domingo, 27 de febrero de 2011

Carta de Eduardo Duhalde a los argentinos


Compatriotas:
Dediqué casi 40 años de mi vida a la actividad política y, cuando creía llegada la hora de mi retiro, la realidad y la opinión de muchos compatriotas me convencieron de presentar mi candidatura a la Presidencia de la Nación en las elecciones del 2011, aportando lo que aprendí para cambiar el estilo de ejercicio del Poder Ejecutivo que venimos padeciendo los últimos años.
Quiero aplicar la nueva política que aprendí de Perón, de Mandela, de Lula y de otros grandes, que asume toda la realidad, escucha a todos y con todos dialoga, ofrece y busca lealtad pero rechaza el autoritarismo y la obediencia servil, conduce mediante la labor de equipos y no por órdenes personalistas y es el modo de construir un país mejor para nosotros, para nuestros hijos y para nuestros nietos.


Les propongo dejar atrás la vieja política que se aísla de quienes opinan diferente y los ataca como a enemigos, sólo ve de la realidad lo que satisface su soberbia y orgullo, culpa de los males a quienes gobernaron antes y se atribuye el mérito de lo bueno y usa el poder para su propio servicio y no para servir al bien común.
Quiero que cambiemos esa vieja política, entre otras razones, porque no supo ni permitió aprovechar en plenitud las extraordinarias oportunidades que la nueva realidad global nos viene ofreciendo en estos años a los argentinos, que nos habilita a ingresar en el siglo XXI consolidando un desarrollo integral y sustentable, en beneficio de todos.
Juntos sabemos y podemos reemplazar la vieja política y elaborar y poner en marcha un nuevo modelo nacional, en base a políticas estratégicas compartidas por todos los sectores representativos de la vida nacional, que se apliquen más allá de la duración de un período de gobierno, que encaucen la energía popular hoy dispersa y la apliquen a aprovechar los cuantiosos recursos disponibles en todas las regiones de nuestro territorio.
Sabemos y podemos construir una nueva matriz industrial que amplíe y sustente el camino abierto por las cadenas agroalimentaria, automotriz y siderúrgica, fuentes principales de nuestro potente crecimiento económico, al que hemos de armonizar con la calidad ambiental y la integración y justicia social, generando pleno empleo con trabajos estables, creadores de valor y por ello bien pagos, conducente a que “cada argentino produzca el doble de lo que consume”.
Sabemos y podemos gobernar cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución y las leyes, en base al respeto y al diálogo con los integrantes del Poder Legislativo y del Poder Judicial y los mandatarios de Provincias y Municipios, sometiendo nuestros actos al control de los organismos pertinentes y de la prensa libre y castigando todo acto de corrupción y así reconstruir la confianza y multiplicar la inversión local y externa.
Sabemos y podemos integrarnos al mundo globalizado preservando nuestros intereses y nuestra identidad y sin pelearnos con ningún país, poner fin a la pobreza y a la exclusión, a la inseguridad y el narcotráfico, a la decadencia educativa, al deterioro de la preservación y atención de la salud, al debilitamiento de la familia, al unitarismo real que posterga y doblega a las Provincias, al enfrentamiento y la agresión entre argentinos.
Sabemos y podemos hacer eso y mucho más si la mayoría de mis compatriotas me ayudan y me acompañan en la epopeya de concretar la utopía realista de volver a tener una Argentina grande y un pueblo feliz.

Leer más...

Sólo se puede predecir lo que ya ha ocurrido. Por Jorge Raventos


Los sectores del sedicente progresismo que anidan en el entorno de la Presidencia de la Nación no esperaron a que concluyera febrero para lanzar una renovada blitzkrieg sobre el gobierno bonaerense. Si una de las columnas de esa acometida se dedica a imponer las listas colectoras destinadas a competir con el peronismo de la provincia colgadas de la (aún potencial) candidatura de la señora de Kirchner, otra columna embiste contra la política de seguridad impulsada por Daniel Scioli y sus sucesivos ministros del ramo: primero Carlos Stornelli y ahora Ricardo Casal.


Esta semana se hicieron ver en el campo de batalla dos oficiales superiores de esa ofensiva, el periodista (y asesor estrella del Poder Ejecutivo) Horacio Verbitsky y el ex ministro León Arslanian. Ambos arremetieron contra el ministro Casal y contra el gobernador; a Scioli lo culpan de haber desbaratado la reforma policial bonaerense que Arslanián condujo durante el mandato de Felipe Solá. En plena Legislatura bonaerense, Verbitsky acusó el miércoles al gobernador de promover “el autogobierno policial”: estuvo rodeado, como era previsible, por Martin Sabatella (el beneficiario de la colectora que auspicia el oficialismo progre), el jefe gremial de los docentes provinciales (a quienes no les escasean los fondos para lanzar costosas campañas publicitarias por TV) y hasta por el diputado Fernando Navarro, que hasta esa fecha lucía como aliado de Scioli.

La feroz embestida de la izquierda oficialista contra el gobernador bonaerense tiene una explicación: los atacantes se sienten apremiados por el tiempo. Aunque faltan apenas ocho meses para la elección presidencial y seis para las primarias abiertas en la que se consagrarán los máximos candidatos de cada fuerza, el entorno no ha conseguido aún que la señora de Kirchner proclame abiertamente su deseo y su decisión de ir por la reelección. Ese sector está empeñado en convencer a la Presidente de que su candidatura tiene la victoria asegurada, sin necesidad de arriesgar una segunda vuelta: tienen dinero para contratar encuestas que lo prueben y lo propaguen. La difícil operación que se han impuesto no sólo reclama la voluntad, el vigor físico y espiritual y el asentimiento de la señora de Kirchner (que se hace esperar); también les requiere la participación (para ellos indeseada pero inevitable) del gobernador bonaerense, cuyo capital electoral es, en el distrito, superior al de la misma Presidente .
Scioli es observado con la máxima aprensión por ese entorno, que lo juzga sapo de otro pozo, un personaje “de las antípodas ideológicas”, como supo sintetizar Sabatella. Lo quieren adentro, porque lo necesitan, pero lo quieren condicionado, debilitado y devaluado: aspiran a manejarle hilos principales de su administración, quieren bloquear toda posibilidad de que el distrito divorcie el comicio provincial del nacional y, por supuesto, aspiran a evitar cualquier posibilidad, por mínima que parezca, de que la disconformidad hacia el gobierno nacional de una gran legión de jefes territoriales del bonaerense puede manifestarse en el respaldo a Scioli para encarar una candidatura presidencial.

Aquel entorno se desinteresa de la conducta paciente y disciplinada de la que Scioli ha dado largas evidencias (y que otros actores le echan en cara). Saben que la naturaleza de algunos conflictos desata fuerzas mucho más poderosas que la voluntad o las intenciones de los actores. Por eso la embestida contra el gobernador se propone conseguir sus objetivos antes de que sea tarde. No quieren tentar al diablo.

Como no hay acción que sea neutra, puede ocurrir que termine por manifestarse la física de la política y que el acoso al que están sometiendo a Scioli y a los jefes territoriales bonaerenses provoque reacciones en sentido contrario. En principio, desde el gabinete del gobernador ya han empezado a ensayarse respuestas enérgicas dirigidas a Arslanián, a Verbitski, a Sabatella y al voluble diputado Navarro.

No parece fácil que un político como el mandatario bonaerense, que ya ha exhibido su activo electoral y su sustento en la opinión pública, acepte ser conducido a los panzazos a su reelección como gobernador: se le estarían prometiendo cuatro años en condición de prisionero, dependiente de fondos mezquinados por el Tesoro central y blanco de los disparos de quienes íntimamente lo consideran un enemigo ideológico.

En el fondo, se está reencarnado oscuramente una pugna añeja, que ya cuenta más de tres décadas: la que ha enfrentado, a veces letalmente, al tronco justicialista con los injertos que en la década del 70 pretendieron parasitar el forzado exilio y la proscripción de Juan Perón, amparados a la sombra bonachona de Héctor Cámpora.

Algunos núcleos activos de aquel camporismo se beneficiaron con la prohibición que el gobierno militar de entonces le impuso a la candidatura de Perón y le perdonó a la de Cámpora. Así, ocuparon fragmentos del Estado (desde gobernaciones y vicegobernaciones hasta ministerios y manejo de fuerzas policiales) y esperaban usufructuarlos largamente, pero Perón y la conflictiva realidad empujaron la renuncia de Cámpora y la convocatoria a un comicio limpio, sin ninguna proscripción. Los montoneros y con ellos aquel camporismo beneficiario de la última elección proscriptiva dejaron el gobierno.

Aunque la empuja con sus actos, el actual entorno camporista trata de prevenirse de la una repetición exacta de la historia. En El encuentro, un cuento de Borges, dos hombres se baten usando cuchillos que ya habían usado otros duelistas en anteriores ocasiones: “las armas, no los hombres, pelearon”, resume el narrador.
Aunque el paisaje electoral a ocho meses vista no está claro aún, pues no se conocen con precisión los candidatos, hay un duelo de fondo que está en el aire y que quizás deba producirse para que lo que hoy parece turbio, se vuelva transparente.
En ese contexto hay que buscarle interpretación a hechos de la crónica semanal como la prisión de José Pedraza, las peripecias de la agencia oficial de noticias, los minués de la Justicia, la disolución de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (varias denunciada por actos corruptos ) y también, muy especialmente, a los disparos contra la Casa de Dardo Rocha.
Como escribió Samuel Becket: “Sólo se puede predecir lo que ya ha ocurrido”.

Leer más...

La crisis de oriente medio. Por Claudio Chaves


Los grandes acontecimientos históricos dividen aguas, marcan a fuego una época y arrastran tras de sí una ola ingobernable capaz de modificar el escenario mundial, hasta que un nuevo ciclo instale otra agenda.
En los últimos doscientos treinta años se han sucedido tres de estos momentos liminares: La Revolución Norteamericana y su hija la Revolución Francesa, La Revolución Rusa de 1917 y la Revolución Liberal de 1989.
Cada uno de estos acontecimientos instaló un sistema de valores y principios. Un ideario que alimentó luchas cifradas en la esperanza de un mundo mejor, en los marcos del relato construido por la obra revolucionaria.


Así la Revolución Norteamericana y la Francesa cedieron al mundo fundamentos sesgados a la libertad, la democracia, el libre mercado, la república, el voto universal, y este mensaje se extendió por el mundo a lo largo de más de cien años. ¿De que otra manera puede explicarse la guerra de la independencia americana que no sea por los argumentos construidos en los hechos políticos franceses? El constitucionalismo y la organización republicana de los pueblos de América abrevaron en la fuente nutriente del liberalismo racionalista. Juan Bautista Alberdi lo explicaba magistralmente:
“La revolución Argentina es un detalle de la revolución de América, como esta es un detalle de la de España; como esta es un detalle de la revolución Francesa y Europea.” [1]
Así las cosas, este ciclo iluminó al mundo a lo largo de más de cien años. Como decía Perón: “Todos somos hijos del liberalismo creado en la Revolución Francesa”. (Discurso en el Colegio Militar de 1952. Citado por Ángel Pérelman “Como hicimos el 17 de Octubre”)
Sin embargo el ciclo revolucionario iniciado en 1776 tuvo marchas y contramarchas. Avances y retrocesos. Por ejemplo, la derrota de Napoleón en 1815 abrió un período de conservadurismo signado por la Santa Alianza y la restauración del absolutismo que pretendió alcanzar al continente americano y aplastar la revolución independentista y democrática que se expandía con gran fuerza, puesto que las coronas europeas, al decir de Chateaubriand, temblaban ante la posibilidad de que: “Si el Nuevo Mundo se convierte en república, perecerán las monarquías del Viejo Mundo” [2]
Luego, en 1830, comenzó un nuevo ciclo revolucionario que abrazó a Francia, quién reemprendió el camino iniciado el siglo anterior, para profundizarse en 1848. En este caso en toda Europa.
En síntesis, ascensos y descensos de la marea revolucionaria que de todos modos evolucionaba en la idea que acuñara Lenín “dos pasos adelante y uno atrás”
Ya en siglo XX y ante la crisis del modelo de crecimiento liberal, por un lado, y la Primera Guerra Mundial, por el otro, el sistema capitalista se resquebrajó por el “eslabón más débil” y en 1917 se produjo la Revolución Rusa.

