jueves, 12 de marzo de 2009

Un nuevo capítulo sobre la inseguridad. Por Claudio Chaves


Quién la ha visto y quién la ve ¡Ahora Cristina descubre que hay problemas de inseguridad! ¡Felicitaciones!
No solo ella, el Jefe de Gabinete también. El extrovertido y parlanchín Ministro arremete contra algunos jueces a los que responsabiliza de enormes males. Desconociendo que las leyes los habilitan en sus decisiones. La Doctora Carrió, del mismo modo. En breve presentará un proyecto en Diputados que a mi entender contiene algunos errores y omisiones.
¡Y de pronto parió la abuela!
Néstor ha comenzado preocuparse por la inseguridad. ¡Qué chantapuffi!
Lo valedero es que debemos agradecerle a Susana Gimenez que con sus dichos revolvió el avispero. También a Sandro, a Moria Casán, a Cacho Castaña, a Tinelli y otros expertos en seguridad de esta República de ausentes.
LO QUE DIJO SUSANA

Hay en torno a sus declaraciones una maliciosa interpretación que quienes la practican, conciente o inconcientemente, pasan por alto lo substancioso de sus dichos. Dejando de lado la frase “el que mata debe morir” (a la que buena parte de la elite política se aferró) que ella misma desestimó al día siguiente y que supone la pena de muerte (debate que si continúan así las cosas algún día deberemos dar) lo más importante fue:
Esto ya no da para más.
Todos los días mueren 4 o 5 personas honradas, policías, gente de trabajo…
¡Que son menores! Bueno ¡basta con los menores!
Terminenlá con los derechos humanos y esas estupideces. ¿Porque los derechos humanos no los tienen las víctimas?
Aquí hasta que los delincuentes no le tengan miedo a la policía y respeto…
Basta con la droga.
Vivimos en un estado de indefensión espantoso.
Analicemos cada frase
Esto ya no da para más. ¿Será cierta esta afirmación de Susana? ¿No da para más la situación?
Si es así, los poderes públicos no hacen absolutamente nada para remediar el mal.
No hay plan estratégico para erradicar de cuajo el flagelo de la delincuencia.
Todos los días mueren 4 o 5 personas honradas, policías, gente de trabajo…
Susana pone a la Policía al lado de las personas honradas y de trabajo. El gobierno habla de la “maldita policía” y un segmento de la elite política acompaña el dislate. De esto hay que hablar y tratar de ponerse de acuerdo. ¿Podremos?
¡Que son menores! Bueno ¡basta con los menores!
Es justo observar que Scioli acompaña la idea y habría algunos proyectos a presentarse en Diputados que bajan la imputabilidad. ¡En hora buena!
El actual gobierno, es útil memorarlo, en algún momento pensó autorizar el voto de los jóvenes de 16 años, para promover en la juventud la capacidad de decidir sobre el destino común. Ahora bien. El destino común sí. Pero cuando otros jóvenes eligen el camino del delito por decisión individual en este caso son niñitos. Párvulos bautismales. Inocentes criaturas
El bien y el mal no definen por penal y los más jóvenes lo saben. Es un ejercicio pleno de la libertad rumbear hacia un lado u otro es una elección personal. ¡Basta de justificar el crimen por los condicionantes sociales! De todos modos corresponde acotar las posibilidades del camino del mal.
Terminenlá con los derechos humanos y esas estupideces. ¿Porque los derechos humanos no los tienen las víctimas?
Interesante sería discutir estas ideas en el parlamento y las escuelas. Urge introducir estos temas en la currícula escolar.
Aquí hasta que los delincuentes no le tengan miedo a la policía y respeto…
Esta frase nadie la tomó. Y ella encierra buena parte de la solución. ¿Cómo hacemos para lograr ese miedo y ese respeto? Excepto que el gobierno crea que a la delincuencia se la vence con maestras jardineras, el tema del respeto y el miedo es central. Y si no se logra con la Policía porque la sociedad no cree en ella habrá, entonces que utilizar otras fuerzas incluso el Ejército. Instituciones que sean capaces de llevar ese “respeto y ese miedo” a sus guaridas nauseabundas.
Basta con la droga.
Vivimos en un estado de indefensión espantoso.
Justo cuando el gobierno se dispone despenalizar el uso personal de estupefacientes.
Evidentemente el gobierno está en otra cosa. No cuenta en su mochila con herramientas para mitigar el drama.
El Ministro de Justicia continúa afirmando que en el país no hay carteles de la droga.


