domingo, 31 de enero de 2010

La fábula del cerdo y el Viagra. Por Claudio Cháves


Una inefable galería de vedettes argentinas como Luciana Salazar, Jesica Cirio, Daniela Cardone o Moria Casán (la más deslenguada) por citar solo a algunas hacen de sus declaraciones picantes un formato que repiten al infinito, ante cualquier periodista de chimentos que las provoque. Y el lector sospechará que no necesitan mucho para picarlas. Hablan porque un impulso irrefrenable las empuja al escándalo.


Las preguntas recurrentes tienen que ver, por lo general, con la alimentación o la vida sexual. De manera que como una letanía anuncian vulgaridades nada originales como por ejemplo: mi comida favorita es aquella que despierta y aviva mis impulsos sexuales o mi gimnasia preferida, y que practico diariamente, es hacer el amor. Fingiendo o no una personalidad de come hombres que naturalmente vende y que ellas consideran apropiadas a la profesión que ejercen. Profesión que muchas veces traspasa los limites de la moral y las leyes.
En definitiva la sociedad argentina se ha acostumbrado a las vulgaridades y groserías de estas damas de espectá-culo ligero y frívolo que desvalorizan cotidianamente el rol de la mujer.
Quién definió perfectamente a este mundo pequeño de féminas insignificantes fue el rockero italiano, aquerenciado en los suburbios bonaerenses, Luca Prodan cuando las denominó, sin pelos en la lengua, “Rubias Taradas” allá por la década del 80’.
Ahora, que la Presidenta de los argentinos abreve en las mismas fuentes de las bataclanas es una enorme sorpresa por no decir un innecesario disgusto. Es que Cristina ya no sabe que hacer para aparecer simpática. Sería oportuno que encuentre un límite en su afán de ser agradable no sea cosa que además visite show match y se le anime al caño.
Ahora lo que si parece inverosímil han sido sus declaraciones acerca del cuerito que se comió en el Calafate en compañía de su marido y que la pasó fantástico. ¿Con Néstor?
Seguramente la Presidenta no es envidiada en el mundo de las rubias blondas.
Caben perfectamente las palabras de Luca Prodán, que me animo a citar en vista de las declaraciones de Cristina:
“Acá la Rubia Tarada pegó y yo se porqué. No la hice para que pegue pero le pegó a todos los negros. Viste a aquellas rubias con tanga que van por la playa en Villa Gesell o Punta del Este con la cola afuera y no c…nunca ni, saben c…”
Cristina cuan lejos está usted de aquella gran actriz de radio teatro y por encima enorme mujer que fue Evita.
¡Y hablaban de Menem!

Leer más...

Actualización Doctrinaria. Documento Nº 3


Periódicamente publicaremos en esta sección de Actualización Doctrinaria, diversos textos de Juan Domingo Perón que, con las adecuaciones necesarias por el paso del tiempo y el cambio de las circunstancias históricas, nos servirán para pensar con nuestra propia cabeza la realidad politica y social sobre la que nos toca actuar.

Discurso del General Perón al regresar al país, pronunciado el 21 de junio de 1973.

Deseo comenzar estas palabras con un saludo muy afectuoso al Pueblo Argentino. Llego del otro extremo del mundo con el corazón abierto a una sensibilidad patriótica que sólo la larga ausen­cia y la distancia pueden avivar hasta su punto más alto. Por eso, al hablar a los argentinos lo hago con el alma a flor de labio y deseo que me escuchen también con el mismo estado de ánimo.
Llego casi desencarnado. Nada puede perturbar mi espíritu porque retorno sin rencores ni pasiones, como no sea la pasión que animó toda mi vida: servir lealmente a la Patria. Y sólo pido a los argentinos que tengan fe en el Gobierno Justicialista, porque ése ha de ser el punto de partida para la larga marcha que iniciamos. Tal vez la iniciación de nuestra acción pueda parecer indecisa o imprecisa, pero hay que tener en cuenta las circunstancias en las que la iniciamos.
La situación del país es de tal gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que no deba participar y colaborar. Este problema, como ya lo he dicho muchas veces, o lo arregla­mos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos, al fin y al cabo hermanos, para que comencemos a ponernos de acuerdo.

Una deuda externa que sobrepasa los 6000 millones de dólares y un déficit cercano a los tres billones de pesos, acumulados en estos años, no han de cubrirse en meses, sino en años. Nadie ha de ser unilateralmente perjudicado, pero tampoco ninguno ha de pretender medrar con el perjuicio o la desgracia ajena. No son estos días para enriquecerse desaprensivamente, sino para reconstruir la riqueza común, realizando a una comunidad en la que cada uno tenga la posibilidad de realizar­se.
El Movimiento Justicialista, unido a todas las fuerzas políticas, sociales, económicas y militares que quieran acompañarlo en su cruzada de liberación y reconstrucción del país, jugará su destino dentro de la escala de valores establecida: “primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres”, en un gran movimiento nacional y popular que pueda respaldarlo.

Tenemos una revolución que realizar, pero para que ella sea válida ha de ser de construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. No estamos en condiciones de seguir destru­yendo frente a un destino preñado de asechanzas y peligros. Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra creación: “de cosa al trabajo y del trabajo a casa”. Sólo el trabajo podrá redimirnos de los desatinos pasados.

Ordenemos primero nuestras cabezas y nuestros espíritus. Reorganicemos al país y dentro de él al Estado que preconcebidamente se ha pretendido destruir y que debemos aspirar a que sea lo mejor que tengamos para corresponder a un Pueblo que ha demostrado ser maravilloso. Para ello elijamos los mejores hombres, provengan de donde provinieren, acoplemos la mayor cantidad de materia gris, todo juzgado por sus genuinos valores en plenitud y no por subalternos intereses políticos, influencias personales o bastardas concupiscencias.

Cada argentino ha de recibir una misión en el esfuerzo de conjunto. Esa misión será sagrada para cada uno y su importancia estará, más que nada, en su cumplimiento. En situaciones como la que vivimos, todo puede tener influencia decisiva y así como los cargos honran al ciudadano, éste también debe ennoblecer los cargos.
Si en las Fuerzas Armadas de la República, cada ciudadano, de general a soldado, está dis­puesto a morir tanto en defensa de la soberanía nacional como del orden constitucional establecido, tarde o temprano han de integrarse al Pueblo que ha de esperarlos con los brazos abiertos como se espera a un hermano que retorna al hogar solidario de los argentinos.

Necesitamos una paz constructiva sin la cual podemos sucumbir como Nación. Que cada ar­gentino sepa defender esa paz salvadora por todos los medios, y si alguno pretendiera alterarla con cualquier pretexto, que se le opongan millones de pechos y se alcen millones de brazos para sustentarla con los medios que sean. Sólo así podremos cumplir nuestro destino.

Hay que volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia. En la función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad ha de exigir la autoridad que necesita para defenderlo dignamente. Cuando el deber está de por medio los hombres no cuentan, sino en la medida en que sirvan mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser patrimonio de los amanuenses.

Cada argentino, piense como piense y sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente. El Gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo. Quien al­tere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata.

Conozco perfectamente lo que está ocurriendo en el país. Los que crean lo contrario se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una postguerra civil que, aunque desarrollada embozadamente, no por eso ha dejado de existir. A ello se le suma las perversas intenciones de los factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales. Nadie puede pretender que todo esto cese de la noche a la mañana, pero todos tenemos el deber ineludible de enfrentar activamente a esos enemigos, si no queremos perecer en el infortunio de nuestra desaprensión o incapacidad culposa.

Pero el Movimiento Justicialista, que tiene una trayectoria y una tradición, no permanecerá inactivo frente a tales intentos y nadie podrá cambiarlas a espaldas del Pueblo que las ha afirmado en fecha muy reciente y ante la ciudadanía que comprende también cuál es el camino que mejor conviene a la Nación Argentina.

Cada uno será lo que deba ser o no será nada.

Así como antes llamamos a nuestros compatriotas en La Hora del Pueblo, el Frente Cívico de Liberación y el Frente Justicialista de Liberación, para que mancomunando nuestros ideales y nues­tros esfuerzos pudiéramos pujar por una Argentina mejor, el Justicialismo, que no ha sido nunca ni sectario ni excluyente, llama hoy a todos los argentinos, sin distinción de banderías, para que todos solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la reconstrucción nacional, sin la cual estaremos todos perdidos. Es preciso llegar así, y cuanto antes, a una sola clase de argentinos: los que luchan por la salvación de la Patria, gravemente comprometida en su destino por los enemigos de afuera y de adentro.
Los Peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento. Ponerlo en mar­cha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. NOSOTROS SOMOS JUSTICIALISTAS. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología: SOMOS LO QUE LAS VEINTE VERDADES PERONISTAS DICEN. No es gritando la vida por Perón que se hace Patria, sino manteniendo el credo por el cual luchamos.
Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan nues­tros banderas revolucionarias. Los que pretextan lo inconfesable, aunque cubran sus falsos desig­nios con gritos engañosos, o se empeñen en peleas descabellados, no pueden engañar a nadie. Los que no comparten nuestras premisas, si se subordinan al veredicto de los urnas, tienen un camino honesto para seguir en la lucha que ha de ser para el bien y la grandeza de la Patria, no para su desgracia.

Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro Movimiento o tomar el poder que el Pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un Pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una firme voluntad de vencer. Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos popu­lares o
estatales, que por ese camino van mal. Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfe­sables. Nadie puede ya escapar a la tremenda experiencia que los años, el dolor y los sacrificios han grabado a fuego en nuestros almas y para siempre.

Tenemos un país que a pesar de todo no han podido destruir, rico en hombres y rico en bienes. Vamos a ordenar el Estado y todo lo que de él dependa que pueda haber sufrido depredaciones y olvidos. Esa será la principal tarea del Gobierno. El resto lo hará el Pueblo Argentino, que en los años que corren ha demostrado una madurez y una capacidad superior a toda ponderación. En el final de este camino está la Argentina Potencia, plena de prosperidad, con habitantes que puedan gozar del más alto “standard” de vida, que la tenemos en germen y que sólo debemos realizarla. Yo quiero ofrecer mis últimos años de vida en un logro que es toda mi ambición; sólo necesito que los argentinos lo crean y me ayuden a cumplirla.

La inoperancia, en los momentos que tenemos que vivir, es un crimen de lesa Patria. Los que estamos en el país tenemos el deber de producir, por lo menos, lo que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de inoperantes. Los científicos, los técnicos, los artesanos y los obreros que estén fuera del país deben retornar a él a fin de ayudarnos en la reconstrucción que estamos planificando y que hemos de poner en ejecución en el menor plazo.