OCTUBRE DE 1917

El socialismo, el comunismo, el marxismo o el capitalismo de Estado en el poder, o como quiera que se le llame, abrió un nuevo escenario.
Ciertamente estos acontecimientos no irrumpieron de la nada. Todo un proceso previo de pensadores, filósofos y artistas habían minado desde el saber, la atmósfera intelectual del progreso indefinido.
Emergían, de esta forma, dos grandes alternativas al liberalismo en crisis: el sovietismo y el nacionalismo, que guardaban algo en común: la herramienta del Estado para el “mejor” gobierno de los hombres.
Se puso de moda el Estado interventor (para decirlo de alguna manera).
El liberalismo incluso debió conceder al nuevo Dios del siglo XX y entonces Lord Keynes arrimó la solución teórica habilitando el puente por el que cruzaron los últimos liberales. El círculo se había cerrado.
Otros paradigmas fueron construyéndose a lo largo del siglo XX impulsado por las nuevas ideologías de la “salvación por todos”.
La planificación centralizada y estatal, el industrialismo forzado como garantía de riqueza y poder, mercados auto-centrados y herméticos, el derecho de las masas populares al poder o dicho de otra manera la clase obrera sería en este siglo el nuevo sujeto histórico del cambio y el progreso.
Otro paradigma del siglo, también una consecuencia de la Revolución Rusa, o mejor dicho de una revisión del marxismo llevada adelante por Lenín, fue el concepto de naciones opresoras y naciones oprimidas en el marco de su idea sobre el imperialismo.
“La guerras nacionales libradas por las colonias y semicolonias no son solo probables sino inevitables. Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas son progresistas y revolucionarias” [3]
El esquema de Lenín incluyó fundamentos básicos del nacionalismo: autonomía nacional respecto del capitalismo mundial, protección del mercado interno, desarrollo industrial. El revolucionario ruso fue el puente entre el marxismo y el nacionalismo. ¡Si hasta la CEPAL incorporó el esquema bautizándolo: centro y periferia.
De todos modos el avance del comunismo y del nacionalismo, esto es, del intervencionismo de Estado tuvo adelantos y retrocesos en el período, entendiéndolo en los términos ya citados de Lenín “dos pasos adelante y uno atrás” lo que determinó que en la década del 60’ la idea rectora en el mundo fuera “que el capitalismo de libre empresa y el sistema de mercado son instrumentos para explotar a las masas, mientras que la planificación económica central es la tendencia del futuro que colocará a sus países en la senda del progreso económico rápido” [4] El comunismo y el nacionalismo habían impuesto su cosmovisión. Restaba el zarpazo final al poder mundial.
En síntesis al estar en la etapa más alta del capitalismo la revolución socialista se hallaba a vuelta de página, así lo creía Lenín y el conjunto del firmamento marxista para quienes siempre se está en vísperas de la Revolución. Sin embargo algo falló. Algo salió mal.

UN NUEVO SALTO CUALITATIVO DEL CAPITALISMO

Las dos guerras mundiales fueron un trágico ejemplo de guerras ínter imperialistas, desde esta perspectiva el marxismo tenía razón, sin embargo concluido el conflicto el capitalismo curó sus heridas, se unificó bajo organismos internacionales enfrentó a la Unión Soviética en la Guerra Fría y el imperialismo tal cual lo había comprendido Lenín, desapareció.
Las enormes inversiones extranjeras en Japón, Malasia, Singapur, Corea, Taiwan y Hong Kong vinieron a demostrar que no era necesario romper con el circuito capitalista mundial (imperialismo) para alcanzar el desarrollo industrial y tecnológico.
La caída de la Unión Soviética, la tercera revolución industrial y el fin de la Guerra Fría indicaba una nueva revolución capitalista que dejaba atrás los argumentos ideológicos del mundo que fenecía. Adiós al comunismo, al nacionalismo, al intervencionismo, al keynesianismo puesto que una nueva realidad se imponía tras el desmoronamiento del siniestro Muro de Berlín.


1989.

“Al inicio de los 80’ comenzaron a soplar vientos de cambio en la marcha de la humanidad que cobraron impulso durante esa década y aún después; en el comienzo de los años 90’ barrieron todo lo que se ponía por delante y promovieron en el paisaje global una transformación fundamental. Los años ochenta fueron una de las divisorias de aguas de la historia moderna. El espíritu de la democracia recobró confianza y se difundió” [5]
A este concepto de libertad y democracia debemos añadirle el definitivo triunfo del capitalismo que se ha transformado en dueño del universo terrenal.
Con esta victoria se hunden los preceptos fundantes del período anterior: el intervencionismo de Estado, la subsidiariedad, la planificación central como modelo de gestión y todas aquellas formas que han hecho del Estado y la salvación por la sociedad, lo substancial de su pensamiento.
Un nuevo mundo emerge del naufragio de las ideologías totalitarias. La individualización se instala como paradigma, al igual que la libertad, la democracia y las instituciones. Lo que para algunos es positivo:
“La sociedad nunca anduvo mejor. Todas las economías dirigistas han fracasado, de modo que el neoliberalismo actualmente es el único sistema económico que más o menos funciona. La democracia ha progresado mucho en los últimos veinte años, por supuesto no son perfectas, pero los derechos fundamentales son respetados y las garantías jurídicas existen” [6]
Para otros, es desesperanzador y angustiante. El conocido sociólogo francés Jean Baudrillard le respondía de este modo a un periodista que lo abordaba con preguntas acerca de los acontecimiento del 89’ y que al sociólogo entristecían.
Periodista: ¿Estamos condenados?
No lo sé. Los análisis tradicionales (el crítico, el marxista, la filosofía en general) no pueden afrontar la actual situación. Se acabaron las trascendencias, las esencias y las finalidades que lo explicaban todo. Sólo quedan los acontecimientos puros. Desazón y desesperanza” [7]

EL PORVENIR

Los vientos revolucionarios de 1989 signan una nueva etapa de la historia. Al igual que 1776 o 1917 propone un relato y una agenda. Podríamos resumirla de este modo: Fin de la Guerra Fría, triunfo de la economía de mercado, individualización, democracia, libertad, adicionándole los principios irrenunciables de la Revolución de 1917, como es el derecho de los pueblos a gobernarse y a la justicia social. Un nuevo liberalismo humanista volcado a satisfacer las necesidades de los pueblos.
El período que se ha abierto a fines de los ochenta, vivencia, al igual que los otros de impulsos proactivos y reactivos. Pero como decía Lenín “dos pasos adelante y uno atrás.
Los noventa fueron un torbellino. El capitalismo abrazó la totalidad de la geografía mundial con excepción de Cuba. Luego en el dos mil creció un período reactivo especialmente en América Latina con Chavez, Kirchner, Evo Morales, los primeros minutos de Lula, Ortega y Correa.
Diez años después un nuevo envión democrático y liberal sacude a Medio Oriente. La onda expansiva no cesa.
De que otra manera pueden explicarse los acontecimientos de Tunez. Egipto y Libia que no sea a la luz de los nuevos tiempos abiertos tras la caída del Muro de Berlín.
Las movilizaciones populares desplazan a políticos de distinto firmamento ideológico y lo hacen porque expresan el pasado. Son antiguallas de la Guerra Fría que ya no explican nada, y a los pueblos no les interesa.
Fidel Castro bramando a favor de Khadafi suena tan antiguo como un minué en el Rockefeller Center.
Cae un Presidente amigo del capitalismo internacionalizado y de los EE.UU., Mubarack, pero también Khadafi enemigo del capitalismo liberal y de Occidente. ¿Es que el pueblo egipcio simpatiza con el antiguo Tercer Mundo y los libios con los EE.UU.? Evidentemente no es así. Hay un solo impulso que iguala a los pueblos y ese ímpetu es la búsqueda de la libertad, la democracia y la justicia social en el marco de las instituciones republicanas y la convivencia. Este mundo es ajeno y extraño a Castro y a Chavez, francamente no lo entienden. Sospecho que también al kirchnerismo.
Estas revoluciones populares son esperanzadoras en la medida que revelan una enorme voluntad de participación y modernidad por parte de pueblos que creíamos adormecidos por años de maltrato. Es también una lección para los EE.UU. que ya debe comprender, al menos su élite gobernante, que la democracia y la libertad no se exportan en carros de asalto.
De prosperar, es posible que veamos florecer, en un futuro no tan lejano la ansiada paz en esta región tan golpeada por la Guerra Fría. Es momento de comprender que no se puede gobernar arbitrariamente “hasta el fin de los tiempos”
[1] Alberdi, Juan B.: Escritos Póstumos. Ed. Imprente Europea. Bs. As. 1896. Pág. 70.
[2] Kossok, Manfred: Historia de la Santa Alianza y la Emancipación de América Latina. Ed. Sílaba. Bs. As. 1968. Pág. 67.
[3] Lenín, Vladimir I.: El Imperialismo etapa superior del capitalismo. Ed. Anteo. Bs. As. 1974. Pág. 106.
[4] Friedman, Milton y Rose: Libertad de elegir. Ed. Planeta. España 1993. Pág. 84.
[5] Johnson, Paul: Tiempos Modernos. La Historia del Siglo XX desde 1917 hasta nuestros días. Ed. Vergara. Bs. As. 2000. Pág. 856.
[6] Revel, Jean-Francois: El Liberalismo nunca anduvo mejor. En La Nación 27/04/05.
[7] Baudrillard, Jean: El País. Madrid. España. 123/04/04

Leer más...

martes, 22 de febrero de 2011

El gobierno de Cristina y el retrato de Dorian Gray. Por Daniel V. González


Para el grueso del kirchnerismo la elección de octubre próximo está resuelta: ganará Cristina muy probablemente en la primera vuelta. Es eso lo que acusan las encuestas de los garúes que día por día escrutan el clima reinante en la sociedad y el humor de los votantes para con Cristina. Todas las mediciones oficialistas le otorgan a la presidenta una ventaja estimable sobre cualquier otro rival. El kirchnerismo piensa que nada puede modificarse hasta octubre y que, en consecuencia, el triunfo está prácticamente asegurado.


Cierto es que los encuestadores oficialistas registran ya varios errores en mediciones anteriores. La primera fue la elección en la que Piña dejó fuera de combate a Rovira, que aspiraba a modificar la constitución de Misiones. La otra, más notable, fue en la elección de diputados de 2009, cuando todos anticiparon el triunfo de Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires y sin embargo resultó derrotado aunque, claro está, “por muy poquito”.

Pero, reconozcámoslo, Cristina ha remontado en las encuestas desde la muerte de Néstor Kirchner. Probablemente una porción de argentinos se compadece de la presunta debilidad de una mujer que afronta la tragedia de una viudez prematura desde la presidencia de la Nación o bien una parte del pueblo piensa que con NK han sido sepultados también la mayor parte de los vicios del gobierno.