LO QUE DIJO LA PRESIDENTE

En distintas oportunidades Cristina nos aleccionó sobre las causas motivadoras del delito. Algún tiempo atrás elucubró la teoría de que el crimen y la violencia social respondían a la enorme desigualdad. Una especie de revancha de los de abajo frente al abismo entre ricos y pobres. Llegó a expresar que en África, como la desigualdad no era tan marcada (sic), sino pobreza generalizada, el delito era un problema menor. Es en Latinoamérica, aseveró enfática, donde la obscenidad de la desigualdad genera conductas criminales.
Como la catedrática explicación salpicaba al gobierno de su marido no repitió la idea. Enmudeció.
Por aquellos años de tasas chinas hubo otras conjeturas. Un gobernador de provincia, infestada de delincuentes, y amigo de la Rosada luego de meditar acerca de estos males afirmó que el crecimiento económico de los últimos años hacía aumentar la delincuencia por la natural codicia de los cacos. Una singular distribución de la riqueza a punta de pistola.
Hace uno días la Presidenta volvió sobre el tema y manifestó que la pobreza y la falta de trabajo generaban condiciones delictuales. Planteado de ese modo ir contra la delincuencia sería reprimir desocupados. ¡Con esta gente estamos fritos!

ALGUNAS PROPUESTAS DE LA OPOSICIÓN

Según informa La Nación del 9 de marzo del corriente el oficialismo ha bloqueado hasta ahora los proyectos para penar a los jóvenes en conflicto con la ley.
Por estos días tanto el radicalismo, como la Coalición Cívica elevarán sus proyectos a Diputados.
La Doctora Elisa Carrió se anticipa y anuncia al diario:
“Deberán encararse dos ejes de trabajo: “Por un lado reconstruir la familia con un ingreso universal en la niñez que mantenga a los chicos dentro de la casa, en la escuela y en el sistema de salud. Por otra parte, crear un régimen de responsabilidad penal juvenil, porque el chico tiene que ir a juicio con todas las garantías y con abogado defensor, pero tiene que ser imputable. No deberían ir a prisión salvo en casos de delitos graves como homicidio, para los cuales deberían ser detenidos en instituciones especiales”
Luego De Narváez habla de reinserción social con familias sustitutas. A grandes rasgos las propuestas.
Debemos congratularnos de que el Parlamento se despierte y plantee soluciones.
Sin embargo creo que no van a fondo en el problema.
Como primer paso debe consensuarse la idea de que estamos en guerra contra el delito. Esta es la situación. ¡Guerra! Los criminales lo tienen claro. Por eso matan de la manera que lo hacen. Están a la ofensiva. Son dueños de la calle. La atmósfera de permisividad que impera en el firmamento de los políticos los pone en punta. Hay que frenarlos y habilitar a que las fuerzas del orden pasen a la ofensiva. Se trata de cambiar el clima. Debe haber un comando unificado. Esto se va a poder realizar cuando la mayoría de los partidos así lo entiendan. Quizás necesitemos más muertos. Hay que achicar el espacio social y geográfico del delito con las mismas armas y estrategias que ellos utilizan.
El otro punto es, cuando las fuerzas del orden comiencen a moverse ofensivamente hay que ofrecer alternativas o vías de escape a los jóvenes que dudan de que lado ponerse. Es correcta la ayuda familiar pero cada caso debe ser estudiado para evitar caer en el clientelismo político. Para los jóvenes que no tienen nada detrás, no hay padres o familia y en el caso de que existan, mejor es perderlas, el Estado debe dar una respuesta.
Urge crear, como dice la Coalición Cívica, instituciones escolarizadas en manos del área educativa respectiva. Pupilaje obligatorio para jóvenes en estado de abandono y de riesgo, en una labor conjunta con la Iglesia o credos reconocidos por el Estado, agrego yo. Capaces de reconstruir escolarmente los lazos familiares perdidos. Instituciones que impartan saberes académicos, profesionales, deportes y valores. Que realicen labores solidarias que los valoricen y haga sentir útiles. Si se trata de definir los detalles y la letra chica hay técnicos expertos. Lo que falta es la decisión política.

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