martes, 6 de enero de 2009

La nueva frase: “roban pero son de izquierda”. Por Gonzalo Neidal

(Publicado en La Mañana. Lunes 5 de enero de 2009)
Hace un par de años, un periodista porteño contó por radio que, al pasar en auto por la Quinta de Olivos, durante los noventa, su pequeño hijo le preguntó quién vivía allí, y él, dándole una gran lección de moral le respondió que allí vivía quien le robaba a todos los argentinos. Este periodista escribe en medios oficialistas y ya no pone tanto entusiasmo en explicar a su hijo sobre los habitantes de Olivos.
Como él, casi toda la prensa progresista ha abdicado de su lucha contra los ilícitos cometidos por el gobierno nacional. “Eso sería hacerle el juego a la derecha”, sostienen.
En estos últimos años está ocurriendo, en la Argentina, un fenómeno del que los sociólogos deberán tomar nota para futuras investigaciones. Un sector de la clase media –siempre afecta a los discursos morales- se ha bajado de la lucha contra la corrupción, militancia que ejerció con entusiasmo y fruición durante las décadas anteriores.
Nos referimos al “progresismo”, siempre tan atento a la corrupción de los gobiernos, pues allí creen ver una prueba irrefutable de la explotación de los más humildes, una muestra irrebatible de apropiación de riqueza por parte de los poderosos. Durante los últimos años, han decidido tomarse un descanso en esta dura y esforzada tarea.
¿Por qué tanto silencio ante una realidad que ofrece material precioso para investigar y denunciar? ¿Por qué ahora se mira para otro lado cuando, por ejemplo, en tiempos de Carlos Menem se hizo un verdadero escándalo por una modesta franja de cemento que se llamó “pista de aterrizaje”? ¿Qué ha pasado que ahora, ante los evidentes y numerosos casos de escasa transparencia en el manejo de los fondos públicos, los progresistas miran para otro lado?
Es probable que consideren –alguno de ellos ya lo ha insinuado- que está mal cuando roban los enemigos pero está bien cuando lo hacen los amigos, con los que comparten “valores”. (Esta última palabra debe ser entendida como una visión del mundo, de la política y de la justicia).
Durante los noventa, ante el formidable éxito del programa de estabilización monetaria, se denunciaban los ilícitos y se criticaba la frase “roban pero hacen”, en una aceptación tácita de que el gobierno había alcanzado logros importantes. Se decía entonces que una cosa no debía justificar la otra. Y es verdad.
Pero los que antes cuestionaban presuntos ilícitos, ahora los apañan con un argumento maquiavélico, que no se animan a expresar a viva voz: el fin (presuntamente noble), justifica los medios (claramente ilegales). Si se roba en defensa de los derechos humanos, está bien. Si se roba en nombre de la justicia social, está bien. Si se roba para sostener financieramente a los órganos de prensa que defienden al gobierno nacional, está bien.
Otra vertiente de perdón hacia el ilícito perpetrado desde el “estado progresista” lo constituye la formación setentista, propensa a asentarse sobre generalidades, nutrida de grandes categorías históricas y despreciativa de la política concreta, a la que consideran “menuda” y, por lo tanto, indigna de análisis particular.
No hay proporción alguna entre los escándalos financieros y económicos ocurridos en los últimos años y la repercusión que han tenido. No existen órganos de control que funcionen, la Justicia mira hacia otro lado y una gran parte de la prensa prefiere el silencio.
O peor que el silencio: publicitar hasta el cansancio las viejas causas contra De la Rúa y Menem, muchas de ellas forzadas y nebulosas. Hay periodistas que nos tapaban de libros en los noventa y que ahora, por un raro e inexplicable virus, se privan de escribir, justo cuando la realidad les ofrece material precioso e invalorable sobre la temática a la que siempre han dedicado sus textos.
Todos ellos tendrían que pensar seriamente si no estaban mejor antes, cuando podían ejercer su derecho de denuncia sin autoreprimirse. Todo hace pensar que dentro de poco se abrirá un ciclo que favorecerá el ejercicio de su arte en plenitud: la situación política se desliza hacia el entrenamiento de un gobierno de distinto signo al actual y ese hecho les permitirá, nuevamente, afilar la pluma y recobrar el entusiasmo por la denuncia acerca de los horrores de la corrupción.

1 comentario:

Isidoro dijo...

Estimado Gonzalo tu nota es excelente. Solo me permito agregar que tu lucidas opiniones, certifican lo que ya biblicamente está registrado:
La derecha es diestra y "LA IZQUIERDA ES SINIESTRA"
Isidoro