Finalmente, deseo exhortar a todos mis compañeros peronistas para que, obrando con la mayor grandeza, echen a la espalda los malos recuerdos y se dediquen a pensar en la futura gran­deza de la Patria, que bien puede estar desde ahora en nuestras propias manos y en nuestro propio esfuerzo.
A los que fueron nuestros adversarios, que acepten la soberanía del Pueblo, que es la verdade­ra soberanía, cuando se quiere alejar el fantasma de los vasallajes foráneos, siempre más indignos y costosos.

A los enemigos, embozados, encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus inten­tos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.

Dios nos ayude, si somos capaces de ayudar a Dios. La oportunidad suele pasar muy quedo. ¡Guay de los que carecen de sensibilidad e imaginación para percibirla!
Un grande y cariñoso abrazo para todos mis compañeros, y un saludo afectuoso y lleno de respeto para el resto de los argentinos.

Mensaje pronunciado por radio y televisión el 21 de junio de 1973, al día siguiente de su re­greso al país.
Leer más...

Las órdenes que ya no se cumplen. Por Jorge Raventos


La Reina se puso roja de furia, y, tras dirigirle
una mirada fulminante y feroz, empezó a gritar:
--¡Que le corten la cabeza! ¡Que le corten...!
--¡Tonterías! --exclamó Alicia, en voz muy alta y decidida.
Y la Reina se calló.

Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas

“Para nosotros la renuncia no existe y no se la acepta”. La doble negación, digna del Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas, pertenece al proverbial jefe de gabinete, Aníbal Fernández, y la pronunció por C5N tan pronto supo que Martín Redrado había anunciado su dimisión a la Presidencia del Banco Central.
Fernández es un tipo singular: a principios de enero anunció la aceptación de una renuncia que Redrado jamás había presentado, y se indignó mal con el economista por no haberlo hecho. Ahora, cuando la dimisión se consuma, la declara inexistente para rechazarla. Conclusión paradójica: el jefe de gabinete sólo aprueba abdicaciones a condición de que sean irreales.

Bromas aparte, hasta en el epílogo de este entremés Redrado consiguió sorprender, desconcertar y cabrear al Poder Ejecutivo. Primero disparó un mecanismo que –Justicia mediante- trabó el manotazo sobre las reservas del Banco Central iniciado por el matrimonio Kirchner con la creación del llamado Fondo del Bicentenario. Segundo, al resistir la retirada a los empujones que el Ejecutivo quiso imponerle, se transformó de hecho en un defensor de la autonomía del Banco Central y del respeto a las normas que la rigen, básicamente la ley de la Carta Orgánica de esa entidad. Y obligó al ejecutivo a dar marcha atrás.
La inopinada resistencia de Redrado se corrresponde con un nuevo alineamiento de los planetas. Después de la derrota electoral sufrida por el kirchnerismo el 28 de junio, el Congreso ha dejado de ser una escribanía del Ejecutivo y la Justicia se siente más estimulada a sostener su independencia frente a las presiones. En las propias filas oficialistas florece el espíritu crítico. La opinión pública hace rato que tomó distancia del gobierno y ya no hay técnica de relaciones públicas que pueda ensayar la Presidente que consiga tornarla simpática para la inmensa mayoría.
En ese contexto, y ante la evidencia que sus úkases no eran obedecidos, el gobierno retrocedió y tuvo que leer mejor la Carta Orgánica del Banco Central.
Allí dice sin lugar a equívocos que el directorio del Banco Central (incluido, obvio, su Presidente) está legalmente obligado a no recibir órdenes del Poder Ejecutivo y éste sólo puede remover a sus miembros si “mediare mala conducta o incumplimiento de los deberes de funcionario público”, y contando para ello “con el previo consejo de una comisión del Honorable Congreso de la Nación”.
El decreto “de necesidad y urgencia” suscripto el 7 de enero por la señora de Néstor Kirchner y todos sus ministros para desplazar a Redrado no reunía las condiciones requeridas por la Ley y era, por lo tanto, un instrumento inadecuado para el objetivo que perseguía. Al rechazar legalmente su cumplimiento y presentarse ante la Justicia, Redrado contribuyó a la defensa de las instituciones y de la Ley y forzó al Poder Ejecutivo a –en palabras de las Camaristas de segunda instancia que fallaron en el incidente- al “público compromiso tendiente a sanear los óbices legales que fueron el fundamento central de la tutela judicial”; en otros términos: se “sanea” lo que está mal hecho. La Presidente fue empujada a someterse al consejo de la comisión legislativa previsto en el artículo 9 la Carta Orgánica del Banco Central, algo de lo que había pretendido exceptuarse.
Como prefiere gambetear las normas y considera “horrendos” (palabra de Néstor Kirchner) los fallos de la Justicia que se las recuerdan, el Ejecutivo se sometió a las circunstancias pero eludió, de todos modos, la indispensable anulación del decreto “de necesidad y urgencia” que había suscripto el 7 de enero.
La Comisión Legislativa inició sus sesiones durante la semana para dar “consejo previo” sobre una decisión que el Poder Ejecutivo ya había adoptado. Presidida por el vicepresidente Julio Cobos y constituida parcialmente (ya que el Senado no designó representantes), la comisión inició sus reuniones bajo una fuerte presión del gobierno, dirigida en especial contra el vicepresidente, tildado de “conspirador” y enemigo del gobierno por un coro de voceros oficialistas. Desde el entorno de Cobos surgieron señales de que la presión rendía sus frutos: se sugería que (en sintonía con los juicios públicos contemporizadores con la Casa Rosada de algunos dirigentes radicales, en primer lugar Ricardo Alfonsín) Cobos terminaría acompañando con su voto al oficialismo en la destitución de Redrado. En principio, Cobos guardó silencio sobre la subsistencia del DNU del 7 de enero y no reclamó su anulación previa al trabajo de la Comisión. El gobierno pretendía a esa altura provocarle daños no sólo a Redrado, sino al conjunto de sus adversarios: quería ratificar de una buena vez el despido del presidente del Central, ahora con apoyo de la Comisión Legislativa, dejar a Cobos en una situación incómoda y colocar una cuña en el frente opositor.
Por ese motivo, la renuncia de Redrado fue como un baldazo de agua helada para el kirchnerismo, porque el economista les vuelve a ganar la iniciativa. Su dimisión deja a Cobos y al otro miembro opositor de la Comisión Legislativa, Alfonso Prat Gay, ante la chance de omitir el consejo que, de modo tardío e inadecuado pretendía la Casa Rosada para dar aval y maquillaje a la sentencia ya firmada. La renuncia de Redrado vuelve abstracta la función de la Comisión (que, de hecho, ya lo era si no mediaba previamente la anulación del DNU del 7 de enero). Cobos y Prat Gay pueden argumentar con total legitimidad que la crisis entre el Ejecutivo y el Central queda zanjada por la renuncia y que sólo resta aceptarla para cerrar el capítulo. En rigor: sólo hace falta volver a la aceptación que Aníbal Fernández anunció prematuramente en los primeros días del año. Podrá afirmarse así del jefe de gabinete, como se decía de Bernardino Rivadavia, que es un hombre que se anticipa a su tiempo.
Una vez cerrado el episodio Redrado, quedan para el gobierno las consecuencias de esta batalla perdida: tendrá que seguir fatigando la imaginación de sus menguados cuadros para encontrar de dónde conseguir los fondos que ya no podrán extraerse del Fondo del Bicentenario. Es una tarea urgente, porque la caja, ese gran instrumento de disciplinamiento político, está exhausta. Y los signos de descontento y desconfianza cunden en la propia tropa. Las órdenes ya no se cumplen: se examinan.
Si ya son muchos –ex jefes de gabinete, ex ministros, congresistas, jefes territoriales, líderes de movimientos sociales, sindicalistas- los que desertaron del kirchnerismo, el tiempo de las vacas flacas que se abre probablemente se convierta en el momento de la eyección para muchísimos más. Los signos están a la vista. Sobrevuelan los buitres. ¿O eran los pollos?¿O los chanchos?

Leer más...

martes, 26 de enero de 2010

Sobre el disenso como método. Por Alberto Buela


Los filósofos como los científicos más que probar teorías, disponen de teorías para explicitar lo implícito en el caso de la filosofía y para ampliar los alcances de la ciencia en el caso de los científicos.
Esta verdad que resulta una verdad a plomo, que cae por su propio peso, que es evidente por sí misma ha sido y es de difícil aceptación pues, en general, se dice que se tienen teorías o se quiere probar una teoría. Lo cual no es correcto.
El hecho de darse cuenta, que uno puede disponer de una teoría facilita el trabajo de investigación pues la teoría se transforma allí en un medio de acceso a la verdad y no un fin en sí misma como erróneamente es tomada.
La realidad, los entes para hablar filosóficamente, son la consecuencia del proceso de investigación y las prácticas científicas que vienen a convalidar la teoría. Así, si esa teoría es verdadera confirma esa realidad, esos entes.

La atribución de verdad, de realidad, de coherencia, de consistencia, de adecuación es lo que permite avanzar en el camino del conocimiento. En una palabra, no se avanza justificando teorías sino que se avanza disponiendo de teorías que las prácticas científicas en el caso de la ciencia o las prácticas fenomenológicas en el caso de la filosofía pueden atribuir verdad .
La ciencia, y la filosofía lo es, puede ser pensada en este sentido como un conjunto de representaciones que se manifiestan como teorías (Aristóteles), paradigmas (Kuhn), programas (Lakatos), modelos (Popper), tradiciones (MaIntayre) que se confirman en las prácticas y no meramente en la representación.

Nosotros, en nuestro caso, hemos dispuesto de una teoría: La teoría del disenso a partir de la cual intentamos explicar al hombre, el mundo y sus problemas desde una mirada no conformista y alejada del pensamiento único, típico de nuestra época.
El disenso entendido como otro sentido al dado y establecido nos ha permitido crear teoría verdaderamente crítica y no “nominalmente crítica” como ha sucedido en definitiva con la Escuela neomarxista de Frankfurt.
Recuerdo a Conrado Eggers Lan lo enojado que estaba cuando en Estados Unidos lo recibió Marcuse del otro lado de un soberbio escritorio judicial, cómodamente apoltronado y criticando al capitalismo, siendo que era un satisfecho del sistema capitalista como pocos.
La producción de teoría crítica desde el disenso exige un compromiso no solo político sino existencial. Es que el otro para la teoría del disenso no es el del ómnibus, colectivo o subte es aquel que me opugna y disiente y al que “localizo” existencialmente. En este sentido el
disenso rompe el simulacro de la mentalidad ilustrada de “hacer como si tengo en cuenta al otro” por una exigencia civilizada cuando en realidad lo que busco es distanciarme sin que se de cuenta. La filantropía, como alejada ocupación del otro (por ej. con un cheque un filántropo salva su conciencia, aun cuando ese dinero termine en los bolsillos de un sátrapa en compra de armas para matar a quienes se dice ayudar) reemplazó en la modernidad a la caridad que es la ocupación gratuita del otro, pero entendido como singular y concreto. Por ello se habla en el catolicismo de “las caridades concretas” y nuestros viejos padres criollos nos exigían incluso “tocar físicamente” aquel a quien se auxilia.

