sábado, 27 de junio de 2009

El final de la campaña. Por Claudio Chávez


Al cierre Mauricio Macri pisó el palito. De Narváez un tronco y Michettti se llevó por delante una roca. La inexperiencia política. La carencia de partidos que operen como ámbitos de debate a donde se lleven temas y se promueva la discusión, los ha colocado en esta situación desagradable que, naturalmente, el gobierno ha sabido explotar inteligentemente. Es que PRO no es un partido. Cuando uno observa la línea de funcionarios en cada uno de los ministerios o secretarías encuentra poco y lo de De Narváez es una fundación.
Se metieron ingenuamente en el terreno que el gobierno nacional quería: el de un plebiscito y el debate del modelo nacional. En el mejor de los casos las opiniones apresuradas sobre privatizaciones y estatizaciones ha sido una insensatez. Estas elecciones son legislativas no se discute el modelo de país: estatización, privatizaciones, política exterior. Y, entonces ¿porque hablar de lo que el gobierno buscaba? ¿Confundidos, quizás, porque en el medio de las elecciones se colaron problemas de corte nacional como la nacionalización, por parte de Chavez, de algunas fábricas de Techint?
¿Obligados, a lo mejor, por la posición crítica de la UIA en esta circunstancia (sólo en esta circunstancia) y cometieron el error de la imprudencia, de hablar de más, de tomar posición frente al estatismo y también frente a la política exterior? Esa urgencia innecesaria los llevó a la dinámica del gobierno. A la trampa.
¡Al fin y al cabo la UIA se tomó tanto tiempo para criticar a Kirchner que nadie iba a enojarse por un tiempito más o menos que se tomara la oposición!
La cuestión central en estas elecciones es la derrota o no del kirchnerismo en cada una de las provincias, por políticas nacionales que afecten al distrito o por malas políticas de distritos administrados por aliados kirchneristas.
El objetivo del peronismo federal fue no nacionalizar la campaña. Por el contrario, encerrarse en cada provincia y dar la batalla ahí. Esta ha sido la razón, entre otras, de las dificultades del peronismo federal de encontrar unidad en la acción.
Naturalmente, arreados los candidatos bonaerenses por el gobierno nacional al debate de los grandes problemas, aparecieron las diferencias. Como tenía que ser. Y no es una casualidad que fuera Macri el que sobrepasó los límites. Total, el no juega. No era el momento. Fue un error.
Las fuerzas políticas que enfrentan a Kirchner en Buenos Aires no son un todo homogéneo y compacto. Es un acuerdo entre diferentes sectores cuya coincidencia estaba en el punto de la derrota de Kirchner y de Scioli por problemas de coparticipación, seguridad, el campo, la salud y educación. ¿A que meterse con Edesur, Edenor, YPF y Aerolíneas Argentinas?
Para cuando esos temas se debatan en el parlamento (en el caso que llegara a suceder) con los diputados elegidos el 28 de junio, muchas cosas habrán ocurrido. Faltan, aún, nueve meses. Hay tiempo para ponerse de acuerdo o no.

