzas que ustedes tienen que realizar en el sector agropecuario y que otros realizarán en otros sectores, tratando de que lo negativo sea lo mínimo. El sector bancario también tiene en el agro una función que nosotros le habíamos asignado con preferencia ya en el segundo gobierno justicialista. El agro debe estar dotado de suficiente crédito para poder trabajar. En esto, no todo es la buena voluntad y la decisión. También son los medios. Un sistema bancario bien trazado y bien orientado debe ser el apoyo más consistente para el agro. Vale decir que la tierra ha de trabajarse, como la industria ha de realizar o transformar. Las instituciones bancarias han sido creadas para eso, y para eso deben ser utilizadas. En tal sentido, también el Ministerio de Economía está decidido a dar un apoyo financiero suficiente, a fin de que el agro pueda desenvolver sus funciones en las mejores condiciones. Creo que, si cumplen los planes que hemos trazado y si se mantienen las organizaciones y compromisos que se han establecido entre las fuerzas del trabajo y el Gobierno, se puede alcanzar una etapa altamente constructiva, echando así las bases de una grandeza con la que todos soñamos por la que todos debemos hacer un esfuerzo en la medida que a cada uno le corresponda. Finalmente, señores, les agradezco muchísimo; me siento inmensamente feliz de poder contemplar estos acuerdos, que son la base de realización y sin los cuales no podría llegarse a un trabajo organizado, a una comunidad que quiere triunfar.
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Liderazgos de distinta naturaleza. Por Jorge Raventos


Jason, ex guerrillero, amigo del presidente Nelson Mandela y ahora responsable máximo
de la custodia ingresa disgustado al despacho de su jefe. Mandela ha designado en el cuerpo de custodia a un
puñadopuñado de agentes blancos de los viejos servicios de inteligencia.
“Esos muchachos tienen gran formación y experiencia”,
explica el Presidente. “Protegían a De Klerk” (Se refiere al último jefe de Estado del apartheid).
Mandela: La reconciliación empieza así, Jason
Jason: ¿Reconciliación? Hasta no hace mucho
trataban de matarnos. Quizás estos
mismo tipos…Trataban y muchas veces tenían éxito…
Mandela: El perdón también empieza aquí. El perdón libera el alma,
aleja el miedo. Por eso es un arma tan poderosa, Jason.
Por favor, hacé la prueba.
Jason: Bien, señor. Perdón por la interrupción.
Bárbara (secretaria de Mandela): Usted pide demasiado…
Mandela: Sólo lo que es necesario