Es sabido que todo método es un camino para llegar a alguna parte, en este sentido el disenso como método no se agota en el fenómeno como la fenomenología sino que además privilegia la preferencia de nosotros mismos. Parte del acto valorativo como un mentís profundo a la neutralidad metodológica, que es la primera gran falsedad del objetivismo científico, sea el propuesto por el materialismo dialéctico sea el del cientificismo tecnocrático. Rompe con el progresismo del marxismo para quien toda negación lleva en sí una superación progresiva y constante. Por el contrario, el disenso no es omnisciente, pues puede decir “no sé” y así se transforma en un método también del saber popular, que se caracteriza por no negar la existencia de algo que es o existe sino que cuando niega, sólo niega la vigencia de ese algo.
En cuanto a la preferencia de uno mismo siempre se realiza a partir de una situación dada, un locus histórico, político, económico, social y cultural determinado. En nuestro caso el dado por la ecúmene iberoamericana. Esto obliga a pensar el disenso como un pensamiento situado que tiene como petición de principio el hic Rhodus, hic saltus (aquí está Rodas, aquí hay que bailar) de Hegel al comienzo nomás de su Filosofía del Derecho.

Esto nos ha permitido establecer un pensamiento de ruptura con la opinión pública, que hoy no es otra que la opinión publicada.
Este pensamiento de ruptura, o mejor, pensamientos de rupturas, nos ha permitido dar respuestas breves a esa multiplicidad de imágenes truncas que nos brinda la postmodernidad respecto de la vida hoy. A esos analfabetos culturales locuaces (Fayerabend) que son los periodistas y locutores que hablan de todo sin decir que nada es verdadero o falso o, peor aun, cuando lo hacen siempre se encuentran del lado de la falsedad. Ello es así, porque son simples voceros del pensamiento único y políticamente correcto. De esta forma de ver y pensar las cosas y los problemas que nace desde los grandes gestores culturales (los famosos en cada disciplina) que no buscan otra cosa que la consolidación del estado de cosas tal como está. Es que la realidad tal como se da en todos los órdenes es la que les permitió ser lo que son, y la metafísica enseña que todo ente busca perseverar en su ser.
La ruptura por parte del disidente, en general rebelde y marginado, de este círculo hermenéutico (de interpretación de lo que es) se ha transformado así en una masa compacta e impenetrable pues si se atacan las teorías de los famosos (en filosofía el humanismo, en ciencia el objetivismo, en arte el subjetivismo caprichoso y arbitrario, en religión el ecumenismo de todos por igual, en política el progresismo democrático) sale uno del mundo, queda marginado, alienado, cuando no demonizado.

Sin embargo, la única posibilidad que se vislumbra es la creación de teoría crítica a partir del disenso como método que es quien rompe el consenso de los satisfechos del sistema tanto en las sociedades opulentas como en las otras.
(*) alberto.buela@gmail.com

Leer más...

domingo, 24 de enero de 2010

Fábula de genios y mortales. Por Jorge Raventos


“es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera (…)
intentará destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo”.

Charles Bukowski, Genio de la multitud

Las últimas semanas han colmado de stress al matrimonio presidencial. Trascienden menos las melancolías de Néstor Kirchner porque ha decidido amurallarse en Olivos y salir poco al descampado, aunque se sabe por ocasionales contertulios que tiene tendencia a alterarse con más velocidad que la habitual y hasta se comentan algunos altercados con su esposa, la Presidente. Provocados, por supuesto, por las desdichas de la gestión.
Ella es la que más exhibe la exasperada mortificación que le provocan las últimas frustraciones. Como a su marido, le cuesta asimilar las crecientes resistencias que la realidad opone ahora a sus designios: por caso, la saca de quicio no haber logrado en más de cuarenta días que se obedezca su decreto “de necesidad y urgencia” destinado a tomar el control sobre los (en principio) 6.500 millones de dólares del Fondo del Bicentenario. También a su marido, pero a diferencia de él, ella es la que exhibe el rostro desencajado, la voz altiva y la crispación de los gestos ante cámaras y micrófonos; ella la que se expone en los escenarios, aunque lo haga siempre rodeada por un elenco más o menos estable de asistentes incondicionales. No obstante, por más devoto que sea el público, hasta los vítores y los aplausos pueden suscitar momentos sombríos cuando el protagonista tiene propensión al vacío.
Ocurrió la última semana, en la Biblioteca Nacional, durante un acto. Algún fiel, con ánimo lisonjero le gritó: “¡Genia!”. Y la señora vaciló. Hay que conocerla: doce años atrás, cuando todavía le concedía entrevistas al diario La Nación, la dama confesó que había soñado con ser cantante lírica y que el piropo que más le llegaba era: “¡Qué inteligente es!”. Resulta comprensible que aquel “¡genia!” de su adicto de la Biblioteca la abrumara amablemente: se tomó dos o tres segundos antes de levantar un reparo, que reiteró tres veces, como para reforzar su convicción: “Soy mortal, soy mortal, soy mortal”… Y como para dar una prueba agregó una frase reveladora y fatal: “Si fuera un genio, haría desaparecer a algunos”.
Un ratito más tarde, la señora corrigió el concepto. “No haría desaparecer a nadie”, aclaró. ¿Qué duda cabe? Muchísima gente dice “te mataría” y no por ello se convierte en un asesino real.
La revelación oratoria de la presidente no se refiere a lo que pueda hacer en la realidad, sino más bien al curso de sus fantasías, a los mecanismos de compensación psicológica que la consuelan por el hecho de que ya el gobierno ha perdido la capacidad de que hacía gala hasta hace algunos meses de transformar sus deseos o sus decisiones en hechos. No sabe ya qué ocurrirá con la pretendida apropiación por el Ejecutivo de miles de millones de las reservas del Banco Central, frenada ya en dos instancias por la Justicia, no sabe qué ocurrirá con la renegociación de la deuda defaulteada que le prometió su ministro de Economía, no sabe cómo cubrirá los gastos que preveía.
En virtud de aquellas fantasías a veces desbocadas o de los embelecos conspirativos fraguados en Olivos, la señora de Kirchner decidió esta semana comunicarle a las autoridades chinas que no podía cumplir con una visita de estado programada por más de un año junto con la República Popular –la segunda potencia del mundo, el principal cliente de Argentina. Alegó públicamente que no se atrevía a dejar el Poder Ejecutivo en manos del vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que no llegó a ese puesto (ni, seguramente, lo abandonará por obra de genio alguno) sino porque el matrimonio Kirchner lo eligió como número dos de su boleta electoral y cosechó, en definitiva, la misma cantidad de votos que la hoy presidente.
La coartada para no viajar a China resulta muy poco sustentable. En rigor, cualquier excusa es irrelevante: lo decisivo son los hechos.
El gobierno volvió a demostrar que subordina absolutamente la política exterior y la inserción de Argentina en el mundo a la política doméstica. Se trata de otra asignatura en la que el matrimonio presidencial se distancia de Juan Perón. Este recordaba que la política doméstica es un asunto de segundo orden, “una cosa casi de provincias”, frente a la importancia de “la política internacional, que se juega adentro o afuera de los estados”.
El otro hecho: la presidente admitía ante el mundo la debilidad en la que se siente, tan grande que ni siquiera puede dejar su país por una visita de la importancia que revestía el viaje a China. El gobierno dice una cosa con las palabras y otra distinta con su práctica.
“Nunca estuvo en riesgo la gobernabilidad ni lo estará, por una razón sencilla: estoy gobernando”, había sostenido la señora de Kirchner el martes 19, en conferencia de prensa. Simultáneamente renunciaba a cumplir los compromisos diplomáticos establecidos por su gobierno para el viaje a Beijing, se confesaba inquieta por la conducta institucional de su vicepresidente y no conseguía echar por decreto a Martín Redrado de la presidencia del Banco Central ni dotar al Fondo del Bicentenario de “efectividades conducentes”.
Si la señora de Kirchner se siente impulsada a desmentir problemas de gobernabilidad es porque su gobierno erosiona crecientemente su autoridad al pretender imponer actos ilegales, o al transitar procedimientos irregulares. Fundamentalmente, ella desgasta su gobierno al dar muestras de que no comprende un hecho político básico: lo que ella (y antes, su marido) podían hacer con poco o ningún inconveniente ya se vuelve arduo o imposible, porque han perdido poder y legitimidad (lo que quedó sancionado por el comicio del 28 de junio y por la intención del propio gobierno de ignorar ese pronunciamiento). Sin autoridad y sin poder para tomar decisiones per se, sin voluntad de cohabitar razonablemente con los otros poderes del Estado, el gobierno K se llena de chichones al chocar con los límites que ya no puede transgredir como antes.
Hasta cuando retrocede para subsanar transgresiones legales anteriores, el gobierno sigue chocando y provocándose daños. Al registrar que su intención de echar a los panzazos a Martín Redrado no se concretaba, la señora de Kirchner decidió someterse al “consejo” del Congreso que le impone la Ley. Se trató de una evidentísima marcha atrás. Pero la señora quiso vestir la reversa con tonos de ofensiva, de modo que su vociferante jefe de gabinete (amenazado de juicio político) se dirigió a la Cámara de Diputados pidiéndole a su presidente que convocara de manera “urgente” a las comisiones que deben actuar, insistió en la vigencia del decreto firmado por la presidente y se refirió a Redrado como “quien persiste en permanecer en un cargo del que ha sido removido”. Por su parte, la señora de Kirchner le enviaba una nota a Julio Cobos para que convocara a la comisión especial para el martes a las 10, atropellando en los detalles las atribuciones del vicepresidente. Aníbal Fernández agregaría unos puntos a su estilo dialoguista al decir que “Redrado no entra más al Central”. Sólo falta que se sume Guillermo Moreno y le haga al presidente del Central o a Julio Cobos el gesto del degüello (filo interior de la mano derecha deslizándose sobre la yugular) que en su momento le dedicó a Martín Lousteau, mientras aún eran ambos colegas de gabinete.
Si bien se mira, para que el paso atrás de la señora de Kirchner se encuadre en la ley, lo primero que debería hacer es derogar el decreto 18 de 2010 (firmado junto a todos los ministros en la primera reunión de gabinete de la familia de Kirchner en más de seis años) por el que se pretendió echar sin más al presidente del Banco Central.
La Ley Orgánica del Banco Central establece con claridad meridiana que “la remoción de los miembros del directorio será decretada por el Poder Ejecutivo Nacional cuando mediare mala conducta o incumplimiento de los deberes de funcionario público, debiéndose contar para ello con el previo consejo de una comisión del Honorable Congreso de la Nación.” Indiscutible el decreto debe ser posterior al consejo del Congreso. El DNU de la presidente es legalmente inválido.
Por otra parte, el propio texto de ese DNU, pensado para eludir al Congreso, es contradictorio con el tratamiento legislativo, ya que establece en su artículo 2: “Exceptúase de la aplicación del segundo párrafo del artículo 9º de la Carta Orgánica del BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA aprobada por la Ley Nº 24.144 la remoción dispuesta en artículo 1º del presente”. Es decir la Presidente pretendió anular una ley por decreto, precisamente en el fragmento que establece la participación del Congreso. Esa participación que ahora solicita.
El gobierno actúa como un autito chocador tanto en las marchas como en las contramarchas. Y, como los autitos chocadores, maniobra en un sentido o en otro, pero no va a ningún lado.
La nueva relación de fuerzas que las elecciones impusieron en el Congreso y la creciente autonomía del Poder Judicial (el siempre ocurrente Jefe de Gabinete lo llama Partido Judicial) están marcando los límites de la pista.
Los autitos chocadores son una experiencia lúdica del principio de acción y reacción. El poder también responde a leyes físicas y no hay genio que las haga desaparecer.