Además de eso, la economía no ha sufrido –en la percepción popular- ningún descalabro más allá de la inflación y el gobierno está convenciendo a los gremios y a amplias franjas del pueblo de que la inflación no es más que una cuestión de ajuste numérico, que esta “dispersión de precios” no genera ningún problema en razón de que la CGT se encargan de obtener aumentos de salarios que equiparan su nivel de ingresos con los precios y aún más allá, si tenemos en cuenta que los sueldos aumentan el 25/30% y la inflación oficial es apenas del 8% al año.

Tanta es la certeza en la victoria, alentada por las encuestas favorables, que Cristina se ha permitido, en los hechos, prescindir de la totalidad del Partido Justicialista, con la sola e incómoda excepción de Hugo Moyano. Se ha rodeado con un selecto grupo del camporismo de los setenta, aquellos que odiaban a Perón y a quienes éste los echó de la Plaza de Mayo, y piensa que su vínculo directo con las masas es lo que le asegurará la victoria en octubre.

Cristina siente que tiene los votos y que eso le permitirá mantener a raya al PJ de Buenos Aires, cuyos intendentes y jefes zonales echan espuma por la boca ante la imposición del progresista Martín Sabbatella como aportante desde una lista “colectora” que claramente debilita a Daniel Scioli y a cada uno de los candidatos peronistas de Buenos Aires.

Cristina Kirchner se siente con tanta fuerza electoral que piensa que todos los días puede desafiar a Scioli y subordinarlo a una estrategia que para el gobernador de Buenos Aires significa, cualquiera sea el resultado, el fin de su carrera política. En efecto, Scioli puede salir perdidoso a manos de De Narváez si Sabbatella, apoyado por la presidenta y su grupo, hace una elección medianamente exitosa. Asimismo, en caso de triunfar, la próxima gobernación de Scioli no será nada fácil pues el gobernador es centro del odio del núcleo más duro y más cercano a la presidenta, que lo acusa de hombre de la derecha, conservador y otras cosas. El mensaje del kirchnerismo a Scioli es infantil: “apoyá a Cristina ahora que, dentro de cuatro años, todos nosotros te apoyaremos a vos y nadie sino vos heredará a Cristina”.

¿Qué hará finalmente Scioli? Todos los analistas políticos, e incluso el propio Scioli, aseguran que no puede ocurrir otra cosa que el callado alineamiento del gobernador a la estrategia de Cristina pues esa y ninguna otra cosa puede estar en la cabeza de un hombre que siempre ha sido dócil y leal al gobierno que integra. Sin embargo, la realidad es muy móvil y esto, que hoy parece una certeza irrefutable, dentro de pocos meses puede ser distinto, sobre todo si en el conurbano bonaerense, algunos dirigentes territoriales comiencen a dar pasos que los alejen de Cristina.

¿Podrá el gobierno mantener su apariencia saludable y equilibrada? Al igual que el joven y bello Dorian Gray, el gobierno nacional ha logrado mantener –hasta cierto punto- una imagen de lozanía que no se corresponde con la realidad. Al igual que el personaje de la novela de Oscar Wilde, ha logrado desviar y disimular sus pecados y sus propios deterioros gracias a un cuadro (en este caso, el del presupuesto y los equilibrios financieros) para, de ese modo, preservar una imagen de frescura y fortaleza que pende de un delgado hilo que al cortarse significará, como en la obra, la fulminante aparición de todo aquello que, durante años, fue disimulado y absorbido de un modo precario y azaroso.

Que la escena final ocurra antes o después de octubre depende de muchas circunstancias. Pero lo fatal es que, más tarde o más temprano, ocurrirá de un modo inexorable.

Leer más...

domingo, 20 de febrero de 2011

Entre aviones y colectoras. Por Jorge Raventos


Contra muchos pronósticos –sin excluir el de esta columna-, la reunión del Consejo del justicialismo bonaerense, desarrollada el viernes 18 en el Hotel del sindicato de camioneros, en Sierra de los Padres, no fue escenario de ningún acalorado debate ni ocasión de ninguna tormenta.
Todo transcurrió sin sobresaltos. La discusión partidaria se redujo al clásico ABC (actas, balance, correspondencia) y el hospitalario anfitrión, Hugo Moyano, en lugar de disparar argumentos en defensa de las listas “colectoras” que procura imponer la Casa Rosada, ofreció a los consejeros un asado inolvidable …
Ya se ha dicho: el que se echa atrás al borde de un abismo lo hace menos por temor de caerse que por miedo de tirarse. Tirios y troyanos del peronismo bonaerense decidieron posponer cualquier choque sobre las cuestiones electorales por unas semanas. “Una tregua”, definieron algunos.


Nadie ignora en el ámbito bonaerense el carácter decisivo de la cuestión postergada. La abrumadora mayoría de los jefes territoriales de la provincia resiste la pretensión de colgar de la fórmula presidencial propia una lista paralela de candidatos (a gobernador, intendentes y concejales) como la que, con aval del sedicente entorno progresista de la Presidente, quiere encabezar Martín Sabatella.
Si no cede la insistencia de Balcarce 50 en esa política, el peronismo bonaerense tiene algunos instrumentos a su disposición. Uno de ellos consiste en fijar para el comicio provincial (gobernador, legisladores del distrito, municipios) una fecha distinta a la de la elección presidencial. De ese modo nada impediría que Sabatella u otros llevaran en sus boletas la fórmula presidencial peronista, pero esto tendría un efecto neutro sobre los cargos de nivel provincial o municipal: allí cada cual competiría a suerte y verdad, de modo transparente y con sus propios colores.
Por cierto, desvincular ambos comicios no sería un inconveniente sólo para Sabatella y sus colectores: también representaría un desafío para quien ocupe la candidatura presidencial del peronismo, pues debería encarar la elección con un compromiso previsiblemente menor de parte del conjunto del dispositivo partidario de la provincia, que ya habría jugado (ganado o perdido) sus porotos anticipadamente.
En caso de que Cristina Kirchner quisiera ocupar esa candidata presidencial, seguramente tomaría en cuenta lo que –según filtró Wikileaks- Alberto Balestrini le señaló a un alto funcionario de la embajada de Estados Unidos después de la derrota de Néstor Kirchner en el comicio de junio de 2009: que “la única razón” por la que Néstor Kirchner recibió votos en esa oportunidad fue porque “se ató a los principales intendentes”. La perspectiva de separar la elección nacional de la provincial supondría cortar esa atadura, con todos los peligros que ello implica.
El peronismo bonaerense preferiría no recorrer ese camino de divorcio, pero para ello espera que la Casa Rosada rectifique su política hacia las colectoras. Al gobernador Daniel Scioli se le ha encomendado que disuada a la señora de Kirchner de esos proyectos, que los dirigentes territoriales prefieren no atribuirle a ella sino a un sector de su entorno (los “progres”, los “termocéfalos”, los “zurdos”, según distintos intérpretes).
El gobernador no escatima esfuerzos. Sin duda fue principalmente él quien consiguió la minuciosa disciplina que permitió la extensa tregua de jueves y viernes.
La inauguración del bello Estadio Unico de La Plata, donde concurría la señora de Kirchner y casi la totalidad de los intendentes (ansiosos por demostrar sus opiniones), si por un lado era una gran ocasión celebratoria, contenía también el riesgo potencial de un enfrentamiento. Cuando hay rigideces y conflictos de poder como los que hoy se observan en el oficialismo, sobre los festejos colectivos flota siempre el fantasma ominoso de hechos como, por caso, los ocurridos en el traslado a San Vicente de los restos de Juan Perón. O como otros, un poco más antiguos.
Ni en el palco ni en (entre) las tribunas hubo el jueves problemas. Señal de que las gestiones preventivas fueron eficaces y que en los distintos actores hubo oídos receptivos. El mismo espíritu prevaleció el viernes en Sierra de los Padres.
De todos modos, no conviene confundir tregua con paz o con resolución del conflicto. Por ahora sólo hay suspensión, postergación. La tirantez subsiste hasta que el problema encuentre una salida. Que, por virtuosa que sea, arrojará ganadores y perdedores.
Pese a las consecuencias que puede promover, la incertidumbre que aqueja al peronismo bonaerense no han sido lo más importante de la semana que concluye. Sin duda el hecho más sensible tuvo por eje al avión que el ministerio de Defensa de Estados Unidos envió a Buenos Aires con personal y elementos para cumplir con un acuerdo de cooperación destinado a capacitar efectivos de seguridad en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.
Marcando una continuidad con las denuncias contra la International Law Enforcement Academy (ILEA, el centro mundial de formación de fuerzas policiales creado por iniciativa del ex presidente norteamericano Bill Clinton), que el Canciller Héctor Timerman definió como escuela de “torturas” y “golpes de estado”, el gobierno parece haber resuelto irritar la relación con Estados Unidos, quizás ilusionado en obtener de allí algún rédito electoral. En rigor durante estos siete años la política exterior del país fue practicada exclusivamente como instrumento de política doméstica.
Lo que los jueces argentinos definieron como un simple “incidente aduanero” protagonizado, en el marco de una actividad asociativa acordada, por funcionarios de un país amigo y aliado (por lo demás, la mayor potencia del mundo) fue tratado por las autoridades argentinas con la aspereza que podría merecer un conflicto fuerte con una nación hostil.
El episodio tendrá consecuencias. Y tiene irradiaciones importantes. Un aspecto que se yuxtapone a este (que involucra la cooperación internacional en la lucha contra el delito organizado, el crimen, el narcoterrorismo, etc.) es la concepción imperante en el gobierno sobre la acción del Estado contra las llamadas “nuevas amenazas” contra la soberanía y la seguridad. Hay relaciones entre esa manera de abordar tales temas y lo que está ocurriendo tanto en materia de inseguridad de los ciudadanos como en la debilitada defensa del país. También hay un creciente aislamiento en relación con los criterios que nuestros vecinos aplican a los mismos temas. En la reciente visita que Dilma Roussef hizo a la Argentina, Nelson Jobim, su ministro de Defensa (que también lo fue de Lula Da Silva), propuso cooperar para aplicar internamente acción militar contra el narcodelito, como lo hizo Brasil en Rio de Janeikro y San Pablo. La propuesta puso los pelos de punta a los funcionarios argentinos.
En Uruguay, el presidente José Mujica está planteando derivar un millar de miembros de las Fuerzas Armadas a la lucha contra el crimen organizado. Ellos comprenden que las concepciones que imaginan los ataques contra la soberanía y seguridad de las naciones como algo que viene “de afuera”, son muy anacrónicas. O muy interesadas.
Estos temas esperan a ser incorporados al debate serio de la política.

Leer más...

Antiimperialismo al estilo Brancaleone. Por Daniel V. González (@danielvicente)


La derivación que ha tomado el incidente del avión estadounidense parece propia de una comedia bélica del tipo de la Armada Brancaleone o MASH, más que un episodio de diplomacia rutinaria entre países civilizados.Si quisiéramos rastrear el punto de partida del incidente tendríamos que remontarnos probablemente a varios años atrás. En noviembre de 2005 cuando en ocasión de la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata, Néstor Kirchner tuvo una brillante idea: fomentó la organización de un acto de repudio a su invitado, el presidente de los Estados Unidos, George Bush. Para congraciarse con la tribuna “progre” y creyéndose muy pícaro, Néstor propició y financió un acto anti-Bush liderado por Hugo Chávez y en el que hablaron, entre otros, Luis D’Elía y Maradona.