Pasaje del filme Invictus, de Clint Eastwood

Desde hace unos días, en los cines argentinos se proyecta la (hasta ahora) última película del gran Clint Eastwood: Invictus. Se trata de una mirada sobre los primeros meses de gobierno de Nelson Mandela en Sudáfrica. Mandela, después de décadas de dura prisión, ha sido liberado por el presidente blanco, Frederik Willem de Klerk, pieza fundamental en el fin del régimen apartheid que convoca a elecciones generales en las que votan y son votados por igual negros y blancos. Mandela triunfa y pone toda su influencia política y moral al servicio de la reconciliación y la unidad de su patria. Eastwood pasea su cámara exhibiendo destellos del formidable liderazgo constructivo de Mandela y su apuesta a que el rugby, hasta entonces deporte “de blancos”, se convierta en símbolo de una Sudáfrica multicolor.
Tan interesante como el propio filme es la reacción que suscita en muchísimos cines argentinos: un cerrado aplauso corona el fin de la exhibición y, aunque por cierto la obra de Eastwood lo merece, los comentarios de vestíbulo indican que más que la película, lo que es ovacionado es el liderazgo de Mandela que el director ha descripto, por comparación con “lo que hay” en casa; se aplaude, por oposición, la añoranza de una conducción igualmente lúcida, inspirada e inspiradora. Como en otras épocas de la Argentina, las reacciones públicas frente a obras del cine o el teatro son expresiones políticas. El caso de Invictus sin duda lo es.
Hablando de lucidez: durante la semana, la señora Cristina de Kirchner trató de “perros” –eso sí, parafraseando a Miguel de Cervantes- a quienes critican su gobierno: “Ladran, Sancho, señal de que son perros”. Casi simultáneamente trascendían los números de la última encuesta de Poliarquía: de cada 100 opiniones, Nestor Kirchner y su señora sólo reciben 20 positivas: el resto son, evidentemente, cuzquitos aulladores. Perros, bah…
La novedad, en cualquier caso, no es que una gran mayoría ladre y critique, ni el “creciente hartazgo” de la sociedad argentina de que habla, por caso, el madrileño diario El País. Eso está claro desde hace meses. Por lo menos desde el momento en que el gobierno decidió tensar la cuerda con el campo y el interior.
Iniciar una guerra contra la producción agroalimentaria, pareció un delirio al que había que ladrarle. Como lo explica el casi argentino José Mujica, presidente electo de Uruguay: "Nuestra condición agroexportadora es el punto de partida; sin ella, seríamos como un clavel del aire (.)hay que construir un país "agro inteligente" fundado en la alta tecnología. Y ésta debe ser la propia de la especialización agroalimentaria, y como tal funcional a los intereses reales de la región, en su condición de emporio mundial de la producción de alimentos”. En fin: por lo menos desde la (perdida) batalla contra el campo, el gobierno está rodeado por multitudes de perros cervantinos. Las elecciones del 28 de junio de 2009 constituyeron una suerte de censo de ladradores.
Lo diferente ahora –más allá de que la población crítica parece engrosarse cada semana- es que el gobierno debe soportar cuestionamientos de lo que hasta el momento ha considerado propia tropa. ¡Mírenlo a D’Elía, por ejemplo, amenazando con movilizar sus huestes para reclamarle a los Kirchner y alzando la voz contra las jefaturas territoriales que se mantienen en el oficialismo y reciben “planes” para no cambiar de opinión! ¡Miren a Felisa Miceli, criticando la compra de 2 millones de dólares de Néstor en 2008, mientras ella debe visitar juzgados por una bolsa con apenas 60.000! Y observen a Hugo Moyano, que rechaza los remilgos del ministro Boudou para hablar de inflación. Lo que esos signos indican es que se acelera la desagregación de las fuerzas del gobierno: el gobierno ha perdido definitivamente la opinión pública; pese a los manotazos a distintas fuentes de recursos, se está quedando sin caja; pierde capacidad de presión sobre los tribunales y está a punto de perder –después de la hegemonía en la Cámara de Diputados- la mayoría (y acaso la presidencia provisional) de la Cámara Alta.
El accidente cerebro vascular que sufrió Néstor Kirchner una semana atrás no pudo ser más inoportuno (si es que esos sustos alguna vez no lo son). Por varias horas cundió en las redes del oficialismo una sensación de alarma. El férreamente centralizado dispositivo de mando del kirchnerismo ha estado siempre encarnado por el ex presidente y tiene como rasgo distintivo su intransmisibilidad. Ese es, en rigor, el secreto del rol subordinado que juega la presidente y del evidente “paralelismo“ que ha reinado desde que ella asumió: en la lógica del kirchnerismo, el mando no es de otro, es de él. Ella reina, pero no gobierna sin la presencia de su esposo.
Ese tipo de estructuras políticas lógicamente ingresan en aguas turbulentas cuando el centro de su dispositivo se ve afectado.
Kirchner venía ya tocado personalmente por el episodio de los 2 millones de dólares –un escándalo que su entorno no supo como justificar, hasta el punto que debió hacerlo él, personalmente, en comunicación telefónica privada con el relator oriental -y en cierto sentido, a partir de ese hecho, vocero informal de Kirchner- Víctor Hugo Morales.
El bloqueamiento de la carótida fue dramática metáfora de la debilidad creciente. Si hay algo que este tipo de liderazgos no puede permitirse es la evidencia de la debilidad: por esa brecha se cuelan las desobediencias, las indisciplinas, los alejamientos, la dispersión. Por eso Kirchner se empeñó en exhibirse rápidamente repuesto e hizo conocer sus planes de retomar la acción política con urgencia, en unos días.
Personalismo, confrontación permanente, disciplinamiento de la propia tropa son rasgos ineludibles del sistema de poder de Kirchner. El mismo se encargó de mantener atadas las manos de sus ministros y de limitarles su autonomía, es evidente que ninguno de ellos -ni los más suaves ni los más groseros- está en condiciones de cerrar una negociación importante sin que Kirchner intervenga directamente, en persona o al menos por teléfono.
En estos días, cuando el gobierno puede perder el control del Senado, el cierre de cualquier trato importante requiere la participación de Néstor. En ese sentido, el problema financiero es, si se quiere, de resolución menos complicada para el oficialismo: siempre hay alguna caja, un sector de ingresos, que se puede confiscar para reemplazar lo que falta. Kirchner no tiene ese recurso: él es lo irreemplazable del sistema de poder kirchnerista, él debe gastar su propio físico. Por eso, es difícil que consiga cumplir con la instrucción de los médicos que le recomiendan evitar el estrés.
Que Carlos Reutemann y Julio Cobos aparezcan punteando las mismas encuestas de imagen que muestran a los Kirchner lejos y a la cola, tiene evidentemente un sentido.
Se les adjudica a ambos –más allá de lo que ellos mismos muestran, pues ambos dirigentes son más bien esquivos- una forma de ser y conducir marcadamente diferente de la del oficialismo. Se les adjudica sentido común y capacidad de diálogo. Búsqueda de unidad nacional y respeto de las instituciones. Otro dato nada menor: ambos (más allá de sus distintas pertenencias partidarias) están identificados con las reivindicaciones de la decisiva batalla de 2008: respaldo a la cadena de valor agroalimentaria y a los derechos de las provincias.
Cobos aparece como el más probable de los candidatos radicales a la hora (cualquiera ella sea) de las próximas elecciones. Y Reutemann es el único de los presidenciables peronistas que parece recoger un respaldo casi unánime (que se expresa en que muchos de los que tienen aspiraciones propias a una candidatura presidencial, declaran que la postergarían si el santafesino fuera candidato y hasta se ofrecen para correr en la misma escudería).
En la lógica de la confrontación constante, los Kirchner lanzan a sus ya menguadas tropas a embestir contra uno y otro. En el caso de Cobos, los voceros oficialistas se lanzaron otra vez a acusarlo de destituyente y ahora ampliaron esa imputación (“cuasi golpista”) a la Unión Cívica Radical. En el caso de Reutemann, se las han tenido que ver con un hombre que habla poco, pero cuando lo hace suele expresar inquietudes u opiniones del “uommo cualunque”. Como lo explica uno de sus amigos, el diputado Carlos Carranza, “lo que dice Reutemann acerca del gobierno lo dicen el almacenero del barrio, el verdulero de la esquina y el colectivero. ¿Cómo puede explicar Néstor Kirchner que se hizo de 2 millones de dólares en el 2008 sin que se le caiga la cara de verguenza?"
Esta vez el senador por Santa Fé planteó la esperanza de que “cuando se vayan no se hayan afanado la Casa Rosada y la Plaza de Mayo”. Acido puro después de las discusiones sobre la compra de dólares, que a su vez reactualizaron otros asuntos anteriores, pues, como señala el diario El País, "el desprestigio del matrimonio presidencial crece semana a semana, a medida que se acumulan denuncias y escándalos por presunto enriquecimiento ilícito que amenazan con tapar cualquiera de sus iniciativas políticas". Reutemann pegó sobre esa cicatriz.
El gobierno no tiene política para el principal problema de la actualidad: la inflación creciente, en particular la que afecta a los sectores más humildes: el incremento de precio de los alimentos. La carne, elemento básico de la dieta de los argentinos, ha aumentad entre un 30 y un 50 por ciento en los mostradores. El INDEC, después de “corregir” sus propias cifras, asegura que el alza de la carne es del 7 por ciento y la inflación del 1 por ciento. La mentira está tocando su límite.
Arrinconados por su propia tendencia a la confrontación y al aislamiento, debilitados por sus problemas de caja, por su descrédito y por la creciente dispersión de sus fuerzas, desafiados por la acción de oposiciones que aprenden a coordinar y a llegar a acuerdos por encima de sus diferencias, es difícil, sin embargo, pensar que los Kirchner traicionen su estilo y retrocedan. O que busquen un objetivo de unidad nacional constructiva. Es más plausible imaginar que buscarán una nueva confrontación, alguna bandera en la que envolverse, como en su momento Galtieri quiso encontrarla en Malvinas, alguna “causa” que apuntale el “relato” heroico que en un momento les dio rédito y que hoy naufraga en la sospecha y acosado por los ladridos. Porque, como diría Borges “ ... una canción de gesta se ha perdido en sórdidas noticias policiales. “

