domingo, 13 de diciembre de 2009

Don Abel Posse y la educación. Por Claudio Chaves

El ingeniero Macri, finalmente, ha decido pelear. Abrumado por la guerra que la izquierda portuaria le ha declarado por estos días no esperó más y dio un paso de gigante. Nombró a Abel Posse en educación. ¡Muy bien!
Ha elegido el territorio del progresismo para confrontar y eso es excelente. Desde el retorno de la democracia la educación ha sido un reducto de intelectuales y pedagogos afines a Flacso es decir a un izquierdismo a la violeta. Eruditos “bien pensantes”. Obvios por el lugar se los mire. Sin creatividad. Que se vienen repitiendo desde hace más de cuarenta años. Enamorados de sus palabras y sus sonidos. Como quien se observa, embelesado, en un salón lleno de espejos. Los pergaminos y los oros que supuestamente han adquirido en esa casa de estudios no lograron impedir la decadencia educativa de la cual ellos son los principales responsables. Pero no se dan por enterados siguen pontificando desde sus catedrales hueras, vaciadas de realidad.
La jauría rabiosa del pensamiento obvio ha entendido el mensaje del gobierno capitalino y comenzó el ataque: Ibarra, Filmus, Nenna, Aníbal Fernández son los primeros de una larga fila de irresponsables que con su accionar han hundido la educación del país y ahora pontifican sabihondos sobre la escuela, los jóvenes y la delincuencia.
Se olvida el Senador Filmus cuando siendo funcionario de educación recomendaba crear en cada escuela una sala de armas a cargo del Director para que los alumnos dejaran allí sus revólveres y pistolas y las retiraran al salir.
¿Donde estaban los gremios docentes cuando este alienado planteó semejante disparate?
¿El concejal Ibarra recuerda como cuidó a los jóvenes en Cromagnon?
Verdaderamente vamos a estar peor si estos personajes ganaran la batalla ideológica a la que nos invita Don Abel.
¡Ha llegado la hora de confrontar! ¡Urge hablar claro! ¡Hagámoslo!
Ellos, los progres saben que en este debate se juegan muchas cosas: el destino de la educación argentina nada menos, y además el prestigio fementido de sus títulos y la posibilidad cierta que por algunos años queden fuera del sistema educativo por tontos y desubicados. Como corporación se van a defender con uñas y dientes. Despezando a dentelladas a uno de los más importantes intelectuales argentinos.
Nos veremos entonces en la contienda. El pensamiento sano, sensato y profundamente criollo deberá, finalmente, prevalecer.
A ese territorio hostil ingresa Don Abel. Va a necesitar mucha ayuda y apoyo. Los argentinos de bien debemos dárselo.
Ha dado los primeros machetazos en la enmarañada selva del progresismo. Sus opiniones sobre el sindicalismo docente y la extorsión a la que someten a la sociedad argentina ha encabritado a los gremios poniéndolos en estado de alerta.
Su opinión sobre vocación, deberes y derechos de docentes y alumnos ha sacudido a la adormecida familia educativa. ¡Es que habla de cosas que están en la cabeza de todos! De lo corriente, de lo cotidiano. ¿Por que el revuelo? Por que lo sensato es antidemocrático para la corporación educativa.
Su artículo en La Nación del 10 de diciembre ha colocado en tensión a la sociedad. Habla claro y molesta. En esa nota pone el dedo en una llaga que sangra y huerfaniza a la sociedad y nadie hace nada. Gobierno y oposición. Callan. Se ocultan tras frases altisonantes sobre la injusticia de una sociedad desigual y malvada. Y sobre niños abandonados a la violencia de la droga y de la calle. ¡Todo cierto! Ahora ¿eso justifica a delincuentes devenidos en asesinos perversos y malvados? ¡Corresponde desrresponsabilizarlos? De eso nos habla Don Abel y más. De como acabar con la delincuencia. Vale la pena leerlo y releerlo.
Si Abel está dispuesto al combate va a encontrar ayuda en muchos argentinos. Porque lo que hace falta en este país es que se hable claro y él lo ha hecho. Cuando esto ocurre hay seguidores.
Posse debe conformar un equipo de gestión política. Urge para el éxito de su gestión. No puede quedarse con el de Narodowski porque eso no era un grupo homogéneo educado en una visión compartida de la escuela.
Son profesionales aislados, sin orientación política, sin compromisos con un proyecto educativo, por otro lado, jamás explicitado. Salidos gran parte del sistema fueron convocados por eso: por pertenecer al sistema como si eso fuese un valor en sí mismo.
Y aquí llegamos a otro acierto
Quizás el más interesante. Don Abel, hombre de bien, de luces y de criterio no viene de la estructura corporativa de la educación. No tiene ataduras ni vicios. Si Macri sostiene y la sociedad capitalina banca el futuro está garantizado. De no ser así volveremos a la mediocridad de las aulas, saturadas de frustración. Y Don Abel habrá pasado como un ventarrón de frescura en una atmósfera putrescente.




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