REVOLUCIÓN O CONSENSO

En los últimos quince días el gobierno nacional había perdido la iniciativa y, también, el rumbo. Modificó su táctica y su discurso como quien cambia de camisa. Pasó de la agresión generalizada a acariciar ancianos y niños. De la cara adusta y cargada de presagios a la sonrisa bonachona, para volver a señalar, con energía de revolucionario setentista: ¡no hemos venido al gobierno para dejar de lado nuestras ideas! Amenazar, luego, con más estatizaciones y al mismo tiempo, un ministro, negar semejante aseveración. Esta pérdida de rumbo, estos dislates, debieron ser aprovechados con mayor firmeza, pero en su refractación local. Faltó humildad. Es decir fijar con precisión el límite provincial de la pelea. Debatir los temas que corresponde a los cargos que se disputan.
La homogeneidad ideológica del gobierno que le permite dar estos debates habla de su soledad. Es un grupúsculo de políticos alejados de los factores de poder y de importantes franjas sociales del país que sólo dominan el aparato del Estado. El kirchnerismo vuelve al lugar de donde partió. Un cenáculo de aventureros que se alzaron con el poder en un momento de extrema gravedad y aturdimiento social. De a poco fue perdiendo todos sus apoyos. ¡Si hasta la UIA ya le ha dado la espalda! y Moyano habla cada vez menos.
Nunca se ha visto en la historia política argentina, en el medio de una puja electoral afirmar, como hace el gobierno, que después que ocurran las elecciones se van a unir con el sector que le disputa el poder. Y entiéndase que esto no lo dice Scioli por puro espíritu democrático. Por el contrario lo que Scioli dice es: Nosotros somos la lepra y luego de las elecciones vamos juntos con el otro peronismo. Con el solo afán de restarle votos a De Narváez. Por contagio no más.
Scioli y Kirchner juegan a la mancha venenosa. Al que tocan lo enferman. En que bajo concepto se tienen. Han perdido la autoestima. Desvalorizan y humillan a su electorado. Como si todos estuvieran en el mismo estercolero.
En tal soledad han quedado que en los últimos discursos del ex presidente se nota con luminosidad que avanzan a la defensiva. No pierde oportunidad en señalar todas las dificultades que su gobierno encuentra para gobernar como ellos quieren. Que la oligarquía, que los políticos de la derecha, que los grupos empresarios de enorme concentración económica, que las fuerzas hostiles del imperio, que la clase alta argentina, que la clase media (pequeños burgueses como despectivamente la llaman), que el campo, que los monopolios informativos, que el periodismo y que el Vicepresidente. Todos en contra. Ellos, los iluminados por la idea, poseedores absolutos de la verdad son las víctimas. La victimización siempre fue la política de las minorías. Como tales sostienen en alto las banderas de la revolución, del cambio, del progreso y la justicia social. ¡Es su epopeya!
En el cierre del acto capitalino del Luna Park Kirchner, en medio de estandartes del partido comunista y banderas con el rostro del Che afirmó: no se puede tener un millón de amigos. Esta definición explica su tragedia. Los sectarios no tienen amigos. Los políticos procuran tenerlos, a veces por demás. Los ideólogos con su higiénica pureza cavan trincheras a su alrededor. Los políticos suman para ampliar consensos. La Argentina no necesita una revolución y menos en el sentido que el kirchnerismo pretende. La Argentina necesita acuerdos y consensos. Por eso el gobierno está muy mal electoralmente. En el acto de cierre de la campaña bonaerense Scioli dijo: “por eso le pido a los peronistas que nos voten…” y nuevamente el encierro en su pequeño mundo.
Todo esto era así hasta que pisaron el palito los contrarios. ¡Una lástima! le dieron aire a un gobierno despistado.



DESPUÉS DE LAS ELECCIONES


El Gobierno ha convocado a una reunión en la Plaza de Mayo para después de los comicios. Todavía no entiende que el domingo, lo que se defina, se hará democráticamente, por las urnas y no en la calle. Viven otras épocas y otros climas. Son sapos de otro pozo. Persisten en el error, en la provocación. Siguen yendo para atrás. En estas condiciones es muy probable que el domingo sea un fiasco para el gobierno. Y finalmente la reunión no se haga. La pregunta que se hace todo el abanico político del país es como sigue la Argentina a partir del lunes. Dependerá mucho del gobierno. Todavía hay posibilidades de una transición administrada. Lo cierto es que Kirchner ya fue. Su derrota en la provincia puede acelerar los tiempos de organización interna del PJ y ponerse a tiro para las elecciones del 2011. Su triunfo puede condicionar este rumbo e incluso la derrota del justicialismo en las elecciones del 2011.
La posible derrota de Lole en Santa Fe apartaría del escenario electoral a una figura de acuerdos, de enlace, entre el Kirchnerismo y el peronismo. Es decir un pasaje ordenado y sin importantes rupturas. Sin Lole, otro debería surgir. En este caso ¿Scioli? (si triunfase) Mmm…, sería dificultoso para todo el peronismo reunificarse bajo su conducción. Puesto que estaría Kirchner por ahí. Tendría, Scioli, que hacer extraordinarios esfuerzos simbólicos de apartamiento del ex presidente. ¿Podría ser?
El peronismo tiene muchas figuras capaces de ser presidenciables. Quien llegara a ser, producto de internas que deberán realizarse, lo condicionará el ritmo que adquiera la vida política del país. Si vamos a una confrontación más aguda el candidato que emerja deberá ser la antítesis de este gobierno. Si vamos a una transición ordenada otros serán los candidatos.
Si el turno que viene no es para el peronismo, lo cual es probable, ya están en gateras Binner y Cobos. Serían candidatos opositores pero de un viraje de pocos grados, al fin y al cabo el socialismo santafecino y el radicalismo le dieron los votos para las más importantes estatizaciones realizadas por este gobierno.
En esa situación el peronismo se retiraría a lamer sus heridas y a reconstituirse luego de la derrota y en la oposición. Muchas cosas deberán debatirse a su interior. Y nuevos agrupamientos políticos necesariamente surgirán en el país.

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