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Carta al Gobernador Juan Schiaretti. Por César Albrisi


Señor Gobernador
de la Provincia de Córdoba
Cdor. Juan Schiaretti
Su Despacho

De mi mayor consideración:

Como Diputado Nacional por Córdoba, miembro de la Comisión de Energía y Combustibles de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, informo a Usted que junto con mi equipo de trabajo me pongo a revisar urgente y minuciosamente las disposiciones normativas y contractuales que regula la cadena entre generadores, transportistas y distribuidores de la energía eléctrica que conforman el Sistema Interconectado Nacional, en virtud del conflicto suscitado entre la Compañía de Transporte de Energía Eléctrica en Alta Tensión Transener S.A. y la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), a partir de la salida de servicio del transformador de la ET Malvinas Argentinas.
La normativa actual en materia de energética eléctrica tiene su origen en la Ley 24.065 que entró en vigencia el 1/1/92 conocida como Marco Regulatorio del Sector Eléctrico, que fraccionó al mercado en tres segmentos: Generación, Transmisión y Distribución con determinadas funciones y obligaciones para los agentes que operan en ellos. En el trascurso de la década de los `90 no hubo graves dificultades en el sector porque había excedente de energía disponible, situación que notoriamente ha cambiado.

Desde el año 2003, el modelo energético está agotado. El fuerte crecimiento de la demanda energética y la desinversión en el sector energético nacional fueron factores que desembocaron en una crisis estructural del sistema.

Ante este cambio de escenario y por las graves consecuencias económicas y sociales que trae aparejado el extenso plazo que la normativa otorga a la empresa Transener S.A. para la reposición del trasformador colapsado de la ET Malvinas Argentinas, considero sumamente pertinente proceder a examinar las disposiciones normativas e interesar a todos los miembros de la Comisión de Energía y Combustibles de la H. Cámara de Diputados de la Nación, teniendo como objetivo llevar a las empresas a cumplir sus obligaciones en plazos más perentorios que los actuales dada la situación de saturación que tiene el sistema energético nacional y en particular, el de la Provincia de Córdoba. De esta manera, salvaguardaremos los derechos de los usuarios y el bienestar general de los cordobeses.

Sin otro particular, aprovecho para saludarlo a Usted muy atentamente y quedar a vuestra disposición.


Con Copia: Diputado Nacional Fernando Solanas – Presidente designado Comisión Energía y Combustibles de la H. Cámara de Diputados de la Nación.





Ing. César Albrisi
Diputado Nacional
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domingo, 7 de febrero de 2010

Poder, matrimonio y patrimonio. Por Jorge Raventos


El jueves 4 de febrero asumió la presidencia del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, hasta un día antes número uno del Banco de la Nación Argentina Nación. De origen desarrollista –era sobrina carnal de Noemí Blanco, la esposa de Rogelio Frigerio-, la economista accedió a la función pública durante el gobierno de Carlos Saul Menem. Quien la incorporó a la tribu kirchnerista y la proyectó a posiciones expectables fue el ex jefe de gabinete Alberto Fernández, pero cuando él abandonó el barco su protegida siguió ascendiendo a la sombra de otras alas. La nueva (por ahora provisoria) presidente del Banco Central sigue el ritmo que impone la Residencia de Olivos.

