En octubre de 1878 el
Presidente Avellaneda promulgó la ley que daba inicio a la ocupación de la Patagonia. Había
en ella dos objetivos claros: expulsar o incorporar a la vida social a los
indígenas maloneros que asolaban poblaciones y estancias, y garantizar la
soberanía nacional y territorial de aquella región, codiciada por Chile.
Tan
exitosa fue esta acción que rápidamente fueron integradas al patrimonio
argentino sesenta millones de hectáreas de tierras óptimas para el laboreo, así
como la totalidad de
La seguridad estratégica y
pública quedaba garantizada por la rápida y eficaz acción del Ejército
Nacional. Como resultado de estos logros el General Roca fue elegido
Presidente, dando inicio a unas de las actuaciones políticas más relevantes de
nuestra historia.
La federalización de la ciudad
de Buenos Aires y el control de la
Aduana dio al presidente un territorio y un poder que
permitió que el Estado Nacional y la República Argentina se subsumieran,
identificándose uno con otro de manera plena y definitiva. La Constitución del 53
empezaba a cumplirse. El país estaba pacificado.
Resueltos estos dos grandes
temas, Roca se dispuso a gobernar.
PRESIDENCIAS DE ROCA
Concluida la Campaña al Desierto, el
General Roca cierra el litigio con Chile por la soberanía del territorio reconquistado.
En 1881 se firman los tratados que aseguraron
definitivamente la autoridad del país
sobre la Patagonia
y Tierra del Fuego. Inmediatamente se incorporan los territorios del Chaco y Formosa. Para gobernar el país ampliado al doble de su extensión,
sanciona la ley 1532 de Territorios Nacionales, creándose las siguientes
jurisdicciones: La Pampa ,
Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco, Formosa y
Misiones que bajo la
Presidencia de Perón serán convertidas en Estados Provinciales.
La ley 1133 de creación de
moneda nacional garantizó la unificación del
mercado interno, posibilitando un mismo equivalente general en asuntos
financieros y transacciones comerciales.
Se creó la ciudad de La Plata , para darle una
capital a la provincia de Buenos Aires. Se fundó el Municipio de la Capital Federal ,
volcándose en él un enorme volumen de dinero. De esta manera, la ciudad dejó de
ser una aldea de una provincia para ser la Capital de la República. Fueron
orientadas ingentes inversiones al interior del país que, ahora, se beneficiaba con la unidad política.
Puentes, canales, vías
férreas, escuelas, caminos, todo floreció como jamás se había visto.
Como el General Roca fue un
político de síntesis, su presidencia se caracterizó por ser un tiempo de paz y
armonía. Ese clima favoreció la gran obra geopolítica y administrativa.
Pero la gran decisión fue,
sin duda, la ley 1420 de educación
común, obligatoria y pública (en este caso gratuita) que garantizaba, al mismo
tiempo, la libertad de enseñanza en escuelas particulares, con supervisión
estatal. Instituyó el Consejo General de Educación con el objeto de masificar y
mejorar la calidad educativa federal. En
aquel tiempo solo un tercio de los niños en edad escolar primaria asistían a
escuelas. La ley modificó esta ecuación.
Simultáneamente y con el
enorme crecimiento de la inmigración, la ley de educación contribuyó a la
argentinización del extranjero. La historia, la lengua, la geografía y los
símbolos patrios ingresaban a los hogares inmigrantes de la mano de los niños
de guardapolvo blanco. Emergía sincréticamente la identidad argentina.
La creación del Registro Civil
fue otra demostración que el Estado Nacional ejercía su poder sobre temas tan
importantes como nacimientos, matrimonios y defunciones. Un estado que se
precie de tal no puede desconocer la realidad de su población.
Finalmente la Generación del ’80, esa
formidable galería de artistas,
científicos, historiadores y periodistas, acompañó con su talento este
período de esplendor en todos los órdenes de la creación humana. Tan potente
fue esta revolución, tan argentina, tan nuestra, que es posible que su influjo
haya contribuido a la confusión al célebre científico Florentino Ameghino,
cuando afirmó que el origen de la humanidad debía hallarse en la Argentina , más
precisamente en nuestra pampa ubérrima.
La segunda presidencia fue
también gloriosa. El general Roca contrató a Bialet Massé, que había trabajado
en la dirección del personal en la construcción del dique San Roque, para que
realizara un informe completo sobre la situación de la clase obrera argentina,
las comunidades indígenas y los sectores marginales. Monumental obra pagada por
el Estado, que fue el prólogo de una ley
de trabajo.
El Ministro González convocó,
entonces, a dirigentes socialistas para la elaboración del digesto. El
resultado fue un moderno tratado que contemplaba la jornada laboral de ocho
horas, la supresión del trabajo nocturno, el sábado inglés, prohibición del
trabajo de menores de catorce años, salario mínimo para trabajadores del
estado, preaviso, licencia con goce de sueldos, reconocimiento de las
organizaciones obreras y -quizá lo más importante- tribunales de trabajo. En el
capítulo referente al problema social de los indios, prohibía los vales y bonos
con que se pagaba en las zonas rurales afirmando que “ocurre esta expoliación en grado máximo con los indios del norte, que a
millares son empleados en la cosecha y elaboración de la caña de azúcar”.
