viernes, 13 de febrero de 2009

La frágil memoria de Buzzi. Por Gonzalo Neidal


Eduardo Buzzi, el titular de la Federación Agraria Argentina, no ha leído el libro “Cómo ganar amigos”.
Quizá piensa que no lo necesita.
Y que tampoco necesita amigos políticos en su lucha contra la política agraria del gobierno nacional.
Si fuera así, está equivocado.
Buzzi ha dicho que el gobernador de Córdoba tiene un pie con el gobierno nacional y el otro con los ruralistas.

El dirigente agrario parece tener una memoria frágil. O un profundo desconocimiento de la política reciente de Córdoba y del país. Y eso puede ser grave para alguien que busca conquistar simpatías para la causa del agro.
En el conflicto agrario de hace casi un año, Juan Schiaretti fue el primer gobernador que dijo algo importante sobre el conflicto. Sostuvo algo sumamente sencillo: el gobierno nacional debía negociar. Ello le valió el reconocimiento del agro en ese momento.
Y el reconocimiento del gobierno nacional que en un par de semanas lo asfixió financieramente al punto de impedirle pagar las jubilaciones provinciales. Ahora mismo, por ejemplo, le resulta difícil cumplir con la pauta salarial prevista.
Si Buzzi se informara un poco más sobre la política de Córdoba, sabría que Schiaretti es gobernador gracias al voto del interior, donde el peso del agro es decisivo. Y esto se debe a su propia política y a la de su antecesor, quien tuvo permanentes y continuados gestos hacia el agro.
Claro que la situación del gobernador cordobés no es sencilla: él no es un mero afiliado a la FAA sino que debe preservar la gobernabilidad de su provincia para lo cual debe moverse con moderación y equilibrio pues, en caso contrario, los Kirchner le harían la vida imposible, sofocándolo financieramente.
Buzzi debería ser menos severo con él ya que se trata de un aliado.
Si de enojarse y exigir gestos más contundentes se trata, el jefe de la Federación Agraria debería fijarse más en sus aliados de toda la vida.
Porque, recordemos, la FAA siempre ha estado colocada del lado “progresista”, con sus reclamos de “reforma agraria” de otros tiempos. Pero muchos de sus aliados de siempre (algunos radicales, algunos socialistas, el Partido Comunista, democracia progresista) ahora están en forma completa del lado del gobierno nacional. Y, además, piensan que Buzzi y sus muchachos son unos oligarcas.
Asimismo, cada vez que puede y muchas veces sin necesidad, Buzzi la emprende contra la política agraria de los noventa. Aunque sabe que se trató de una época sin retenciones pero, claro está, con precios internacionales sumamente bajos, por razones ajenas al gobierno de ese momento.
¿Acaso Buzzi ignora de la importancia de sumar adhesiones a su causa? ¿Acaso piensa que no es importante que un gobernador de provincia, del mismo partido que el gobierno nacional, pida la suspensión de las retenciones?
¿Acaso ignora las dificultades que podría tener Schiaretti si asume una posición más frontal?
Entonces ¿qué se pretende? ¿Que el gobernador se ponga a cortar rutas a bordo de un tractor?
Con el paro agrario, Buzzi ha perdido a muchos de sus antiguos amigos políticos.
Ellos están ahora del lado del gobierno.
Por razones que pueden adjudicarse probablemente a la inercia ideológica, sigue atacando a sus adversarios de antes. Pero lo que más le conviene es, tras la deserción de los viejos compañeros, conquistar otros nuevos.
Pero para eso debe cambiar el estilo.
Y, muy probablemente, también su lectura de la realidad política actual.

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