miércoles, 20 de julio de 2011

La elite intelectual. Por Claudio Chaves

A las brutales afirmaciones de Aníbal Fernández respecto de que el electorado capitalino se parece a Macri, le siguieron las de Fito Paéz y el asco que le despiertan la mitad de los porteños.Con estos exabruptos se inició la cadena de dislates. Queda claro lo que piensa Fernández, pues no se cansa de repetirlo. Macri es un vago, al que no le gusta trabajar, ni le interesa el ejercicio de la política como “ella debe practicarse”, el resultado es que el 47 % de los porteños “que se le parecen” son irresponsables, desentendidos de la cosa pública. Conclusión: el voto a Mauricio carece de la fuerza, el valor y la ética del sufragio “comprometido” con los valores solidarios que serían los de Filmus.

A esta opinión no hay que darle mucha entidad porque Fernández, es un patán, un grosero por naturaleza. Un hombre terciario, en el sentido de los orígenes de la humanidad. Capaz de esto, de cosas peores y de recitar de memoria textos que no siente, y lucir de intelectual. Le encanta navegar entre la civilización y la barbarie de su estilo, para demostrar la falacia del Facundo. Su postura, sus dichos, sus citas, sus trajes y camisas de entre semana son trocados rápidamente, los sábados y domingos, por el disfraz de gaucho, del tradicionalismo vernáculo, en un formidable intento personal de combinar los dos mundos en los cuales, el cree se divide la vida. Sin imaginar ¡pobre ministro! que el resultado de su conducta confirma el apotegma de Sarmiento. Esto es, de un lado la inmensa mayoría del pueblo y del otro Aníbal y su cenáculo.


La verdad que lo de Fito es más grave. Puesto que como no es político dice lo que piensa y acá está el problema. Muchos han querido disculparlo diciendo que es un artista, que no tiene responsabilidades políticas y que en definitiva ha dicho lo que piensa; como para disminuir la gravedad de los términos utilizados. Sin comprender que lo peligroso es el pensamiento y la palabra.

De todos modos, convengamos, que Fito es el emergente, de una opinión generalizada en ciertos sectores intelectuales capitalinos, profesionales, docentes, estudiantes universitarios es decir la Flor de la Canela de la intelectualidad esclarecida. Y él percibiendo ese estado de ánimo habló.

Fito tiene honrosos maestros que a lo largo de nuestra historia se han dedicado a denigrar las decisiones de las mayorías. Prefiero no recordarlas para no continuar cavando trincheras. Aunque si voy a citar una de las últimas. En las elecciones pasadas, 2007, en las que Filmus perdió contra Macri, el sociólogo de FLACSO afirmó “Nos sentimos orgullosos que los docentes, científicos, intelectuales, que los que piensan, hayan estado de nuestro lado”

Tiene razón Hanglin en su artículo de La Nación del martes 12 de julio cuando se interrogaba de porqué vale más para, ciertos señores, el voto de un intelectual que el de un almacenero o carnicero.

Esto alcanza, también, a Pino Solanas cuando semanas atrás, afirmó que el voto de las provincias del norte, favorable a Cristina, era de inferior calidad al voto capitalino. Todo suena a élite. A vanguardia.

Lo de Fito es muy grave por lo que implica la palabra “asco” que no es un eufemismo, ni una voz con ondas poéticas, ni el swing propio de un muchacho posmo, ni siquiera el intento de una metáfora. Esta definición es visceral, es lo que los nazis sentían por los judíos, los servios por los musulmanes, sin la épica heroica, al menos concedámoslo, que los fanatismos nacionalistas guardaban por la consecución de un hombre nuevo y una moral superior.

¿Pero en nombre de que valores y de que moral habla Fito? ¿De los suculentos contratos obtenidos? ¿Del desorden que impera en la ciudad por voluntad del kirchnerismo? ¿Del crecimiento de la inseguridad? ¿De la falta de nafta, gas y luz? ¿De la moral schoklendiana de las casas robadas? ¿De los derechos humanos para pocos? ¿De los desfalcos al Estado? ¿De las valijas voladoras? Sería bueno que lo aclarara.





