lunes, 19 de noviembre de 2012

De eso no se habla. Por Jorge Raventos

Al oficialismo le cuesta simular que las masivas demostraciones de protesta del 8 de noviembre no lo han  afectado. El esfuerzo, por caso,  de la Presidente por aparentar ignorarlas está cargado de elocuencia: ella no mencionó las protestas y hasta evocó, para eclipsarlas,  los sin duda importantes pero exóticos  cambios  en la cúpula del comunismo chino. Fatalmente, el silencio destaca lo innombrado.

En cualquier caso, como la Presidente no es persona de quedarse callada, también sus palabras revelan  que el 8N dejó huellas allí. Los últimos discursos presidenciales  incorporaron párrafos destinados a halagar a las clases medias; un gesto si se quiere candoroso pensado para recuperar  la buena voluntad de ese sector social que –de acuerdo al propio relato de los voceros oficiales- tuvo el protagonismo de las demostraciones de septiembre y noviembre. A esta altura, de todos modos, las palabras difícilmente alcancen para restañar heridas, especialmente si contradicen los actos, las actitudes y hasta otras expresiones que se pronuncian a la par de esos piropos. Por ejemplo; esa clase media a la que la señora de Kirchner quiere aproximarse en sus últimos discursos, es pintada por uno de sus protegidos, el diputado camporista  Andrés Larroque, como una procesión de zombies.
Para aparentar fortaleza, el gobierno finge desdeñar las protestas; para sofocar la desmoralización de la propia tropa, vitupera a los que se movilizan; para conjurar su  aislamiento, los adula. El gobierno tiene objetivos (y sectores internos) demasiado divergentes y el 8N ilumina con crudeza esas tensiones.

No pertenecer tiene sus privilegios

Después del 8N lo que empieza a rendir dividendos en el seno del peronismo es tomar distancia del gobierno central. Sólo dos gobernadores de la coalición oficialista (el de Chaco y el de Entre Ríos)  se solidarizaron inequívocamente con la Casa Rosada ante las movilizaciones de protesta. Otros eligieron el silencio. Otros se diferenciaron a través del expediente de reconocer las dimensiones del fenómeno y la necesidad de prestarle atención. Otros, en fin se mostraron al lado de los reclamos.
Paralelamente, dirigentes de alto perfil, a menudo mencionados como candidatos presidenciales en 2015 (José Manuel De la Sota, Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey y hasta el intendente de Tigre, de elevadísima imagen positiva) optaron por un mayor activismo político y una mayor exposición, cada uno con su propio estilo.
De la Sota fue el más jugado: en un acto organizado en Córdoba por una terminal automotriz francesa  (al que la Presidente decidió a último momento no concurrir), el gobernador se pronunció por una actitud política dialoguista y respaldó el planteo sindical que pide la eliminación del impuesto  al trabajo. Este reclamo (o, al menos, su formulación más moderada: la elevación del piso salarial imponible) es compartido por todas las fracciones gremiales, inclusive las más oficialistas, pero acababa de ser rechazado por  el gobierno, que sólo prometió, para este año, desgravar el pago del medio aguinaldo. De la Sota discrepó en público con el poder central y eso no suele tolerarse en el oficialismo: la ministra de Industria, presente en el acto cordobés, reaccionó destempladamente y al día siguiente llovió sobre el gobernador la metralla verbal de medio gabinete. En rigor, esos ataques no han de haber sorprendido a De la Sota (él sabe los bueyes con que ara) y tampoco lo deben de haber preocupado: el entrevero contribuye a  perfilarlo como un futuro candidato presidencial que no es tímido para enfrentar al poder central.
Con un estilo más cauto, Daniel Scioli y Sergio Massa se han mostrado juntos en varios actos en la provincia de Buenos Aires.
Massa le dijo al periódico virtual Urgente 24 que seguirá "buscando acuerdos con otros intendentes pero no para estar al servicio del Frente para la Victoria sino para generar un proyecto diferente, que permita una mejor gestión de la Provincia de Buenos Aires".  Sus amigos aseguran que está en camino de diferenciarse del kirchnerismo (lo haría en marzo) y que desoyó el intento de seducción que protagonizó el mismísimo Carlos Zanini (“Jugá con nosotros, tenés todas las puertas abiertas; hasta podés ser candidato presidencial. Olvidáte de Scioli: está frito”). En principio, se propone encabezar la  lista de diputados nacionales del distrito en 2013.
Scioli, además de fotografiarse con Massa y coincidir con él en dos actos en un solo día, anduvo por La Rioja, en conversaciones con el gobernador Beder Herrera animadas por el  diputado Jorge Yoma: una excursión bien lejos del distrito que administra y una nueva señal de humo sobre su vocación presidencial. “Oportunamente Daniel será presidente”, tradujo  Jorge Telerman, secretario de Cultura bonaerense.
La atmósfera del 8N y los pronunciamientos de la oposición parlamentaria han clausurado las chances de re-reelección de la señora de Kirchner y los candidatos peronistas con  capital propio ocupan territorio. A la vista no hay candidatos “del modelo” con posibilidades electorales.

¿Barajar y dar de nuevo?

La nueva situación pone nervioso al cristinismo, pero todavía no lo induce a  darse por vencido. Sus sectores más intransigentes admiten por el momento la necesidad de  reducir la intensidad de los ataques contra Scioli y Massa pero no cancelan la desconfianza sobre ambos. Lo que justifica la tregua, para ellos, es la necesidad de no dispersar fuerzas en vísperas de “la batalla decisiva”, es decir la batalla contra el Grupo Clarín. El 7D.
La señora de Kirchner es la que baja la línea: “Paso a paso…ahora concentramos la atención en la aplicación de la ley a Clarín. Después de ganar esa batalla, habrá que barajar y dar de nuevo”. El oficialismo confía en recuperarse.
De todos modos, concentrar la atención no es coser y bordar: el martes tres centrales sindicales prometen parar el país, mientras en Nueva York el juez Griessa debe tomar una decisión que puede concluir para la Argentina en un “default técnico”; el 17 de diciembre el FMI juzgará el sistema estadístico argentino (con un veredicto más que previsible); la Fragata Libertad seguirá paralizada en Ghana por lo menos hasta fin de mes (recién entonces el Tribunal del Derecho del Mar escuchará a las partes); las empresas estatales que el gobierno exhibe como emblemáticas (YPF, Aerolíneas Argentinas) pisan terreno cada vez más pantanoso…
No es tan fácil barajar y dar de nuevo.


Jorge Raventos

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