jueves, 15 de enero de 2009

¡A consumir que se acaba el mundo! Por Gonzalo Neidal


Repuesta de su descenso de presión arterial, la Presidenta ya retomó sus actividades habituales y formuló una serie de anuncios y consejos para asegurar que la economía nacional continúe marchando sobre ruedas, como hasta ahora.
En primer lugar, aclaró que ella no tuvo ningún desmayo, tal como había trascendido. Escuchar esto es algo que los argentinos estábamos esperando. Es probable que el estado de la salud presidencial haya desvelado a multitudes. Pero al verla nuevamente, la tranquilidad seguramente ha ganado el espíritu de los argentinos.
El objeto de su nueva exposición ha sido el anuncio de medidas para el sector agropecuario. Pero, además de ello, la Presidenta se ha permitido ofrecernos algunos consejos para combatir la crisis económica, mejor dicho, para el caso de que la crisis se atreviera a asomarse por la Argentina.
Potenciando a Lord Keynes, Cristina Kirchner ha agitado el espantajo de una profecía autocumplida, para el caso de que los argentinos detengan su consumo. Su razonamiento no es demasiado complejo: si se consume menos, caen las ventas, se fabrica menos, llegan las suspensiones y despidos, nos invade la crisis.
La solución es, entonces, que no cesemos de consumir.
Es que seguramente la Presidenta ha detectado que los sectores populares argentinos se han dedicado a ahorrar un elevado porcentaje de su salario. Ha hecho un sencillo cálculo: como el 2008 los sueldos aumentaron un 25% promedio y la inflación fue de sólo el 7,2%, les ha quedado una enorme diferencia que seguramente han destinado al ahorro.
¡Muy mal hecho, señores! ¡Gravísimo error! ¡Hay que consumir!
Barack Obama, a punto de asumir la presidencia, ha de estar leyendo los consejos presidenciales con cierto asombro. Ellos se han lanzado a aprobar millonarios planes de apoyo a sus industrias y bancos mientras que aquí, en el ignoto sur del mundo, hemos encontrado una solución mejor y más barata: consumir, consumir y consumir.
El que no consume perderá su trabajo, arriesgó la Presidenta.
Si el consumidor es alguien más holgado que, restado todos los gastos, aún le queda una amplia capacidad de ahorro, deberá consumir más para conservar su trabajo. Por ejemplo, comprarle un auto a su esposa y para cada hijo mayor de 18 años, un televisor para cada ambiente, y otra licuadora.
Sepámoslo: si no consumimos, si desobedecemos a la Presidenta, estaremos saboteando el programa económico e impidiendo que Argentina zafe de la crisis mundial.
Pero hay gente que intenta poner palos en la rueda de la economía. Uno de ellos es Hugo Moyano, que se ha burlado del índice de precios del INDEC. Lo ha ridiculizado diciendo que ellos tendrán en cuenta el índice de las amas de casa, el del supermercado.
Los dirigentes agrarios también ponen lo suyo: se niegan a hacer un alto en el conteo de vacas muertas por la sequía e ir a solicitar un crédito al 14% (el doble de la inflación oficial) para comprar una máquina a cinco años.
De este modo, nunca saldremos adelante.
Deberían tomarse medidas más severas en defensa de la economía.
Por ejemplo, encarcelar al que no consuma.
Esas amas de casa que hacen cola en la caja del supermercado con el carrito a medio llenar deberían ser severamente sancionadas.
Esos que transitan con un desvencijado Renault 12 modelo 80, deberían ser detenidos y penalizados.
Esos que no se compran una casa, también.
Es el exceso de ahorro lo que nos está perdiendo.
Es la avaricia lo que nos está perjudicando.
Afortunadamente la Presidenta se repuso de su lipotimia y regresó para iluminarnos a todos.

1 comentario:

Isidoro dijo...

Exelente nota. La sutileza y la ironia al servicio de la verdad.-
Isidoro