HORACIO GONZALEZ. FORSTER Y COSCIA



La galería de desaciertos continuó luego con el Director de la Biblioteca Nacional que en su habitual estilo oscuro y abstruso intentó una explicación, no de las razones por la cual el pueblo votó como lo hizo, sino que se ocupó en desentrañar los misterios insondables de una ciudad inasible adentrándose en los sinuosos meandros de la sociología berreta del egoísmo, la banalidad y el poderío económico de una población desconectada del país.

Luego arrimó una idea rara acerca de que el macrismo no es un fenómeno “genuinamente popular” aunque sus votantes forman una “alarmante mayoría electoral”.

Pregunta: ¿Cuál sería la condición para que González extienda patente de popular? Es muy difícil adivinar puesto que el autor de marras no nos lo dice.

Lo evidente es que la voluntad expresada en las urnas no vale, no sirve. No se es genuino.

Ahora, el gobierno al cual González pertenece se arroga la condición de nacional y popular. ¿Cómo es eso?

¿Se es popular con el 30% de los votos obtenidos en el 2009 o el 27% que han sacado ahora? ¿Se es popular expresando a minorías?

Popular en tal caso sería Perón cuyo porcentaje de votos osciló entre el 52 y el 62 %.

Arrogarse popularidad porque las ideas pergeñadas en su intelecto las supone identificadas con las necesidades de las mayorías es otro rasgo de vanguardismo, similar al que ostentaron los grupos armados en décadas pasadas.

Luego procura una aproximación al PRO al que acusa de no tener historia. Con planteos tan conservadores como este no habría nada nuevo en el mundo.

Pero quizás el disparate mayor, el que revela un desconocimiento absoluto de nuestro pasado y su historia es cuando afirma:

“La ciudad autónoma estaría pareciéndose a aquella que marchaba hacia la Batalla de los Corrales en 1880, con líneas cruzadas entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad”

Llegados a este punto creo que González está logrando volverme loco, descolocarme, primeriando por el absurdo.

¿Pero no era que los progres vituperaban a Roca? ¿No era que la izquierda de salón, culta y leída, afirmaba que el generalote tucumano era la expresión cruel y despiadada de la oligarquía vacuna promotora del genocidio pampa? ¿A qué cambiar ahora?

Y en el supuesto caso que hayan mudado de opinión y devenido en roquistas, cosa que no creo, el ejemplo con el que procura ilustrarnos, González, el actual momento de la Ciudad revela que el Director de la Biblioteca Nacional desconoce nuestra historia.

El Combate de los Corrales, acaecido cuando Buenos Aires se resistió al triunfo electoral de Roca y a la capitalización de la ciudad puso punto final al enfrentamiento de setenta años entre provincianos y porteños. Se terminó para siempre ese conflicto político. Con la oleada inmigratoria y la irrupción del radicalismo y luego la llegada de hombres del interior y el advenimiento del peronismo se acabó con el espíritu elitista de esta ciudad. El pueblo la llenó. Hace más de ciento treinta años que ha dejado de ser la ciudad soberbia y altanera de Rivadavia o Rosas.



FORSTER por su lado intentó una explicación centrada en el manejo de la comunicación por las corporaciones. Afirmó, a radio 10, que los hombres no conocemos la realidad tal cual es. Viene tamizada por los medios e incorporada al saber intelectual luego de ser procesada por nuestro mundo interior. Esta subjetividad construida por la ideología de los grupos de poder ha hecho al pueblo de Buenos Aires votar equivocadamente. Por el contrario los que han votado a Filmus, han logrado el pleno ejercicio de la libertad pues se han desprendido de la cultura dominante. Este electorado no solo es libre, sino que es conciente y responsable pues no está alienado a valores de otros. Marxismo puro y pedagogía liberadora del oprimido. Es todo tan viejo que da pena ver como dilapida el dinero nuestra universidad enseñando antiguallas.





COSCIA, Secretario de Cultura de la Nación terció en el asunto y vertió su opinión por radio. Comparó a Fito con Discépolo, no quedó claro si por el valor de la obra o el tenor de los detractores.