Leer más...

Actualización Doctrinaria. Documento Nº 2


Periódicamente publicaremos en esta sección de Actualización Doctrinaria, diversos textos de Juan Domingo Perón que, con las adecuaciones necesarias por el paso del tiempo y el cambio de las circunstancias históricas, nos servirán para pensar con nuestra propia cabeza la realidad politica y social sobre la que nos toca actuar.


Palabras del General Juan Domingo Perón, pronunciadas el 20 de enero de 1974, tras el ataque a la Guarnición de Azul, el día anterior, perpetrada por el terrorismo.

“Me dirijo a todos los argentinos frente al bochornosos hecho que acaban de ocurrir en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Azul, donde una partida de asaltantes terroristas realizaron un golpe de mano, mediante el cual asesinaron al jefe de la unidad, coronel don Camilo Gay, y a su señora esposa, y luego de matar alevosamente a soldados y herir un oficial y suboficial, huyeron llevando como rehén al teniente coronel Jorge Irazábal.



Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que viene operando en la provincia de Buenos Aires, ante una evidente desaprensión de sus autoridades. El gobierno del pueblo, respetuoso de la Constitución y la ley, hasta hoy ha venido observando una conducta retenida frente a estos desbordes que –reitero- nada pueden justificar en la situación que vive la República.

Tampoco, desde nuestro movimiento, hemos querido producir un enfrentamiento, desde que anhelamos la paz y propendemos a la unión y solidaridad de todos los argentinos, hoy ocupados en la reconstrucción y liberación nacional. Pero todo tiene un límite: tolerar por más tiempo hechos como el ocurrido en Azul, donde se ataca a una institución nacional con los más aleves procedimientos, está demostrando palmariamente que estamos en presencia de verdaderos enemigos de la patria, organizados para luchar contra el Estado, al que a la vez se infiltran con aviesos fines insurreccionales.

Nuestro Ejército, como el resto de nuestras Fuerzas Armadas que han demostrado su acatamiento a la Constitución y a la ley, en provecho de una constitucionalización, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino, que frente a lo ocurrido debe sentirse herido en lo más profundo de su sentimiento patriótico. Ya no se trata solo de grupos de delincuentes sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foránea, atacan al Estado y a sus instituciones, como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúa mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables.

En consecuencia, ni el gobierno que ha recibido un mandato popular, claro y plebiscitario, ni el pueblo argentino, que ha demostrado con creces su deseo de pacificación y liberación, pueden permanecer inermes ante estos ataques, abiertos a su decisión soberana, y tolerar el abierto desafío a su autoridad, que pone en peligro la seguridad de la ciudadanía, cada día expuesta a la acción criminal de estas bandas de asaltantes.

No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones; es indudable que ello obedece a una impunidad en que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible. Por lo que sería aún peor si mediara como se sospecha una tolerancia culposa.

En consecuencia, el gobierno nacional en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en más las medidas pertinentes para atacar el mal en sus raíces echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando todos los medios necesarios..

El Movimiento Nacional Justicialista movilizará asimismo sus efectivos para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar estrechamente con las autoridades empeñadas en defenderla.

Pido asimismo a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general que tomen partida activa en la defensa de la república, que es la atacada en las actuales circunstancias.

Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción criminal que atenta contra la existencia misma de la patria y sus instituciones y que es preciso destruir antes que nuestra debilidad produzca males que puedan llegar a ser irreparables en el futuro.

Pido igualmente a los compañeros trabajadores una participación activa en la labor defensiva de sus organizadores, que tanto ha costado llevarlas al momento actual de su magnífico funcionamiento. Esas organizaciones son también objeto de la mirada codiciosa de estos elementos, muchas veces disfrazados de dirigentes. Cada trabajador tiene un poco de responsabilidad en esa defensa, y espero confiado porque los conozco, que la sabrán defender como lo han hecho en todas las ocasiones.

Aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que pretendemos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.

Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico y porque he pensado que podría ser útil a la república; si un día llegara a persuadirme que el pueblo argentino no me acompaña en ese sacrificio no permanecería un solo día en el gobierno. Entre las pruebas que he de imponer al pueblo es esta lucha.

Será, pues, la actitud de todos la que me impondrá mi futura conducta; ha pasado la hora de gritar Perón, ha llegado la hora de defenderlo.”

Juan Domingo Perón
Presidente de la República Argentina


Leer más...

domingo, 17 de enero de 2010

Lula, las Fuerzas Armadas y los Derechos Humanos


Río de janeiro-La ley de memoria histórica que pretendía revisar los años de la dictadura militar en Brasil( 1964-1985), en especial lo ocurrido con 399 personas desaparecidas tras su detención por fuerzas de la Policía y el Ejército, sufrirá una amplia modificación a su paso por el Parlamento. La decidida presión de los altos mandos del Ejército brasileño ha surtido efecto.

El proyecto legislativo, que formaba parte de un gran paquete de medidas sobre derechos humanos, fue considerado por los militares como «revanchista» y una flagrante violación de la Ley de Amnistía de 1979 y de los acuerdos suscritos durante la transición a la democracia.Los generales Enzo Peri y Juniti Saito, y el almirante Julio Moura, respaldados por el propio ministro de Defensa del Gobierno, Nelson Jobim, presentaron su dimisión al presidente en un acto, en principio privado, que, naturalmente, acabó trascendiendo a los medios de comunicación.Lula da Silva, que rechazó las dimisiones, se excusó aduciendo que «desconocía el articulado de la ley» y prometió a los generales que se llevaría a cabo una nueva redacción del texto. Éste ha sido limado de sus principales aristas, con lo que el plante militar puede darse por concluido.La nueva ley, que incluye el establecimiento de una «comisión de la verdad», no tendrá en ningún caso carácter sancionador, ni sus conclusiones o averiguaciones podrán dar lugar a procedimientos judiciales. Además, los guerrilleros izquierdistas que cometieron actos de terrorismo también serán objeto de la comisión investigadora, lo que no será del agrado de algunos ministros del actual Gobierno, integrados en su día en los grupos armados. Con todo, el cambio fundamental, y principal motivo del largo tira y afloja, es la consideración del periodo de la dictadura como «un conflicto político», con responsabilidad compartida, y no de «represión política». La negociación de las modificaciones fue llevada a cabo por el ministro de Defensa y por el de Derechos Humanos, Paulo Vannuchi, quien también había amenazado con dimitir si se aguaba todavía más la ley.Ayer, Lula da Silva explicó que no se pretendía perseguir a nadie, pero que era de justicia que las familias de los desaparecidos de la dictadura supieran qué ocurrió con sus deudos.
A vueltas con la Ley de AmnistíaAunque la dictadura militar en Brasil no finalizó hasta 1985 con la elección parlamentaria de Tancredo Neves, fallecido sin llegar a tomar posesión del cargo, la Ley de Amnistía se había promulgado el 28 de agosto de 1979, tras una amplia movilización popular impulsada por los partidos de la izquierda, que fue apoyada por la mayoría de los sectores sociales. La amnistía hizo posible el regreso de miles de exiliados y el comienzo del cambio político. Además, relajó la oposición de los militares durante el proceso de transición, al garantizarles la inmunidad judicial.

Leer más...