El proyecto nunca se trató y fue
rápidamente olvidado. El país y los postergados debieron esperar hasta la
llegada de Perón para terminar con estas injusticias.
Completó esta segunda
presidencia el proyecto educativo del Doctor Magnasco, igualmente fallido.
Se aprobó el servicio militar
obligatorio, con el que se evitó una guerra y en política exterior la Doctrina
Drago, del Ministro homónimo, legó al mundo el principio de no intervención
militar por deudas.
En síntesis, estas dos
presidencias constituyeron y
consolidaron el Estado nacional.
PRESIDENCIAS DEL GENERAL PERÓN
Al igual que en el Gobierno del
General Roca, el Ejército asumió un papel decisivo en la
Presidencia del General Perón,
dándose una virtuosa síntesis
entre pueblo y FF. AA., que abrió el camino a profundos cambios que
caracterizaron su gobierno.
Perón fue el artífice y el
creador del estado social que nos
debíamos. Desde la
Secretaría de Trabajo retomó el camino abierto por Roca y encaró con firmeza las
grandes reformas.
Su acción fue vertiginosa. La
más formidable transformación social de la Argentina se produjo a lo largo del año 44’ y 45’ .
El Estado Nacional a
instancias del Coronel del pueblo asumió la responsabilidad de sanar viejas
heridas sociales. Pero quizás lo más trascendente de esta tarea haya sido
incorporar a los trabajadores a la vida política del país. A una dignidad de la que jamás habían gozado.
Sería muy largo enumerar las
múltiples leyes promovidas en ese tiempo; apuntamos solamente las más significativas. Ocho horas
de trabajo, vacaciones pagas, licencia por enfermedad remunerada hasta seis
meses, licencia por maternidad, feriados pagos, aguinaldo, jubilaciones para
todos los trabajadores, licencia paga por accidentes de trabajo, indemnización
por despido o fallecimiento, reconocimiento de las organizaciones gremiales
para negociar aumentos salariales y condiciones de trabajo en convenciones
colectivas (Decreto-Ley de Asociaciones Profesionales) y, fundamentalmente,
tribunales del trabajo sin los cuales ninguna de las leyes enumeradas se
hubieran cumplido.
La integración de los obreros,
un nuevo y numeroso sector social consecuencia de la industrialización, en
igualdad de condiciones al resto de los sectores, fue un paso más en la
construcción política de la unidad
nacional.
La ampliación de los derechos
políticos y autonomía de gestión alcanzó
a los habitantes de los Territorios Nacionales al ser convertidos en Estados Provinciales. En 1951,
La Pampa y
Chaco. En 1953, Misiones. Y en 1955, Neuquén, Río Negro, Formosa, Chubut y
Santa Cruz.
En reconocimiento y valoración
del General Roca, Perón bautizó con el nombre del tucumano al viejo Ferrocarril
del Sur. Ambos compartían un fuerte arraigo proveniente de sus hogares y una
visión moderna de la civilización en curso, adquiridas en su formación.
Los derechos políticos de la
mujer al sancionarse el voto femenino coronaron en los sectores humildes su pasaje de mucamas a obreras.
Otro aspecto fundamental del
peronismo, además de la dignidad social, fue que esta se alcanzó abrazada a un
sistema de ideas de origen vernáculo. El peronismo surgió como un relámpago en
un cielo inmutable. En términos históricos podría decirse que fue de un día
para el otro. En ese vértigo, Perón buscó, como Roca, en nuestras tradiciones y en nuestra historia
la justificación y explicación de su gobierno. No requirió ni apeló a
construcciones ideológicas foráneas. Abrevó en
distintas fuentes de tradición criolla. Una dosis de liberalismo, una pizca de
nacionalismo mechada con aportes del socialismo, pero atravesadas todas por la
tradición cultural de los sectores populares de la Argentina profunda.
Perón intentó construir una
sociedad armónica, en donde la lucha de clases
-expresión suprema del egoísmo, según sus propias palabras- fuera
superada en el marco de la Comunidad Organizada.
El desarrollo de la industria
sustitutiva, central en aquellos años y los inicios de la industria pesada,
fueron otros aspectos notables de aquel mandato.
En la línea de Roca, que cerró
heridas con Chile y Brasil, Perón encaró sin éxito pero con enormes esperanzas,
que fundaron escuela, la integración política del ABC.
En síntesis: las Presidencias
del General Roca y del General Perón fueron los dos grandes momentos de nuestra
historia donde se delineó con mayor fuerza y eficacia el camino del Estado
Nacional, sin mengua de otros momentos o espacios políticos.
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