Lo cierto, lo que aseveró enfáticamente fue que los enemigos de uno y de otro, esto es los que crucifican, ahora, a Fito responden a la misma tradición cultural y política de los que crucificaron a Discépolo.

El teme merece una aclaración porque al igual que Horacio González, Coscia comete un error de interpretación histórica.

A Discépolo jamás le dio asco el opositor, ciertamente lo burlaba en su microprograma, Mordisquito, pero con altura y nivel político. De todos modos la valoración de Discépolo no está en este personaje sino en su obra poética. Habrá que esperar cien años para ver si algún tema de Fito aguanta el pasaje del tiempo como Camabalche, Yira, Yira, Chorra o Esta noche me emborracho para citar solo algunos. Pero el error de interpretación está en que Discépolo acompañaba a Perón que era la expresión política de la mayoría, jamás bajó del 52% de los votos alcanzando guarismos sorprendentes como fue el 62% de 1954 o 1973.

Fito, ¿desde donde habla de “asco”? ¡Desde el 27% de los votos! Esto es desde las minorías iluminadas e irascibles por el arrollador avance de las multitudes.



NOZICK Y LOS INTELECTUALES



A “los que piensan” hombres y mujeres que acompañan a este gobierno les caben ciertas definiciones que el filósofo norteamericano, Robert Nozick, ha elaborado luego de una fina observación del mundo intelectual. Veamos:

“Es sorprendente que los intelectuales se opongan tanto al capitalismo. No todos los intelectuales son de izquierda. Como ocurre con otros grupos, sus opiniones se distribuyen a lo largo de una curva. En el caso de los intelectuales la curva está corrida y sesgada hacia la izquierda política. Cuando digo intelectuales no me refiero a toda la gente inteligente o de cierto nivel educativo, sino a aquellos que, por vocación, se ocupan de ideas expresadas en palabras y que dan forma al flujo de palabras que reciben los otros. La lista incluye a poetas, novelistas, críticos literarios, periodistas y muchos profesores.”

Señala luego el filósofo que a estos pensadores les va muy bien dentro del sistema, viven holgadamente y tienen prestigio y sin embargo “se oponen desproporcionadamente al capitalismo”

¿Por qué, se interroga? Y continúa

“La oposición de los intelectuales de la palabra al capitalismo es un hecho de trascendente significado social. Ellos moldean nuestras ideas e imágenes de la sociedad, ellos suministran las frases con las que nosotros nos expresamos. La oposición de los intelectuales es importante, especialmente en una sociedad que depende en forma creciente de la diseminación de la información”

Luego los intelectuales se consideran las personas más valiosas de esta sociedad sin embargo no se sienten recompensadas como creen merecerlo. Se llenan de resentimientos frente al poder y el dinero de los ricos, de los capitalistas, de los empresarios. Nozick afirma:

“La sociedad capitalista no satisface el principio de distribución que reza a cada cual de acuerdo con su valor y mérito. Solo el sentimiento de una superioridad no reconocida, de un derecho violado, puede producir esta animosidad”

Estas definiciones nos permitirían acercarnos con más comprensión al drama de “los que piensan” a propósito del triunfo de Macri, quién además forma parte del empresariado, emblema del sistema capitalista.

No es que los intelectuales busquen una suculenta recompensa económica la que puede ser o no, su búsqueda es el reconocimiento y el prestigio social y lamentablemente el capitalismo privilegia otros éxitos.

Avanza más Nozick y atribuye el izquierdismo interventor de los intelectuales al hecho de mantener a lo largo de su vida el esquema escolar. Esto es, la recompensa y el mérito instituido por un maestro y le escuela. El desorden y la anarquía del mercado donde las fuerzas anónimas se imponen por su capacidad les son extraños y hostiles. De manera que prefieren continuar con el centralismo planificador y decidor de la escuela que impone triunfadores y ralea perdedores.

Bueno al menos es la de Nozick una mirada inteligente al drama de “los que piensan”. Oportuna y realista, para no caer desde este lado en la barbarie y el salvajismo en que han caído las minorías al usar la voz “ asco”

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