Bush decidió abandonar abruptamente la Argentina y realizó una visita fuera de programa al Brasil, donde viajó acompañado por Lula Da Silva, que también dejó la reunión. Lula hacía ya varios años había dejado de lado el discurso antiimperial de tinte universitario para imbuirse de un realismo político más propio de estadistas. El presidente del Brasil ejerció desde el poder una política madura hacia los Estados Unidos, no exenta de enfrentamientos diplomáticos y rispideces, cuando entendió que fueron inevitables para defender el interés nacional de Brasil.Mientras lo de Kirchner fue una payasada altisonante, inconsistente y ofensiva conforme a las normas de cualquier protocolo que rige las relaciones entre países soberanos, la actitud de Lula de acompañar al presidente de los Estados Unidos a una visita por Brasil, fue una nota de realismo y de ejercicio claro de liderazgo sudamericano. Mientras Kirchner delegaba las relaciones internacionales en Hugo Chávez y en Luis D’Elía, Lula da Silva la ejercía en persona, con un mensaje claro de confiabilidad hacia los Estados Unidos y el mundo.Luego llegó el acto de asunción de Obama al que Cristina, ya presidente, decidió no concurrir. Más aún, simuló una enfermedad que le valió postergar un viaje programado a Cuba para hacerlo coincidir con la ceremonia de asunción de Barack Obama. No sólo eso sino que además, ya en Cuba, Cristina se encargó de aclarar, por si alguien abrigaba dudas, que no era casual su presencia en la isla al momento de la ceremonia en los Estados Unidos, sino que era una decisión política premeditada para demostrar quienes son los amigos políticos de Argentina y quienes no.Tanto anti imperialismo “fubista”, de todos modos, va acompañado por el pedido de reconocimiento a los Estados Unidos, reiteraciones de solicitud de entrevistas con el presidente, reclamos de visitas, pretensión de un trato diplomático respetuoso y jerarquizado, etc. Tanto fervor antiyanqui setentista para alimentar a la muchachada del progresismo, sin embargo, fue la contracara de una genuina indignación de amante despechada provocada por la decisión de Obama visitar Brasil y Chile, obviando a la Argentina.Esa decisión no podía asombrar al gobierno argentino, que siempre se mostró, al menos en los discursos, en condiciones de prescindir de la amistad norteamericana. Sin embargo, fue tomada como una afrenta de lesa humanidad y a partir de ahí comenzó a actuar nuestro canciller, Héctor Timerman, persona que a todas luces no está dotada para el cargo que ostenta y al que, incluso, pareciera faltarle algunos caramelos en el paquete.Digamos de paso que Timerman es un reciente abonado a esto del anti imperialismo: durante los años de plomo dirigió un diario que apoyaba a la dictadura militar, al igual que su padre lo hizo desde La Opinión.Pero ese pasado no amilanó a nuestro canciller que diseñó un ingenioso plan para forzar una venganza por el atrevimiento de Obama de no visitarnos. Primero, denunció que el gobierno de Macri enviaba miembros de la Policía Metropolitana a recibir cursos “para torturar” dictados por instructores norteamericanos. No tuvo la precaución de informarse bien: también la Policía Federal y la Bonaerense enviaban gente al mismo curso. Luego, en los ratos libres que le deja su pelea por Twitter con Luciana Salazar, Timerman decidió realizar una minuciosa requisa de un avión norteamericano que traía diversos elementos, armas y pertrechos para realizar en la Argentina un curso previamente acordado con el gobierno nacional.Si Cristina decide este ridículo enfrentamiento diplomático con los Estados Unidos es porque cree que esto le suma puntos para la campaña electoral por la reelección. Pareciera que, asesorada por el núcleo duro del progresismo (Verbitsky, Garré, Zanini, Página 12), Cristina se aferra a los presuntos beneficios de presentar un perfil combativo contra Estados Unidos, en sintonía con Hugo Chávez e incluso con Fidel Castro.Una rápida mirada al gabinete de Cristina nos muestra un panorama desolador. No sólo las relaciones internacionales están en manos de alguien carente de la formación y del equilibrio emocional imprescindibles para este cargo sino que, además, hay personajes como Garré (que niega la inseguridad), Aníbal Fernández (que niega la inflación) o Florencio Randazzo para quien los mil kilos de droga fueron cargadas en Cabo Verde.La situación, en consecuencia, no se presenta brillante para el gobierno. Este chisporroteo con los Estados Unidos procura también sacar de las primeras planas de los diarios la derrota sufrida por la detención del gremialista Venegas, a quien se vieron obligados a liberar a las pocas horas de detenido.Pero siempre resulta gravoso borrar una torpeza con otra mayor.

Leer más...

sábado, 19 de febrero de 2011

"Hace falta una economía libre y competitiva" Reportaje a Alberto Rodríguez Saá


Alberto Rodríguez Saá, gobernador de San Luis y precandidato presidencial del Peronismo Federal, dice que tiene la fórmula para eliminar por completo la desocupación en la Argentina, como lo hizo en su provincia, donde se registra el índice más bajo del país.
La clave, sostiene, es lograr una "economía libre y competitiva", a partir de un Estado que sólo intervenga para evitar distorsiones en el mercado, y poner en práctica un plan de inclusión social que contenga a todos los excluidos. "Podemos lograr el pleno empleo", afirma, durante una entrevista con LA NACION, en el departamento que el gobernador tiene en el barrio porteño de Retiro.




-¿Por qué le parece que los logros que ustedes destacan de San Luis no han tenido un impacto en la valoración de la ciudadanía a nivel nacional?-Yo creo que lo tienen. En San Luis se ha generado el turismo de comprobación: gente que viene a ver si es cierto lo que se dice de San Luis. Lo que pasa es que a nosotros nos descalifican diciendo que San Luis es el feudo de los Rodríguez Saá. Nosotros tenemos una continuidad democrática y una calidad institucional enorme, que nos ha dado un resultado espectacular. Nuestra riqueza es la buena gestión.-Hay elementos para cuestionar la calidad institucional de San Luis. Hace 28 años que el poder está en manos de dos hermanos.-El número es correcto, pero eso se puede mirar también como continuidad. Se puede mirar el mismo número en la Universidad de Buenos Aires, en la Alemania de Kohl, en la alcaldía de Nueva York y a nadie le asombra. Cuando tenés un modelo exitoso y a la gente le gusta que sea llave en mano, algunos le llaman continuidad, modelo exitoso, y otros, despreciativamente, le dicen feudo.-¿La economía de hoy tiene una apertura adecuada?-No, lo que hay es una intromisión del Estado en la formación de precios. Y todo el sistema de subsidios que no llega al productor. Esto genera una enorme corrupción, que nosotros hemos calificado como una cleptocracia. Es un gobierno donde los negocios personales de los funcionarios son más importantes que el bien común. Si en la Argentina se unen los presupuestos de la Nación, los de todas las provincias y los municipios, los dineros públicos anuales son 600.000 millones de pesos. Yo pregunto: ¿qué hacen los Estados con ese dinero? ¿Está en educación? ¿Está en salud? No hay respuestas.-¿Qué medidas concretas tomaría para mejorar la distribución del ingreso?-Lo primero es el manejo del presupuesto, con políticas activas en infraestructura y en todo lo que favorezca la economía competitiva. Además, hacen falta salarios fuertes, que se logran con pleno empleo. El reparto de los ingresos también se favorece con medidas como educación pública gratuita y hospitales de calidad.-¿Se puede lograr el pleno empleo?-Podemos lograr el pleno empleo. En San Luis lo hicimos. Todos hablan de la exclusión, pero nadie la define. Los excluidos son las personas con capacidades diferentes, a las que el sistema laboral no puede darles respuesta, las madres solteras, las personas con adicciones, las personas que han cumplido una condena y quieren reinsertarse en la sociedad, y las mujeres de más de 60 años que nunca ingresaron al mercado de trabajo. En San Luis, trabajan en la administración pública, en distintas tareas, seis horas por día. Se les paga un salario por encima del nivel de indigencia, tienen el derecho y el deber de capacitarse, obra social y aseguradora de riesgo de trabajo.-Si llega a la presidencia, ¿va a aplicar este plan a nivel nacional?-Puede ser este plan o uno similar. Yo al principio apunté a los desocupados, pero después me di cuenta de que hay que apuntar a los excluidos. El desocupado debe participar en el mercado laboral, porque si no, debilitaríamos el mercado laboral.-¿Hay recursos para hacer frente a ese plan?-En San Luis yo dije que el dinero iba a salir de la politiquería. Y fue así. La politiquería destina planes para repartir bolsas de alimentos que nunca llegan a la gente. Mi sueño más fuerte es que los chicos coman con su papá y su mamá. Hay que terminar con los comedores comunitarios. Los recursos tienen que salir de los planes prebendarios.-¿Eliminaría la Asignación Universal por Hijo?-Hay que verlo. Primero, hay que hacer un acuerdo Nación-provincias-municipios acerca de esferas de competencia. Definir quién se encarga de educación, quién de salud, para que no haya superposiciones y los dineros públicos alcancen. Sobra la plata en la Argentina. Lo que falta es buena administración.-¿Qué haría para frenar la inflación?-Un país que ha sufrido los picos de inflación que ha sufrido la Argentina no tiene que transitar ni cerca de un camino de inflación. El Banco Central tiene que tener las reservas suficientes para mantener el valor de la moneda. No se puede emitir irresponsablemente. Mentir en el Indec genera inflación.-¿Qué haría con el Indec?-Ponerlo en manos de la UBA, con una dirección con acuerdo del Senado.-¿Es necesaria una reforma impositiva?-Sí, muy necesaria. Pero lo más importante es hacer un pacto impositivo, establecer cuáles son los impuestos y que sean inmutables durante diez o quince años, para que la gente pueda tener una mirada de futuro.-¿Qué cambios concretos propone?-El ideal es bajar los impuestos, pero no se puede hacer una promesa irresponsable. Hay que hacer un pacto. El IVA es exagerado y hay que bajarlo, lo mismo con el tema del campo. El Estado le tiene que sacar las manos al campo, sobre todo en el comercio exterior.-¿Qué significa "sacarle las manos al campo"?-Dar libertad en el comercio exterior, el Estado no tiene por qué meterse. Hay que bajar gradualmente las retenciones, hasta eliminarlas.-¿El impuesto a las ganancias hay que bajarlo?-Hay que bajarlo. Pero esto hay que hacerlo con un plan. El concepto general es que tiene que bajar la presión impositiva.-¿Cómo se logra bajar los impuestos y tener un Estado social activo?-Como hicimos en San Luis, sin ayuda de la Argentina. Con la plata de la politiquería, con la escuela de administración, con la continuidad de los gobiernos, con la lucha permanente contra la corrupción. No quiere decir que no haya corrupción, pero cuando se descubre un nicho de corrupción hay que eliminarlo. Por ejemplo, en el tema de obra pública, donde suele haber corrupción, nosotros creamos una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria. Se presenta a todas las licitaciones, con precios de mercado. Si una empresa privada tiene el mismo precio o menor, gana la privada. Preferimos que lo haga la empresa privada, porque no es función del Estado hacer obra pública, pero sí es función del Estado que no se formen monopolios y que no haya sobreprecios.-Dígame tres medidas para mejorar el clima de inversión en el país.-Primero, la seguridad jurídica: lo que está escrito en la ley se debe cumplir. Lo segundo, planes de infraestructura y desarrollo. Lo tercero, alejar el fantasma de la inflación, tener una moneda fuerte y sana.-¿Hay que estatizar más empresas de servicios?-Soy contrario a retroceder en todo lo que se avanzó. Hay ámbitos donde se han logrado ventajas enormes con la intervención privada, como en el mundo de las comunicaciones. Pero en San Luis nos hemos involucrado con el tema de wi-fi, que es gratuito.-¿Qué haría con Aerolíneas Argentinas?-Para tener una línea de bandera era más sensato crear una nueva. Hubiéramos dejado a Aerolíneas en las manos en que estaba y tendríamos un problema menos para el Estado y una nueva línea sana sin la enorme masa de empleados públicos. Yo buscaría crear una nueva aerolínea.-¿Mantendría la política oficial ante las protestas sociales?-La agenda social con planes prebendarios ha generado sindicatos de planes prebendarios, donde los afiliados ni siquiera reciben el total de los fondos que les destina el Estado. Esto hay que reconvertirlo en los planes de inclusión social.-¿Qué haría ante un corte de calle?-El corte no es legal. Hay que hacer la denuncia y que participe el fiscal de turno. Tomar nota de quiénes son y hacerlos responsables patrimonialmente.-¿Pero corre a los manifestantes de la calle o los deja?-Tiene que decidirlo el juez en cada caso.-¿Está de acuerdo con que la policía vaya desarmada a las protestas?-No, la policía tiene que tener los elementos para lo cual ha sido creada.-Dígame medidas concretas para combatir la inseguridad.-Hay que unir la seguridad con la problemática social, la educación, la problemática del Poder Judicial y la policía. Tienen que trabajar juntos Nación, provincias y municipios. Hay que continuar las experiencias exitosas en material digital, como las cámaras de seguridad. El tema de la imputabilidad de los menores es complejo, porque los mayores siempre van a usar a los menores que son inimputables. Lo que hay que hacer es castigar al mayor que manda al menor a delinquir.-¿Impulsaría la legalización del aborto?-No creo que esté en la agenda de los argentinos, en especial si se lo trata como una confrontación.-El aborto es la principal causa de muerte materna. ¿Qué respuesta daría a este problema?-Habría que levantar la reserva argentina de los tratados de Pekín y de El Cairo sobre los derechos de la mujer. La Argentina debe adherir plenamente a los derechos de la mujer, con los votos del Congreso, como corresponde. Eso significaría adherir a la decisión de la mujer, que la mujer decida sobre su cuerpo.-¿O sea que usted coincide con la legalización del aborto, pero no lo plantearía para no dividir a la sociedad?-Es que hay que plantearlo de manera correcta. No podemos adherir a lo más avanzado que hay sobre el derecho de la mujer mutilándolo. Estoy proponiendo un tratamiento académico del tema. El tema hoy no existe en la sociedad. Se usa para irritar.-¿El poder de Moyano puede ser un problema si usted es presidente?-Si supero una elección interna, con un programa, y después tengo una legitimación democrática, el señor Moyano es un ciudadano más. Se ha puesto demasiado goloso el señor Moyano, quiere siempre más, y esto no es bueno, debería hacer una terapia gastronómica. No sólo quiere ser líder de la CGT, sino que quiere ser presidente del PJ, gobernador, presidente y no sé qué más. Los golosos se indigestan. Conmigo, no va a tener protección oficial.-¿Impulsaría el 82% móvil para los jubilados?-Sí. Lo propongo con un sistema de gradualidad y habría que hacer una revisión completa del sistema jubilatorio, para poder darles a los jubilados el 82%. Habría que extender el límite de edad. Entonces la ecuación puede funcionar.-¿Propone elevar el límite de edad jubilatoria?-Sí, ahora está en 65 para el hombre y 60 para la mujer; habría que ver cómo elevar esos índices para que esos dineros vayan al 82%. Todos dicen que sí, pero hay que decir de dónde sale la plata. Hay que elevar la edad, con un acuerdo. El activo debe aceptarlo en aras del jubilado.Con la colaboración de Guadalupe Aizaga ALBERTO RODRIGUEZ SAÁ Gobernador de San Luis y precandidato a presidente (Peronismo Federal)Profesión: abogado
Leer más...

Las colectoras las inventó Aramburu, no Perón. Por Jorge Raventos




El sedicente progresismo que inspira muchas de las decisiones del Gobierno auspicia una llamada lista “colectora” en la provincia de Buenos Aires, que competiría con los candidatos peronistas en los niveles provincial y municipal y postularía para la Presidencia a Cristina Kirchner. Los jefes territoriales justicialistas ya le habían adelantado al propio Néstor Kirchner, en vísperas de su muerte, el rechazo a esa táctica . Ahora la Presidente anunció que seguirá adelante con aquella política y lanzó a sus voceros a sostenerla. Lanzado a esa tarea, el jefe de gabinete Aníbal Fernández quiso apelar a un argumento de autoridad: “Las primeras colectoras las utilizó el propio Juan Perón en el ‘73”, afirmó.
Se trata de un doble error.




El antecedente al que alude Fernández es la elección presidencial de septiembre de 1973, cuando Perón fue candidato en dos boletas electorales distintas, la del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación Nacional, la alianza de partidos encabezada por el justicialismo) y la del FIP (Frente de Izquierda Popular, partido liderado por Jorge Abelardo Ramos). Obviamente, el FIP no podría haber “anotado” la candidatura de Perón en su boleta a espaldas del interesado.
¿Qué ganaba Perón siendo candidato de otro partido? El viejo General quería contener a quienes decían apoyarlo “desde la izquierda”, pero deseaba que la contención ocurriera fuera de su propio movimiento.
Más importante aún: Perón necesitaba sumar votos. Más que para ganarle a la fórmula radical Balbín-De la Rúa (eso se daba largamente por descontado), para superar el caudal que había logrado en marzo de ese mismo año Héctor Cámpora, electo con el 49,3 por ciento (ante la proscripción que el gobierno militar le había impuesto a Perón). Perón sabía que, a la sombra de Cámpora se había amparado y había ocupado fragmentos del Estado el sector de los montoneros que lo hostigaba (y que, por esos días, planificaba ya el asesinato de José Rucci). Por eso quería dar una gran batalla electoral y abrumar con votos a ese camporismo hostil.
Perón obtuvo el 62 por ciento de los votos y a través de la boleta del FIP se canalizaron cerca de 900.000 sufragios.
Tales los motivos fuertes por los que hubo una boleta de izquierda apoyando a Perón en septiembre de 1973: la clave está en Perón, no sólo (ni principalmente) en Jorge Abelardo Ramos.
Como muchos de aquellos camporistas que fueron derrotados, desplazados y finalmente expulsados de la Plaza por Perón, Aníbal Fernández pretende ahora usar aquel antecedente para avalar la colectora bonaerense del señor Sabbatella.
Se trata de un fraude argumental . Sabbatella busca colgarse de la boleta presidencial justicialista para competir con el peronismo . La boleta del FIP no competía con los peronistas por ningún cargo: los únicos nombres que contenía eran los de Juan Perón y su esposa.
Ponía, no sacaba.
La segunda pifiada de Aníbal Fernández es esta: el verdadero creador de las colectoras à la Sabatella no fue Perón, sino otro general: Pedro Eugenio Aramburu. En 1963, una década antes, Aramburu había sido candidato a presidente por UDELPA y por el Partido Demócrata Progresista Las boletas competían por todos las candidaturas restantes, hasta por la de vicepresidente (Héctor Sandler versus Horacio Thedy).
En 1989, Eduardo Angeloz se postuló en la boleta de la UCR y también en una boleta federalista, donde fue escoltado por la jujeña Cristina Guzmán.
La suerte electoral de ambas experiencias fue negativa: en 1963 Aramburu fue vencido por Arturo Illia y en 1989, Carlos Menem derrotó a las dos boletas de Angeloz sumadas.
* El autor es periodista y miembro de Centro de Reflexión Política Segundo Centenario


Leer más...

domingo, 13 de febrero de 2011

El moscardón del progresismo. Por Abel Posse


Parecería que cuando un revolucionario siente que no puede cambiar al mundo por vía política, se hace progre. En esencia, el progresismo es la sustitución de la acción transformadora profunda por la imposición de modificaciones tramitadas por vías no previstas por la democracia institucionalizada. Ya no se pretende cambiar el Sistema sino de contrabandear modificaciones que a veces contradicen la estructura legalmente establecida, tradiciones, o realidades culturales. El progresismo se expresa opinativamente, creando corrientes de pensamiento, iniciativas movidas por minorías intelectuales dominantes, modas, ideas que se arrogan “lo políticamente correcto”.


Presenta sus convicciones como novedad ineludible, como nueva ética, como fuga del anquilosamiento, como único sendero hacia el futuro. Renuncia al debate político frontal, procede por filtración de la opinión pública con ideas de cambio cuya calidad y veracidad no han sido adoptadas en un debate de fondo. Se mueve en lo urbano, lo periodístico, lo actual, lo nuevo, lo moderno, lo juvenil. En suma, es un gramscismo costumbrista que descompone a la sociedad en sus tiempos y estilos culturales pero sin afectar la solidez del Sistema.
El progre actúa en contra de las mayorías: vence en los periódicos, no en los libros; se impone en las capitales, no en lo profundo de los pueblos. Es light, antifilosófico, trasnochadamente posmodernista.
En la España de Zapatero, campeón progre, la desocupación alcanza al 20 por ciento y las autonomías fragmentaron la unidad motora del país; pero lograron que las menores puedan abortar sin consentimiento paterno. En Argentina, los progres de la educación sexual repartieron falos de madera y preservativos por las aulas, para horror de las familias de las provincias y de toda la Argentina profunda, que ven llegar a sus hijas con preservativos en los bolsillos del guardapolvo.
A lo largo de los años, en muchos temas importantes, han logrado ganarse la opinión y las consecuentes decisiones. Después de un siglo XX de peligros y forcejeos, las izquierdas perdieron el gran desafío por el poder mundial sin derrotas militares, desde adentro, por implosión; desde la Rusia soviética hasta la China maoísta. Y lo desolador para esa izquierda es que el fracaso se centró en la economía, justamente el pilar que para Marx regía tanto a las sociedades como al cosmos, según su materialismo dialéctico. Los imperios comunistas son hoy emporios del capitalismo internacional y las socialdemocracias europeas son formas de capitalismo (en el mejor de los casos, capitalismo social de mercado…).
Sin embargo, el progresismo va sacando adelante sus expedientes. Influye poderosamente en las minorías motoras y opinativas, seduce a los medios masivos de difusión en temas tan importantes como la organización de la familia, la sexualidad, la educación, la situación de la mujer, el aborto. La frivolidad les da rédito. Por cierto no se detienen a pensar con Marx que “rescatar lo bueno del pasado es tan revolucionario como edificar lo nuevo”.
Hace unos días, después de una importante votación en la Asamblea Nacional de Francia en la que se bochó una reforma sobre la organización de la familia, Nicolas Sarkozy, seguramente en el calor de la disputa, expresó su hartazgo ante la insolencia progre: “Hoy hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. Desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos impusieron el relativismo: la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, que los vándalos son los buenos y la policía es mala… Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. Esta izquierda está infiltrada en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Firman peticiones cuando se expulsa a algún ocupa, pero no aceptan que se instalen en su propia casa. Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república. Hay debemos volver a los antiguos valores de respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones previas a los derechos”.

Leer más...

Caso Venegas: ofensiva, sobresalto, repliegue. Por Jorge Raventos

El viernes 11 de febrero, a la misma hora que en Egipto millones de ciudadanos celebraban el fin del gobierno de Hosni Mubarak, en la Argentina decenas de movilizaciones simultáneas, en distintos puntos del país, protestaban contra la detención de Gerónimo Venegas, el secretario general de UATRE, el sindicato de los trabajadores rurales.
Esa mañana, los diarios argentinos lucieron en sus primeras planas la foto de Venegas –que ejerce la titularidad de las 62 Organizaciones gremiales peronistas- rodeado de hombres de la Policía Federal que lo conducían esposado a un calabozo.
La orden de detención había sido librada por el juez Norberto Oyarbide. Este magistrado ha alcanzado notoriedad pública por muchos motivos, pero uno de los que más se evocan últimamente es el fallo de su autoría que desestimó en tiempo record la causa por enriquecimiento ilícito de Néstor Kirchner.

