jueves, 10 de diciembre de 2009

Cómo nos ocupamos de los pobres. Por Gonzalo Neidal


(Publicado en La Mañana de Córdoba. Miércoles 09/12/2009)
El debate sobre la pobreza se nos cuela cada día, a cada momento. No hay forma que podamos evitarlo. La pobreza está a cada paso que damos. Oficialismo y oposición lo saben y compiten por ofrecer soluciones a los pobres. Pero la pobreza crece minuto a minuto.Ya ha derrumbado viejos mitos.Uno de ellos es que si el país crece, entonces la cantidad de pobres disminuye. No es eso lo que ha pasado en los últimos años. Para nada.
Es que, a diferencia de lo que ocurría hace treinta o cuarenta años, ahora el crecimiento del PBI es compatible con un aumento de la miseria. Ese cambio se explica por la tecnología.Hace unos días se conoció que, presuntamente, un grupo de mujeres de Jesús María había desistido de formar una cooperativa de trabajo en razón de que cobrarían un subsidio nacional por hijo, multiplicado por la cantidad de vástagos, asaz importante. De este modo, se extraía, la gente pobre se inclina por la vagancia en razón de los apoyos monetarios que recibe.Este punto de vista fue reforzado por un periodista local matutino, de una radio del mismo grupo empresario del diario, que dijo reiteradamente algo así como “claro, con el subsidio, las mujeres prefieren permanecer en sus casas panza arriba en vez de trabajar”. Curioso concepto de la tarea del ama de casa a cargo de varios hijos. Seguramente, ellas no coincidirán con el periodista sobre el carácter liviano de sus tareas domésticas.Pero liviandades a un lado, el tema es sumamente complejo. Y alrededor de él existen muchas dudas y prevenciones.En primer lugar, porque los políticos de cualquier color utilizan a los pobres para sus ambiciones. La espantosa fórmula consiste en votos por subsidios. Luchar por “los que menos tienen” es ya un discurso vacío que se circunscribe al pago de una cifra mensual que no soluciona ningún problema, pero que nos deja a todos muy tranquilos acerca de que el Estado, la política, la sociedad, se ocupan de los pobres metiéndoles en el bolsillo una cifra cada mes.Todos sabemos que no tenemos a la vista ninguna solución duradera. En realidad, existe una sola y los resultados se verán luego de lustros y aun décadas de esfuerzo permanente.Esa solución se llama educación, esto es dotar a los niños y niñas de hoy, de los instrumentos educativos y de formación personal que le permitan, cuando crezcan, encarar el futuro con perspectivas y posibilidades distintas a las que hoy tienen sus padres.Todo lo demás que podamos hacer es pura contingencia que, en muchos casos, tienen patéticos fines electorales.Claro que no es sencillo sostener un programa que no produzca resultados inmediatos que sirvan a los políticos para demostrar lo bueno que son y convocar el voto del pueblo.Pero no nos engañemos más ni nos hagamos los distraídos. Cada vez más, para conseguir cualquier trabajo, es preciso tener una formación que incluya las demandas específicas de los nuevos empleos que aparecen en el mercado.Si no hacemos algo integral, ambicioso y sostenido en el tiempo, el Estado sólo podrá aportar un empleo público o un subsidio a los jóvenes que deambulan sin horizontes.

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