El ocaso de un populismo sin amor. Por Eduardo Fidanza


El torpe manejo del episodio del Banco Central es una prueba más y confirma un curso inequívoco. Asistimos al crepúsculo del Gobierno. Una administración fuerte, que dejará huellas. El kirchnerismo marcó la agenda política de los últimos años, contribuyó a sacar al país de una de las peores crisis de su historia y lega graves secuelas por haber menospreciado las instituciones y fomentado la división de la sociedad.
Si nos atenemos a la ciencia política, detractores y defensores del Gobierno podrían acordar en un punto: la saga de los Kirchner fue desde el principio una expresión típica del populismo. El problema es que no resulta fácil ponerse de acuerdo acerca de la valoración de este fenómeno. Como en otros casos polémicos, existen hoy dos bibliotecas. Sin embargo, lo más usual ha sido condenar a los regímenes populistas, bajo el supuesto de que constituyen una forma confusa, irracional y dañina de ejercer la política.
La publicación entre nosotros, en 2005, del libro La razón populista , del reconocido politólogo argentino Ernesto Laclau, sacudió los supuestos de la impugnación del populismo. Con audacia y un denso fundamento teórico, Laclau argumentó que el populismo no es una patología, sino una lógica de construcción de lo político, compatible con la democracia, a la que deben reconocérsele coherencia y racionalidad.
Laclau afirma que las chances del populismo se acrecientan cuando existen crisis de representación, debilidad institucional, inestabilidad económica e injusticia social. El populismo no prospera en sociedades con instituciones fuertes y una distribución relativamente equilibrada de los ingresos. Es más probable en América latina, Asia y Africa que en el norte de Europa o Canadá.
¿Cómo se estructura la lógica populista según Laclau? A través de una secuencia de este tipo: 1°) Una serie de demandas sociales heterogéneas no pueden ser atendidas y resueltas por el sistema político vigente. 2°) Las demandas distintas se vuelven equivalentes, organizándose bajo consignas que remiten a principios generales, como "justicia", "paz", "orden", etcétera. 3°) Un líder cristaliza y unifica las demandas instituyéndolas como reivindicaciones de un "pueblo". 4°) El movimiento así constituido traza una frontera inestable, pero excluyente, que divide a la sociedad. 5°) La lucha que se desarrolla es un combate por la hegemonía, lo que significa que el "pueblo" sólo conseguirá su objetivo cuando logre representar al conjunto de la sociedad.
La construcción populista tiene, según Laclau, un requisito fundamental. Es el afecto. No se puede constituir un "pueblo", nominarlo y otorgarle una misión universal sin adhesiones profundas, sin amor duradero. Debe establecerse esa relación entre el líder y sus seguidores. Esto lo sabía muy bien Evita cuando se refería al vínculo indestructible entre ella, el pueblo y Perón.
Como se ha señalado, la caracterización teórica de Laclau es compatible en muchos tramos con el proyecto kirchnerista. En primer lugar, la crisis de 2001 creó las condiciones propicias: daño institucional, debacle económica, desorganización social, falta de autoridad. En segundo lugar, esa situación facilitó la conversión de reclamos diferentes en equivalentes. En aquel momento las demandas de los ahorristas expropiados, de los desocupados, de los reprimidos por la acción policial, de los despojados por los saqueos, se unificaron bajo la solicitud de orden, autoridad y justicia.
Néstor Kirchner supo avanzar con talento en el caos. Sus primeras intervenciones son asimilables a una gesta mítica, beligerante y maniquea, aunque inserta en un tempo realista: vamos paso a paso del Infierno al Purgatorio, sostenía. En ese discurso original pueden distinguirse dos tesis claves: 1°) La asignación de responsabilidades y la explicación del sufrimiento, según la cual el "pueblo" fue humillado y estafado por los poderosos en la década del 90. 2°) La reescritura de la historia argentina reciente, para afirmar que la desgracia había empezado el 24 de marzo de 1976 y sólo concluiría con el nuevo gobierno. Los logros de la democracia desde el 83 quedaban abolidos.
Esas vigas maestras sostenían promesas: restablecer la autoridad presidencial, crear un movimiento transversal con fuerzas sanas de los diversos partidos, terminar con la vieja política, lo que incluía una fuerte crítica al peronismo, al que Kirchner llamaba entonces "pejotismo". Con un crecimiento económico sideral, los argentinos aceptaron este discurso. No amaron a Kirchner, pero aprobaron masivamente su gestión. Y aunque algunos consideraran polémicos los contenidos de su propuesta, no puede negarse que parecían basados en ideales.
Fue sólo apariencia. En una segunda fase, Kirchner incurrió en al menos dos severas claudicaciones: frente a la inflación, falsificó las estadísticas públicas. Y ante necesidades electorales urgentes, se abrazó a los representantes más conspicuos de la vieja política municipal y sindical. Poco a poco los ideales fueron reemplazados por números: los discursos se poblaron de magnitudes -muchas de ellas apócrifas- para sostener la vigencia de las políticas del Gobierno.
La tercera fase fue Cristina. Con ella se consumó la falta de amor. Al poco tiempo de iniciada su gestión empezó a constatarse la cruel distancia que la separaba de la sociedad. Desde el segundo cinturón del Gran Buenos Aires hasta Recoleta se le dirigió, con pocas excepciones, la misma objeción: soberbia, distanciamiento, intención moralizante y didáctica, producción escénica y propensión a viajar y ausentarse. Es posible que Cristina haya pagado las consecuencias del machismo argentino. Pero el razonamiento es discutible: la sociedad chilena, no menos machista que la argentina, quiere y respeta a su presidenta.
Lo que se insinuó en la segunda parte del gobierno de Néstor se volvió una constante en el de Cristina: sólo los superávits gemelos, el ritmo de las exportaciones, los índices (sospechados) de crecimiento económico, empleo, pobreza e indigencia sostuvieron el discurso presidencial. De los ideales ni noticia. Tampoco se observaron manifestaciones espontáneas de apoyo al Gobierno. El maltrato metódico a funcionarios y gobernadores completó el cuadro.
La dinastía de los Kirchner languidece, entre otras razones, por falta de amor. Si no interpreto mal a Laclau, es una carencia trágica. Siendo figuras polémicas, no les ocurre eso a Hugo Chávez ni a Evo Morales. Una parte considerable del pueblo los quiere y está dispuesta a defenderlos.
Cristina y Néstor se quedan solos. Sus últimas batallas tienen un denominador común: pelean por "cajas", se baten por plata. Creen que el dinero, bajo la forma de subsidios, superávit o producción de automóviles, les devolverá la gracia. Si fracasan, ya están designados los culpables: serán los medios de comunicación. De nuevo, el argumento es débil: otros populismos enfrentan parecidas oposiciones y, sin embargo, con apoyo popular avanzan en sus programas. Perón se jactaba de haber ganado elecciones con los diarios en contra.
La invocación del pueblo tiene sus requisitos. Y sus trucos. Pero los líderes cabales no confunden calidad con cantidad. En los Manuscritos de 1844, Karl Marx recordó, al referirse a la falta de equivalencia entre el amor y el dinero, una verdad elemental: "Sólo puedes cambiar amor por amor, confianza por confianza".
El problema de los Kirchner no son los medios de comunicación ni las cajas. El déficit está en otra parte. Es la ausencia de afecto, el nervio que articula la lógica populista.
El autor es director de Poliarquía Consultores.
Leer más...

Actualización doctrinaria. Documento Nº 1


Periódicamente publicaremos en esta sección de Actualización Doctrinaria, diversos textos de Juan Domingo Perón que, con las adecuaciones necesarias por el paso del tiempo y el cambio de las circunstancias históricas, nos servirán para pensar con nuestra propia cabeza la realidad politica y social sobre la que nos toca actuar.

Mensaje del Teniente General Perón a los Gobernadores de provincias, pronunciado el 2 de agosto de 1973, en la residencia presidencial de Olivos.
Señores: Tengo el inmenso placer de volver a ver a todos los compañeros que ahora tienen la responsabilidad del gobierno en nuestras provincias. Le he pedido especialmente al señor Presidente que me permitiera poder conversar con ustedes, aunque sea unos breves momentos, porque todavía los médicos no me dejan charlar mucho, diremos así. Sin embargo, yo quisiera por lo menos expresar algunas de las ideas que comenzarán a caracterizar nuestra actividad partidaria, porque el Movimiento Peronista necesita de una organización después de dieciocho años en que hemos tenido que sostener una lucha difícil y enconada, en todas partes y en toda circunstancia.