En el caso de Venegas, Oyarbide pareció superarse a sí mismo al dictar el encarcelamiento del dirigente sin siquiera haberlo indagado, en una medida que tomó inclusive de sorpresa al fiscal actuante, Luis Comparatore: el magistrado privó a Venegas de su libertad el jueves 10 y prometió indagarlo (es decir: darle la primera oportunidad de defensa) recién el sábado 12.
El hecho de que el secretario general de UATRE haya respaldado en 2008 el reclamo de los productores agrarios contra la Resolución 125, haya sido en 2009 un armador fundamental del triunfo electoral de Francisco de Narváez sobre Kirchner y sea hoy uno de los pilares de la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde inevitablemente provocó la suspicacia de que la resolución y los ásperos modales jurídicos exhibidos por Oyarbide constituían la manifestación judicial de una represalia política motorizada por el gobierno.
Que el juez atendiera el viernes 11 una sugerencia de la Casa Rosada (transmitida por el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini) y decidiera adelantar a ese mismo día la indagatoria no hizo más que intensificar las sospechas: si hora aceptaba el consejo de frenar, ¿no había acelerado antes por la misma influencia oficial?
Lo cierto es que el gobierno se asustó entre el jueves y el viernes por las reacciones que había producido la agresión contra Venegas. El líder del UATRE es un dirigente gremial muy estimado, que convirtió a su organización en una de las más numerosas en afiliados (y más eficaz en sus prestaciones) y, quizás porque es un hombre que prefiere los tonos moderados y el perfil bajo, hace falta una circunstancia como el castigo instrumentado por Oyarbide para apreciar la solidaridad que irradia. A partir de su arresto no sólo se movilizó su gremio, sino buena parte de la oposición política (desde el Pro hasta la UCR, empezando por las distintas expresiones del peronismo federal, claro, pero llegando inclusive hasta expresiones de la Coalición Cívica), las entidades rurales (que en muchas localidades de provincias salieron a la vera las rutas junto al sindicato de peones) y todas las carpas del sindicalismo, obviamente la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo (que coincide con Venegas en el peronismo federal), pero también la CTA y –dato que terminó de desconcertar a la Casa Rosada- hasta la CGT que encabeza Hugo Moyano.
No hay duda de que sectores del gobierno venían alentando los ataques contra Venegas: su acción se venía desplegando desde unas semanas antes y era notoria en una campaña sobre “el trabajo esclavo” difundida por los medios oficiales y paraoficiales en la que se apuntaba contra la organización de los trabajadores rurales (y contra el campo en general). La decisión de pasar de esa fase de propaganda a la represalia no fue acompañada unánimemente en el seno del gobierno. Un cargo destacado de Balcarce 50, que trabajó junto a los Kirchner desde el principio, no vaciló en atribuir este curso de acción a “los termocéfalos”, palabra con la que designa a algunos sectores progresistas del kirchnerismo (“no a todos”) , que “promueven guerras que nos llevan a la derrota”.
Al parecer, esta ofensiva se vendía como multifuncional: no sólo se proponían desacreditar a “un socio de las patronales agropecuarias” como Venegas, golpearlo y descalificar a Eduardo Duhalde (aliado seguro de Mauricio Macri), sino también, de paso, esgrimir una espada de Damocles sobre el conjunto del sindicalismo, al que consideran “retobado” en materia salarial con miras a las paritarias, con reclamos "insostenibles"
El plan de “los termocéfalos” descripto en ese relato no careció de consecuencias. Veamos.
Por un lado le ofreció a Duhalde la oportunidad de ubicarse en el centro del ring y de exhibir sus cualidad como jefe político. Mientras el procesamiento del recaudador de la campaña presidencial de Cristina Kirchner, Héctor Capacciolli, mostró a un oficialismo que trataba de tomar distancia del procesado, endosándolo al primero que se cruzara (“Capacciolli era de Alberto Fernández”, batía, por ejemplo, Carlos Kunkel), Duhalde no dudó un instante en salir en defensa de Venegas, en articular las protestas contra su detención y en apuntar al oficialismo: “Con este gobierno todos los opositores estamos en libertad condicional”.
La ofensiva contra Venegas, por otra parte, enfrentaba al gobierno con dos sectores estratégicos: el campo y el movimiento obrero. Los productores rurales ya estaban alertados de que la campaña contra Venegas y el UATRE formaba parte de una acometida más amplia contra el sector y reaccionaron de sobrepique, ofreciendo su solidaridad al UATRE e integrándose a los reclamos por la libertad del dirigente arrestado. En cuanto al movimiento obrero, aunque Hugo Moyano mañereó antes de allanarse a citar de urgencia al Consejo Directivo de la CGT, como le reclamaron varios miembros del cuerpo, finalmente puso su firma en el documento de solidaridad con Venegas, que resumía: “No caemos en la ingenuidad de no advertir la intención manifiesta que busca debilitar al movimiento obrero”.
En fin, el presunto plan de operaciones de “los termocéfalos” ofreció también la chance de que se observara la velocidad de la reacción en apoyo de Venegas. En estos días tan influidos por las crónicas del Egipto sacudido por movilizaciones de la generación de Twitter, la rapidez de reflejos así como la extensión agilidad y simultaneidad de los respaldos callejeros a Venegas introducen datos a tomar en consideración.
En cualquier caso, esa suma de consecuencias imprevistas sobresaltó a la Casa Rosada. La ofensiva se transformó en repliegue. Se modificó la trayectoria de Oyarbide. Venegas fue liberado.
Los cambios de rumbo, las alarmas, el tránsito rápido del ataque a la retirada, de la euforia a la depresión, cuando ocurren en el poder son manifestaciones de confusión política.
El gobierno no termina de definir dónde quiere estar parado ni cuál será su base de sustentación electoral y su fuente de inspiración política. Algunos de sus miembros, con el argumento de que necesitan sumar votos al caudal de la señora de Kirchner (insuficiente para eludir la necesidad de segunda vuelta), se esfuerzan por darle presencia a candidatos de la izquierda y el progresismo, a riesgo de que esa presunta suma termine alejando el voto peronista que fue en 2007 la fuente principal de los sufragios que llevaron a la señora a Balcarce 50.
El progresismo oficialista insiste (ahora, al parecer, con el apoyo de la propia Presidente y de Hugo Moyano) en emplear el mecanismo de las llamadas “listas colectoras” para que la izquierda le dé su sufragio a Cristina Kirchner y compita con el resto de los candidatos peronistas en la provincia de Buenos Aires.
El devaluado jefe de gabinete, Aníbal Fernández, tal vez buscando algún palenque hospitalario, salió a respaldar las colectoras y citó para apuntalarlas el ejemplo de Perón en 1973. “Perón las inventó”, dijo Fernández. No es así.
En septiembre de 1973 Perón y su esposa, María Estela Martínez, fueron candidatos con la boleta del FREJULI y también con la boleta del Frente de Izquierda Popular. Pero la boleta del FIP no era una “colectora”, sólo contenía los nombres de la fórmula presidencial; ponía, no sacaba: sumaba votos de izquierda a esa fórmula pero no llevaba candidatos a cargos menores que compitieran con los candidatos de la estructura propia del peronismo. Esa es la diferencia sustancial con las colectoras que el progresismo oficialista propone ahora: estas colectoras están hechas para competir con los candidatos del peronismo en los niveles provincial y municipal.
Sería distinto si se separaran temporalmente la elección a presidente de la elección provincial: en ese caso seguramente el justicialismo bonaerense no tendría inconveniente en que otras fuerzas llevaran en sus propias boletas el nombre del candidato presidencial peronista, si están dispuestas a competir por los cargos provinciales en otra fecha y sin usar aquel paraguas común para generar una competencia desleal.
A diferencia de lo que afirmó el jefe de gabinete, el inventor de las listas colectoras no fue Perón, sino otro general: Pedro Eugenio Aramburu. En las presidenciales de 1963 (que ganó finalmente el radical Arturo Illia con dos fórmulas peronistas proscriptas) Aramburu fue candidato en la boleta de UDELPA, su partido, y en la del Partido Demócrata Progresista. En cada boleta llevaba distinto acompañante a vice: Héctor Sandler en una, Horacio Thedy en la otra. En fin, también empleó colectoras Eduardo Angeloz en 1989: ese año se postuló con el ticket de la UCR y también con el de una alianza federal que orientaba la jujeña Cristina Guzmán. Ninguna de estas experiencias con colectoras fue exitosa.
El sábado próximo -19 de febrero- en las instalaciones del sindicato de camioneros en Sierra de los Padres, el Consejo del justicialismo bonaerense discutirá de política actual y sin duda tratará el tema de las colectoras. Hugo Moyano, a cargo de la conducción de ese órgano por la enfermedad que aqueja a su titular, Alberto Balestrini, escuchará las voces del peronismo de la provincia. Esa reunión promete hacerse oír. Va a hacer ruido.
Leer más...

Facebook e Internet desataron la revolución de los jóvenes en Egipto. Por Jorge Castro


(Publicado en Clarín el 6/02/2011)

Los acontecimientos en Egipto revelan que ha comenzado una nueva época en la historia del mundo. Lo que allí está ocurriendo desde hace dos semanaAñadir imagens es una insurrección de la sociedad civil, guiada por la juventud - en un país en que 60% de la población tiene menos de 30 años-, vinculada entre sí y con el sistema mundial a través de Internet y las redes sociales, que cuestiona el poder del Estado más sólido del mundo árabe, en el país más relevante de la región más estratégica del globo.




Tras caer el presidente tunecino Zine el-Abidine Ben Alí el 14 de enero, se convocó por Facebook y Twitter a “una revolución en Egipto”, que debía desatarse el 25 de enero. Ese día, decenas de miles de personas se reunieron en el centro de El Cairo (y también en Alejandría y Suez), y se transformaron en cientos de miles.
A la cabeza de las manifestaciones no estaba la Hermandad Musulmana -organización islámica fundada en la década del ’20-, sino jóvenes ajenos a los círculos tradicionales de la oposición política.
Tres días después, el régimen cortó Internet y cerró Al-Jazeera. Dentro de las 48 horas, los usuarios egipcios volvieron a conectarse a través de alternativas ofrecidas por las grandes redes.
Egipto es el país más interconectado con las telecomunicaciones de Oriente Medio, junto con Israel. El 95% de su población (74,9 millones) posee telefonía móvil; y hay 16.636.000 usuarios de Internet.
En 10 años el acceso a Internet ha crecido 20 veces.
Hay 162.000 bloggers y el gasto en IT crece 12% anual, y está en el tercio de arriba del gasto mundial.
Los clientes de Facebook en Oriente Medio y el Norte de África son 15 millones. En 2010, Facebook en árabe atrajo 3,5 millones de usuarios (1,8 millones en Egipto). Si se suma inglés y francés, sus adictos en Egipto son 3,4 millones, y 60% tiene menos de 25 años.
¿Cuál es la “ideología” de la juventud egipcia vinculada por Internet y las redes sociales? Es la de sus medios de comunicación . Ya se sabe que “el medio es el mensaje” (McLuhan), pero en términos políticos lo decisivo es la inversa: “el mensaje es el medio” , porque la esencia de la técnica no es técnica sino cultural. Las redes sociales permiten el acceso irrestricto e inmediato al sistema global de inteligencia acumulada, también llamada Internet.
La propia tecnología tiene un carácter libertario.
¿Qué es Egipto? Es un país de 84 millones de habitantes, en que más de 40% de la población vive con U$S 2 por día, con 30% de desocupados y 30% de analfabetos. Pero es también el país más interconectado, entre sí y con el sistema mundial, del mundo árabe.
Facebook movilizó el 6 de abril de 2008 a 80.000 personas en la plaza Tahrir, en contra del aumento del precio de los alimentos, y 1/3 de la población egipcia se quedó en su casa como respuesta a su convocatoria de huelga general. En los siguientes dos días, el presidente Hosni Mubarak bajó los precios de los alimentos y aumentó los salarios mínimos.
El “6 de abril” se ha transformado en día nacional de la protesta, e identifica al movimiento Kefaya (“¡Basta!”), expresión de Facebook.
Egipto es un país intensamente globalizado, sobre todo en los últimos 8 años. La economía crece 6% anual desde 2004, con un pico de 7% en 2010. La inversión extranjera directa (IED) ascendió a U$S 49,5 millones entre 2005 y 2009, proveniente de los países del Golfo, la Unión Europea y EE.UU.
El ascenso histórico del capitalismo no tiene un carácter lineal, sino que se desarrolla a través de las crisis : súbita irrupción de lo nuevo. El progreso en él es profundamente disruptivo. La crisis global 2008-2009 ha abierto una nueva instancia en la historia del mundo, y el statu-quo ha muerto en todas partes y al mismo tiempo.
Leer más...

martes, 8 de febrero de 2011

La gran aventura brasileña. Por Raúl Ferro

Brasil ha entrado por fin en las grandes ligas mundiales. Como parte del exclusivo club de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), el gigante sudamericano ha aumentado notablemente su peso específico en la economía global. No se trata solamente de tamaño. Hoy, Brasil no sólo es el segundo productor mundial de soja o el mayor exportador de mineral de hierro del mundo. Cuenta con un puñado de empresas que son jugadores globales de verdad, actores de primer nivel en sus industrias, como Embraer en el campo aeroespacial, Sadia en el agroalimentario o Vale en el minero. De ser un gigante que se miraba el ombligo hace apenas 15 años, Brasil ya se graduó como país que importa al mundo y al que el mundo le importa.

Todo esto gracias a las reformas que se iniciaron a mediados de los años noventa. Lo sucedido en estos últimos quince años ha sido mucho más trascendente que las décadas de industrialización que resultaron de las políticas centralistas de las dictaduras militares de los sesenta y de los setenta. Uno podría decir que ese proceso fue imprescindible para sentar las bases del salto que hemos visto dar a Brasil en la última década y media, pero hay algunas evidencias empíricas que señalan que esto no es así. La industria automotriz brasileña, que creció bajo un mercado cerrado a la competencia externa, seguía a principios de los noventa fabricando vehículos con tecnología de la década de los setenta (sólo hay que mirar un Ford Del Rey o un Chevette de esa época). Cuando el mercado se abrió y Brasil se convirtió en una de las plataformas de la industria automotriz global, las cosas cambiaron radicalmente. Otro caso de estudio que arroja resultados similares es el de Vale, empresa estatal enfocada en recursos naturales que estaba razonablemente administrada hasta su privatización a fines de los noventa. A partir de allí, la empresa inició un plan de reorientación estratégica que la ha llevado a ser una de las cinco mayores empresas mineras del mundo por capitalización bursátil. O Petrobras, que, pese a continuar bajo control estatal, ha seguido una estrategia de gestión que la ha llevado a convertirse no sólo en un gigante de su industria, sino también en un líder global en las operaciones de aguas profundas. La ampliación de capital de Petrobras en septiembre pasado -US$ 67.000 millones de capital recaudado, la mayor de la historia bursátil del mundo- llevó a la Bolsa de San Pablo, Bovespa, a convertirse en la segunda mayor bolsa del mundo por valor de mercado. La primera es Hong Kong, todo un símbolo de los tiempos que corren.
Pero todos estos éxitos tienen su contrapartida. Brasil ha ido bastante más allá que México, por ejemplo, en su proceso de apertura, pero aún tiene grandes temas pendientes. Una institucionalidad política débil, en la que el peso de los caudillos regionales sigue siendo determinante en los equilibrios del poder legislativo, altos niveles de corrupción, un sistema tributario inconcebible, un sistema judicial que necesita modernizarse y unas tasas de criminalidad aterradoras en algunas zonas del país son el lado B de un país que ya se insinúa como una de las potencias del futuro, que es uno de los destinos preferidos de los inversionistas y que cuenta con el tan preciado grado de inversión de las calificadoras de riesgo.
En ese sentido, Brasil tiene mucho por hacer. Fernando Henrique Cardoso hizo un buen trabajo durante sus dos gobiernos. Lo mismo puede decirse de los dos mandatos de Lula. Ahora le tocará a Dilma Rousseff seguir con la misión. Probablemente le toque un trabajo más difícil que a sus antecesores. Las reformas iniciales, aunque más visibles y grandilocuentes, suelen ser relativamente más sencillas de implementar. La segunda generación de reformas es mucho más compleja. El problema es que si Brasil quiere consolidarse como un líder de clase mundial -que combina un Estado democrático con una economía competitiva abierta al mundo- necesita acometer urgentemente la tarea de profundizar las reformas. No es fácil, pero es imprescindible. El país necesita avanzar en transparencia, profundizar la apertura de su mercado y, especialmente, reducir su excesiva burocracia y su defectuosa institucionalidad política.
La consolidación de Brasil como líder integral es importante para la región. Este país se ha convertido en referente para la opinión pública de muchos países latinoamericanos. Dentro del Mercosur, Brasil se erige, más que la vecina Argentina, como el ejemplo a seguir para los socios pequeños de la anquilosada unión aduanera -Uruguay y, en menor medida, Paraguay- . Y para la izquierda argentina, lo que han hecho los líderes de la izquierda brasileña -como los de la izquierda chilena o la uruguaya- debería servir de guía.
Leer más...

lunes, 7 de febrero de 2011

Producción y consumo: un dilema argentino. Por Víctor Lapegna

"Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente. Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental. En realidad nuestro pueblo argentino se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas. Sobre todo se muere de pereza, es decir de abundancia. Quieren pan sin trabajo, viven del maná del Estado y eso les mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición. El origen de la riqueza son el trabajo y el capital, ¿qué duda cabe de que la ociosidad es el manantial de la miseria? La ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas”. Juan Bautista Alberdi, Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina, 1856

“Debe trabajar el hombre para ganarse su pan / pues la miseria en su afán de castigar de algún modo / golpea en la puerta de todos y entra en la del haragán”. José Hernández, Martín Fierro, 1872
“Siempre en todas partes, han existido los que producen y los que sólo consumen. El régimen justicialista había lanzado una “consigna negra” para los parásitos: “cada argentino debe producir, por lo menos, lo que consume”. La organización del Pueblo, el trabajo organizado irá cerrando el cerco alrededor de los que consumen sin producir”. Juan Domingo Perón, La Fuerza es el Derecho de las Bestias, 1956
“La Argentina está muy preparada para consumir y mucho menos para producir. Hay que ir a una revolución hacia la producción. Las clases medias, en las que me incluyo, viven una gran decadencia cultural y educativa. No hay una cultura del esfuerzo”. Gerardo Della Paolera, La Nación, 23/01/2011
Las citas de Alberdi, Hernández, Perón y Della Paolera – quienes, pese a las diferencias temporales y conceptuales que los separan, coinciden en su lúcido interés por los asuntos de la Patria - marcan el carácter dilemático de la relación entre consumo y producción en la Argentina de ayer y hoy.
Para abordar ese dilema conviene tratar de esbozar la respuesta a estas dos preguntas:
¿Cuánto, qué y quienes producen en la Argentina actual?
¿Cuánto, qué y quienes consumen en la Argentina actual?
La Producción de los Argentinos
El valor actual del Producto Bruto Interno (PBI) en la Argentina llega a unos 8.000 dólares por año y por persona y en el 2010 registró un aumento interanual de casi el 9 por ciento.
Se considera que los factores principales de ese crecimiento fueron los siguientes:
Producción agrícola, con una cosecha récord (en especial en soja);
Orientación expansiva de la política económica (fiscal, monetaria y de ingresos);
Contexto internacional favorable, con Brasil creciendo a tasas sorprendentes y traccionando al sector industrial argentino sobre todo al automotriz y China empujando la demanda de commodities en un ambiente de precios altos.
Clima de estabilidad financiera que garantiza un escenario sin grandes riesgos de sobresaltos, gracias a la alta oferta privada de dólares y la baja probabilidad de default soberano en el corto plazo.
Los trabajadores – según el concepto justicialista que reconoce una sola clase de hombres, los que trabajan – ocupados en las que son las principales actividades productivas por su incidencia en el valor total del PBI, aún incluyendo todos los eslabones de la cadena insumo/producto que abarcan esas actividades, suman un porcentaje menor del total de unas 18 millones de personas que integramos la Población Económicamente Activa (PEA) de nuestro país.
Estos someros datos acerca de quienes producen en la Argentina dicen bastante acerca de la cantidad del trabajo argentino y, sobre todo, acerca de su calidad, considerando por un lado su productividad en términos del valor creado por cada trabajador en una unidad de tiempo y por el otro la medida en que la actividad laboral se corresponde con la dignidad debida a toda persona por el sólo hecho de ser tal.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) – con las justificadas dudas que suscita la credibilidad de sus mediciones – el desempleo es del 7,5 por ciento y según estimaciones confiables, el trabajo informal o “en negro” llega a un 36 por ciento de los asalariados
Si a ese 43,5 por ciento se le suman las personas que no forman parte del universo productivo por motivos estructurales (jubilados, menores, estudiantes, enfermos, etc.) y a los ocupados en empleos de baja productividad (como, entre otros, las trabajadoras domésticas), se constata que una gran proporción de los argentinos no “producen lo que consumen”.
El Consumo de los Argentinos
Una faceta de la dramática dualidad económica y social que divide a los argentinos es que pocos perciben mucho más de lo que pueden gastar en consumo y muchos perciben menos de lo que necesitan para pagar consumos vitales.
Un signo de esa dualidad es la brecha per cápita que separa al 10 por ciento de los hogares más ricos (que obtienen el 29,5 por ciento del ingreso total) frente a la misma porción de hogares pobres (que sólo recibieron el 1,7 por ciento del ingreso total), que en el 2010 fue de 21,45 veces.
Otra señal de dualidad económica y social es el coeficiente de Gini - que mide el grado de desigualdad en la percepción de ingresos y en el cual 0 es el nivel de mayor igualdad y 1 el de mayor desigualdad – que en la Argentina de 2010 llegó al 0,40 para los ingresos per cápita de los hogares, mientras que en los países europeos desarrollados apenas alcanza un 0,25 o 0,30.
En cuanto a la tasa de pobreza, si se la calcula conforme a los verdaderos precios de la Canasta Básica Alimentaria (que duplican a los registrados por el INDEC), asciende al 23 por ciento de la población (9,2 millones de personas) e incluso las estimaciones de la consultora Ecolatina la calculan en el 30 por ciento de la población total (unos 12 millones de personas).
Por lo demás, aunque según el INDEC el ingreso promedio de los casi 6 millones de trabajadores del sector privado durante el tercer trimestre del 2010 habría sido de 3.939 pesos mensuales, el dato no parece ajustarse a la realidad en el caso del sector privado informal, en el que los salarios crecieron este año un 23 por ciento (según datos oficiales), mientras los precios de los alimentos crecieron un 34 por ciento, siendo la comida un componente esencial del consumo de los sectores de menores recursos.
A propósito de ello cabe tener en cuenta que los trabajadores no registrados en el tercer trimestre de 2010 eran un 36 por ciento del total y en ese segmento de la masa laboral el nivel de los salarios es menor que entre los trabajadores registrados.
En el 2010 el consumo privado, variable que representa casi un 60 por ciento de la demanda global, registró un aumento del 8,3 por ciento y el consumo público, aunque tiene mucha menor incidencia en la demanda global que el privado, creció casi un 10 por ciento. Si se desagrega ese crecimiento del consumo privado, se percibe la existencia de una marcada brecha entre las cantidades físicas de bienes vendidos y su valor en pesos deducida la inflación, lo que lleva a suponer que estamos ante un cambio cualitativo y estructural del consumo popular.
Por un lado, el consumo de los sectores de ingresos medios-bajos y bajos en parte se orientó a comprar mayor cantidad de bienes sustitutos más baratos y de mucha menor calidad, a través del conjunto de planes sociales y las asignaciones de subsidios al consumo de los más necesitados.
Por el otro, los sectores con mayores ingresos - que incluyen a algunos segmentos de asalariados con empleos estables y altos salarios como los camioneros, petroleros, bancarios, etc., así como a buena parte de los productores rurales - baten records de compras de autos nuevos incluso de alta gama, de electrodomésticos y de equipos de televisión, audio e informática, de viajes al exterior y gastos en turismo.
Ese nivel de consumo da cuenta del nivel de ingresos que tienen esos sectores medios-altos y altos, pero también de una generalizada compulsión a consumir para cubrirse de la inflación, en un entorno de inestabilidad.
Un signo de ello es que esas compras se concretan en buena medida mediante el uso masivo del “dinero plástico” y la demanda de préstamos personales de corto plazo asociados al mismo, que permitían acceder a un financiamiento de las compras hasta en 50 cuotas sin interés, lo que licuaba el costo, dado el nivel de inflación del orden del 25 por ciento anual. Un indicador de esa tendencia es el hecho que, en el 2010, el consumo financiado mediante tarjetas de crédito y débito haya crecido un 44 por ciento y en enero de 2011 ese incremento se acentuó.
En la actualidad circulan en el país unos 30 millones de tarjetas de crédito y débito, de las cuales alrededor de 21,6 millones fueron emitidas por entidades bancarias y el resto por entidades que no son bancos (cooperativas y financieras) o cadenas de ventas minoristas (por caso, las de electrodomésticos y los hipermercados) y según datos del Banco Central, sólo en el 2010, los bancos emitieron 4.170.000 tarjetas de crédito nuevas, que sumaron al sistema casi 2,5 millones de nuevos titulares.
Dado que se estima que el 20 por ciento de las tarjetas emitidas no registran movimientos, hay unos 25 millones de tarjetas operativas que representan alrededor de 1,4 tarjetas por cada uno de los componentes de la PEA, que son quienes más usan ese instrumento de consumo.
Esta tendencia – que explica buena parte de las altas ganancias que registraron los balances de las entidades bancarias el año pasado - contrasta con el hecho que no haya un significativo repunte el crédito hipotecario, pese a que en muchos casos las tasas de interés se sitúan por debajo del índice de inflación real.
Otra señal de comportamientos compulsivos antiinflacionarios es la magnitud de los ahorros que los argentinos tienen bajo el colchón, en cajas de seguridad o en el exterior, que suman 140.408 millones de dólares de acuerdo a las estimaciones de la balanza de pagos difundidas por el INDEC.
La mencionada dualidad que registra la cantidad y calidad del consumo entre los diversos sectores en el plano individual, se acentúa en consumos sociales que registran el uso de bienes que expresan derechos difusos como la educación, la seguridad, la salud o el transporte; en los que se registra una muy marcada la disparidad en la cantidad y calidad del acceso a esos bienes, según sean los niveles de ingresos de los sectores sociales.
Un primer ejemplo de lo expuesto lo tomamos de un reciente estudio acerca de “Deserción, desigualdad y calidad educativa”, del doctor Alieto Aldo Guadagni, en el que se aborda la cuestión educativa, clave de la productividad y de la justicia social en este siglo XXI en el que se señala que en la Argentina de hoy “existen cada vez más evidencias que el sistema educacional, no solo el secundario sino también el primario y el inicial, avanza hacia la consolidación de un modelo organizativo de carácter dual”.
Agrega que “no existe igualdad de oportunidades, ni entre regiones ni entre niveles socioeconómicos de la población, lo cual agrava aún más el gran problema de una deficiencia generalizada en la calidad educacional argentina”.