La entronización de Marcó del Pont llegó 48 horas antes de que se cumplieran 30 días de una rotunda afirmación del ministro de Economía, Amado Boudou (“Para nosotros Mario Blejer es el nuevo presidente del Banco Central”) que, ay, resultó reiteradamente desmentida por los hechos. Boudou no resultó buen profeta ni buen anunciador de novedades: ni Martín Redrado dejó esa silla cuando el ministro y sus mandantes lo preveían ni, cuando el asiento quedó vacío, Blejer estuvo dispuesto a ocuparlo sin nuevas condiciones, ni la familia presidencial estaba dispuesta a aceptarlas después del desgaste ya sufrido en la lucha por desalojar a Redrado. Un mes atrás, cuando pretendían desplumar al Central sin que Redrado cacarease, la figura de Blejer parecía una coartada elegantísima para desbaratar las sospechas de la ortodoxia financiera sobre las intenciones oficiales en relación con las reservas del Banco Central. Pero ahora ya no había manera de disimular el escándalo, que ha trascendido largamente las fronteras. Ahora se trataba de aplicar una fórmula simple, para nada barroca: meter mano de una buena vez al Fondo del Bicentenario (FoBi) y, en lo posible, cambiar las normas de la Carta Orgánica del Banco Central, de modo de poder contar sin demasiados obstáculos con la caja del Banco Central, ante futuras y previsibles necesidades políticas.
El gobierno considera que podrá habilitar el Fondo del Bicentenario en el Congreso. La perversa lógica que rige el control de los decretos de necesidad y urgencia permite que tengan vigencia con la mera aprobación (más exacto: la ausencia de rechazo) de sólo una de las Cámaras. En otros términos: mientras que una ley hecha y derecha requiere que la apoyen Diputados y Senadores, los úkases del Ejecutivo con formato de DNU sólo necesita (merced a una oportuna reglamentación que en su momento impulsó la señora de Kirchner) que una de las Cámaras no lo rechace. Así, dando por descontado que la Cámara de Diputados, donde ahora el oficialismo no cuenta con mayoría automática, se vetará el del DNU que creó el FoBi, desde la Residencia de Olivos se despliegan esfuerzos para conseguir que el Senado no vote en contra y así, permita su vigencia.
Para conseguirlo, los negociadores kirchneristas ofrecen asociar a los gobernadores al botín de las reservas, y les prometen “ayudar” a las provincias que se encuentran en rojo y con gravísimas dificultades de financiamiento; parafraseando a Quevedo, el gobierno nacional hace primero el enfermo y después el hospital, porque lo cierto es que el desfinanciamiento de las provincias está provocado por el unitarismo fiscal que practica la caja central, al no coparticipar recursos como la mayor parte del impuesto al cheque o las retenciones. Lo cierto es que, sedientas de fondos frescos como están las provincias, varios gobernadores parecen dispuestos a inducir a sus senadores a ayudar a la Casa Rosada a que el DNU del Fondo del Bicentenario pase sin inconvenientes por el Congreso. Pan para hoy, hambre para mañana: pocos dudan que la lógica de meter mano a las reservas para cubrir gastos corrientes equivale a echar baldazos de combustible al incipiente incendio inflacionario que ya registra más de un 2 por ciento en enero.
La oposición está abriendo una alternativa para los gobernadores tentados por el tintineo de la bolsa kirchnerista: proponen convertir el impuesto al cheque en un recurso plenamente coparticipado. Por esa vía las provincias conseguirían fondos genuinos, sin pagar el subyugante peaje político que impone el gobierno central y sus senadores evitarían el bochorno de complicarse en el saqueo a las reservas y en sus inevitables consecuencias.