Hay un viejo principio de la lucha que establece: "Separarse para vivir, y unirse para combatir". Nosotros, durante estos años, no hemos hecho una dirección política, sino una lucha política. Esa lucha política ha impuesto la necesidad de una conducción centralizada, que es por antonomasia la forma de la conducción. Pero la lucha ha finalizado por lo menos en su aspecto fundamental. Esa lucha enconada, difícil, violenta en algunas circunstancias, ya ha terminado; y comienza una lucha más bien mancomunada, de todas las fuerzas políticas en defensa de ñps intereses y de los objetivos nacionales.
INSTITUCIONALIZAR EL MOVIMIENTO
Nosotros somos, por decisión popular, quienes tenemos la responsabilidad de la dirección; y en consecuencia la tiene nuestro Movimiento, que es el que realmente ha triunfado, no tanto en base a la lucha y a todas esas circunstancias, sino a haber procedido dentro de la verdad y defendiendo una razón que, a la larga, es siempre la que triunfa. Y tenemos una grave responsabilidad, que no puede ser de un hombre ni de unos pocos hombres, sino de todo el Movimiento Justicialista, en todo el país, para lo cual creo yo que es indispensable que comencemos por institucionalizarlo; institucionalizarlo con tada seriedad y con toda decisión. Desde que caímos en 1955 he pensado en tratar de institucionalizar el Movimiento; pero no era una cosa fácil, debiendo sostener simultáneamente una lucha que imponía, precisamente, una conducción centralizada. Pero las circunstancias actuales nos permitirán ir transformando ese gran Movimiento, hasta ahora absolutamente gregario, en una verdadera institución política, que no solamente se ocupe de la lucha política, sino, también, de la cultura política que nuestro país necesita.
CULTURA POLÍTICA
Nosotros somos un país politizado, pero sin cultura política. Y todas las cosas que nos están ocurriendo, aun dentro de nuestro propio Movimiento, obedecen, precisamente, a esa falta de cultura política. Nuestra función dentro del Movimiento no es ya, solamente, de adoctrinamiento -en lo que hemos trabajado mucho, y eso ha traído la politización-, sino de ir cultivando las formas que lleven nuestro Movimiento al más alto grado de cultura política, lo que será un bien inmenso para el país, no sólo por lo que representa para el Movimiento Justicialista, sino porque inducirá a las demás fuerzas políticas a que también adquieran ese grado de cultura política.
DEMOCRACIA INTEGRADA
La política, hoy, ya no son dos trincheras en cada una de las cuales está uno armado para pelear con el otro. Este mundo moderno ha creado necesidades, y los pueblos no se pueden dar el lujo ya de politiquear. Esos tiempos han pasado; vienen épocas de democracias integradas en las que todos luchan con un objetivo común, manteniendo su individualidad, sus ideas, sus doctrinas y sus ideologías, pero todos trabajando para un fin común. Ya nadie puede tratar de hacer una oposición sistemática y negativa, porque los países no pueden ya aguantar una actitud política semejante; uno ve cómo en el mundo entero esto ya está entrando.
Nosotros quizá hayamos tenido la última lucha dura y difícil en estos dieciocho años; pero se inicia para nosotros una nueva etapa, en la cual una organización y una elevación del nivel cultural político de nuestras masas nos facilitarán todos los trabajos y todos los esfuerzos que deberemos realizar. Por esa razón hemos dispuesto que se comience a estructurar el Movimiento Peronista como institución. Yo ya dejaré de ser el factótum, porque ya no es necesario que haya factótums. Ahora es necesario que haya organizaciones; crear un Consejo Superior, que será el verdadero encargado de la dirección y de la conducción del Movimiento Peronista.
Ese Consejo Superior será realmente representativo. Ya no seguiremos con el procedimiento del dedo, porque eso no va a ser eficaz. Ahora tenemos que empezar con el procedimiento del voto que haga verdaderamente representativo el instromento que ha de manejar, dirigir y conducir el Movimiento Peronista.
Ya hemos designado una comisión para encargarse de estructurar esa organización, y se construirá en breve tiempo el Consejo Superior Peronista, con su mesa ejecutiva, que será la encargada de dirigir y conducir el Movimiento. Si conseguimos que ese instrumento sea realmente representativo, habremos dado un gran paso en la institucionalización.
LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO
Hay que recordar, señores, que mientras los movimientos gregarios mueren con su inventor, los movimientos institucionales siguen viviendo aun cuando desaparezcan todos los que lo han erigido. Porque el hombre no vence al tiempo; la organización es lo único que puede vencerlo.
Yo ya estoy viejo, y el hecho de que se acerque mi final nos debe hacer pensar en que es necesario que este Movimiento se institucionalice para que pueda continuar en el tiempo y en el espacio, aun prescindiendo de mí. Y desde este momento debe comenzar a prescindir de mí, para que sea manejado por los peronistas que los propios peronistas designen.
Esto es lo primero que quería decirles, para que cada uno de los señores gobernadores pueda llevar a su provincia este concepto; y si lo hacemos integralmente en todo el país, en poco tiempo habremos conseguido la institucionalización de nuestro Movimiento.
Este es el momento preciso para hacerlo. Y creo que desde aquí comenzaremos a accionar en el orden de la conducción de conjunto, para que cada una de las partes (y cada provincia es una) pueda cooperar con esta institucionalización que nos dará a nosotros una seguridad de prolongación en el tiempo y en el espacio.
PONERNOS TODOS A TRABAJAR
Otro asunto que cabría también decirles a los gobernantes está referido, a nuestra acción, la acción gubernamental que afortunadamente se ha iniciado en forma constructiva. Estos primeros sesenta y tantos días de gobierno en todas partes han permitido ponernos en claro sobre lo que está sucediendo y lo que ha sucedido en el país. Es el primer paso: desatar el paquete, para ver lo que ese paquete contiene. Estos sesenta días han sido suficientes para que todos nos demos cuenta de cuál es la situación del país. Y pensamos que en esta situación el país podrá salir adelante si todos los argentinos se ponen a trabajar para conseguirlo.
Creo que el momento es extraordinariamente importante para que consigamos esta acción que será decisivamente definitiva para el país.
Yo he estado en Europa en la época de la reconstrucción, y he visto en cada uno de los países que he podido visitar y conversar con la gente, el esfuerzo que ha realizado y el gran espíritu de unidad con que unos y otros, tanto los conservadores como los comunistas, se han puesto a trabajar todos para reconstruir su país. A ninguno se le ha ocurrido hacer un tipo de política opositora y cerrada. Es decir, se ha llegado por obra de las circunstancias a formar una democracia integrada en la que cada uno es parte de un gran organismo que trabaja con un solo objetivo: reconstruir el país.
Nosotros salimos de una guerra civil, desembozada o no, pero guerra civil, en la que se ha destruido en el país todo lo que pudo destruirse, comenzando por destruir al argentino, que es la más terrible de todas las destrucciones que pudieran haberse realizado.
DESVIACIONES IDEOLÓGICAS
La delincuencia juvenil que ha florecido de una manera espectacular en el país, es uno de los índices más claros de lo que se hizo en la destrucción del hombre.
Los procedimientos administrativos, con todas las deformaciones que los señores gobernadores han de haber encontrado en cada una de las provincias, indican otro sector de la descomposición.
Las desviaciones ideológicas y el florecimiento de la ultraizquierda, que ya no se tolera ni en la ultraizquierda. Yo he visitado a los países detrás de la cortina, y ya la ultraizquierda ha muerto. Esta ultraizquierda aun para los países comunistas es un material de exportación, pero no de importación.
Todo esto indica el proceso de descomposición del hombre, que es lo más grave que pueda haber ocurrido en el país. No hablemos de las demás cosas que sabemos bien, y que saben ustedes mejor que yo cómo han sido destruidas en todas partes. Porque la destrucción aquí ha comenzado por lo más grave que puede producirse: la destrucción del Hombre; ha seguido por lo más grave que pueda haber después de eso, que es la destrucción del Estado. Es el Estado que se ha destruido; son sus instituciones las que han sido atacadas en sus basamentos. Por eso debe darse principio a la reconstrucción, porque en la reconstrucción hay que seguir probablemente el sistema inverso de la destrucción.
La destrucción, en las instituciones como en los pueblos, comienza por la cabeza, como sucede con el pescado, éste empieza a pudrirse por la cabeza.
Nosotros debemos buscar esos factores en cada uno de los estamentos que manejamos y que gobernamos, para ir reconstruyendo eso, y dedicar a la cultura y a la educación el más grande sector que podamos, porque es allí donde vamos a incidir sobre la reconstrucción del hombre, que es la más importante. La cultura y la educación deben tener en nuestro país un rasgo prominente en la acción que desempeñemos.
TENEMOS UNA JUVENTUD MARAVILLOSA
Tenemos que educar a un pueblo que está mal encaminado, y debemos encaminar una juventud que está, por lo menos, cuestionada en algunos graves sectores. Lo que ocurrió en Ezeiza es como para cuestionar ya a la juventud que actuó en ese momento. Esa juventud está cuestionada. Tenemos una juventud maravillosa, ¡pero cuidado con que ella pueda tomar un camino equivocado! Y ésa es obligación nuestra, ésa es tarea nuestra.
No se trata de limitar las aspiraciones ni los pensamientos del hombre. Se trata de educar al hombre, y de darle el sentido de equilibrio sin el cual nosotros no iremos a ninguna parte.
Tenemos que volver a la Grecia de Pericles, donde en cada frontispicio había una leyenda que decía: Todo en su medida y armoniosamente. Nosotros somos un movimiento de izquierda. Pero la izquierda que propugnamos es una izquierda justicialista por sobre todas las cosas; no es una izquierda comunista ni anárquica. Es un izquierda justicialista que quiere realizar una comunidad dentro de la cual cada argentino tenga la posibilidad de realizarse; no más allá.
Nosotros hemos visto fracasar al capitalismo individualista, pero hemos visto también fracasar al capitalismo estatal. Ellos han sido ya perimidos por la evolución; y no sólo aquí: lo mismo en Budapest o en cualquier parte. No vayamos sobre lo que nosotros venimos sosteniendo desde hace treinta años y que es lo que le ha dado el éxito actual al Movimiento Justicialista.
Ahora sí, seamos capaces de realizarlo todo en su medida y armoniosamente. Tenemos un ejemplo en nuestro propio proceder. En los dos gobiernos justicialistas anteriores, nos apresuramos un poco y creamos una oposición, justificada o no, pero oposición que al final dio en tierra con nosotros. No lo habíamos hecho todo en su medida y armoniosamente.
LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES
La autocrítica es indispensable en cada una de estas circunstancias. Ahora hay muchos gorilas que dicen: "Ahora estamos de acuerdo, hemos aprendido". Ellos también estaban equivocados. Ellos, por retardatarios; nosotros, por apresurados. En el futuro, lo que tenemos que hacer es terminar en el país tanto con los apresurados como con los retardatarios, y hacerlo todo en su medida y armoniosamente.
Esto es lo que impone el gobierno de nuestros días, y el Justicialismo de nuestros tiempos. Somos revolucionarios, porque vamos a los cambios estructurales que hagan más felices a los argentinos y más próspera y más grande nuestra Patria.
Lo que hagamos en su medida y armoniosamente será lo constructivo. Lo que quisiéramos hacer violenta, apresurada o retardatariamente, no es el camino que debemos elegir. Yo creo que gobernar en estos tiempos y en esta Argentina no es dificil, a pesar del caos que nos han dejado.
No es difícil, si llamamos a todos los hombres de buena voluntad que, como argentinos, quieran luchar por la grandeza de nuestra tierra y por la felicidad de nuestro pueblo. Yo creo que en ningún corazón bien intencionado pueden estar ausentes estas premisas, que son las premisas de todos los tiempos.
Señores: yo no quiero seguir abundando en otras consideraciones. Creo que estos dos asuntos a que me he referido son los fundamentales.
SER ESCLAVOS DE LA LEY
Estoy empeñado en una tarea política: llamar a todos los políticos, cualquiera sea su ideología y cualquiera su orientación, para que se pongan en esta obra, que será la tarea común. He hablado ya con los que han sido nuestros compañeros de lucha en el Frente Justicialista de Liberación; he conversado con el doctor Balbín; voy a hablar mañana con quienes formaron entonces La Hora del Pueblo; y después lo haré con nuestros opositores finales, cualquiera que sea su ideología.
Incluso con el Partido Comunista, que si se coloca dentro de la ley y acciona dentro de la ley, será amparado y defendido por nosotros. Pero dentro de la ley. Cuidado con sacar los pies del plato, porque entonces tendremos el derecho de darle con todo.
No admitimos la guerrilla, porque yo conozco perfectamente el origen de esa guerrilla. Los partidos comunistas que en otros países han visto que dentro de la ley iban a su destrucción, han querido salirse de la ley para defenderse mejor. Eso no es posible. No es posible dentro de un país donde la ley ha de imponerse. Porque la única manera de no ser esclavos, es ser esclavos de la ley; y eso nosotros tendremos que imponerlo, de cualquier manera.
Yo conozco el origen de todo esto. He estado en París, precisamente en las barricadas, y he conversado y participado con mucha gente que estuvo allí; y que estuvo para eso, para las barricadas. Y sé bien cuáles son los procedimientos que quieren poner en marcha, y que se han puesto en marcha en eso que llamaron Segunda Revolución Francesa, el 30 y 31 de julio de 1968, en París, cuando colocaron en el frontispicio de la Sorbona un gran letrero que decía: "Ustedes son las guerrillas que han de liberarnos de lo que nos quieren vender: la muerte climatizada con el nombre de porvenir. El orden industrial debe desaparecer. El mercado de consumo debe morir de muerte violenta. Buscamos un gobierno que sea capaz de poner la imaginación de por medio". Así rezaba el letrero. Pero la finalidad era formar las guerrillas. Guerrillas que después hemos visto funcionar en todas partes.
Bien: eso es un asunto que la ley no tolera, y que en consecuencia nosotros no podemos tolerar. Nosotros no le ponemos ningún inconveniente, si ese partido político -se llame Comunista, se llame E.R.P. o se llame Mongo Aurelio, cualquiera sea el nombre que tenga- quiere funcionar dentro de la ley, como estamos nosotros. Tampoco le temeríamos fuera de la ley, pero no es lo correcto para un gobierno; ya eso se ha visto funcionar en otras partes, y no es lo correcto. En lo que sea fuera de la ley, es la Justicia y la Policía las que deben entender.
GOBERNAR NO ES MANDAR
Si nosotros podemos persuadir de lo mismo a todos los argentinos, de una o de otra tendencia, creo que cumpliremos una gran acción de gobierno. Gobernar no es mandar; ése es el defecto que cometemos muchas veces los militares, que estamos acostumbrados al mando.
Mandar es obligar, gobernar es persuadir. Y al hombre es mejor persuadirlo que obligarlo. Esa es nuestra tarea: ir persuadiendo a todos los argentinos para que comencemos a patear todos para el mismo arco; es decir, hacia los objetivos de nuestro país y hacia las necesidades de nuestro pueblo.
COMPAÑEROS DE MARCHA, NO ADVERSARIOS
Cuando hayamos alcanzado estos dos grandes objetivos, quizá nos podamos dar el lujo de volver a politiquear. Hasta entonces, hay que trabajar, no hay que politiquear. En esto, yo creo que he conversado con la mayor parte de los hombres representativamente políticos del país, y todos están totalmente de acuerdo con ello. Entonces, comencemos a ser compañeros de marcha, no adversarios.
Los adversarios y los enemigos, ya deben de haber desaparecido en nuestro país. Nosotros hemos aprendido; ellos también deben de haber aprendido. Por eso nuestra acción es de persuasión, no de mando. Debemos renunciar a ese mando para empeñarnos en la persuasión, que será, sin duda alguna, mucho más eficaz para nuestra acción de gobierno.
Creo, señores, a pesar de la situación difícil que hemos encontrado en nuestro país en lo económico, en lo social y en lo político, que la habilidad de los gobiernos que comenzaron el 25 de mayo le han ido ya solucionando, especialmente en el aspecto económico, que era el más difícil.
He escuchado las exposiciones del señor Ministro de Hacienda, y, verdaderamente, yo tengo cierta experiencia, porque he pasado varias veces por estas mismas cosas, y me siento sumamente optimista, porque veo que la acción económica está manejada por hombres que saben negociar y saben comerciar, y ésa es la ciencia de la economía.
Recuerdo siempre que una vez, conversando con Miguel Miranda -que era un hombre que se había formado por sí solo, desde ganar noventa pesos en Bunge y Born hasta tener treinta fábricas-, yo defendía a algunos técnicos que se arrimaban y que él no les llevaba el apunte, no les hacía caso, hasta que un día, enojado, me dijo: "Cállese con esa gente. ¿Usted cree que su esos tipos supieran algo de lo que es la economía, estarían empleados por trescientos cincuenta pesos de suelto? Serían millonarios".
Yo siempre he tenido mucha más fe en los hombre de empresa, que son los que han demostrado fehacientemente que saben hacerlo. El país, como negocio, es un gran negocio individual amplificado, de manera que el que es capaz de manejar un gran negocio, a este otro gran negocio puede también manejarlo. El técnico es necesario, porque siempre hay contralores que ejercitar. La concepción debe estar, en mi concepto, en la cabeza de los que saben concebir los negocios, y la ejecución en los que son capaces de vigilar y manejar una ejecución. Por eso los dos se complementan, el hombre de negocios para concebir, el técnico para ejecutar. Y si nosotros conseguimos unir esas dos cualidades, podemos descansar tranquilos, porque la economía está en buenas manos, como noto que lo está durante el tiempo que se lleva de gobierno en el orden nacional.
TODO EN SU MEDIDA Y ARMONIOSAMENTE
Los demás asuntos se resuelven también por el mismo camino. El orden social se restablecerá cuando, a través de una educación popular, quitemos toda esperanza a los perturbadores y a los infiltrados, y demos el verdadero valor que tiene el aspecto social, llevando a través del Estado y a través de las instituciones de todo orden el concepto de la vida social de los países modernos.
En cuanto a la acción política, creo haberles dado ya mi opinión.
Si nosotros, señores, realizamos todo esto de acuerdo con el viejo apotegma de los griegos: Todo en su medida y armoniosamente, podemos asegurar que el éxito estará de nuestra parte.
Yo pido a Dios todos los días para que este milagro pueda realizarse y para que un día los argentinos puedan agradecérnoslo en la forma en que los pueblos suelen agradecer a los hombres, cuando los hombres no solamente se honran con los cargos, sino que también saben ennoblecer esos cargos.
Juan Domingo Perón
Leer más...