Por último, da cuenta de que, “por cada 100 niños que ingresan a la escuela primaria nada menos que 75 lo hacen en escuelas estatales y apenas 25 en privadas; sin embargo a la hora de graduarse en la universidad 70 de cada 100 graduados provienen de escuelas privadas. Esto es así porque de cada 100 niños que ingresan a la escuela primaría publica llegarán a graduarse apenas 5,6, mientras que en el caso de los niños que ha cursado en escuelas privadas se graduaran nada menos que 38 cada 100”.
En otro plano, aunque la inseguridad afecta por igual a todos los sectores sociales, es obvio que quienes pueden pagar vigiladores privados o instalar gadgets preventivos en sus domicilios y ámbitos de trabajo, pueden verse menos amenazados por el delito que aquellos que no pueden solventar ese tipo de consumos.
En materia de salud salta a la vista que existe una marcada diferencia entre los sectores de la población que pueden consumir las prestaciones sanitarias que brindan los servicios privados y las obras sociales de mayor calidad, respecto de quienes sólo pueden consumir los servicios de los efectores públicos de salud.
En cuanto al transporte, son evidentes las diferencias que separan a quienes viajan en automóvil particular, taxis o remises de quienes están forzados a consumir los servicios públicos, en buena parte de los cuales, sobre todo en las horas pico, se viaja como animales y no como personas.
Matizando lo antedicho y como un indicativo de mejoras sociales registradas en el quinquenio 2004/2009, debe reconocerse que datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) indican que los hogares con carencias, que en el año 2004 eran el 51 por ciento del total, en 2009 habían bajado al 44 por ciento. El mayor avance en este campo se produjo en agua corriente (el déficit bajó de 19 a 10 por el ciento) y el menor avance en el acceso a la red de gas (de 22 a 19 por ciento), lo que sigue obligando a pagar más caro el gas en garrafas que es el que consumen los sectores más pobres. En cuanto al déficit de conexión a la red cloacal, bajó de 41 a 32 por ciento en el mismo período, pero se mantuvo casi constante en las villas (de 77 a 75 por ciento).
Asignaturas Pendientes en la Producción y el Consumo
La descripción de la situación actual de la producción y el consumo en nuestro país confirma la idea básica que quisimos marcar mediante las cuatro citas con las que se inicia este artículo en cuanto a que, como señalaba Alberdi hace más de un siglo y medio, a los argentinos se nos sigue alentando a “consumir sin producir”.
Esa posibilidad se compadece con la fuerte tendencia al “cortoplacismo” que parece prevalecer en la cultura cotidiana de los argentinos y es obvio que resulta una tentación en la que es fácil caer para quienes cuentan con recursos para satisfacer la pulsión al consumo.
Tentación a gastar que tiene comprensible intensidad en una sociedad como la nuestra, en la que tantas veces los ahorristas – desde los jubilados a los asociados a las AFJP, desde los depositantes en los bancos a los aportantes a las obras sociales – fueron despojados por la inflación o estafados por el propio Estado.
Sin embargo, centrar el crecimiento de la economía en el estímulo de la demanda agregada de corto plazo, basado en gran medida en el endeudamiento de los consumidores privados, que es lo que prima en la Argentina de hoy, tiene límites acotados y consecuencias indeseables, tanto en lo que hace al crecimiento económico cuanto en lo concerniente a la inclusión social.
Es evidente que el crecimiento de nuestra economía es endeble en tanto depende en lo esencial de la demanda externa – sobre todos de la soja que vendemos a China y los automóviles que nos compra Brasil – y del estímulo artificioso del consumo privado interno, como componente esencial de la demanda agregada.
El crecimiento económico es endeble y el incremento del consumo privado artificioso, entre otras razones, porque no se complementan con una inversión suficiente destinada a la producción de bienes y servicios y se desaprovecha nuestro capital humano por la insuficiencia de fuentes de trabajo con niveles adecuados de productividad y competitividad.
Junto a otros componentes – como la baja calidad del gasto público – esas dos carencias generan el resultados indeseable del alza de la inflación que registra hoy la economía argentina, que está entre las más altas del mundo.
En cuanto a la inclusión social, nadie sensato puede creer que sea sustentable mientras su principal apoyo sea la “concesión” de subsidios directos para mantener un consumo de supervivencia que no le permite a las personas pobres salir de la pobreza y en subsidios indirectos que el Estado otorga a empresas oferentes de diversos servicios públicos – energía, transportes, vivienda, etc. – y no a los usuarios de esos servicios que, por su situación de pobreza, necesitan de esos subsidios, con lo que se tornan en instrumento de clientelismo políticos y negociados espurios.
En este punto cabe mencionar que el período de la historia argentina en el que hubo un mayor grado de inclusión y ascenso social fue el de las dos primeras Presidencias de Juan Domingo Perón (1946/1955) y esa realidad virtuosa de justicia social - que sigue presente en la memoria colectiva de los argentinos lo que, en gran medida, explica la continuada vigencia del “incorregible” peronismo - se basó en el pleno empleo y en altos salarios y no en la dádiva de subsidios poco transparentes.
Es por eso que creemos que un tema central del debate de ideas en el que debería consistir la campaña política en vistas a los comicios presidenciales de octubre próximo, tendría que ser trazar el camino que conduzca a hacer realidad aquel apotegma según el cual “cada argentino debe producir, por lo menos, lo que consume”.
En esa perspectiva es alentador el compromiso asumido por Eduardo Duhalde en una carta dirigida a los argentinos que se distribuyó en el acto de proclamación de su candidatura presidencial, que plantea lo siguiente: “Sabemos y podemos construir una nueva matriz industrial que amplíe y sustente el camino abierto por las cadenas agroalimentaria, automotriz y siderúrgica, fuentes principales de nuestro potente crecimiento económico, al que hemos de armonizar con la calidad ambiental y la integración y justicia social, generando pleno empleo con trabajos estables, creadores de valor y por ello bien pagos, conducente a que cada argentino produzca el doble de lo que consume”.
En este punto tendemos a coincidir con las ideas de Rajiv Bantra, economista indio residente en Estados Unidos, en cuanto plantea que la demanda debería basarse más en la capacidad de compra de los salarios que en el endeudamiento de los consumidores, para evitar recaer en crisis como la que estalló en septiembre de 2008.
Con esta nota quisimos hacer un aporte a ese debate aún pendiente y con el mismo espíritu terminamos reproduciendo párrafos de un reportaje a Gustavo Grobocopatel que publicó el diario Perfil, que nos resultan ilustrativos acerca de nuestras asignaturas pendientes en cuanto a la relación entre producción y consumo.
“Hoy día no es “exportar más valor agregado”, como se dice vulgarmente, sino “exportar productos que incluyan a más gente en la cadena”. Creo que estos son los términos más apropiados para definir este tema. ¿Por qué? Porque es necesario generar puestos de trabajo y mano de obra calificada aquí en Argentina. Debemos dar más trabajo a la gente. Fundamentalmente, en el interior. Si no logramos transformar este proceso en estos próximos años en algo de este tipo, que revierta el sentido de las migraciones y permita desarrollar el interior, esta oportunidad que tenemos ahora habrá pasado de largo. Que la soja valga mucho y que tengamos éxito puede ser pasajero si no nos capitalizamos en generar este desarrollo en el interior”
Leer más...