Así está planteado el nuevo
dilema histórico al que nos invita el Gobierno Nacional. Y no hay duda que es
un nuevo capricho de la Presidenta,
pues, según dicen, los que saben, no le
place seguir viendo esa estatua desde su despacho. La diyuntiva ya había
ocurrió entre Eva y Roca, al
apartar del billete de cien pesos a la figura del tucumano. Ahora es el turno
de Juana Azurduy por Colón.
El debate historiográfico al
que nos somete la Señora tiene un
sentido pedagógico: esconder y ocultar, enviando a las sombras o al recoveco de
alguna Plaza a figuras que por su trascendencia marcaron la historia Argentina
o Iberoamericana y subir al podio a otras que simpatizan con su visión y si son
mujeres mejor. Esta defensa de género sobre Eva y Juana nada tiene que ver con
la realidad vivida por ellas. El feminismo proyectado al pasado no es historia,
es panfleto y del peor.
Por supuesto que hay un
sentido en ambas propuestas: se trata de que por medio del arte del
birlibirloque dos “genocidas”, según reza su línea historiográfica, desaparezcan de la memoria, el recuerdo y la
historia.
PRIMERO ROCA
Que un gobierno que se dice
peronista haga desaparecer la figura de Roca, alentado el cambio de nombres de
calles, plazas, derribando monumentos o desapareciéndolo de los billetes, es un
disparate y un desconocimiento absoluto de su obra y significación. Constructor
del Estado moderno, garante de la soberanía territorial argentina sobre la
Patagonia, Chaco y Formosa, responsable político de la alfabetización de millones
de argentinos e inmigrantes, pacificador del “Desierto” puesto que es una
infamia y una mentira escandalosa que haya aniquilado a los pueblos
originarios. Sólo actuó violentamente sobre aquellos que se negaron a bajar las
armas frente a la ley y el Estado Argentino. Fueron los menos. El resto
recibieron tierras o fueron incorporados al Ejército, con sueldo, cargo y
vivienda. De originarios no tenían nada
pues estaban atados a los peores vicios
de la civilización blanca: el robo, el alcohol y la violencia. Esa imagen
tierna y bucólica de caciques y capitanejos
defensores de su patrimonio material y cultural, contrasta con la
realidad de lo que eran, feroces maleantes que asolaban poblaciones y
estancias, robando ganado y “arreando”
mujeres que sometían a la esclavitud en sus tolderías o a la
prostitución en Chile. Eran las secuestradas de aquellos años. Claro para
algunos historiadores y novelistas que endulzan lo ácido y amargo de la vida
con edulcorantes truchos, siempre hay una historia romántica que envuelve a la cautiva con el cacique.
Síndrome de Estocolmo sería
esa pasión telúrica.
A pedido de Roca se realizó el
primer relevamiento de la situación de los trabajadores en todo el país y se
elevó al Parlamento el Código de Trabajo.
Se sancionó la ley del
Servicio Militar obligatorio, se planteó la Reforma Educativa de Magnasco y la
Doctrina Drago. Fue un gran Presidente.
Desplazarlo por Evita es algo
que la mujer de Perón no se merece. Y naturalmente, Roca, tampoco.
JUANA AZURDUY POR COLON
Juana Azurduy fue una gran
mujer. Patriota. Desinteresada. Batalló hasta el último aliento, dejando
jirones de su vida en esa travesía libertaria. Es injusto utilizarla para esconder a un hombre extraordinario y a una
época monumental.
Cristina debiera leer el
Diario de Colón y dejar Página 12. De hacerlo descubriría el espíritu de un hombre renacentista en el
pináculo de su obra. Todo lo relata con asombro y nobleza. Los hombres que
descubre: bellos, armoniosos, sin codicia, de ademanes cadenciosos y lenguaje
dulce. La naturaleza equilibrada, ni mucho calor ni excesivo frío, que despierta y ennoblece sus sentidos. Las
flores, los pájaros, no hay nada de la creación que no desate en él,
sentimientos de piedad frente a lo
nuevo, lo distinto.
Si hasta cree que por esos
lares, no muy lejos de allí, debería hallarse el Paraíso Terrenal. Estos escritos abonaron la teoría que muchos
años después profesaron los Jesuitas y el mismo Rousseau, que el hombre en
estado natural es bueno.
Cierto que hubo algo que sacó
de sus cabales a Colón y fue que al observarles heridas en el cuerpo e
inquirirles por señas la razón de ellas, asustados y atemorizados, pidieron su
ayuda pues padecían de forma constante
el ataque de los caribes. Indígenas caníbales que devoraban a sus pequeños, en
un festín diabólico y horroroso. ¿Se lo puede acusar de genocida?
¡Sería un disparate aplicar
hacia el pasado teorías explicativas que relativizan las conductas! El
relativismo es un mal moderno no del Renacimiento.
LA CONQUISTA DE AMÉRICA
Muy mala prensa tiene esta
obra gigantesca de la humanidad. Especialmente en las usinas progresistas que
han caído bajo el influjo leninista del imperialismo. El marxismo a secas fue
más benevolente con la acción de los grandes imperios. En nuestro país fue Yrigoyen quien instituyó
esta fecha como feriado y festejo nacional y Perón quien llevó más a fondo su
defensa. Basta con leer su discurso del 12 de octubre de 1947 para descubrir
cosas como estas:
“Para
nosotros la raza no es un concepto biológico. Para nosotros es algo puramente
espiritual. Un estilo de vida.
Va,
entonces, el homenaje argentino a la Patria Madre, fecunda, civilizadora,
eterna y a todos los pueblos que han salido de su maternal regazo. Nuestro
homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura
occidental.
Porque
España aportó a occidente la más valiosa de las contribuciones: el
descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la
cultura occidental.
Su
obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la
historia.
Su
empresa tuvo el signo de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida
de ganancias y dispuesta a volver la espada y marcharse una vez exprimido y
saboreado el fruto. Llagaba para que fuera cumplida la hermosa realidad del
mandato póstumo de la Reina Isabel de atraer a los pueblos de Indias y
convertirlos al servicio de Dios”
Por eso suena extraño y
antipático que una Presidente, que se dice peronista, asuma valores y
principios extraños a la naturaleza cultural del justicialismo.
El Imperio Español se permitió
discutir su acción y su conducta en la conquista. Revisó su obra. Y no
impidió el debate. Un lote de
intelectuales, todos ellos sacerdotes,
discutieron en el marco de la Universidad de Salamanca la legitimidad del poder español y la
humanidad de los indios. Pensadores de la talla de Fray Bartolomé de las Casas
o Francisco de Vitoria fueron los
disparadores de las Leyes Nuevas de 1542. Especie de Código de la dignidad
humana y del trabajo.
Por eso no se entiende el
empecinamiento ideológico de atacar a España y defender la virginidad y la
inocencia de los pueblos americanos.
¿Habrá leído, Cristina, a
Bernal Díaz del Castillo y su descripción del Imperio Azteca y sus costumbres?
No, y como no aparece en Tiempo
Argentino, lo desconoce.
Aunque también está vacía de
Perón que en el discurso citado, decía:
“Los
españoles traían para ellos (los indígenas) la buena nueva de la verdad
revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venían para que
estos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran
pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio, sino ganarlo para la fe y
dignificarlo como ser humano”
Colón debe permanecer donde
está. Primero, porque no se puede pasar por encima de la decisión de la Legislatura de la Ciudad a quien no se ha
consultado y segundo porque desde ese lugar vela por la pureza de los valores
eternos de la cultura iberoamericana: el
mestizaje y el sincretismo religioso.
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