viernes, 25 de diciembre de 2009

“El objetivo de Kirchner consiste en no ir preso”. Reportaje a Jorge Asís


-¿Hay segundas intenciones detrás del clamor reeleccionista de Cristina o la vuelta de Néstor?
-Un objetivo de mínima, explicablemente racional, consiste en no ir preso. Objetivo de máxima, consolidar el proyecto de continuidad, aunque sea matemáticamente ilusorio. La esperanza sirve, es obvio, para retener la tropa propia. Para evitar la anarquía del desbande. Kirchner sabe de conservación del poder. Aunque se encuentre aislado, con el prestigio debajo de la lona. Pero poderoso como nunca y con la capacidad intacta para hacer daño. A Macri, en principio. A Das Neves, para que su ejemplo no contagie. Después a Cobos. Y, si se atreve a lanzarse, a Reutemann.
-¿Tiene posibilidades el kirchnerismo en el 2011 o es un proyecto muerto?
-A mi criterio, me quedo con la segunda hipótesis. Pese al atributo de la capacidad destructiva, ni Kirchner ni La Elegida (Cristina) se encuentran en condiciones políticas de disputar una segunda vuelta con alguna expectativa de triunfo. Cualquier Cobos, hoy, les gana. Si finalmente es Kirchner el candidato, de las franquicias desestructuradas del PJ, el negocio electoral consiste en salir segundo. Como fue segundo Kirchner contra Menem, en el 2003, completaría el círculo. Pero van a jugar, se me ocurre, hasta la última ficha. Para aniquilar adversarios. Mientras tanto, aguardan que la reactivación de la economía modifique el estado de ánimo de la sociedad hacia ellos. También confían en el emprolijamiento de la relación con el mundo. En especial con los organismos internacionales de crédito. Con quienes negocian, pero con la ilusión de que no se note. Pero están, de cualquier modo, políticamente perdidos.
-Hay un rumor que indica que los Kirchner impulsarían a Aníbal Fernández como candidato a presidente. ¿Le parece creíble?
-Sé del rumor. En realidad, cualquier conjetura, en el país conjetural, es probable. Es la esperanza secreta, también, de Scioli. Que Kirchner se de cuenta que no llega, y que Scioli sea El Elegido. O Aníbal. La ecuación es la misma. Pero a Aníbal lo veo más como posible candidato a la Gobernación de Buenos Aires. Pero ya que estamos entre rumores conjeturales, también se dice que Kirchner planifica quedarse con la Gobernación de Buenos Aires. Para mí, es otro delirio posible. Aníbal es, de los tres, el jefe de Gabinete más solvente que tuvieron los Kirchner. El Alberto naufragó en la pedantería de la autorreferencia. “Absolutamente enfermo de importancia personal”, diría Jauretche. Y Massa se quedó sin aire después del cuarto reportaje. Aníbal, en cambio, es un fighter todo terreno. Es el que gobierna cotidianamente, se cargó el gobierno al hombro.
-¿El caso de Ricardo Colombi es una muestra más de que vivimos una época de convicciones módicas?
-Flojedad de códigos. Es Colombi otra expresión de la política swinger. Señal que el concepto cultural de los Radicales Kash, emitido por mí, aún no está agotado.
-¿Las comisiones internas jaquean el poder del sindicalismo peronista o se trata de hechos puntuales y aislados?
-El sindicalismo peronista se durmió, en determinados casos, con la profundidad de un Valium 70. La preocupación básica es de los empresarios fácilmente asustables, que descubren, de pronto, la importancia del peronismo cuando los jaquea la izquierda. Aún irremediablemente fragmentada, la izquierda apostó por la militancia proletaria como si estuviéramos en los comienzos del siglo veinte. Fueron por las comisiones internas con la misma convicción con que fueron también por los centros de estudiantes de las universidades. El avance de la izquierda representa un problema para Moyano, para los gordos, para los empresarios sensibles, pero sobre todo lo es para Kirchner. Porque Kirchner estaba culturalmente preparado para correrlos por izquierda, con el cuento de la redistribución del ingreso y la condena al neoliberalismo. Las imposturas de Carta Abierta, aquí, muy poco pueden hacer por él. Intelectuales progresistas distraídos que suponen, algunos hasta en serio, que participan de la última revolución posible.