El poder y la impotencia. Por Jorge Raventos


Nueve días atrás, apenas iniciado el intermezzo que protagonizan el Poder Ejecutivo y Martín Redrado, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, sugirió que lo que estaba en discusión en ese tironeo era quién tomaba las decisiones en la Argentina, quién gobernaba. Bien: la respuesta que dejan estos diez días es una ironía del kirchnerismo: las decisiones las toman varios, pero cada vez es menos claro quién gobierna, porque esas decisiones las obedecen pocos; el poder que el gobierno se esfuerza en concentrar, parece evaporarse.
Aquel mismo día de Reyes, en un paréntesis de sus reflexiones públicas sobre el poder, Aníbal Fernández anunció al país que Martín Redrado ya no era presidente del Banco Central y aseguró que ya había sido designado su reemplazante: Mario Blejer. Puede constatarse que ni una ni otra cosa se ha cumplido. Es más: todavía no se han concretado los objetivos de los últimos dos decretos (“de necesidad y urgencia”) de la Presidente. El Fondo del Bicentenario no tiene fondos y Martín Redrado sigue como Presidente del Banco Central. Reflejo del vaciamiento del poder: Redrado es legalmente número uno del Central, pero aunque ocupe ese despacho, no lo gobierna, ya que su directorio se lo impide. A la vez, el directorio, que en su rebeldía muestra obediencia a Olivos, tampoco ha conseguido que su orden principal –traspasar 6.500 millones de dólares del Central al Poder Ejecutivo- se efectivizara, porque la disposición fue resistida por la línea profesional del Banco.
La lógica hipercentralista del kirchnerismo, obsesionada por concentrar poder, termina diluyéndolo.
Tanto el propio, como el de las instituciones que toca. Y, por cierto, el poder de la Argentina.
El embargo de reservas del Banco Central depositadas en el banco de la Reserva Federal de Nueva York, por disposición de un juez de los Estados Unidos representa, sin duda, un golpe durísimo contra nuestro país.
Señala Pascual Albanese en un análisis reciente y a la vista de ese embargo : “pese a participar formalmente del Grupo de los 20, esta acentuación de su estado de marginamiento de la comunidad financiera internacional hace que la Argentina padezca hoy la situación de aislamiento externo más grave de su historia desde la guerra de Malvinas en 1982”.
Ese embargo –provisoriamente levantado el viernes por el juez Thomas Griessa, mientras prepara una definición de fondo – era previsible. En primer lugar por el natural activismo de los bonistas insatisfechos: la deuda incumplida con aquellos que no aceptaron el canje del año 2005 dejó al país (aunque el gobierno mirara todos estos años para otro lado) en un default que se ubica, por su monto, en tercer lugar en el mundo, después del ruso de fines de los años 90 y del que nuestro país declaró en 2001.
El Banco Central ha contado para la protección de sus reservas frente a la amenaza de embargos con la ostentación de su autonomía, que le permite diferenciar sus cuentas de las del Estado, que es el suscriptor de la deuda pendiente de pago.
Fue este argumento el que estalló con la firma del decreto (“de necesidad y urgencia”) de la señora de Kirchner tanto como de la abundante argumentación suministrada en su defensa por el jefe de gabinete, el ministro de Economía Amado Boudou y su viceministro, Roberto Feletti. No es sorprendente que los llamados “fondos buitres” aportaran al juez Griessa esos testimonios (decreto, declaraciones) como prueba de que el argumento de la autonomía del Banco Central no era más que una excusa, una careta: la Presidente decidía tomar de esos fondos con un úkase y Economía admitía que con ellos pensaba afrontar gasto corriente, aunque la primera coartada del Fondo del Bicentenario fuera garantizar el pago de deuda del año en curso.
El embargo de Griessa venía a darle la razón a los reparos que esgrimía Redrado ante el traspaso de dólaresque le reclamaba la Presidente, objeciones que habían sido expuestas ya en diciembre por muchos economistas y por varios opositores.
El fracaso de la estrategia y los modales del Ejecutivo quedaron descarnadamente expuestos en varios planos:
· Sus movimientos han incrementado las vulnerabilidades del país.
· Su pretensión de hacer caja, una vez más, manoteando fondos ajenos para garantizarse la continuidad del disciplinamiento de las jefaturas políticas territoriales chocó con un obstáculo muy resistente. Sin los dólares del Banco Central el gobierno deberá afinar el lápiz, reducir gastos, incumplir promesas políticas.
· Se posponen sine die las conversaciones destinadas a reestructurar la deuda, que entusiasmaban a Boudou y a los bancos intermediarios. De un lado, la atmósfera de arbitrariedad creada por la pretensión de quedarse con los fondos del Central parecía un elemento disuasivo. A eso se ha sumado la reticencia de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC), que objeta la información provista, en particular la elaboración estadística del INDEC.
· La pretensión de imponer sus decisiones a otros poderes e instituciones se topó ahora con una resistencia que, para el oficialismo (que no ha elaborado aún la magnitud de las derrotas que ha sufrido desde su pelea contra el campo hasta las elecciones de junio), resultó inesperada: resistió Redrado, actuó con independencia la Justicia, se movilizó el Legislativo para reclamar que los decretos presidenciales sean examinados por el Congreso (en rigor, la única “necesidad y urgencia” de esos decretos de la señora de Kirchner reside en su pretensión de eludir el escrutinio de Cámaras donde el kirchnerismo ya no cuenta con las mayorías automáticas de que dispuso hasta el fin de las sesiones ordinarias).
El gobierno se ha pialado en su propio lazo. Acostumbrado a confundir gobierno con mando centralizado y a arrinconar a quienes define como adversarios, su debilidad política queda al desnudo cuando manda y no consigue ser obedecido; cuando fracasa en el logro de sus objetivos. Al transformar cada situación en una pulseada de poder, convierte cada derrota en un desafío a la gobernabilidad.
Con aquella lógica el matrimonio presidencial rechaza los gestos con que sectores de la oposición aspiran a darles una salida elegante. Es que esa salida implicaría someter al Congreso el problema del Fondo del Bicentenario y el Ejecutivo se encierra en su concepción, según la cual puede gobernar tres meses por año por decreto, sin consultar al Poder Legislativo.
Aunque ya hay muchos oficialistas que cuestionan discretamente el rumbo definido desde Olivos y visualizan un acuerdo legislativo como el único camino para atravesar la crisis institucional generada, la resistencia a esa vía se encuentra en la cúspidedel kirchnerismo. Los Kirchner asumen ese procedimiento como un insoportable recorte de su mando y, tal como ocurriera frente al campo durante 2008, rechazan los llamados al diálogo.
Sin una salida a la vista que se elabore en el campo político, la tendencia es que el conflicto se judicialice.
La prolongación de la crisis, que se manifiesta en distintas interpretaciones de la Constitución requeriría, así, alguna participación de la Corte Suprema. Con comprensible reticencia, los altísimos magistrados se resisten a cumplir ese papel. Quizás esa gambeta permita eludir otro conflicto de poderes: si actuara –como muchos constitucionales suponen- de modo de confirmar los límites al Poder Ejecutivo, probablemente caería, la Corte también, bajo el cargo de “conspiración” que los Kirchner reservan para explicarse y explicar las dificultades que atraviesan. Ya han incluido en esa conjura ( la “conspiración permanente” de la “máquina de impedir”) al vicepresidente Julio Cobos, a Redrado, a la mayoría de la oposición, a jueces argentinos y extranjeros (Thomas Griessa, ese “embargador serial”, según Boudou),al Grupo Clarín como expresión de los medios de comunicación;antes de ellos, el enviado de Barack Obama, el campo…
. “La Presidenta tiene una desconexión con la realidad”, diagnosticó esta semana el moderado Roberto Lavagna. El relato de la conspiración es, más bien, una manifestación de agotamiento ante una realidad que se resiste a los caprichos, una realidad a la que no se puede ya gobernar a los panzazos.
La ilusión de un poder sin contención de las instituciones, superconcentrado se desliza, así, hacia la impotencia. La realidad se observa como un peligro. Esa amenaza se llama ingobernabilidad.
Señala Pascual Albanese en el trabajo que mencionamos antes: “En la Argentina, como ocurre en otros países latinoamericanos frágiles institucionalmente, el término juicio político, más que a un mecanismo constitucional específico, remite a un procedimiento de relevo presidencial impulsado en una situación de extrema conmoción interna y legitimado por la opinión pública, el Congreso y el Poder Judicial. En este contexto tienen que interpretarse las señales de negociación emitidas por la oposición política, especialmente por el radicalismo, para frenar una escalada de confrontación que derive en una crisis institucional desatada por un serio conflicto de poderes. Como ocurrió varias veces en el 2008 durante el transcurso del conflicto agropecuario, cuando la Mesa de Enlace buscaba afanosamente una vía de acuerdo con el gobierno, la respuesta está en manos de Kirchner”.