Quizás por temor a que los senadores atiendan a estos argumentos o acaso sólo para bajar el precio que demandará el trato pampa con los gobernadores que accedan a la negociación que propone Olivos, el gobierno ha acudido a la Corte Suprema para apelar los fallos que le vedan la integración del FoBi con las reservas del Central. Esperan que, al menos, los fallos de Cámara que dispusieron esa veda pierdan su carácter suspensivo mientras se tramita la apelación, de modo de poder avanzar en el traspaso de los 6.500 millones de dólares a la cuenta ya abierta del Poder Ejecutivo. Preventivamente, el gobierno ha lanzado una fuerte presión sobre los Tribunales, alegando que está siendo perseguido por “el Partido Judicial”, implicando que los magistrados que le fallan en contra no lo hacen por criterio técnico-jurídico, sino por formar parte de una red conspirativa de la que también forman parte otros protagonistas a los que el gobierno califica de enemigos.
La táctica de la presión, estiman los estrategas del gobierno, ha dado réditos: le adjudican a ese procedimiento que el vicepresidente Julio Cobos haya votado por el desplazamiento de Martín Redrado del Banco Central, en consonancia con la Casa Rosada. Lo cierto es que ese paso le ha costado a Cobos un descenso en el aprecio de la opinión pública que se registra en las primeras encuestas sobre el tema. Como si se tratara de una ley física, quienes por un motivo u otro ingresan al campo gravitatorio de los Kirchner padecen la tendencia de ellos a caer; por el contrario, oponerse al matrimonio es un recurso casi infalible para ascender en las encuestas.
En las cercanías del vicepresidente se argumenta que Cobos no cuenta con infinitas balas y que no tenía demasiado sentido gastar una en una batalla –la continuidad de Redrado- que ya estaba zanjada con la renuncia del economista a la presidencia del Central. En resumen, sugieren, Cobos decidió reservar su reserva de balas para peleas más decisivas (que el cobismo considera inevitables, dado el estilo duramente confrontativo de los Kirchner, exacerbado por la crisis que sufren).
Subproducto de la batalla del Banco Central, la filtración al público del dato de que Néstor Kirchner había adquirido nada menos que 2 millones de dólares en 2008 (el año de su grandes éxitos económicos privados), mientras el gobierno presionaba a los empresarios para que se abstuvieran de hacer lo propio, no contribuyó precisamente a incrementar la confianza pública en el matrimonio presidencial. Los voceros y lenguaraces del oficialismo se empeñaron en defender tanto esa compra de dólares como la adquisición previa (mientras ejercía la presidencia) de terrenos en Calafate a precios ridículamente bajos, en términos de “legalidad”. Sobre esa cuestión tendrán que pronunciarse los tribunales (y sería bueno que se emplearan para hacerlo más tiempo y rigor que el que demandó una causa anterior sobre enriquecimiento ilícito). Otras defensas fueron más divertidas. Por caso, la de Luis D’Elía, que explicó la fortuna de los Kirchner con el argumento de que desciende de un abuelo usurero. O la de la diputada oficialista Diana Conti, quien, tras declararse simpatizante de José Stalin, teorizó que “para pelearte con el establishment, hay que tener un patrimonio muy grande”.
En rigor, uno de los problemas que enfrentan hoy los miembros del matrimonio presidencial reside en que su credibilidad se encuentra por el suelo y no parece haber argumentos –ni los más “legalistas” ni los más extravagantes y ocurrentes- que estén en condiciones de modificar esa situación.
Para colmo, la discusión pública de estos avatares de su “patrimonio muy grande”(en términos de Diana Conti) ocurren en paralelo con la difusión de la conducta del presidente electo de Chile, Sebastián Pinera, que está informando públicamente los pasos que da para desprenderse del manejo de sus bienes y empresas antes de asumir la primera magistratura. Transparencia u opacidad. Potencia o prepotencia.
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