-Usted suele decir que a uno de los pocos que le teme Kirchner es a Moyano, sin embargo éste últimamente acepta órdenes de la presidenta…
-No se equivoque, Kirchner aún le teme a Moyano. Por lo tanto, se obstina en inversiones del Gorro Frigio para contentarlo. Le otorga, incluso, mucho más de lo que la voracidad de Moyano le pide. Hasta convertirlo, a mi criterio, en la apoyatura fundamental de su proyecto, en conjunto con los minigobernadores tarifados. Al inclinarse tanto sobre ellos se impone una suerte de peronismo de circuito cerrado. Sostenido por la patología del verso progresista, fundamentado, apenas, en la cuestión humanitaria. Con los militares interminablemente juzgados y presos. Circula, al respecto, una sentencia mía. El “roban pero hacen”, con el kirchnerismo se transformó en “roban pero juzgan y condenan”. La acción de la condena, de por sí, resulta insuficiente para justificar un apoyo, digamos, del espectro de centroizquierda. Pero nadie tiene derecho a sorprenderse. Porque si Kirchner, como gobernador, con mil cien palos verdes en el bolso, no supo encarar para Santa Cruz las bases elementales de un proyecto de desarrollo, no puede extrañar que como presidente, con cinco años de “crecimiento a tasas chinas”, ni siquiera atenuaran, al menos en parte, la calamidad de la pobreza. Peor, multiplicaron la pobreza.
-¿Qué y quiénes provocan el clima social destituyente?
-Entre Kirchner y el hartazgo de la sociedad persiste un desierto que nadie ocupa. Nadie se propone destituirlo, pero lo que no puede evitarse es el hartazgo social, cultural. Me inquieta la generación de una especie de neogorilismo. Cuesta no toparse siempre con la misma pregunta: ¿Hasta cuándo? ¿Se van? ¿Esto termina? Y esto antecede al conflicto institucionalmente suicidario con el campo. Desde Antonini Wilson para aquí, el kirchnerismo padece una devastación moral. De la que no podrá recuperarse. Por más fútbol para todos, asignaciones por hijo, reactivación económica o capitulación ante el Fondo.
-¿La candidatura de Duhalde es creíble o lo hizo para apurar a Reutemann?
-Duhalde siempre quiso ser. Es tal vez el político que más evolucionó durante la gestión. Lo cual marca otra patología política de la actualidad. En Argentina se puede llegar a ser candidato a presidente, y lo peor, hasta presidente, sin conocer las claves de funcionamiento del mundo. Hoy Duhalde está mucho más capacitado que cuando le tocó la sortija presidencial. Si dentro de las franquicias desestructuradas del PJ la opción es Duhalde o Kirchner, con seguridad el próximo presidente argentino es Cobos. El único que hoy se encuentra en condiciones de modificar esta ecuación es, como lo escribí, Reutemann. Pero es un político de indignación muy fácil.
-¿Esta vez Reutemann se animará a ir por la Presidencia de la Nación?
-Es el deseo imaginario de muchos dirigentes peronistas, interesados en no quedar como rehenes de la dinámica de confrontación entre Duhalde y Kirchner. Acotada, por otra parte, en la sustancial provincia de Buenos Aires. Si Reutemann se despeja de los fantasmas interiores, y decide jugar, en serio, en marzo, puede beneficiarse del desgaste que invariablemente van a padecer Duhalde y Kirchner. Otros me dicen, en cambio, que la dilatación para marzo es, para Reutemann, una manera, otra más, de zafar. De preparar la próxima borrada.
-¿Qué le parece una fórmula Cobos-Binner?
-Imbatible. Pero hoy, según mi información, es inviable. Cobos comete el error adolescente de proponerle componer la fórmula a través de los medios. Como lo hizo Duhalde con Reutemann. Tal vez Cobos lo propone a Binner de segundo para enviarle un mensaje por elevación a la señora Carrió, para sacarla del escenario. Binner, se me ocurre, con alguna base informativa, está para intentar la candidatura propia.

por Walter Palena, para La Capital (Rosario)

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