domingo, 23 de diciembre de 2012

La explosión social de la Navidad 2012. Por Víctor E. Lapegna

Siguen habiendo en la Argentina demasiadas personas y familias que hace muchos años padecen carencias materiales que llegan al extremo de que no puedan comprar la comida necesaria para una alimentación digna y esa persistente pobreza material que genera la desesperanza de salir de ella, es caldo de cultivo de pobreza moral y explica que, a pocos días de esta Navidad de 2012, muchos miles de personas se lanzaran a saquear comercios en casi todas las ciudades del país, con el trágico saldo de varios muertos.

Compartimos lo que escribió Eduardo Fidanza en un artículo al que tituló “La Exclusión Duele más en Navidad” que se publicó en La Nación este sábado 22 de diciembre en el que explica que “el anonimato y el extrañamiento ante las Fiestas tiene otra faceta, que excede las tribulaciones de la clase media: la desigualdad social, la inequidad distributiva, la explotación. Los saqueos en Bariloche y otras ciudades, más allá de si fueron organizados o no, muestran a los marginados reclamando un lugar del que la economía y la estigmatización social los despoja. Se ha dicho, con superficialidad, que no se tomaron alimentos, sino electrodomésticos, sin reparar en que la exclusión no sólo es de comida, sino de consideración social. Y en Navidad duele más”.
Ciertos conceptos inmorales instalados hace ya tiempo en nuestra cultura y que se expresan en aquello de “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo” o “el que no llora no mama y el que no afana es un gil” fueron confirmados por el comportamiento de gobernantes que se enriquecieron mediante procedimientos tan corruptos como impunes y por ende no puede sorprender que los pobres y excluidos no respeten la propiedad privada, cuando comprueban que esa es la actitud de quienes gobiernan el Estado.
A eso se agrega el clima de discordia acentuado por la dialéctica amigo/enemigo que se aplica desde la cúpula del poder el régimen K, que estigmatiza y excluye a todo “otro” que no adhiera con todo y en todo a sus ideas y a sus prácticas y a quien condenan a la aniquilación, es decir, a la reducción a la nada, un comportamiento que se acentúa con los de afuera.
Los pobres y excluidos de toda consideración social por el sistema, traducen ese relato autoritario y chauvinista de la cúpula del poder en el ataque a los supermercados “chinos”, que en su cercanía son los “otros” y diferentes que vinieron desde afuera y se instalaron en el barrio, donde se enriquecen trabajando y vendiendo a esos pobres que, a menudo, no pueden pagar su magras compras y no pueden siquiera soñar en adquirir los electrodomésticos y otros bienes que se exhiben en esos comercios y son para ello un lujo inalcanzable.
Es posible que haya quienes obraron como detonante de esta explosión social. Pero los detonantes no pasan de ser una chispa insignificante, si no existe un polvorín masivo al que ese detonante se aplique. Por ende, menos importante que saber quienes fueron los que acercaron la chispa es hacer lo necesario para reducir el polvorín, que es lo contrario de lo que viene haciendo el gobierno. 
Buenos Aires, 22 de diciembre de 2012

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