domingo, 9 de mayo de 2010

Detrás de la crisis griega está la exigencia de una reforma europea. Por Jorge Castro


Grecia ya está en default para los mercados financieros internacionales; la semana pasada, el rendimiento de los bonos griegos a 10 años saltó a 11% anual y el de los títulos a dos años trepó a 19%. La crisis griega se ha transformado en la de Europa. Dijo la canciller Angela Merkel: "esta es la prueba más grande de supervivencia para Europa desde la firma del Tratado de Roma en 1958". Por eso el paquete de rescate a Grecia, de 144.000 millones de dólares, es el mayor desde el Plan Marshall, con el que EE. UU. reconstruyó a Europa Occidental.El Plan Marshall ascendió a 17.000 millones de dólares entre 1948 y 1952, que en dólares constantes serían hoy 75.000 millones. El rescate a Grecia, que es 3% del PBI europeo, duplica el mayor plan lanzado por EE. UU. en toda su historia. Alemania (RFA) es el núcleo de las decisiones europeas, no sólo la mayor economía de la región. Allí donde va la RFA, allí va la Unión Europea: "está en juego el futuro de Europa, y el de Alemania en ella", dijo Angela Merkel. "Sin nosotros, o contra nosotros, ninguna decisión puede tomarse en Europa", precisó.


Las ventas alemanas a China crecieron 19% anual entre 1991 y 2008; y la República Popular se convierte en 2016 en el principal destino de sus exportaciones. También aumentan rápidamente las exportaciones a Brasil (+30%) y a India (+22%). Desde la reunificación (1991), la República Federal se ha tornado cada vez más independiente del resto de Europa: la zona euro absorbía 51.3% de sus exportaciones en 1990; y cayeron a 45.1% en 1998. En 2007 volvieron a disminuir (43.7%); y en 2009 ascendieron a menos del 40%.La idea de que Alemania exporta mucho y compra poco no responde a la realidad de los hechos. Entre 1991 y 2008 las importaciones crecieron más que en el resto de la Eurozona (48.1% vs. 39.5%), pero el incremento -diferencia fundamental- provino de países situados fuera de Europa (EE. UU., China). La recesión global y la nueva estructura de acumulación encabezada por los países emergentes que ha surgido de la crisis aceleraron esta tendencia. Y le dieron un giro cualitativo que implica una nueva inserción de Alemania en el mercado mundial. La dinámica de las exportaciones alemanas revela los cambios estructurales, en lo esencial irreversibles, del sistema internacional.Alemania señala que los países europeos, en primer lugar los periféricos (Grecia, España, Portugal), deben seguir el camino trazado por la RFA en los últimos 10 años. Esto significa dos cosas: que son prioritarias las reformas estructurales que permiten incrementar la productividad y que es preciso orientar las exportaciones, sobre todo de bienes de capital de alta tecnología, hacia la nueva fuente de la demanda mundial: Asia (China, India) y Brasil. La RFA no sólo exige que Grecia reduzca su déficit fiscal de 13.6% a 2.7% en tres años; se dispone a hacer lo mismo con similar intensidad. A través de un acuerdo de los dos principales partidos (CDU y SPD), modificó la constitución de 1949 y decidió que el déficit de las cuentas públicas no puede superar 0.35% del PBI en 2016. De modo unilateral, y en forma deliberada, Alemania se cerró todo otro camino para aumentar su competitividad que no sea el de las sistemáticas reformas estructurales. Ha establecido un techo para el déficit fiscal que es el 10% del establecido en el Tratado de Maastricht: salvo que se hunda a la economía en una depresión estructural de largo plazo, esto sólo puede ser cubierto por un aumento de la productividad de similar vigor. La Europa previa a la crisis mundial quedó definitivamente atrás; ahora, o surge una nueva Europa -a imagen del trayecto de transformación de la República Federal- o la Unión Europea se quiebra.

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