Leer más...

La renuncia del Bicentenario. Por Héctor Paglia



La habitual tranquilidad del día de reyes se ha visto alterada a partir del
pedido de renuncia al presidente del Banco Central de la República Argentina.
El hecho en sí constituye una compleja situación con aristas institucionales,
políticas y económicas.

Institucionales, ya que la autonomía que consagra la Carta Orgánica
del BCRA, conlleva un mecanismo, tanto para la designación como para la
destitución de sus directores, que requiere de ciertos requisitos que están
taxativamente explicitados. En esta oportunidad el Dr. Redrado tiene un
mandato con aval del Congreso de la Nación que vence en setiembre del
corriente año. El pretendido alejamiento antes de expirar dicho término debería
encuadrarse en lo establecido en el art. 9 de dicha norma: inobservancia de la
normativa citada en un marco de incumplimiento de los deberes de funcionario
público y con el “consejo” de una comisión especial del Congreso presidida por
el presidente del Senado, en este caso el vice-presidente Julio Cobos. Pues
bien, hasta el momento, ninguno de estos extremos han sido cumplidos ya que
no se argumenta el incumplimiento y menos aún ha intervenido la comisión
señalada. Primer gran problema: la inobservancia de los cuidados
institucionales que una medida de esta trascendencia debería tener.
Políticas, porque la decisión de la Presidente ha puesto en marcha una
disputa a nivel de las diferentes fuerzas políticas con representación
parlamentaria. Situación ésta que da lugar a expresiones de distinto calibre en
un marco de enfrentamiento perdiendo la sana imparcialidad con la que
debería ser tratado este tema. Segundo gran problema: se ha politizado lo que
no debería serlo en un marco institucional previsible.
Económicas, porque más allá de la coyuntura que puedan exhibir los
mercados durante esta situación y, más allá de su desenlace, las
consecuencias sobre la economía real quedarán cuanto menos en estado
latente. Tercer gran problema: la agudización de las dudas respecto a la
credibilidad y seguridad jurídica, que Argentina necesita con urgencia despejar.
Máxime si se pretende volver a insertarse en el concierto económico y
financiero mundial logrando refinanciaciones de deudas incumplidas y nuevos
aportes en dicha materia.
Ahora bien es justo decir que el Dr. Redrado ha mantenido un delicado
equilibrio manejándose dentro de ciertos límites que iban desde la
independencia a la “coordinación” o “aceptación” de medidas dictadas por la
política económica del gobierno nacional. El decreto de necesidad y urgencia
instituyendo el Fondo de Bicentenario excedió dichos límites. Esto es así toda
vez que aún no tiene ratificación del Congreso que está en receso. Debemos
preguntarnos, que sucedería si el BCRA depositara las reservas solicitadas y
luego el decreto no queda firme? Esto desde el punto de vista formal pero en lo
sustancial también hay observaciones muy precisas acerca de la conveniencia
de sana política económica en disponer de reservas para el pago de deudas
del País. No deben acaso estas deudas cancelarse con recursos del
presupuesto nacional? Será de aquí en más éste el mecanismo para afrontar
dichas obligaciones? Cuál es entonces la verdadera situación fiscal de
Argentina que debe recurrrir a sus reservas para afrontar obligaciones que
vencen en los próximos meses? Será entonces sostenible la política de
expansión del gasto público emitiendo moneda contra reservas del BCRA que
se destinan a fondos específicos como éste del bicentenario? Porqué la
urgencia de desplazar al Dr. Redrado si hemos concluído 2009 con récord
histórico de recaudación? Porqué no dar intervención al Congreso de la
Nación?
Cómo vemos son más las preguntas que las respuestas. Por lo tanto
este episodio tiene un final abierto que sólo el tiempo y el devenir de los
acontecimientos nos dirá cuánto habrá de influir y cómo, a partir de él, se
puede salir fortalecido para superar los problemas institucionales, políticos y
económicos aquí enunciados.
*DOCTOR EN CIENCIAS ECONOMICAS
TITULAR DE MERCADOS & FINANZAS
Leer más...

sábado, 16 de enero de 2010

La vanguardia cultural K. Por Jorge Asís


El kirchnerismo fundamentalista muy poco y nada tiene que ver con el peronismo. Representa aquello que puede denominarse, desde el plano técnico, ”kirchneristas no PJ”. Lucen por la desmedida intrascendencia electoral. Mantienen una relación distante con el ajeno Justicialismo. A veces, la relación es –incluso– antagónica. Justamente, el Justicialismo, tanto en la periferia como en el fondo, que es la fuente sustancial del poder que legitima a Kirchner

En los papeles, Kirchner es el jefe formal del Partido Justicialista. Al que mantiene dormido. Con la contundencia de varios Trapax diarios. Prefiere Kirchner patrocinar, en cambio, a los integristas, distribuidos en grupos sonoramente frágiles. Lo ayudan notablemente a tomar distancia de quienes lo sostienen. Sin el pretexto de ninguna transversalidad. Kirchner se aleja del peronismo que supuestamente conduce. O sólo captura. Deriva en mera plataforma de lanzamiento. En pilar de apoyo.
El conjunto de aliados, de integristas que representan el progresismo, presenta la versión intelectualosa. O el formato político. O el impresionante piadosismo de las “organizaciones sociales”. Pueden presentarse, ante la historia del presente, como grupúsculos que se abusan del peronismo que desprecian. Viven del peronismo. Pero, en el mejor de los casos, lo ningunean. Es ostensiblemente más grave que negarlo. Es desmerecerlo. Subestimarlo. Tomar a los peronistas por giles.
Para los fiolos de la coyuntura, el peronismo emerge como el lugar sucio. Es adonde hay que enchastrarse, necesariamente, para buscar los votos. Las ideas –para Kirchner– deben sacarse de otra parte. Aunque carezcan de ideas. De originalidad.
Hay tres productos culturales. Son los que se ubican a la vanguardia de la patología kirchnerista. Vaya, en primer lugar, Carta Abierta. Es la Agrupación de intelectuales que producen, cada tanto, una bula papal. Segundo, Miradas al Sur. Semanario de domingo, reducto del kirchnerismo integrista. Tercero, el entretenimiento televisivo, alternativamente diario, Seis siete 8:00.Los productos culturales de referencia no se caracterizan sólo por defender las posiciones del oficialismo. Emergen como valiosos instrumentos para atacar a los adversarios. Para ridiculizar sus causas. Para consolidar las imposturas integristas.
Son tres polos de degradación, presentados con una crueldad descarada. En este orden: a) El campo (la Comisión de Enlace); b) Los medios de comunicación (sintetizados en el Grupo Clarín), y c) La oposición política. Centrada en la aniquilación alternativa de Macri y/o de Cobos.
Los tres ámbitos culturales aludidos (Carta Abierta, Miradas al Sur, 6-7-8) presentan un lineamiento perceptiblemente unificador. Es la ausencia, casi total, del peronismo. Como enfoque. Como problemática para tratar. Puede consignarse la inquietud. Resulta literalmente imposible, desde el peronismo capturado, sostener las imposturas que instalan los Kirchner, a presión. Los dirigentes envueltos, tristemente empaquetados, en la práctica, las apoyan. Son cómplices involuntarios de los desbordes del integrismo. Aunque se muestren, en privado, conscientes del camino que los lleva hacia la bancarrota. Consternados, los peronistas capturados, por la duda existencial. Deriva en la pregunta que los atormenta: ”¿Cuándo saltar?”. Desde el peronismo no brotan ideas que legitimen, a los Kirchner, ante el presente. Mucho menos, ante la posteridad. Para atacar o defenderse, Kirchner prefiere ampararse en el exterior del peronismo. El kirchnerismo no PJ, a pesar de la irrelevancia electoral, se las ingenió para apropiarse de los sectores significativos donde debería brotar la cultura. Como la secretaría homónima. El Ministerio de Educación, los organismos descentralizados (Instituto del Cine). Pero sobre todo el Canal 7. Es precisamente aquí donde es más notoria la ausencia total del peronismo. En la Televisión Pública, copada por los integristas que tienen nada para perder. Ni siquiera historia.
Debe discutirse al kirchnerismo como una versión patológicamente esquizofrénica del peronismo capturado. Sostenido, en la actualidad, por la ideología del antagónico. Productor del fundamentalismo rabiosamente salvaje, que en ningún momento enarbola las banderas menos elementales del peronismo que los alimenta. Como si los progresistas, igual que en los setenta, se hubieran infiltrado. Se percibe pálido, el final.

Leer más...