miércoles, 25 de mayo de 2011

La hipótesis de una candidatura testimonial a la presidencia. Por Jorge Raventos

El jueves 19, en La Plata, el pejota (palabreja a la que el kirchnerismo redujo el clásico Partido Justicialista) intentó su módico operativo clamor, destinado a demandar a la señora de Kirchner que se decida a ser candidata presidencial. Esa plana mayor del partido del gobierno “resolvió sus rencillas –según un periódico oficialista-
en una reunión breve y calma”. El trámite sólo les tomó a los 74 miembros presentes una hora y media, lapso durante el cual -aclaró el mismo medio-, “no hubo tensiones con los representantes del movimiento obrero organizado”. Sucede que, en rigor “la confección de listas y fórmulas no fue parte del debate”, y la reunión sólo se edicó a formalizar el apoyo (naturalmente unánime) a la candidatura de la presidente.

Hugo Moyano había llegado al mitin después de congregar a sus mosqueteros en la CGT; allí decidieron reservarse por el momento los ásperos términos que emplean diariamente para quejarse de la “ingratitud” presidencial, postergar una ofensiva conjunta y avanzar desde la puja salarial gremio por gremio. La CGT no ha arriado su reclamo de participación protagónica en las listas de candidatos, pero tiene tiempo para concretarlo: recién el 25 de junio vence el plazo para la presentación de la lista de precandidatos, y restarán entonces dos días más para oficializar esa nómina. Es probable que las rencillas eludidas el jueves en La Plata aparezcan en el tránsito de cinco semanas hasta arribar a aquella fecha. Por ahora nadie quiere ser culpado de presionar o “extorsionar” a la Presidente.
Después del discurso de José C. Paz, donde la señora de Kirchner, emocionalmente desbordada, puso de manifiesto que “ya dio todo” como Presidente y dejó en claro que intentar un nuevo período supone para ella un alto costo físico y personal (esto es, psicológico y hasta familiar), un temblor recorrió las diferentes tribus del oficialismo: ¿estaban acaso ante el riesgo de quedarse sin la “candidata inevitable”?
Los mejor informados ya estaban preocupados desde antes de aquellos párrafos sintomáticos: sabían que la señora debe hacer esfuerzos notables para superar algunos momentos de stress o angustia que pueden disparar problemas de presión y hasta paralizarla al punto de suspender actividades importantes. Como la invitación del presidente Fernando Lugo a la celebración del bicentenario paraguayo. La salud y el ánimo de la Presidente fueron incorporados a los análisis de las distintas corrientes internas.
El pejota no constituye hoy, en verdad, un partido en el sentido clásico. Es básicamente un club de funcionarios estatales (o de clientes del Estado); sus órganos de dirección debaten poquísimo y nada y en general se congregan para consagrar treguas o para suscribir pronunciamientos unánimes, negociados previamente en otros ámbitos. La presidente no encuentra en esos órganos una red de contención por la sencilla razón de que esas instancias no constituyen cuerpos verdaderamente orgánicos y también porque el estilo establecido por Néstor Kirchner (que su viuda no modificó) impuso una comunicación “radial” –nunca conjunta y estructurada- tanto con la dirección partidaria como con el gabinete de ministros. En esas condiciones, la hipótesis (la amenaza o, si se quiere, el riesgo) de que la señora de Kirchner decida (o se sienta forzada a) dejar de lado la candidatura es algo de lo que todos hablan, pero en voz baja y cada sector por su lado. Públicamente la hipótesis se asordina. Y la Presidente, ya sin la presencia de Néstor Kirchner, no cuenta hoy con ámbito político alguno donde sopesar políticamente los costos y los beneficios de la decisión más sensible que debe asumir.
Una conjetura que ha ido ganando sigilosamente espacio en los distintos círculos jerárquicos del oficialismo reside en considerar la candidatura de la señora como una candidatura testimonial sui generis.
Así, se especula que la Presidente, aún si considera difícil de sobrellevar un nuevo mandato y aun si “no muere por ser candidata”, podría llegar a admitir la necesidad de postularse para evitarle a su fuerza una crisis y una derrota (en tal caso ineludible, ya que sólo ella preserva la unidad entre los sectores enfrentados).
Cumplida esa tarea, en caso de triunfar en el comicio la señora –si confirma sus temores y la exigencia se le torna desmedida- podría elegir el momento para tomar una licencia o, eventualmente, dejar la función y replegarse a un rol de conducción partidaria y albacea de la herencia kirchnerista.
Aunque la hipótesis pueda sonar alambicada o rocambolesca, es desde esa perspectiva que se observa ahora con mucha ansiedad y detalle el perfil más adecuado para el acompañante de la señora Kirchner (si ella acepta la postulación) en el binomio oficialista. Si el papel de la dama puede terminar siendo puramente testimonial, el número dos de la fórmula se vuelve decisivo. Esta constatación convierte ese puesto en un codiciado botín. No en vano Hugo Moyano fue el primero en insistir en que sea el movimiento sindical el que llene ese asiento.
La digitación de la fórmula porteña estuvo en parte teñida por el dilema de la candidatura vicepresidencial. Se ha señalado que, pese a los lazos ideológicos que pueden vincularlo con la línea que representa el senador Daniel Filmus, cierto sedicente entorno progresista de la Presidente prefería que el candidato a la Jefatura de Gobierno porteña fuese Amado Boudou porque, conociendo que hay simpatía de la señora por el ministro de Economía de origen ucedeísta, preferían empujarlo a una pelea que probablemente perdiera en la Capital para evitar así que su figura quedara vacante para ocupar el segundo lugar de la boleta presidencial. Si esas eran las intenciones, la señora las eludió amparada por la objetividad matemática: Filmus está mejor ubicado que Boudou en las encuestas porteñas. El ministro de Economía perdió la dudosa posibilidad de acceder a la Jefatura de la ciudad de Buenos Aires pero quizás obtenga un premio más apetecible.
Las fuerzas de la oposición, entretanto, tejen y destejen sus posibles acuerdos. Este domingo se atraviesa una de las fronteras que han puesto límite a las negociaciones: las internas abiertas de la provincia de Santa Fé determinarán con qué cartas podrá jugar Hermes Binner, el gobernador socialista de aquella provincia, en sus conversaciones con Ricardo Alfonsín. El candidato radical quisiera tener a Binner en el Frente Progresista con el que aspira a dar la batalla electoral, de ser posible, como candidato a vice; sin embargo, en el socialismo hay corrientes que resisten a la UCR o, mejor dicho, a la decisión con que Alfonsín quiere ir más allá del principismo abstracto para pelear por el poder con el gobierno.
Después de que los santafesinos se cuenten las costillas en el comicio de hoy, las cosas van a aclararse un poco más en el costado de las fuerzas alternativas. Y se empezará a ver mejor si la oposición juega en serio o es, también ella, solamente testimonial.

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