martes, 9 de abril de 2013

Perder de local. Por Gonzalo Neidal


La derrota del cristinismo en las internas del PJ de Santa Cruz ¿significa algo o se trata de un hecho irrelevante?
Dependerá de lo que suceda de aquí en adelante.

Lo cierto es que la línea interna dirigida por el hijo de la presidenta, Máximo Kirchner, en la provincia de la presidenta, Santa Cruz, perdió la interna en el partido de la presidenta, el PJ, a manos de un gobernador,  Daniel Peralta, que está claramente enfrentado con el gobierno nacional. Este hecho tiene todos los elementos para constituir un mensaje claro para Cristina Kirchner y tiene también toda la pinta de representar una especie de derrota simbólica que abre el camino al definitivo desplazamiento de la presidenta de la conducción efectiva del PJ y del poder en el país.
Pero las cosas no son tan sencillas. La derrota electoral en las legislativas del 2009 también pareció el comienzo del fin del kirchnerismo y, sin embargo, pudo recomponerse de gran manera para el 2011 y lograr una clara victoria en las presidenciales, con el 54% de los votos, algo impensado al momento en que Néstor Kirchner y Daniel Scioli perdieron a manos de Francisco de Narváez “por un poquito” en la Provincia de Buenos Aires.
Ahora la derrota es en el propio PJ, en la propia provincia presidencial, donde Néstor fue intendente y gobernó hasta el hartazgo. Su provincia. Su “lugar en el mundo”. Con Máximo y sus jóvenes brillantes conduciendo el proceso y respaldado por los fondos nacionales. Pero… ¿aún así… significa algo? Sí y no. Dependerá del futuro. La historia, se sabe, no está escrita y depende de lo que hagamos todos nosotros. La historia puede tomar caminos impensados, como ya ha ocurrido varias veces en la Argentina y en otras latitudes.
Una posibilidad cierta es que esta derrota kirchnerista de Santa Cruz sea una experiencia “in vitro” de un proceso mucho más amplio y extendido que se está desarrollando al interior del PJ. Conforme a esta posibilidad, la dirigencia tradicional del PJ habría concluido en que, finalmente, Cristina no llega a la re-reelección y que, en consecuencia, conviene ir mirando nuevos horizontes pensando en el 2015.
Una parte de esta dirigencia (intendentes, punteros, referentes, militantes barriales) ha vivido con fastidio el manejo prepotente de Cristina, su especial preferencia por los muchachos de La Cámpora, en su inmensa mayoría jóvenes ajenos a la tradición política del PJ o, directamente, a toda militancia política pasada, que sin embargo los ha postergado durante varios años.
Peralta es eso: un dirigente del PJ tradicional, previo a Néstor. Y La Cámpora es eso: una creación kirchnerista, con base en los jóvenes de clase media, con una fuerte inclinación a los negocios del poder, más que a la revolución nacional y popular. Lo de Santa Cruz podría ser, entonces, una pequeña muestra de un clima que se extiende a otras varias provincias.
Pero las cosas no son tan sencillas. Para compensar a Peralta, en el norte del país existen varios gobernadores dóciles al Cristina, cuyas provincias dependen fuertemente del gobierno nacional en materia de aportes financieros para sobrevivir mes a mes.
Pero, sobre todo, no hay que olvidar que la batalla final, la más importante, es la que se librará en Buenos Aires. De lo que suceda en esa provincia dependerá el destino de Cristina y, en cierto modo, el rumbo del país. El hostigamiento a Daniel Scioli, hasta ahora no ha servido para conmoverlo. La asfixia financiera, tampoco. Hasta el momento, el gobernador de Buenos Aires continúa firme en su estrategia que consiste en saltar del avión cien metros antes de que éste se estrelle contra el piso, conforme a su cálculo de deportista acostumbrado a las maniobras riesgosas, en las que no siempre le ha ido del todo bien, según se sabe.
De todos modos, hay que convenir que, desde su triunfo electoral en 2011, el cristinismo ha perdido el concurso de varios de sus amigos políticos y electorales significativos: José Manuel de la Sota, Hugo Moyano, Felipe Solá, el propio Peralta y varios más, menos conocidos, que se han ido sumando a otros proyectos políticos.
Si pasados los meses, el kirchnerismo comienza a desgranarse como muchos prevén, entonces sí, el triunfo de Peralta sobre Máximo Kirchner del domingo pasado, habrá tenido un valor simbólico y representativo de un clima interno del PJ que todavía no se visualiza con claridad.
Pero si Cristina consolida su poder en Buenos Aires, la historia puede ser muy otra. Y, como ya dijimos, todavía se está escribiendo.


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