Siguen habiendo en la Argentina demasiadas personas y familias que
hace muchos años padecen carencias materiales que llegan al extremo de que no
puedan comprar la comida necesaria para una alimentación digna y esa persistente
pobreza material que genera la desesperanza de salir de ella, es caldo de
cultivo de pobreza moral y explica que, a pocos días de esta Navidad de 2012,
muchos miles de personas se lanzaran a saquear comercios en casi todas las
ciudades del país, con el trágico saldo de varios muertos.
Compartimos lo
que escribió Eduardo Fidanza en un artículo al que tituló “La Exclusión Duele más en Navidad” que se publicó en La
Nación este sábado 22 de diciembre en el que explica que “el anonimato y
el extrañamiento ante las Fiestas tiene otra faceta, que excede las
tribulaciones de la clase media: la desigualdad social, la inequidad
distributiva, la explotación. Los saqueos en Bariloche y otras ciudades, más
allá de si fueron organizados o no, muestran a los marginados reclamando un
lugar del que la economía y la estigmatización social los despoja. Se ha dicho,
con superficialidad, que no se tomaron alimentos, sino electrodomésticos, sin
reparar en que la exclusión no sólo es de comida, sino de consideración social.
Y en Navidad duele más”.
Ciertos conceptos inmorales instalados hace ya tiempo en
nuestra cultura y que se expresan en aquello de “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su
trabajo” o “el que no llora no mama y
el que no afana es un gil” fueron confirmados por el comportamiento de
gobernantes que se enriquecieron mediante procedimientos tan corruptos como
impunes y por ende no puede sorprender que los pobres y excluidos no respeten la
propiedad privada, cuando comprueban que esa es la actitud de quienes gobiernan
el Estado.
A eso se agrega el clima de discordia acentuado por la
dialéctica amigo/enemigo que se aplica desde la cúpula del poder el régimen K,
que estigmatiza y excluye a todo “otro” que no adhiera con todo y en todo a sus
ideas y a sus prácticas y a quien condenan a la aniquilación, es decir, a la
reducción a la nada, un comportamiento que se acentúa con los de
afuera.
Los pobres y excluidos de toda consideración social por
el sistema, traducen ese relato autoritario y chauvinista de la cúpula del poder
en el ataque a los supermercados “chinos”, que en su cercanía son los “otros” y
diferentes que vinieron desde afuera y se instalaron en el barrio, donde se
enriquecen trabajando y vendiendo a esos pobres que, a menudo, no pueden pagar
su magras compras y no pueden siquiera soñar en adquirir los electrodomésticos y
otros bienes que se exhiben en esos comercios y son para ello un lujo
inalcanzable.
Es posible que haya quienes obraron como detonante de
esta explosión social. Pero los detonantes no pasan de ser una chispa
insignificante, si no existe un polvorín masivo al que ese detonante se aplique.
Por ende, menos importante que saber quienes fueron los que acercaron la chispa
es hacer lo necesario para reducir el polvorín, que es lo contrario de lo que
viene haciendo el gobierno.
Buenos Aires,
22 de diciembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario