miércoles, 9 de enero de 2013

Marcadas diferencias entre las industrias aerocomerciales de la Argentina y Brasil. Por Santiago Pérez, desde Río de Janeiro


La historia de la Aerolíneas Argentinas, la empresa aerocomercial de “Bandera”, ha sido marcada de forma determinante por los vaivenes políticos del país. La compañía fue privatizada a inicios de la década de 1990 por el gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem y re-estatizada por Cristina Fernández de Kirchner en 2008.

Hoy en día podría afirmarse que la empresa es más “gubernamental” que “estatal”. Las decisiones estratégicas de la compañía cuentan con un fuerte componente político, totalmente alejadas de la lógica empresarial. En otras palabras, Aerolíneas Argentinas se parece más a un ministerio que a una compañía aerocomercial.
Tanto desde el ejecutivo nacional como desde otros sectores afines al gobierno se ha repetido sistemáticamente que el objetivo de la empresa no es obtener rentabilidad, sino integrar territorialmente al país. A inicios de Diciembre, durante la presentación de los avances del plan de negocios 2010-2014 en Madrid, el Presidente de la empresa, Mariano Recalde, insistió una vez más en que la rentabilidad “está en un segundo plano”. Los resultados de la gestión estatal fueron exactamente los que se propuso la dirección de la compañía. En efecto, la Argentina se encuentra más integrada y mejor conectada. Al mismo tiempo la rentabilidad de la empresa no solo no fue alcanzada, sino que las pérdidas han sido (y muy probablemente continuarán siendo) millonarias.
Sería de necios negar que un país, con la extensión geográfica de la Argentina, no necesite contar con un sistema de transporte aéreo de pasajeros bien desarrollado. Las virtudes de un país bien conectado son innegables. La pregunta que el Gobierno debería hacerse es si es realmente indispensable financiar una empresa estatal terriblemente deficitaria para alcanzar la tan anhelada “integración”.
El oficialismo suele justificar el rojo de Aerolíneas Argentinas sosteniendo que en el mundo de hoy lo más “normal” es que las empresas del sector afronten dificultades económicas y financieras. Si bien es cierto que son múltiples las aerolíneas del “mundo desarrollado” que arrojan abultadas pérdidas, la situación cambia sustancialmente cuando ponemos los ojos sobre América Latina. Según números de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés) la industria aerocomercial a nivel global arrojará ganancias por 6.700 millones de dólares en el 2012. Puntualmente en América Latina, las utilidades de la industria serán de 400 millones de dólares, un 25% más que en 2011. En definitiva, las empresas de la región gozan, en líneas generales, de buena salud financiera.
Brasil y Argentina son dos países de características geográficas extensas, de hecho ambos se encuentran entre los ocho países territorialmente más grandes del mundo. Para amabas naciones contar con un sistema de transporte aéreo fluido es fundamental para interconectar las distintas, y muchas veces remotas, localidades del país. ¿Cómo ha encarado Brasil el desafío de dicha integración?
A diferencia de lo que sucede en la Argentina la industria aerocomercial brasileña se encuentra en manos privadas. Con la desaparición de VARIG, histórica empresa líder del sector, surgieron nuevas compañías que rápidamente lograron ocupar su lugar. En la actualidad los dos principales operadores son “TAM Linhas Aéreas” y “Gol Linhas Aéreas”. Ambas proveen servicios a nivel nacional cubriendo prácticamente la totalidad del territorio brasileño. Éstas empresas no solo permiten que el país esté integrado sin recibir infinitos subsidios estatales, sino que también conectan exitosamente a Brasil con el exterior. La internacionalización de Gol está en pleno proceso. Hasta hace poco la empresa se limitaba a cubrir destinos dentro de América del Sur, pero durante 2012 comenzó a volar tanto al Caribe como a los Estados Unidos. TAM no solo ha sido exitosa en su penetración internacional cubriendo satisfactoriamente importantes rutas a nivel mundial, sino que a mediados de este año alcanzó un acuerdo con la chilena LAN, del que nacerá el holding Latam Airlines Group. Dentro de este marco se dará inicio a la mayor empresa aerocomercial de América Latina. En resumen, se sector privado en Brasil ha conseguido no solo integrar el país puertas adentro, sino también conectarlo con el mundo exterior.
Aunque el escenario hasta aquí descrito ya es más “feliz” que el argentino, en los cielos brasileños hay más.  Aún con la fuerte presencia de Gol y TAM en el mercado local, en el año 2008 nació una nueva compañía: “Azul Linhas Aéreas Brasileiras”. Se trata de una aerolínea de capitales nacionales que rápidamente logró posicionarse en el mercado doméstico. Cuenta en la actualidad con 120 aeronaves y presta servicios en cien destinos de todas las regiones de Brasil.
En definitiva, sector aerocomercial privado brasileño ha sabido reponerse a la implosión de VARIG con nuevas empresas, las cuales trabajan no solo por integrar el territorio nacional, sino también por hacerlo mejor y a precios más económicos que sus respectivos competidores. El mayor beneficiario de este escenario es en última instancia el pasajero, o si se quiere, el ciudadano “común y corriente”. Los individuos que utilizan el transporte aéreo pueden acceder en Brasil a tarifas más baratas y a una oferta de servicios más amplia que en la Argentina. Al mismo tiempo, la totalidad de la ciudadanía (sean pasajeros o no) se encuentra exenta de tener que destinar una porción de sus impuestos a financiar una aerolínea estatal deficitaria.
Si sumamos las perdidas globales de Aerolíneas Argentinas desde su “espectacular” re-estatización en 2008 observaremos que el monto asciende a nada más ni nada menos que 2.100 millones de dólares. El número no solo es llamativo por lo elevado sino también por lo representativo para la industria aerocomercial regional. Resulta que al momento de fusionarse con LAN, la brasileña TAM, fue cotizada en 2.400 millones de dólares. Esto significa que las pérdidas financiadas por el estado argentino hubieran “casi” alcanzado para comprar la principal compañía aérea brasileña antes de que ésta se transforme en la mayor de América Latina.
La gestión estatal de Aerolíneas Argentinas ha conseguido modernizar la flota, incrementar la cantidad de pasajeros transportados y cubrir nuevas rutas. Estos méritos hubieran sido motivo de orgullo si se hubieran alcanzado en forma genuina y no gracias al interminable flujo de recursos recibido desde el estado nacional. Lo curioso es que la industria brasileña es frecuentemente identificada como un ejemplo a seguir en la Argentina, y, por algún motivo, las conquistas obtenidas por Brasil en ésta materia no son consideradas.
Si bien la integración aérea de la Argentina es una innegable prioridad estratégica nacional, la misma debe ser alcanzada por medio de un mecanismo sustentable en el tiempo y financieramente coherente. Desafortunadamente la permeabilidad del gobierno a críticas y sugerencias sobre éstos y otros asuntos es totalmente inexistente. El contar con un caso de éxito a tan pocos quilómetros de la Argentina y no poder aprender de él, es, ciertamente, una nueva oportunidad perdida.


No hay comentarios: